A través del corazón

By Lucinda_Aragorn

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Tras sobrevivir a un trasplante de corazón, Artemisa Argento una adolescente de 16 años , empieza a tener ext... More

latido 1 - Receptora

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By Lucinda_Aragorn


Atrapada entre las frías y solitarias calles de la ciudad como si se tratase de un laberinto, Artemisa nuevamente corre por su vida. Desesperada, con el corazón casi en la garganta y con una profunda agonía corre como si no hubiera un mañana. Doblaba esquinas, saltaba obstáculos como nunca y sus gritos de ayuda se ahogaban entre la oscura soledad. Hasta que su carrera fue detenida por una sólida pared de ladrillos viejos y húmedos indicándole el final de su camino. No había marcha atrás.

—¡No, maldición no!—exclamó como una loca mientras tiraba de su cabello—¡Esto no es verdad!,¡No es verdad!¡NO DE NUEVO!

De pronto, una silueta alta, robusta y silenciosa emergió de la oscura calle. Su respirar era fuerte más fuerte que de la pobre Artemisa, sus ojos fríos y apagados se fijaban en su objetivo como ave de rapiña lista para acabar con su presa. Por su parte, la joven solo podía llorar, sus piernas estaban petrificadas de miedo y su corazón latía como loco, de sus labios solo salían rezos que simulaban quejido y su respirar a cada segundo disminuía. Pronto a paso rápido tenía a su verdugo frente a frente el cual sacó de su gabardina lo que parecía ser una nueve milímetros, posó el cañón frente al juvenil y desahuciada cara de la chica y sin mediar palabra, disparó.

Artemisa cayó...pero de su cama al áspero piso de su habitación, todo había sido una horrible pesadilla, por quinta vez.

Por suerte su abuela Agatha estaba cerca del lugar, no era la primera vez que la veía caer estrepitosamente de la cama a causa de su mal dormir, pero esta vez ameritaba ir rápido a socorrerla, su nieta ahora era una jovencita delicada.

—¡Pero que diantres te pasa niñita! ¡no puedes caerte así de la cama!—y añadió—vas a matarme a mi y a tu madre de un susto muchacha.

—Lo siento abuela,no fue a propósito—balbuceó medio dormida—otra vez, esas pesadillas horribles ya son varias noches, pensé que habían cesado.

En ese momento Cristina, la madre de Artemisa se acercaba a la habitación con un vaso de agua y pastillas para su hija.

—Hora del medicamento Artemis—dijo con una radiante sonrisa la cual se le borró cuando la vió en el suelo—¿pero que paso aquí?

—Tu hija otra vez teniendo pesadillas, debe ser por esas porquerías de medicamentos que le dan los mata enfermos—expresó con molestia Agatha mientras tocaba la cara de su nieta.

La joven madre solo hizo una mueca con su boca, sabía que su anciana madre siempre ha sido de carácter testarudo , dura como el roble, así que para no discutir decidió voltear su mirada hacia su hija.

—Abuela cálmate, estoy bien—sonrió—además ,esas pastillas que me dan los "mata enfermos" como tu dices es para que este bien, solo me queda acostumbrarme a los efectos secundarios tal vez. No se preocupen.

Agatha y Cristina miraron sus caras, sonrieron y al mismo tiempo sus ojos aguaron .Para ellas Artemisa era su milagro, aún recordaban claramente esas épocas donde buscaban con desesperación donantes por todos lados para salvarla. Días y noches en vela ,el hospital se había convertido en su segundo hogar y los constantes exámenes en su pan de cada día , hasta el que maravilloso momento llegó, un donante para su corazón el cual encajó perfectamente en ella , de hecho los médicos que la atendieron se sorprenden aún de lo rápido que pudo recuperarse de tan delicado procedimiento.

La adolescente se incorporó , sacudió un poco su pijama rosada y miró el reloj a su derecha.

—¡Rayos! ¡mi primer día de escuela, voy a llegar tarde!

Tomó su medicamento, bebió de un sorbo el agua y como un rayo salió disparada a bañarse.

—Adiós Mamá, adiós abuela, las veo en la tarde—sonrió.

Agatha agitaba sus viejas manos desde la ventana, no la perdió ni un minuto de vista, esperó a que su nieta tomara la ruta escolar y verla como se alejaba hasta perderle el rastro a causa del enorme árbol de pino que tapaba su visión en la esquina.

Después de varias horas perdidas a causa del pesado tráfico de la cuidad la ruta por fin pudo llegar a la escuela, los chicos bajan de uno a uno, ni muy lento ni muy aprisa. Artemisa por su parte esperó a que todos bajaran, se quedó un rato cerca de la ventanilla abrazando su bolso con una gran sonrisa, mirando lo hermosa que estaba la fachada de la secundaria y los nuevos arboles recién plantados. Estaba feliz,muy feliz de estar viva , pero su sonrisa fue apagada al recordar la horrible escena de aquella pesadilla que tanto la atormenta.

—Hey, niña, ¿piensas quedarte allí? —Preguntó el conductor con voz gruesa.

Ella entrecerró su boca y con timidez comenzó a bajar, aceleró un poco el paso, tenía que llegar temprano a su salón no quería romper su racha de puntualidad mas al entrar fue recibida por un ensordecedor grito.

— ¡BIENVENIDA!

—¡Oh por Dios chicos! , casi me hacen morir de nuevo—bromeó.

Sin darse cuenta y como un fuerte oso envolviéndola , su amiga Nataly la abrazó por detrás.

—¡bienvenida mi querida vampiresa!—exclamó con una fuerte risa.

—te recuerdo que ya tengo corazón ardillita.

—bueno , creo que tocó cambiarte el apodo cariño, pero por ahora dejemos así.

las dos amigas comenzaron a reír como niñas pequeñas, por otro lado sus compañeros y maestra le obsequiaban regalos, dulces y cartas como si fuera su cumpleaños. El salón estaba decorado de manera pomposa , confetis y globos emparchaban la pared pintada hace unas semanas y en el tablero se podía leer un enorme nombre con marcadores de colores adicionado con frases de animo y acogida, la juvenil música aumentaba la alegría y las sonrisas. Todos amaban ver como el aspecto de su compañera Artemisa cambió radicalmente, ya no lucia cansada ni agotada sino radiante y con mejillas rosadas de tanto sonreír.

—Y espera a que llegue Cris, tiene una sorpresa genial para tí—afirmó mientras tocaba sus palmas de felicidad Nataly.

La armonía del lugar fluía al son de la música mas fue interrumpida a causa de un estruendo molesto en los pasillos. Los estudiantes, atemorizados, salieron a observar y se aterraron al ver lo que sucedía. George ,el bravucón más temido y odiado de la secundaria, hostigaba al lánguido Cris junto a su séquito desadaptado.

—Vamos cerebrito, ¿que llevas en esa caja?, son acaso tus muñecas—sacó una gran carcajada.

—na...nada, no es para ti, ¡aléjate!.— exclamó Cris cerrando sus ojos y apretando con fuerza el obsequio.

—¡ te atreves a retarme pedazo de imbécil! —exclamó violento y levantando su puño bien en alto dejó salir su furia— pues ahora te vas a arrepen...

Sus palabras fueron interrumpidas bruscamente por un fuerte puñetazo de la nada, el macizo cuerpo de George cayó al suelo retorciéndose del dolor. Ninguno podía creerlo, la enclenque Artemisa estaba golpeando , su fuerza era con la de un rayo.

—A...Artemisa, pero ¿que hiciste?—preguntó sorprendida Nataly.

—No lo sé, solo...me moleste, jamás había sentido algo...así—respondió consternada.

Por un momento miro su delicada mano izquierda llena de sangre proveniente de la boca herida de George, estaba aterrada. Ella jamás en la vida levantaría la mano para agredir a alguien por más imbécil y molesto que este fuese. En un interior, por primera vez, sintió el ardiente ímpetu de golpear y proteger , era como si le hubiesen cambiado de alma. Sus ojos estaban desorientados, pensaba que se encontraba en otra pesadilla pero no, era su realidad.

—ayúdame Nataly, no se quien soy—y al decir esto se desplomó.

Pronto todos sus compañeros la rodeaban en un enorme circulo humano, su amiga Nataly la tubo entre sus brazos agitándola, apretando sus mejillas pensado que así podía reanimarse. Mientras tanto En su estado inconsciente, Artemisa comenzó a soñar. todo a su alrededor estaba blanco, era la nada ¿estaba viva o estaba muerta?, sentía miedo , angustia y pánico pero a la vez parecía un lugar conocido para ella. A lo lejos pudo visualizar la silueta de un chico, pero ¿quién era? ¿será Cris? ¿papá?, ellos no podían ser, ese chico se veía muy corpulento , entonces ¿quién? por un momento percibió su cercanía pero bruscamente cambió el lugar. Ahora estaba en un jardín lleno de frescas lavandas, rosas y lirios algo nunca antes visto para ella, Era calmo ,agradaba estar allí , los olores de las flores eran tan auténticos que no sabia si estaba despierta. De repente unos pequeños brazos rodearon su cintura y una suave voz de niña emanó detrás de ella.

—No te vayas...abre los ojos...

y cuando volteó su mirada para saber quién era...despertó.

Por un instante su mirada estuvo fija al infinito en el desgastado cielo raso de la enfermería , hasta que una broma de su amiga Nataly la hizo retornar a tierra.

—Deberías controlar más tu fuerza super niña—sonrió.

—que...¿que paso?

—A parte de romperle la cara al chico más bravucón de la secundaria de la manera más épica , te desmayaste.

Artemisa en lo único que pensó al escuchar semejante cosa fue en ponerse las manos en la cara , su primer día y ya tenía problemas encima ¿que explicación le iba a dar a la directora y aún peor , a sus padres? por otro lado su amiga no dejaba de bromear, al ver la enorme cicatriz que se asomaba en el escote descubierto de Artemisa no lo pudo evitar.

—vaya, acaso te colocaron el corazón de un elefante, con razón—Expresó Nataly y sin poder más soltó su risa.

Pero Artemisa no se sentía cómoda, ni siquiera se sentía humana ¿se había vuelto en un bicho raro? ,¿acaso la cirugía la estaba enloqueciendo?, vueltas y vueltas le daba su cabeza, su molestia se reflejaba más y más en su cara tanto que su amiga lo notó.

—Lo siento vampiresa, no fue mi intención.

—No, no eres tú—suspiró—solo que...últimamente no me siento yo.

—No inventes, solo debe ser efectos de los medicamentos—y añadió—lo que te falta en un gran abrazo.

Nataly apretó fuertemente a su amiga, como si se tratara de peluche más esponjoso del mundo.

—¡Me vas a apachurrar!—exclamo entre risas.

La enfermería se lleno por unos momentos de risas y bromas infantiles que solo ellas entendían hasta que fueron interrumpidas por la tos voluntaria de la enfermera.

—Jovencita ya veo que estas bien, te recomiendo que dejes de hacer tanto esfuerzo-arguyó la enfermera mientras recogía sus carpetas—a por cierto, la directora quiere verte enseguida.

Artemisa sintió un terrible frió que recorría su espalda, su miedo no se comparaba con ninguna otra experiencia ni siquiera con la primera vez que entró al quirófano y sintió el efecto relajante de la anestesia . Trago saliva y después de pedirle a Nataly que se quedara en el salón de clases se dirigió a la rectoría , pasó varias horas sentada al lado George mientras este sostenía una pequeña bolsa de hielo a casi derretir para bajar la hinchazón de su mejilla. Ella, No podía aceptar en su cabeza como sus delicadas manos tenían tanta fuerza de noquear a un tipo tan grande como él. La directora cruzando sus finas manos solo hablaba y hablaba dura pero moderadamente de lo ocurrido en el pasillo , hasta que por fin la joven escuchó la palabra que tanto temía.

—Mañana quiero ver a sus padres aquí, les daremos una charla junto con ellos—afirmó la directora.

Al llegar a casa contó lo sucedido omitiendo lo del desmayo para no crear más alboroto y como era de esperarse su mamá empezó a regañarle.

—¡Primer día de clases y haces esto!, ¿y a todas estas desde cuando lanzas golpes?—protestó su madre—¡¿acaso no pensabas en tu condición?!

—Por favor Cristina, la niña hizo lo correcto, en mis tiempos le rompíamos la cara al que se creía fanfarrón—arguyó con una enorme sonrisa Agatha y acercándose a su nieta la tomó de su brazo y lo levantó—mira, saco la misma fuerza de su abuela.

Por su parte Cristina apretó sus dedos indice y pulgar en su cara,suspiró y luego retomó.

—De acuerdo niñita, quedarás un mes sin tu computador, ve a tu cuarto...ahora.

La chica agachó su cabeza y en silencio se dirigió a la soledad de su habitación no sin antes tomar un trozo de sandia de la taza de la cocina. Abuela y madre quedaron perplejas ya que a la joven Artemisa desde niña le disgustaba el sabor de ese fruto mas ahora se había convertido en su comida sana favorita desde hace meses atrás.

— Vez lo que digo, esa niña ni ella misma sabe que hace — afirmo Cristina.

Agatha solo sonrió.

Acostada en su enorme cama adornada de peluches y muñecas de trapo , Artemisa miraba sus manos y nuevamente las puso en su rostro. No entendía nada de lo que sucedía, ¿acaso estaba enloqueciendo? Volteó su mirada hacia su mesita de noche donde se encontraba el frasco medio vacío de sus pastillas.

"tal vez son efectos del medicamento" se dijo a sí misma intentando de manera torpe convencerse.

Poco a poco empezó a ser vencida por el sueño hasta quedar profundamente dormida. Todo estaba oscuro, pero luego de la nada apareció el brillante jardín. En su sueño caminaba despacio contemplando el lugar , el aire la calmaba y a unos cuantos pasos más escuchó de nuevo la voz infantil detrás de ella, esta vez acompañada de un llanto ahogado. Sus huesos se petrificaron del miedo y su corazón latía como loco.

—¡mírame!, ¡mírame!—exclamó con rabia la voz.

Asustada de lo que pudiera pasar movió su cabeza, hasta que por fin pudo verla, o por lo menos eso intentó, la abundante luz no dejaba ver su cara aunque pudo ver su silueta que le resultaba familiar por alguna razón. Impactada de lo que veía no sabia que hacer y cuando trató de tocarla...despertó de manera súbita. Desorientada y con su cabello desordenado miraba a su alrededor, ya había amanecido y el dolor de su espalda le indicaba un mal dormir.

— ¡Maldición! , ¡ otra vez tarde al colegio!— exclamó Artemisa. Como un rayo corrió a cambiarse, tomó la ruta y exaltando aire trató de no pensar el lo sucedido.

El timbre volvió a sonar dando aviso de la hora del descanso, en unos instantes su ruido se mezcló con el bullicioso patio escolar, el cielo estaba totalmente despejado,dejando a merced los inclementes rayos del sol que no detenían la juvenil energía de los estudiantes. Nataly , se resguardaba debajo del viejo árbol de roble que no cesaba de lanzar sus hojas secas al piso arenosos. De morral ,sacó una pequeña cajita llena de galletas de avena que había preparado el día anterior ya que ella a parte de ser buena bromista era también una buena cocinera.

— ¡Caramba!- dijo con la boca llena—ya lleva una hora metida en rectoría.

De los nervios pensando lo peor, acabó por devorarse todas las galletas y no contenta con ello empezó a morderse las uñas, de repente una sombra inesperada la rodeó de frente , levantó su mirada y una profunda calma la inundó.

—Adivina que, solo me llamaron la atención—sonrió Artemisa mientras se sentaba a su lado.

—Era lo justo, además ese bravucón se lo buscó—y afirmó — además no era la primera vez que intenta atacar a los estudiantes ya era hora que lo colocaran en su lugar.

—¿te confieso algo?, no se como lo hice, de verdad no se como.

Su amiga solo pudo reír.

—Si claro te creo y eso que no puedes hacer tanto esfuerzo señorita.

—Te lo juro, no tengo ni la menor idea— refutó con mirada seria a su amiga—seamos sinceras, mira mis manos ¿crees que tienen la suficiente fuerza para hacer caer a un tipo como George?

Artemisa tenía razón, todos en el salón saben que ella no se destaca en fuerza de hecho se ganó apodos a causa de su contextura enclenque , en lo único que es buena es en quejarse al momento de hacer ejercicio en el gimnasio de la escuela.

— ¿ segura que no tomas esteroides?— soltó una carcajada.

—Cállate—Contestó dando un suave codazo.

Las dos amigas no paraba de reír hasta que se acercó Cris , con un regalo envuelto en papel azul el mismo que le iba a entregar el otro día. Con voz nerviosa y sus manos temblorosas saludó.

—Hola A...Artemis, que bueno encontrarte—tartamudeó—tengo algo que te va...a gustar.

Y como una niña entusiasmada tomó el obsequio , lo abrió cuidadosamente y sus ojos no podían creer lo que veía, era el ultimo tomo que le faltaba en su colección de cómics japoneses que tanto le fascina leer, había ahorrado varias veces para comprarlo pero siempre gastaba el dinero en alguna figura de edición de su personaje favorito o en cartas de colección que compraba con Nataly. quedo boquiabierta por tan sorpresivo detalle ya que jamás se imaginó obtenerlo así, sus palabras no salían mas sonreía de la dicha.

— te lo mereces por haberme salvado del idiota de George—sonrió mientras acomodaba sus lentes— yo ya tengo ese tomo así que te quise entregarte este que gane en el evento al que no pudiste ir.

—¡Gracias,gracias Cris!—exclamó con alegría, tan grande fue su emoción que no pudo evitar abrazarlo. Las mejillas de chico tomaron un tenue color carmesí, estaba feliz de que a su compañera le gustara su presente y al terminar su cometido se alejó hasta la cancha.

Nataly sonreía de manera pícara al ver la escena mientras destapaba un yogur de frutas, quizás el amor estaba floreciendo en el aire.

Ya en el salón de clases el silencio reinaba, lo único que se sé escuchaba era el chirrido del marcador casi desgastando del profesor de trigonometría acompañado de sus somnífera explicaciones. Artemisa no pudo aguantarlo más y juntando sus brazos encima de su pupitre durmió. Otra vez sitió el agradable olor de la lavanda ,las rosas y los lirios a excepción que no estaba en el jardín sino en el frío callejón sin salida. el pánico se apoderó de ella.

—¡Maldición! , no de nuevo —expresó con ansiedad golpeando la pared.

Sus piernas temblaban del susto no quería voltear a su espalda, tenía la leve sensación de que alguien se encontraba detrás de ella o quizás era solo paranoia.Se armó de valor y sin pensarlo miró atrás, no había nadie, solo una espesa oscuridad en vez calles. Eso empeoró sus nervios.

—Hola...¿hay alguien allí? —preguntó con titubeo.

Desde la profunda negrura emergió un terrible llanto de sufrimiento de una niña pequeña.Su corazón empezó a acelerarse estaba a punto de perder la calma, respiró profundamente y dejó abrir su boca.

—¡Si crees que con eso me vas a asustar , sea lo que sea, no te tengo miedo!—exclamó en tono desafiante —¡NO TE TENGO MIEDO!

Pero al darse la vuelta para ignorarlo fue sorprendida por una aterradora cara, lucia distorsionada, bañada en sangre, de su boca salía palabras entrecortadas sin sentido alguno como si intentara darle algún mensaje. ella en su estado de shock contuvo la respiración y sin poder aguantar gritó.

—¡DEJAME EN PAZ!

Todo se paralizó, los estudiantes miraron hacia ella , su maestro empuñó su marcador y en su cara se podía reflejar lo molesto que estaba de tan inaudito sabotaje de mal gusto.

—¡ Jovencita, que en mi clase no se duerme ni se grita!

—lo siento profesor, disculpe , no me siento bien —explicó apenada la chica — no volverá a suceder.

—Te dejaré pasar esta vez por que sé sobre tú condición — exhaló aire y afirmó — pero a la próxima tendrás que decirle eso a la coordinadora.

Artemisa solo quería ser tragada por la tierra, su grito no fue a propósito era culpa de esas pesadillas que taladraban su cabeza día tras día. Secó su frente empapada de sudor y haciendo un esfuerzo guardó la calma clavando sus ojos en el tablero a pesar de que su cabeza no dejaba de pensar en ese tormentoso rostro. Por fin la hora de salida era un alivio para todos, el enorme portón rojo abría sus puertas para despedir a los alumnos de una jornada extenuante . Si hay una costumbre que las dos amigas les encanta hacer después de salir de clases es caminar por el puente ; para luego detenerse en la vieja caseta a comprar chucherías con sus ahorros para comerlos por el camino, pero esta vez decidieron sentarse en la única banca cercana al lugar.

—Rayos, no trajo sorpresa—dijo Nataly haciendo pucheros mientras abría un paquete de galletas con crema.

Por su parte Artemisa solo pensaba en el feo sueño , de solo recordarla estremecía sus huesos ¿ que quería de ella ?, ¿que intentaba decirle? , Muchas preguntas retumbaban en su cabeza mas su mente volvió a la realidad a causa de la voz casi chillona de su amiga.

—mira eso, allá, en el puente — decía con la boca llena mientras señalaba con un dulce en su mano.

A lo lejos , Una pequeña niña empezó a desmenuzar un enorme ramo de flores con sus manos y al quitar por completo los pétalos los lanzó al aire cayendo estos lentamente en el río que no paraba de arrastrarlos hasta que no quedo ni uno a la vista. Pero no había terminado, quitó el calzado de sus menudos pies y con enojo los arrojó, viendo como se perdían en el fondo del agua. En silencio empezó a treparse en las oxidadas barandas del puente dispuesta a saltar. Las chicas, al ver semejante acto soltaron sus mochilas ; sus dulces cayeron al suelo y con la velocidad de un atleta corrieron para evitar una tragedia. Mientras tanto, la niña solo exhaló aire y dejó caer su cuerpo sin contar que unos largo brazos , suaves y delicados la detendrían. Artemisa apretaba fuertemente la cintura de la pequeña pero hubo algo que la hizo temblar, el olor de las flores impregnado en las manos de la nena eran los mismos con los cuales ha soñado cada noche, ella estaba tan impactada que no se daba cuenta que la pequeña no dejaba de patalear y a causa de ello las dos cayeron al piso. El peso de la niña incomodó el pecho de la joven la cual sintió un feo dolor, comenzó a marearse y a desorientarse . Su colega fue a auxiliarle.

—Artemisa cálmate, respira —dijo nerviosa.

La niña ya en el suelo, no pudo aguantar más su sufrimiento y sin más remedio rompió a llorar desconsoladamente con pequeños chillidos. Nataly no sabía a quien atender pero al ver la condición en que estaba su compañera empezó a clamar por ayuda. La adolescente sentía que su cuerpo estaba en una especie de trance, una sensación extrasensorial . Abrió sus ojos con temor, ya no había callejón ni calle oscura ni flores ni jardín solo estaba ella, en ese espacio de la nada sentada de piernas cruzadas encerrada en un circulo hecho con instrumentos quirúrgicos compartiendo espalda con alguien desconocido. Su piel se erizó, no se atrevió a mirarlo pero si a interrogarlo.

— ¿dime, quien eres ? —preguntó asustada —¿que quieres de mi?

Por unos instantes el silencio se apoderó de ellos, hasta que por fin el joven misterioso abrió su boca.

— paciencia ya lo sabrás —respondió en seco.

—¿como que paciencia?, no entiendo. ¡Dímelo de una vez!

El chico se levantó y dejando salir un suspiró no respondió. Artemisa por su parte no paró de preguntarle.

—por lo menos dime que son esos sueños, ¿por que el callejón la silueta y esos aromas? ¿acaso quieres enloquecerme?...contéstame. ¿eres producto de mi imaginación?, ¡dime algo!

—solo te diré que a partir de ahora , esos sueños serán tu realidad.

—¿mi realidad?...¿por qué?..¡como que mi realidad!..contes...

De repente su pecho empezó a doler de nuevo, sus lágrimas brotaban y sus dientes crujía sin parar, era casi una tortura .El dolor pudo más que su frágil cuerpo. Se retorcía en el blanco piso , abría y entre cerraba sus ojos sin saber que hacer ¿acaso la estaba matando?, no paraba de llorar, cerró sus ojos con fuerza esperando desaparecer de tanta locura y al abrirlos de nuevo... volvió en sí. Abrazó a su amiga fuertemente y poniéndose de pie miró a su alrededor.

—¿ y la niña?— preguntó agitada.

—ella escapó, ni siquiera dejó que la revisara. Pero se le cayó esto—Nataly sacó de su bolsillo un papel doblado, era la dirección de algún sitio.

—lleguemos allá , rápido —imploró.

—lo siento vampiresa pero lo mejor es que vallamos a tu casa, necesitas descansar.

—pero ¿y si trata de hacerse daño?

—ella estará bien, a lo mejor solo fue un ataque de rabieta infantil.

"¿rabieta infantil tratar de tirarse de un puente?, no lo creo" , pensó Artemisa.

Algo en ella se confundía más y más ¿quien es ese chico? , ¿que tiene que ver esa pequeña con esos conocidos aromas?. Todo esto se convertía en una enorme bola de nieve difícil de llevar, callar ya no era una opción y solo había una manera de sentirse liberada.

—Nataly...hay algo que debo confesarte , solo te pido...que no pienses que estoy loca...

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