Lealtad Mortal - Tangled The...

By kaede02mangaka

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Después de aquella tormenta de nieve, la princesa fue con su amigo alquimista para darle su apoyo aunque ya e... More

Capítulo 1.- Alquimista
Capítulo 2.- Descontento
Capítulo 3.- Desastre
Capítulo 4.- Duda
Capítulo 6.- Horror
Capítulo 7.- Culpable
Capítulo 8.- Salvación
Capítulo 9.- Vida y Muerte
Capítulo 10.- Lealtad
Capítulo 11.- Revelación
Capítulo 12.- Revuelta
Capítulo 13.- Mortal
Epílogo

Capítulo 5.- Veneno

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By kaede02mangaka


Pasos apresurados se escuchaban por los pasillos del castillo. Cass, Eugene y Rapunzel buscaban desesperadamente dónde podía haber ido Varian. La princesa sentía su respiración agitada y una presión en el pecho, el pánico empezaba a apoderarse de ella. Eugene apareció desde atrás y sobó con cariño los hombros de Rapunzel.

-Tranquila, rubia. Vamos a encontrarlo.
- ¿Alguna noticia? – dijo Cassandra llegando junto con ellos.
-Aún nada. ¿Cómo desapareció un niño moribundo? – preguntó Eugene siendo rápidamente acusado por los ojos esmeralda de su enamorada. –D... ¡Digo! Un niño enfermo, sí, eso.
-Eres todo un caballero, Fitzherbert- lo sarcástico del comentario de Cass era casi palpable.
- ¿Está todo bien? – se escuchó una dulce voz cerca de ellos.

La reina Arianna se acercó a ellos, sus ojos verdes se posaron en la expresión preocupada de su hija, acarició su mejilla mientras le pedía que le dijese qué ocurría. Rapunzel la abrazó, necesitaba tranquilizarse y nada mejor que un abrazo, esa calidez, y ninguno mejor que el de su madre. Su pánico disminuyó. La princesa se separó de ella y la vio a los ojos.
Una vez le habían explicado a la reina lo que estaba ocurriendo, su rostro también mostró preocupación. El sentimiento materno siempre está presente. 

-Bien, llamaré a los guardias para que les ayude a buscarlo. Espero lo encuentren. Sólo es un niño.
-Muchas gracias, mamá.




Algo de vidrio cayó al suelo y se quebró en muchos pedazos. Una respiración agitada era audible, junto que cierto ruido de cristal y metales chocando entre sí por unas manos que investigaban por todos lados buscando algo que parecía no encontrar. Varian casi pierde el equilibrio, pero logró sostenerse de un escritorio. Ruddiger lo tenía mordido de su camisa buscando sostenerle para que no se cayera, esto hizo al chico sonreír ligeramente.
-Gracias, amigo...- dijo con dificultad. –Sigamos buscando la analizadora.

Ruddiger subía y bajaba por las piernas y brazos de Varian con la idea de sostenerle, ya fuese para mantenerlo alejado de lo que pudiera herirle, como el sostenerlo para evitar que llegara al suelo. El pequeño mapache estaba cuidando a su humano como le era posible.

La tos volvió. Cada espasmo del cuerpo causado por la acción creaba una gran presión en su cuerpo, en su pecho, dentro de este. Varian apretó con fuerza su camisa y la pequeña manta sobre sus hombros. No lograba tomar aire nuevamente, sentía que se asfixiaba mientras sentía que se quemaba por dentro. Sus rodillas no soportaron, cayó de rodillas y finalmente terminó sentado, recargado en una pared del complejo. El ardor se volvía peor y casi podía sentir sus propias uñas encajadas en su piel por la fuerza que empleaba apretando su camisa. Recargó su cabeza contra la pared tratando de volver a la normalidad para poder continuar.
Ruddiger, lloriqueando levemente, se trepó en el hombro de su humano, el lugar que siempre amaba. Ahora solo quería estar al lado del chico que le había cuidado tanto, pagarle un poco de todo lo que había hecho por él. Talló su cabeza contra la mejilla del chico, causando una diminuta risa.
-Da cosquillas...- dijo Varian. –Tus bigotes... me dan cosquillas.

Los ojos azules del alquimista se abrieron un poco más con sorpresa. Frente a él, tras el mueble que veía, estaba aquel aparato extraño que necesitaban.
-Bingo – dijo y se forzó por levantarse.
Las piernas le temblaban, sentía que perdería la consciencia en cualquier momento. Era un sentimiento horrible. Sacudió su cabeza un par de veces y se dirigió hacia la analizadora, tomando en su camino aquel matraz con líquido violáceo que le había causado tantos problemas. Tenía saber qué era lo que contenía en realidad aquella solución para poder tener una idea de cómo contrarrestarlo.


Rapunzel estaba preocupada, habían buscado en los salones cercanos a la habitación de Varian, pero seguían sin nada. Era frustrante, tanto que un par de diminutas gotas translúcidas se asomaban en sus ojos. Repentinamente escuchó al pequeño Pascal hablándole desde el fondo del corredor. Ella se dirigió hacia donde estaba su pequeño amigo y éste le apuntó con su cola hacia el corredor. El corredor que llevaba al laboratorio de Varian. ¿Realmente había podido caminar tanto en su estado? Parecía una locura, sin embargo, tenía que tener fe de que lograría encontrarlo. Cass y Eugene la vieron correr y le siguieron.



Todo giraba en la percepción de Varian, odiaba respirar, ese dolor que no podía desaparecer por más suavemente que lo hiciera. Su espalda descansaba contra la pared, esperaba los resultados de la analizadora. Tenía una corazonada sobre aquello que podría causar esos efectos en su cuerpo.

La analizadora emitió un pitido, Ruddiger se apresuró a tomar el papel en sus fauces y llevarlo a Varian para evitar que este se moviera. El chico tomó el papel y su peludo amigo escaló sobre sus hombros para ver los resultados, parecía muy interesado en entender lo que allí ponía. Eso divirtió a Varian. Sus ojos volvieron a los datos impresos y no atinó a decir palabra.

La puerta del laboratorio se abrió, dejando entrar a Rapunzel, seguida por Eugene y Cass. Varian los miró y les sonrió, intentó levantar su mano para saludarles, mas no tuvo energía suficiente para hacerlo. Raps lo abrazó con fuerza, siendo delicada al mismo tiempo, aun así, Varian dejó salir un quejido fuerte, causando que la princesa lo soltara y se alejara para verle.
-No vuelvas a asustarnos de ese modo. Estábamos aterrados.
-Lo Siento... Necesitaba res... puestas...
- ¿Al menos los obtuviste? – dijo Cass con un tono claramente molesto.
-Sí – dijo y les extendió un papel. –Esos son los ingredientes que usé en mi fórmula...- Eugene lo tomó y levantó una ceja. –Y estos los resultados de la analizadora – extendió otro papel que tomó Rapunzel. –Compárenlos y verán...
-Ehm... Niño, no somos científicos – dijo Eugene después de analizar los papeles por un par de minutos.
-Espera – dijo Rapunzel apuntando su hoja y luego echó una mirada a la que sostenía Eugene. –Hay un elemento extra en el resultado final.
-Así es.
-Déjame ver eso – dijo Cass y tomó los resultados. Cuando lo notó, sus ojos se abrieron grandes y en blanco. –Esto... Esto es...
-Amoniaco- dijo Varian. –Tiene Amoniaco. Un químico de la clasificación L.
- ¿Clasificación L? – preguntó Eugene confundido.
-Letal- dijo Varian respirando con dificultad.
- ¿Por qué tendría amoniaco? – interrogó Cassandra que no cabía en el asombro de que el chico hubiese inhalado esa substancia.
-Yo no... - dijo y se dobló un poco por el dolor, Cass y Raps se acercaron para sostenerle. –No usé amoniaco. Ni siquiera estaba contemplado, en las cantidades necesarias... acabaría con los plantíos. Incluso está allá – apuntó a un estante al fondo de la habitación. –Está lejos, yo no pude vertirlo por error... Tiene una etiqueta que me avisa de su toxicidad.
- ¿Y entonces cómo terminó en tu cosa cristalina del laboratorio? – dijo Eugene apuntando los instrumentos de laboratorio sobre uno de los escritorios.

Varian estaba por responder, pero el dolor regresó. Fue tan fuerte que le hizo doblarse y terminar hincado en el suelo, tosiendo y sintiendo ese ya familiar y aun imposible de soportar dolor cual navajas en su pecho. Tosía fuerte, Cass y Raps le tomaban la mano y sobaban su espalda tratando de disminuir el sufrimiento de su amigo. Raps había comenzado a llorar, Cassandra por su parte se veía genuinamente asustada. Ruddiger se escurrió bajo el brazo del chico para tallar su rostro con su humano, no había mucho que el mapache pudiera hacer, y aun así, el seguía intentando auxiliar a Varian.

-Lo único coherente aquí es que... - decía Eugene concentrado en el joven alquimista. –Alguien saboteó su experimento.
-No...- dijo Cassandra. –No intentaban sabotear su trabajo...  

Varian respiraba con dificultad, destapó su boca y un hilo rojo salía de la comisura de sus labios, el mismo rojo que había en su palma. Había tosido sangre. Él apretó el puño y cerró los ojos. Estaba aterrado, era obvio que su estado era crítico y por supuesto que su temor a la sangre estaba presente, pero el mareo que podía empezar a sentir por éste fue completamente opacado por el horror por su estado. Escupir sangre no era para nada algo común, era algo que sólo ocurría cuando las personas... Sus labios temblaban.

-Alguien me envenenó.

[Nota de la autora: Esto se pone bueno.]

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