Huracán ✔️

By paolacalderongt

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Emily Preston es una joven con muchos sueños; lucha para poder lograrlos día con día, para ello todas sus act... More

Prefacio
Piloto
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52

Capítulo 42

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By paolacalderongt

—Suelta ese Beeper ahorita mismo o te lleno la cabeza de plomo —decía Eleazar colocando su arma en la cabeza de ella.

Sé quedó fría, por lo que él aprovechó a quitarle el aparato.

—Saliste bien barbarita, Barbara. ¿A quién le pasas información?

—Se supone que ya sabes ¿No?

—Hice una pregunta que merece una buena respuesta.

—Si me vas a matar hazlo de una vez.

—Para tu mala suerte me gusta jugar al gato y al ratón —sonrió.

—Igual Leonardo y la mosca muerta de Emily ya están muertos.

—Llévame con el Gavilán.

—Te gusta el peligro Pájaro.

—Ese no es asunto tuyo.

—No, no tengo porque llevarte.

—Es el culpable de la muerte de tu hijo, ¿No piensas vengarte?

—Ustedes fueron los culpables.

—Te gusta jugar a la mustia. Bien, juguemos —dijo, cerrando la puerta.

—Justo lo dice el que los tiene engañados a todos. O ¿Acaso ya les contaste que está vez para ayudarnos, no fue la primera vez que exportas y por eso el Gavilán está detrás de ti? Tienes tantos secretos Eleazar que no puedes juzgarme.

—Aun así, jamás los he traicionado como tú. Crees que no sé qué fuiste tú la culpable de la muerte de Bryan.

—Entonces si lo sabes ¿Por qué no lo has dicho?

—Porque Bryan ya está muerto, decirlo no soluciona nada y recién me entero.

—No me hagas reír, no lo dices porque de decirlo tendrías que aceptar que tenías forma de comunicarte con nosotros y nunca lo hiciste.

—Aun así, no los he traicionado.

—¡No! Sólo engañarlos.

—¿Ya te distes cuenta que digas lo que digas no cambias la clase de persona que eres? tu hijo se murió Barbarita y fue tu culpa.

—Mi intención nunca fue esa.

—¿No? Mataste al padre del niño.

—¿De qué hablas?

—¡Vamos Barbara! ¿Por qué otra razón lo harías? Bryan era el que menos se metía en problemas y hay que pensar solo un poco para saber el por qué lo hiciste, y luego te decidiste de tu hijo para evitar que Leo se diera cuenta.

Eleazar buscaba tocar su herida y lo logró.

—El plan nunca fue ese, yo quería entregarte a ti con el Gavilán a cambio de protección, pero el muy tonto de Bryan comenzó a dar problemas, se enteró de mi plan y tuve que hacerlo. No deseaba que esto pasara, pensé que Gavilán se tardaría menos y no que nos atacaría estando aquí.

—Esa es la diferencia entre tú y yo Barbara, piensas y analizas poco, antes de actuar.

—Da igual, en unas horas todo habrá acabado.

—Para ti tal vez.

—Admito que eres muy inteligente, pero dudo que esta vez ganes.

—¿En dónde está?

Eleazar no se podía preocupar por Emily y Leo, no podía ir a buscarlos porque eso significaba entregarse.

—No puedes hacer nada Eleazar, lo siento —sonrió.

—Se supone que amas a Leo y eres capaz de mandar a matarlo.

—Te equivocas, el blanco es Emily.

Eleazar tragó saliva.

—¿Y cómo vas a lograr eso?

—Dije cuál es el auto, aunque ya no envíe el mensaje ellos ya lo saben. Gavilán está detrás de ti y de todo lo que quieres.

—¿Y qué pasaría si te digo que cambiaron de auto justo antes de salir?

—Mientes.

—Puede que sí, pero igual, a mí me haces un favor.

—¿A qué te refieres?

—Eres muy lenta barbarita, si Leo cambió de auto con Emily ¿A quién crees que van a matar? O puede que ya esté muerto —sonrió.

Por dentro estaba que no cabía de la preocupación.

—Mientes, yo misma vi cuando Leo le entregó las llaves y luego él me dijo en que auto iría cada uno.

—Sí, pero sabes lo despistado que Leonardo suele ser, y se equivocó, le dio las llaves diferentes y hoy en la mañana ya no hicieron cambio.

—No te creo.

—Como quieras, igual entre menos hagas mejor para mí. Eso sí, si te animas y abortas imagino que Gavilán querrá algo a cambio. Dile que estoy dispuesto a entregarme con tal de que me devuelva un favor y yo con gusto le devuelvo los proveedores.

Eleazar salió de la habitación con el plantón de macho alfa y corazón de piedra que lo caracterizaba ante los demás, pero no podía evitar pensar y pensar en cómo irían las cosas con Emily y Leo, por lo que a paso presuroso fue con Tony; necesitaba comunicarse con ellos y advertirles.

Pájaro mentía, pero eso les dio ventaja, Barbara borró lo que había escrito y en cambio envió un mensaje indicando que aún no salían y que en cambio tenía algo mejor. A Gavilán poco le importaba Emily o Leonardo, su problema era directamente con Eleazar y por ende abortó la misión para que sus hombres fueran a cumplir el trabajo acordado.

Pero como si el destino estuviera en contra cuando Emily y Leo bajaron se encontraron con algo que no se esperaban. Unos pandilleros tenían tomado el lugar.

—Pongan sus armas en el piso —ordenaron.

—¡Calma, calma! —gritó Leo—. Somos amigos.

—A mí no me venga con eso, aquí nadie es amigo de nadie. Las armas en el piso —pidió.

Leonardo y Emily se voltearon a ver fijamente. Sabía que de hacerlo estarían completamente indefensos.

—Venimos a hablar, a ofrecer trabajo —dijo Emily sin obedecer las órdenes.

—Está reinita cree que vamos a caer, ustedes seguramente son de la policía o algo así.

—¿De la policía? ¡No! Claro que no, al contrario, estamos al otro lado.

Se escuchó una ola de silbidos por parte de los que estaban allí.

—Pues vamos a averiguarlo entonces, armas al suelo —volvió a ordenar.

—Venimos a buscar algo importante y no vamos a obedecer hasta que escuchen —dijo Leo.

—Pues entonces van a tener que hablar cuando ya tengan la barriga llena, pero de plomo —amenazó un tipo con un tatuaje que le cubría todo el brazo izquierdo.

—Tal vez es un buen trabajo —comentó otro en voz baja.

Fue suficiente para que el del tatuaje bajara la guardia.

—Tienes cinco minutos para hacer la oferta, si no la hacen más vale que ya hayan pedido un deseo.

—¿Han escuchado hablar sobre Pájaro? —preguntó Leo.

—Todo el mundo sabe de él ¿Qué con eso?

—Trabajo con él, y está buscando hombres para protegerlo.

—Yo soy amigo de su mano derecha y nunca te he visto —respondió el hombre después de una carcajada.

Preparó su pistola.

—¿A Lagarto? —preguntó Emily un poco asustada—. ¿Conoces a Lagarto?

La cara del tipo cambió.

—Sí.

—Entonces sabrás que en efecto es la mano derecha de Pájaro, mi esposo —agregó.

El hombre se veía pensativo, por lo que le murmuró algo a uno de los que estaban junto a él, y ya no preguntó más.

—Caminen —ordenó y los hizo adentrarse más al pequeño campamento que habían construido.

Eran aproximadamente diez hombres, pero todos estaban armados y parecía tenían lo necesario. Conforme caminaban tanto Leo como Emily no podían evitar sentir un nerviosismo electrizante por todo el cuerpo.

—¡Bienvenidos! Nunca imaginé, que la solución viniera a mí —dijo un señor de buena estatura y barba larga acercándose.

—¡Papá! —exclamó Leonardo.

Estaba atónito.

Don Flavio era un señor de semblante serio, pero era claro que había cierta emoción en sus ojos por ver nuevamente a su hijo, jamás imaginó verlo de esa manera. Sus heridas no estaban recuperadas del todo, pero ya no eran un impedimento.

—Estoy listo para la guerra —dijo y acercándose le dio un abrazo a su hijo.

—Pensé que estabas muerto.

—Yo también, pero no. Aún no es tiempo, ¿Buscaban esto? —preguntó buscando lo que parecía eran justo las pruebas que ayudaban a incriminar a Mouro.

—¿Cómo es que estás aquí?

—Treinta años de servicio en la policía, algo debí aprender.

—¿Estuviste aquí todo el tiempo?

—Lo hubiera deseado, pero no. Estuve en un clima más frío, ahora debemos irnos —agregó mientras ordenaba a los hombres que estaban allí que incendiaran todo lo que había.

—Pensé que Pájaro era el que quemaba todo —comentó Leo.

—Algo debió aprender de mí. Ahora necesito que conduzcan de vuelta lo más rápido que puedan y me lleven a la cueva.

—¡Un momento! —exclamó Emily—. Perdón, pero yo a usted no lo conozco, creí que estaba muerto y estoy segura de que Eleazar también, así que no puedo seguir sus órdenes.

—Escuché que eres la esposa de Pájaro, pensé que le gustaban más inocentes —respondió y siguió caminando mientras los demás incendiaban todo.

—O recibo una explicación ahora mismo del por qué está aquí o yo misma me encargo de que lo que todos pensábamos se haga realidad —amenazó apuntándole con el arma.

—¡Vaya, vaya! No tengo tiempo para explicaciones, ¿Crees que voy a dejar que me maten ahora después de tantos años?

—Emily es mejor que bajes el arma —pidió Leo.

—Lo siento Leonardo, pero que sea tú papá no representa nada, aparece así de la nada y al menos yo no lo conozco, no estoy dispuesta a poner en riesgo a los demás.

—Mouro nos busca por esto —mostró la memoria—. Si eres tan valiente como para apuntarle a un ex oficial y creer que lo puedes matar es porque conoces los peligros y, por ende, debes estar informada que yo tengo algo que Mouro busca. Tú esposo es lo único que nos queda, así que necesito que me lleves con él.

—Eleazar no necesita más problemas en este momento.

—Lo sé, y por eso estoy aquí. Como ves no estoy solo, tengo hombres y está claro que primero debemos derrotar al Gavilán para después concentrarnos en Mouro y podemos charlar todo el día, pero el humo va a llamar la atención en unos minutos y necesitamos estar lejos para ese entonces.

—Emily, te queda confiar únicamente —dijo Leo.

Ella no respondió nada, pero accedió a bajar el arma.

—Quédate tranquila, vengo a ayudar y a devolver el favor que Pájaro nos ha hecho por tantos años —agregó don Flavio poniendo su mano sobre el hombro izquierdo de ella.

Leo avisó por el intercomunicador que ya iban de camino, pero no quiso agregar lo de su padre; eso sí, dejo en claro que iban a ir acompañados. Eleazar estuvo buen rato al pendiente de poderse comunicar con ellos, pero no lo consiguió por lo que le dejó el mensaje a Tony, para que les avisara que Gavilán estaba al pendiente, cosa que Leo le dijo a su padre, a lo que él le advirtió que ya tenía cuidada esa parte.

Pero Pájaro estaba incontrolable en ese momento, por lo que le pidió a Lagarto que llevaran a Barbara a los establos y la amarraran.

—Este eres tú, no el que finge ser buena persona ­—decía Barbara.

Como si hubiera estado feliz de estar allí.

—¿Acaso ya contaste que fuiste tú el culpable de la muerte de la mamá de los Burgo?

—Ya lo saben.

—No, yo creo que no.

—Igual no es tú problema, ¿Crees que van a creerte después de que sepan que tú mataste a Bryan?

—¿Cuál es tú intención Eleazar? ¿Te vas a deshacer de mí o vamos a charlar?

—Vamos a suplicar porque Emily y Leo estén a salvo, de no estarlo, yo mismo me encargo de ti.

—¿Crees que me importa? Ya he perdido todo, no tengo nada más que perder. En cambio, tú, tienes tanto Eleazar, tanto que por eso tú frustración. La única solución para que todo termine y seas libre, es que mueras; si no, toda la vida estarás destinado a esto.

Eleazar no dijo nada, y después de apretar un poco más la cuerda con la que la habían atado salió rumbo a dónde estaba Tony.

—Ya vienen para acá —dijo Maya.

Se encontró a Eleazar en el pasillo.

—¿Están a salvo?

—Parece que sí, ¿Sucede algo?

Nadie más que Lizardo, Pájaro y él sabían lo que sucedía con Barbara.

—Sí, luego te cuento. Ahora necesito que los hombres estén atentos a que nadie los haya seguido o algo.

—Dijeron que vienen con compañía.

—¡¿Cómo?!

—No tengo ni la menor idea, pero se escucharon tranquilos. Leo dijo que eran aliados.

—Igual diles a los hombres que estén con los ojos bien abiertos, y que si al llegar no los conozco que disparen.

—Perfecto.

—¿Qué es eso? —preguntó Eleazar, al ver que ella llevaba unas cajas en una bolsa.

—Es color para el pelo, pienso teñirlo.

—No es momento para eso.

A Eleazar le pareció irónico que Maya pensara en pintarse el pelo en ese momento.

—Lo sé, es para después.

—¿Lograste comprar ropa o esenciales, hay cosas que ya no hay?

—Sí, estoy pendiente de todo.

—Buen trabajo.

Maya era muy inteligente y todo lo que había vivido antes de que cayera en ese mundo le había enseñado diferentes áreas que eran de mucha utilidad en ese momento, tales como; conseguir jabones y ropa, hasta armas y municiones.

Lizardo no estaba muy tranquilo con la noticia de que Leonardo y su cuñada llegarían acompañados, le afligía que fueran enemigos y más, porque esa hacienda a diferencia de la anterior no tenía mayores salidas para escapar en caso fuera necesario. Todo estaba rodeado con un gran muro de piedra, forrado por diferentes flores de diversos colores.

—¿Crees que todo saldrá bien? —le preguntó.

Eleazar cargaba su arma.

—No lo sé, ¿Tú qué crees?

—No tengo ni la menor idea, pero sí sé que no voy a permitir que nuestra madre vea dos cajones; suficiente tiene con tener a la hija lejos.

La tensión aumento conforme pasaban los minutos y mucho más, cuando Tony registró en el radar alrededor de la casa prácticamente tres autos detrás de Leo y Emily.

—¿Podemos ver los autos antes de que lleguen por completo a la entrada? —preguntó Layo con arma en mano.

—No, recuerda que estamos en un área muy protegida y con señales bloqueadas. Esto es lo más que puedo visualizar —respondió Tony.

—Comunícame con Leo.

—Si son los enemigos y dice algo lo pueden matar.

—Lo dirá si cree que no podemos contra ellos, ambos conocemos la voz de Leo y sabremos qué es lo que está sucediendo.

—Entonces no hay necesidad de hablar nuevamente con ellos, cuando dijo que venía con compañía se le escuchaba muy tranquilo. Me atrevo a decir que hasta feliz. O se tiró a Emily o a alguien más, pero estaba feliz —bromeó Tony.

Layo no pudo evitar reír por el comentario tan fuera de lugar, y luego le llamó la atención hasta cierto punto por estar hablando de la mujer de Pájaro.

Leo por su parte parecía un niño pequeño, le emocionaba ver otra vez a su padre al que prácticamente habían dado por muerto con su hermano. Claro que tenía muchas dudas, pero ninguna era más importante como el ver a su padre con vida; Emily por su lado no se sentía del todo cómoda con la presencia de don Flavio, sobre todo porque sabía que él había sido el que inició a Eleazar en ese mundo. Aunque tampoco lo podía culpar del todo ya que quién había aceptado era su esposo, al igual que ella, que en ese momento estaba más que involucrada. Había tomado la guerra como propia y más al estar su familia involucrada con Mouro.

Al momento de que los portones se abrieron y los autos entraron, cada hombre de la hacienda estuvo apuntando directamente, esperando la orden de Eleazar, incluso Layo que estaba algo tranquilo por el tono de su hermano no pudo evitar el nerviosismo en ese momento.

Emily y Leo bajaron del auto con mucha tranquilidad, por lo que Eleazar al momento de verla se acercó poco a poco.

—Cuidado patrón, que puede ser una trampa —indicó Lagarto sin quitar su mirada de los autos.

Justo bajó don Flavio del mismo auto que había bajado Leonardo.

—¿Te recuerdas de mí? Volví —dijo muy tranquilo.

—¡Papá! —exclamó Layo perplejo.

—Imagino que están muy sorprendidos, pero vine a unirme a lo que comencé —agregó don Flavio.

Eleazar no dijo nada y solamente sonrío.

—¡Muchachos, llegó el mero, mero! —exclamó con cierta alegría.

Eladio fue directo a saludar a su padre y a cada uno de los hombres que llevaba don Flavio, entre esos estaba Elmer, el amigo de Layo. Leonardo no lo había visto ya que se les había unido en el camino.

—Ha pasado mucho tiempo mi buen amigo —dijo Eleazar luego de abrazar a Emily—. ¿Conociste a mi esposa? —preguntó con cierto orgullo.

—Eso parece —respondió no muy convencido el señor.

—¿Por qué la expresión?

—Hay tantas cosas de qué hablar Eleazar, sé que es un momento importante y estoy feliz de ver a mis hijos y muy agradecido por lo que has hecho todos estos años, pero... Gavilán está al pendiente y sabes muy bien por qué le dicen Gavilán.

—Vamos al despacho —agregó Eleazar y soltando a Emily de la mano, fueron los dos.

—No tengo ni la menor idea de qué es lo que has hecho, pero necesitamos a los Preston aquí y a todo aquél que tienes protegido en las colinas —dijo don Flavio.

—¿Cómo sabes lo de las colinas?

Era la hacienda en dónde estaba la mamá de Emily.

—No se te olvide lo que te dije la última vez que te vi: "Me encargaré de saber todo"

—Pensé que bromeabas—sonrió—. Pero lo de las colinas es imposible.

—¿Por qué? Si tienes a alguien allí es porque la estas protegiendo, dudo que quieras que Gavilán de con eso.

—¿Cuál es el plan Flavio?

—Sacar a todas las personas del país, eso incluye a los Preston. Sabes que son personas importantes en esto.

—Veo que estás herido.

—Casi muero, pero no es lo importante. Debemos actuar ahora si queremos que tantos años valgan la pena. Por eso necesito que traigas a los Preston lo más pronto posible, debemos sacarlos del alcance de Mouro y a la gente que tienes en la Colina, del alcance de Gavilán.

—Puedo encargarme de los abogados perfectamente, pero me es imposible hacer lo mismo con la gente que está en la Colina.

—¿Por qué?

—La mamá de mi esposa está allí.

—Con más razón, está claro que en medio de la todo has tenido suerte y la chiquilla de la que tanto hablabas está contigo, Emily Preston ¿Cierto? Su madre es una Preston, necesita venir y salir del país.

—Me es imposible —tragó saliva.

—No comprendo Eleazar.

—Le dije a mi esposa que su mamá estaba fuera del país, y si la traigo, tendré que traer también a Mariza, Emily no sabe nada sobre ella.

—Creí que estaba muerta.

La cara de don Flavio fue de sorpresa.

—Ya ves que no sabes todo —respondió Eleazar muy serio.

—No creo que quieras que le pase algo a Mariza, o ¿amas tanto a tú esposa como para permitirlo? Algo me dice que no se lo dijiste, y el miedo a que tú suegra venga es porque ella se lo dirá.

—Jamás permitiría que algo malo le pase a Mariza, pero amo a Emily lo sabes muy bien. Si su mamá pone un pie aquí y Mariza lo hace puede que la pierda, y no lo deseo.

—Sabes que cuentas con mi apoyo.

—Lo sé, pero he cometido muchos errores Flavio, y he dicho muchas mentiras y callado otras verdades con tal de que todo salga bien. Pero si Mariza pone un pie en esta casa, no sé qué va a pasar con la relación que tengo con Emily.

—¿Cuánto tiempo tardarás en traer a todos? Sabes que no tienes opción.

—Dos días —respondió tragando saliva.

—Bien, tienes dos días para hablar con tú esposa y decirle toda la verdad. Por ahora voy con mis hijos que han sido muchos años lejos, y aunque son hombres siguen siendo mis niños.

Eleazar trago saliva y se sentó en la mesa de su escritorio. No pudo evitar que sus ojos se pusieran rojos, había muchas cosas que no había dicho y que Emily ignoraba por completo, pero tampoco podía dejar de lado a Mariza y arriesgarse a que le sucediera algo.

—¿Todo está bien? —preguntó Emily entrando al despacho—. Vi que este señor salió así que quise venir a verte ¿Cómo estás?

Eleazar estaba frio.

—Tengo algo que decirte —respondió muy serio.

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Hola, desde hoy comenzamos con una de las etapas más ¡Bomba! de toda la historia, espero la disfruten, siéntanse cómodos/cómodas y denle mucho amor a la historia (votando y comentando mucho) quiero leerlos.

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