Qué curiosa es la humanidad, ¿verdad?
Vivimos a un ritmo tan acelerado,
preocupados por superficialidades,
pero sin preguntarnos por qué no nos tratamos como buenos hermanos.
Qué tristeza me da ver aquellos rostros desamparados,
aquellas almas desconsoladas,
que en algún momento han sido dejadas de lado.
Qué angustiosa sensación la de crecer
y ver cómo las ilusiones se rompen en mil pedazos.
Cómo los sueños se evaporan,
por actuar siguiendo normas vacías
de titiriteros lejanos.
Qué extraño imaginar que quizás a varios kilómetros
hay alguien suspirando como tú.
Alguien luchando como tú.
Alguien llorando como tú.
Alguien amando como tú.
Alguien odiando como tú.
Alguien rompiéndose como tú.
Alguien reconstruyéndose como tú.
Alguien cerrando los ojos como yo
tras escribir estos versos.
¡Y qué genial sería que esas pequeñas sincronías
formaran un coro de voces
que recordaran lo que muchos
no reconocen!