Love, Smut & Tears - BTS

By DearWeirdMaria

723K 22.3K 9.8K

Recopilación de relatos románticos con mucho amor, sexo y lágrimas. • Heterosexual. • Lenguaje vulgar. • Con... More

00. Relatos
01. Robots - pjm
02. Catatónica - jhs
03. Tacones - jjk
04. 50 sombras de Tae - kth
06. Aparcacoches - myg
07. Quince días - knj
08. Soju - myg
09. La luna - kth
10. Bandera amarilla - jhs
11. Infierno - jjk
12. 50 sombras de Tae II - kth
13. Grietas - pjm
14. Cuerdas, grilletes y celdas - jjk
15. Quince días II - knj
16. Robots II - pjm
17. Un, dos, tres - jjk y pjm
18. Bandera amarilla II - jhs
19. Semáforo - myg
20. 101 chistes malos - ksj
21. Un, dos, tres II - jjk y pjm
22. Entre enero y noviembre - knj
23. El club Bangtan - myg
24. Ascenso y caída - jjk
25. Ascenso y caída II - jjk
26. Ascenso y caída III - jjk
27. Piensa en el frío, siente el calor - pjm
28. Piensa en el frío, siente el calor II - pjm
29. Cinco minutos en la lluvia - knj
30. Cuerdas, grilletes y celdas II - jjk

05. El trabajo de biología - ksj

24.2K 732 455
By DearWeirdMaria

Masturbación

—Toma, vas a necesitarlo.

Estoy en la cafetería del instituto, sentada con un bol de ramen al que no paro de dar vueltas con mis palillos, pensativa. Quizá por eso cuando escucho la voz de Lisa, pego un respingo y la miro. Ha cogido asiento frente a mí y tiene la mano extendida sobre la mesa, en mi dirección.

—¿Qué...? —pregunto, confusa

—Tú sólo cógelo —dice y, al ver que no me atrevo a levantar su mano, coge la mano que tenía sujetando los palillos y pone el objeto que aprisionaba contra la mesa en ella. Es un envoltorio plateado y cuadrado, y puede que no sea una experta en marcas de preservativos, pero estoy convencida de que esto es uno. Apurada, intento devolvérselo, pero Lisa esconde las manos en su espalda y me mira con una sonrisa. Así que, para evitar que nadie más lo vea, guardo el envoltorio en el bolsillo de mi chaqueta.

—Es un trabajo escrito de biología, Lisa, no práctico —le digo, y vuelvo a coger los palillos. A ella toda esta situación le debe parecer de lo más graciosa, pero a mí no me hace ni pizca de gracia.

—Ya, pero no vas a hacer el trabajo conmigo, sino con Jin. Así que eso lo convierte en una oportunidad maravillosa para dar un paso más.

Lisa es la única persona que sabe que llevo enamorada de Jin prácticamente desde que nos hicimos amigos, y en días como este me arrepiento de que lo sepa. Con lo fácil que sería todo si me lo hubiese callado...

Pero no pude. Porque Jin no solo es un amigo esporádico. Es mi mejor amigo. Fue el primero que decidió hablarme cuando llegué a Anyang-Gwangcheon y estaba completamente sola. Tenía 13 años y estaba asustada por entrar en un instituto nuevo. Nunca he sido muy buena haciendo amigos, así que Jin se convirtió en mi mayor apoyo en poco tiempo. Solo que, igual que tardé muy poco en coger confianza, también fue rápido enamorarme de él. Dejé de ver sus labios como la parte de él que me contaba los mejores chistes de abuelo para empezar a desear besarlos. Dejé de querer ir con él a tomar helado como su amiga para querer que me llevase a una cita agarrados de la mano, robándonos besos en plena calle. Vamos, que dejé de pensar en él como solo un amigo. Aunque él no siente lo mismo, claro.

Bueno, yo estoy convencida de ello. Lisa piensa que sí, solo que, si no pregunto, nunca lo sabré. Pero ¿cómo le preguntas a tu mejor amigo si quiere ser tu novio?

Sé que es un cliché demasiado manido en las películas románticas. Amigos de la infancia descubren que se aman con locura y cuando se atreven a confesárselo todo sale bien. Pero yo no soy la protagonista de una comedia romántica. Solo soy Jeon Jae, una estudiante de dieciséis años que teme al fracaso y a los cambios importantes. Y si confieso a Jin mi amor secreto, se producirá un cambio grande en mi vida que, si tiene algo que ver con que deje de ser mi amigo, no seré capaz de soportar.

Vale, es verdad que también tengo a Lisa, mi otra única amiga aparte de Jin, pero no estoy dispuesta a perderle a él. Y creo que fue una de las razones por la que decidí contarle mi secreto a ella, porque pensaba que iba a reafirmarme en mi idea de guardármelo hasta que volviese a verlo como un amigo, aunque por el camino me volviese loca. Pero claro, no lo hizo. Por eso ahora me mira con una sonrisa de oreja a oreja después de haberme dado un preservativo en un arranque de lo que ella llamaría "impulso de confianza".

—Es mi amigo, no hay ningún paso más, Lisa. Haremos el trabajo y seguiremos como siempre —respondo, mirando a mis fideos. Porque es más fácil que enfrentarme a su cara de disgusto.

—Mira Jae, voy a confesarte un secreto —me dice, y yo me obligo a mirarla—. El truco por el que a mi me va tan bien en la vida es que cuando el destino decide darme limones, que ya sabes que es algo que odio, yo no los miro con asco y los tiro a la basura más cercana. No, Jae, yo los cojo, los exprimo y decido probar a añadirle azúcar y hacer una limonada. ¿Y sabes qué? A veces no me sale muy bien, pero cuando añado las cantidades correctas hazme caso que merece la pena el sacrificio.

—Me parece estupenda esa frase sacada de libro de autoayuda, pero el trabajo no son un puñado de limones —respondo, seca. Porque la verdad es que si llevo tensa desde que el profesor me emparejó con Jin y este me miró con una sonrisa es, precisamente, porque sé que no hay modo de que un trabajo de educación sexual con el chico que te gusta salga bien.

—Más bien es un limonero entero y, si juegas bien tus cartas, puede darte limonada para toda la vida —dice, con una sonrisa—. Sé que siente algo por ti, ¿vale? Y es una oportunidad de oro para que tú se lo digas y podáis comeros los morros en público. Mira que prefiero que esas cosas se guarden en la intimidad, pero después de ver tanta tensión sexual entre vosotros estaría gustosa de ver el espectáculo.

Yo sonrío un poco ante sus palabras, aunque mis esperanzas en llegar a algo más que una amistad con Jin son nulas. Llegados a este punto me conformo con ser su amiga.

—Confórmate con la tensión sexual. Yo lo hago.

Lisa bufa cabreada y se cruza de brazos, dándome por perdida.

—¿Habláis del trabajo de biología?

Jin se sienta a mi lado y pasa su brazo por mis hombros, con una sonrisa. La verdad es que hoy está bastante más feliz que de costumbre, y no puedo comprender por qué. A lo mejor es porque estoy a la inversa y, siempre que Jin me ve mal, intenta ser feliz por los dos.

Veo que Lisa levanta las cejas y sé perfectamente que es por el brazo que Jin mantiene sobre mí. Yo pongo los ojos en blanco.

—Sí, le estaba contando a Jae que no sé muy bien sobre qué aspecto de la sexualidad quiero hablar —responde mi amiga. Porque, aunque sí que me da bastante la lata con el tema, cuando Jin está presente siempre se comporta.

—¿A ti con quién te ha tocado? —pregunta Jin, como si eso fuese mucho más importante para él que el tema del trabajo.

—Park Jimin —responde mi amiga, sonriendo—. La verdad es que no sé muy bien qué pretendía el señor Kim eligiendo las parejas. Parece que quiere hacer algo más que concienciar sobre la educación sexual. No sé si sabéis a qué me refiero.

Levanta las cejas y yo, que estoy bebiendo un poco de agua, casi me atraganto. ¿He dicho que se comportaba? Porque lo retiro.

Lo peor de todo es que Jin se ríe y, solo entonces, aparta el brazo de mí. De repente me siento un poco vacía.

—Creo que ni si quiera se ha dado cuenta —responde mi amigo—. Estaba emocionado por quitarse el tema de en medio. A los profesores no les emociona hablar mucho de sexualidad con sus alumnos adolescentes y hormonados, por mucho que parezca muy revolucionario que introduzca el tema a estas alturas.

La verdad es que he olvidado cuándo fue la última vez que en mis estudios se mencionó algo sobre el sexo o la reproducción humana. Creo que la de las plantas les parece mucho más interesante. Bueno, también les da menos quebraderos de cabeza. Por eso cuando el señor Kim apareció con unos folios con un tema extra y un trabajo, lo que menos me esperaba era hacer un trabajo sobre educación sexual. La suerte no está de mi parte, desde luego. Porque a parte de no tener ni idea del tema, me ha tocado con Jin.

—Bueno, suerte para nosotros, supongo —le dice Lisa, con una sonrisa. Parece que para ella sí que es positivo, porque no deja de sonreír a mi amigo, lo que me pone un poco nerviosa, aunque sé por qué lo hace.

—Supongo —le contesta mi amigo, para después mirarme a mí— ¿Quedamos hoy? ¿En tu casa o en la mía?

Menos mal que no estoy bebiendo, porque si no me ahogo de verdad.

—En mi casa, voy a estar sola —respondo. Y me doy cuenta de lo mal que está sonando todo esto cuando noto unas gotas de agua salpicarme el brazo. Miro a Lisa, que acaba de escupir la bebida en todo su bol de ramen.

—Perdón chicos, me ha entrado un ataque de tos. Voy a... tirar esto —dice, y se marcha corriendo de la mesa.

—¿A las cuatro? —pregunta mi amigo, imperturbable. Solo que a mí ahora me pone un poco nerviosa su mirada. Así que simplemente asiento.


Quería que las horas se pasasen infinitas hasta las cuatro, pero ha pasado todo lo contrario. Quedan apenas cinco minutos para que sean en punto, y Jin tiene puntualidad británica. Calcula siempre muy bien el tiempo exacto en llegar a cada sitio y, si no, espera en la puerta para llamar. Manías suyas.

Pero esas manías hoy me tienen de los nervios. Porque ya tengo las manos sudorosas y no paro de andar de un lado a otro de mi cuarto, observando que todo esté colocado en su sitio. "Como si Jin no hubiese entrado antes".

A las cuatro en punto suena el timbre y a mi se me sale el corazón del pecho. "Por Dios, es solo un trabajo. De sexualidad, sí, pero un trabajo. Tranquilízate Jae".

Bajo a abrir la puerta y ahí me encuentro a Jin, tan sonriente como esta mañana y más guapo que nunca. Lleva sus gafas de ver, esas que tan pocas veces se pone pero que tanto le favorecen, y se ha quitado el uniforme para ponerse una sudadera rosa y unos pantalones rotos negros que le quedan demasiado bien. "Tranquila".

—Emmm, ¿puedo pasar? —pregunta, sin dejar de sonreír. Me doy cuenta de que es porque me he quedado empanada mirándole, así que me pongo roja de inmediato.

—Sí, claro. Perdona, tengo un poco de sueño —me excuso, y me aparto para que pase.

La confianza entre ambos le hace pasar e ir directo a las escaleras, así que yo cojo, cierro la puerta y voy detrás de él, secándome las manos en mis leggins. Miro un poco por encima mi vestuario y me doy cuenta de que, en realidad, voy hecha un desastre en comparación con él, aunque también llevo una sudadera, pero en mí queda bastante peor.

Cuando entro en mi habitación, Jin ya está tirado en mi cama, boca abajo. Ha sacado su tablet y la tiene delante, dispuesto a buscar.

—No pierdes el tiempo, ¿no? —le pregunto, sentándome a su lado. Aunque dejo una distancia prudencial.

—Tengo ganas de hacer el trabajo. Hacía mucho que no nos tocaba hacer uno juntos —responde, y yo aparto un poco la mirada de él.

—Sí, bastante. ¿Has pensado en qué aspecto quieres enfocar el trabajo? —pregunto, temerosa.

—No sé, la verdad es que no estoy muy puesto en el tema, ¿sabes? —responde, con una risa nerviosa—. He pensado cosas muy simples, como enfermedades de transmisión sexual o métodos anticonceptivos. Al final pueden ir un poco relacionados, ¿no te parece?

Creo que he dejado de escucharle un poco cuando ha dicho que no está "puesto en el tema". Me tiene que estar vacilando.

—Sí, claro —le respondo sin más. Y Jin sonríe y se pone a buscar en Naver enfermedades de transmisión sexual, pero yo estoy completamente en mi mundo. Parlotea de vez en cuando sobre el SIDA, hepatitis, herpes y cosas que no entiendo. Yo asiento y le digo que por mi está todo estupendo. La verdad es que lo que llevemos del trabajo lo está haciendo él.

—¿Sabes? Yo tengo una verruga en el pene. A lo mejor eso cuenta como enfermedad de transmisión sexual.

—Seguro —le respondo, porque no le he escuchado. Jin se ríe.

—¿Qué te pasa, Jae?

Esto sí que lo escucho, así que le miro, un poco culpable.

—¿A mí? Nada. ¿Por qué lo dices?

A la defensiva. Estupendo, Jae. Estupendo.

—Porque no estás escuchando una sola palabra de lo que te estoy diciendo. Y porque te conozco. Algo te preocupa.

Yo me paso la mano por el pelo, echándomelo hacia atrás, como si eso me fuese a tranquilizar de algún modo.

—Nada, es una tontería —le respondo, sin más.

—Bueno, si te tiene así seguro que no es una tontería. Además, me gusta escuchar tus tonterías —dice, y cierra la tablet, que deja encima de la mesilla, para sentarse, mirándome interesado. Yo me pongo roja—. Venga, cuéntamelo, Jae.

Yo suspiro y miro al suelo antes de contestar. Por nada del mundo le voy a mirar.

—Es solo que... No sé muy bien cómo ayudar en este trabajo, ¿sabes? Y no me creo que tú no tengas ni idea de sexo —le expongo. Por no decirle que estoy nerviosa desde antes de que entrara porque estoy loca por él.

Jin se ríe.

—¿Por qué no te lo crees? ¿Porque soy guapo? —ahora sí que le miro, y él me sonríe—. Porque no tiene nada que ver, Jae.

—Más bien porque tienes una cola de chicas detrás, Jin. Las veo todos los días. Permite que no me crea que no has tenido nada con ninguna todavía.

Yo pensaba que se iba a reír, pero me mira con intensidad. No me gusta que haga eso, porque Jin nunca deja su sonrisa a un lado, y que se ponga serio me asusta un poco.

—La chica que me interesa no está ahí —responde.

—Ah, ¿te interesa alguien? Porque no parece que me lo hayas contado —le respondo, un poco dolida. Tanto porque no me lo haya contado como por el hecho de que le pueda gustar alguien.

—Supongo que es complicado que te lo diga cuando lo único que quiero es que te des cuenta por ti misma.

—No soy vidente, Jin. Además, no es como si me apeteciese ver a qué chica miras con ojos de enamorado.

—¿Ah, no? —pregunta y me doy cuenta enseguida de que me he delatado. Mierda.

—No, pero olvídalo. Buscaré en Naver algo para el trabajo —le digo, sacando mi teléfono móvil para buscar, pero me desaparece de las manos enseguida. Le miro, cabreada, y me sujeta de la barbilla para que no deje de observarle.

—No quiero olvidarlo —dice—. ¿Por qué estás tan ciega? Tu amiga Lisa lo sabe. ¿Por qué tú no lo ves?

—Por la misma razón por la que tú no eres capaz de verlo —respondo, en un susurro. Porque la mano de Jin en mi barbilla no me deja pensar con normalidad.

Aunque creo que él tampoco está muy en sus cabales llegados a este punto, porque ni si quiera responde. Y Jin siempre tiene una respuesta para todo. Solo traga saliva y acerca sus labios a los míos en una suave caricia que llevaba esperando muchísimo tiempo. Solo un roce de sus labios, que se abren un poco para encontrarse con los míos. Y como si mis labios estuviesen hechos solo para besar los suyos, se abren cuando lo hacen los suyos, lentamente. Los ojos se me han cerrado involuntariamente en cuanto se ha acercado, así que lo único que hago es sentir nuestras bocas moviéndose al unísono, reconociéndose.

No sé cuántas veces he imaginado este momento, pero es mil veces mejor que en mis sueños. Porque sus labios son más carnosos y suaves de lo que parece, y la forma de moverlos es tan tierna que, ni si quiera cuando su lengua intenta adentrarse en mi boca, parece un beso desesperado. Aunque todo cambia cuando, tímida, intento tocar su lengua con la mía, porque solo un roce ya hace que salten chispas. Y Jin parece un poco asustado por eso, porque se separa un poco, lo suficiente como para poder respirar y mirarme, con sus gruesos labios hinchados y una sonrisa. Y verlos así me hace querer morderlos, pero me contengo.

—No sabes el tiempo que llevaba esperando hacer esto —susurra. Y a mi el corazón me va mucho más deprisa de repente.

—A mi no me engañas, has practicado —le digo, rompiendo un poco la magia del momento. Pero así somos nosotros, directos.

Jin, por supuesto, se ríe.

—¿Soy tu primer beso? —pregunta, curioso y un poco pagado de sí mismo.

—Sabes que sí, idiota. Siempre te he contado todo. No como tú que, claramente, has omitido los besos que te has ido dando con otras —le reprocho. Pero Jin vuelve a unir sus labios con los míos, brevemente. Y aunque el contacto es más efímero que antes, no puedo evitar moverme a su compás. Como si mi boca no pudiese responder a las órdenes de mi cerebro, sino a las de sus labios.

—No todo. ¿Desde cuándo llevas enamorada de mí? —pregunta, cuando se separa, acariciando mi cara con su mano.

—No he dicho que esté enamorada de ti —le respondo, intentando evitarlo.

—¡Vamos, Jae! Lo has dejado implícito en tu respuesta y respondiendo a mi beso. Te conozco, no hace falta que me lo digas con las palabras exactas. Pero sí que necesito que me contestes a la pregunta —insiste.

—Tú no me confirmas que has practicado con otras chicas, yo no te respondo a tu pregunta —digo, en parte para picarle un poco. Jin frunce los labios.

—Vale, he dado un par de besos, pero nada más. El tema del sexo todavía no lo he explorado —yo me alejo un poco, decepcionada. Vale, se supone que el amor de mi vida me ha besado por primera vez, pero sigue siendo mi amigo y me ha ocultado información— Ey, ¿por qué te enfadas? Prácticamente acabo de declararme, Jae.

Entrelaza sus dedos con los míos sabiendo que su contacto causa en mí estragos, pero esta vez no va a funcionar.

—Primero, no te has declarado. Has hecho preguntas y me has besado. Y segundo, me enfado porque está claro que no he sido tan amiga tuya si no me has podido contar tus líos amorosos.

Vale, puede que sea un poco masoquista. A la Jae del pasado no le hubiese gustado ni un poco que Jin le hubiese dicho que se había estado morreando con una chica de tercero en el cuarto del conserje. Pero la Jae del presente piensa que, si no se lo dijo, es que la relación entre Jin y ella nunca fue tan buena como parecía. Jin suspira cuando se da cuenta de lo que implican mis palabras.

—Claro que eras mi amiga. Y lo sigues siendo, Jae. Mi mejor amiga. Pero yo nunca te he querido como a una amiga a la que contarle sus nuevos ligues. Más bien, quería que tú fueras mi ligue. Ni si quiera sé por qué besé a esas chicas, supongo que para intentar olvidar todos los sentimientos por ti que van más allá de la amistad.

—¿Querías olvidarlo? Porque si lo que quieres es arreglarlo creo que no vas por buen camino —le digo. La verdad es que cada vez me duelen más sus palabras.

—¡Aigo! —se queja mi amigo, y se levanta de la cama. Da un par de vueltas, frustrado, para después ponerse de puntillas en frente de mí y mirarme a los ojos con intensidad —. Quería olvidarlo porque he pensado durante mucho tiempo que no sentías nada por mí y no quería perderte.

—¿Y qué ha cambiado?

—Eres una preguntona, Jae. Podrías responder a la pregunta que te he hecho antes.

—Respóndeme —le exijo, aunque es casi un ruego.

—El trabajo. Bueno, y que te escuché. "Confórmate con la tensión sexual. Yo lo hago". Me cansé de conformarme, ¿sabes? Y no sé, decidí que iba a ir a por todas.

—No es como si me hubieses soltado un discurso o algo, ha surgido más bien porque yo estaba nerviosa.

Jin pone los ojos en blanco y se vuelve a lanzar a mis labios, tumbándome en la cama. Y yo me callo el rato que sus labios están sobre los míos. Es la tercera vez que me besa, pero parece que lleva haciéndolo toda la vida por la forma en la que nos movemos. Y como ahora su cuerpo está sobre el mío, aunque sin hacer fuerza, todo parece más intenso.

—Estaba nervioso —confiesa, entre beso y beso—. Pero estoy loco por ti, Jae. Tenía pensado decírtelo con algún chiste sobre sexo o algo, no sé. Pero no se me ocurría nada.

Sus labios no abandonan los míos por mucho tiempo, y eso me hace no poder pensar con mucha claridad, porque creo que a cada beso pierdo más el aire y el juicio.

—El trabajo... —susurro. Porque hemos quedado para eso, al fin y al cabo.

—¿Qué te parece... si investigamos de una forma más práctica? —pregunta, bajito, y lleva una mano a mi cintura que me hace dar un bote—. Tranquila, si no quieres lo entenderé. No es como si tuviese alguna idea de cómo hacer esto.

Yo me río suave. Porque sí, puede que no tenga ni repajolera idea de sexo, pero no me importa aprenderlo aquí y ahora si es con él. Porque confío en él.

Me da igual que pueda parecer promiscua por acceder tan rápido a tener mi primera relación sexual en cuanto mi mejor amigo se declara. He soportado bastante acallando mis sentimientos durante tres años, es hora de dejarlos salir.

—Quiero —le digo, y él sonríe—. Eres mi mejor amigo, ¿no?

—¿A un mejor amigo le dejarías hacer... esto? —pregunta, posicionando una de sus manos, temblorosas, en uno de mis pechos. Intenta masajearlo y, aunque es verdad que no le sale muy bien, es agradable sentir su tacto en partes que solo había soñado que me tocase.

—A ti sí —le digo, riéndome—. Pero deberías dejar de tratar mis tetas como si fuesen ubres.

—¿Sabes qué le dice un mimo a otro? —pregunta, cambiando de tema. Aunque como es Jin, me imagino qué es lo que va a pasar.

—¿Qué? —pregunto

—Este es mi-momento —dice, y se parte de risa él solo.

—Jin, es malísimo. Creo que me has quitado las ganas de tener algo más profundo contigo —le respondo, haciendo el amago de levantarme de la cama, pero no me deja, porque ataca mis labios con los suyos enseguida. Y son tan suaves y blanditos que, como las anteriores veces, me pierdo en ellos y dejo de pensar.

—Lo que quiero decir... —continúa, entre beso y beso—. Es que ahora es mi turno, déjame explorarte a mi antojo.

—Solo te estoy pidiendo que seas delicado —le susurro.

Él no dice nada, porque no hace falta que verbalice sus actos. Sin soltar mis labios, va subiendo mi sudadera, poco a poco, rozando mis costados con dedos temblorosos. A mí se me pone la piel de gallina a su paso.

Se separa de mi boca lo justo para quitarme la prenda por la cabeza, dejándome en sujetador. Y entonces parece que mis labios dejan de interesarle tanto, porque va bajando sus besos por mi cuello, que muerde de vez en cuando, hasta mis pechos, todavía cubiertos. Aunque creo que tenía pensado seguir con el camino de pequeñas mordidas que hace que se me escapen sonidos involuntarios, precisamente porque le he pedido que sea delicado tan solo deja pequeños besos y lamidas.

—¿Has aprendido todo esto con otras o ha sido viendo una porno? —le pregunto, bajito. Porque sus caricias no me están permitiendo decir mucho más.

—Porno, por supuesto —dice, sonriendo. Y yo aprovecho que se aleja un poco de mí para coger el borde de su sudadera, porque me parece injusto que él todavía lleve la ropa puesta—. Vaya, Jae, no sabía que tenías tantas ganas.

—Es que quiero probar tus tácticas de película porno —respondo.

Jin se carcajea, pero su risa no dura mucho cuando, una vez ha desaparecido la sudadera y hemos intercambiado posiciones, quedando yo encima, empiezo a recorrer con mis manos el camino que mis labios y mis dientes hacen luego, imitando lo que estaba haciéndome a mí. Jin gime y, cuando noto movimiento debajo de mi cuerpo, abro los ojos para ver cómo ha llevado una de sus manos a su entrepierna, visiblemente incómodo. Quizá es porque, prácticamente, tenía mi culo sobre su pene. Siendo sincera, estaba empezando a notar algo, pero no había pensado en ello hasta que he notado el movimiento.

Sonrío, un poco malévola, y decido bajar para frotarme un poco con su erección. Aunque, desde luego, lo que no espero es que ese movimiento haga crecer una sensación en mi vientre bajo que me incita a continuar con ello. Así que vuelvo a hacerlo, y Jin aparta la mano, que posiciona en mi culo. Ambos gemimos.

—Jae, no sigas si no vamos a poder solucionar este problema. Empieza a doler.

Yo le miro y decido apoyarme sobre mis rodillas, alejándome de su zona abultada, para poder observarla bien.

—Dime qué hacer, yo te ayudaré —me ofrezco. Y obtengo su sonrisa más tierna como recompensa.

—¿Cómo? ¿Quieres masturbarme dices?

—Sí. Déjate de preguntas y dime, en eso tienes que ser un experto.

Jin me da un pellizco en la cintura, ante lo que yo me quejo. Pero enseguida sonríe y comienza a desabrocharse sus pantalones para dejar libre su erección. Yo ni si quiera me muevo porque sí, es la primera vez que voy a ver un pene en persona.

Es más grande de lo que pensaba, así que trago saliva. ¿Se supone que eso tendrá que entrar en mi interior?

—Tranquila —me susurra Jin, acariciando mi cara—. Puedo hacerlo yo, si quieres.

—No, no. Quiero hacerlo yo. Pero... ¿Eso entra? Aquí, ya sabes —digo, señalando mi parte baja.

—No lo sé. Se supone. Ya te he dicho que no...

—Lo sé, no eres un experto en sexo.

—Pero no te preocupes, no tenemos por qué hacer nada. Y menos hoy. Acabamos de besarnos por primera vez y ya me quieres.... ¡Ah! Con cuidado, tiene sentimientos.

Sé por experiencia que con Jin es mejor pasar a los actos antes de intentar que deje de cotorrear, así que por eso he tomado la iniciativa y he cogido su pene con una de mis manos, aunque sí, puede que haya sido un poco brusca. Por eso, en ese momento, Jin posiciona su mano sobre la mía y empieza a moverla, arriba y abajo, aflojando la presión que estaba haciendo. Yo dejo de mirar mi trabajo para ver su expresión de placer, y eso es suficiente para invitarme a continuar. Bueno, y para que esa presión en mi zona baja no deje de crecer.

—Escupe en la punta y esparce, por favor —me pide.

—¿Escupir? ¿Estás seguro? —pregunto, porque me parece un poco raro. Pero Jin asiente, así que yo le hago caso.

Acerco mi boca a su glande, escupo y con la mano empiezo a esparcir mi saliva. Comprendo de inmediato por qué quería que lo hiciera: así el movimiento es mucho más fluido y, seguro, más placentero para él. Así que sigo con mi cometido. La mano de Jin deja de sujetar la mía, pero estoy tan concentrada en sus expresiones que tardo en darme cuenta de por qué. Al menos hasta que noto cómo comienza a introducir la mano por mis leggins (suerte que son elásticos) y por mis bragas, más abajo. Pego un bote cuando noto sus dedos empezar a tocar mi parte baja. Y entonces abre los ojos para observarme.

—P-perdón. ¿Puedo? —pregunta, pidiéndome permiso. Yo asiento, muda de repente, pero sin dejar de mover mi mano.

Jin hace caso de mi asentimiento y sigue paseando sus dedos en una caricia por toda mi zona íntima, adentrándose en mis pliegues con mucho cuidado.

—¿Buscas algo? —pregunto, un poco falta de aire. Y no es porque no pare de masturbarle, sino porque su tacto es delicado, pero demasiado agradable.

—Sí —responde, agitado por mi movimiento. Y aunque sus movimientos son torpes, acaba tocando un punto que me hace soltar un gemido. ¿Qué ha sido eso? —. Parece... que lo encontré.

—¿Qué...? —intento preguntar, pero empieza a mover su dedo corazón en círculos y yo siento que estoy perdiendo la razón. Quizá por eso me vuelvo mucho más torpe.

—Tu clítoris. Está en las hojas que nos ha dado... el señor Kim —dice, con un poco más de entereza. Quizá porque a mí me falta.

—¿Crees que las he... leído?

—No sé, yo tenía curiosidad —dice y, acto seguido, baja su mano más y más, hasta dar con una zona que noto especialmente mojada. Sí, puede que haya estado lubricando demasiado en todo este tiempo—. Además, llevas 16 años con tu cuerpo, podrías haber explorado.

—No se me ocurrió.

Por alguna razón, me parece bien que sea él quien explore. Porque está siendo tan delicado como le pedí. Pensaba que, cuando llegase a mi vagina, iba a intentar meter algún dedo de golpe, pero en su lugar se moja los dedos, tal y como yo hice con su pene, y empieza a moverlos de nuevo sobre mi clítoris, que ahora mismo en una de mis partes favoritas de mi cuerpo. Llegados a este punto yo ya no soy capaz de seguir masturbando a Jin, pero parece no importarle.

Este, confiado en que estaba haciéndolo bien por mis gestos y mis gemidos, deja sus movimientos circulares para volver a bajar y, esta vez sí, mete uno de sus dedos en mi interior. Yo jadeo, pero él no se mueve, se queda ahí parado y me mira a los ojos.

—¿Está bien?

—Escuece un poco —le digo—. Pero por lo que tengo entendido es normal —Jin asiente, aunque parecía un poco preocupado—. Lo malo es que si sigues no voy a poder seguir contigo.

—Lo sé —me dice con una sonrisa—. Y me da igual.

Sin sacar su dedo de mi interior, vuelve a intercambiar nuestras posiciones para tener mejor acceso. Abre mis piernas con la mano que le queda libre y, cuando considera que está lo suficiente cómodo y que yo me he acostumbrado, empieza a sacar y a meter el dedo. Y aunque es un poco incómodo porque Jin tiene unas falanges un tanto gruesas, al cabo de un rato se hace agradable. Aunque no tanto como los movimientos que hacía en mi clítoris. Y creo que se da cuenta, porque al cabo de un rato con su pulgar vuelve a hacer ese movimiento circular. Ahí es cuando empiezo a disfrutar de verdad.

—Jae, se me cansa la mano —dice, quejica.

—No, si ya se ve que no...

—¿Jin hyung?

Mierda.

Cojo mi sudadera, o la de Jin, la verdad es que no sé ni cuál es, para taparme el pecho. ¿Qué hace aquí? Ni si quiera estaba en casa.

—¡Jungkook, fuera! —le grito, mientras Jin separa su mano de mi intimidad para guardarse su pene como puede en los calzoncillos—. Estamos haciendo un trabajo.

—Claro, trabajo.... —replica mi hermano pequeño—. Cuando quieras jugar a la play me avisas, Jin hyung.

Afortunadamente, Jungkook cierra la puerta de golpe y yo respiro. Jin se parte de risa, pero a mi no me hace gracia que mi hermano de once años, en plena preadolescencia, haya decidido pillarnos justo cuando Jin me estaba masturbando. Y menos que todo se haya quedado a medias.

—No es gracioso —le digo, cabreada. Pero Jin no me hace ni caso. Coge su sudadera, que es la que tenía cubriendo mi pecho, y se la pone, todavía riéndose.

—Lo es, aunque no lo creas.

—¿Vas a ir a jugar con él? —le pregunto, cuando veo que se incorpora, aunque todavía tiene, claramente, un problema en sus partes.

—Primero voy a ir a solucionar esto. Pero sí, luego voy. Me apetece más jugar contigo, pero no quiero que nos vuelvan a interrumpir.

—Seguro que es eso y no que se te ha cansado la mano —me quejo, cruzándome de brazos.

Jin se vuelve a reír y se acerca para darme un beso lento.

—Ya sabes, en realidad el que más me vuelve loco de los Jeon es tu hermano.

—Idiota.... —le susurro.

—Un idiota que te promete ver mucho porno para emplear contigo la próxima vez.

—¿Habrá próxima? —pregunto, ilusionada.

—Claro que sí. A lo mejor si le dices a tu hermano que soy tu novio nos deja un poco más de privacidad.

Yo cojo y le tiro un cojín de la cama, ante lo que Jin se ríe y, con una última sonrisa, se esconde en el baño para acabar con lo que habíamos empezado.

Parece que el trabajo de biología se va a alargar más de lo previsto.

-----

Este relato es una representación gráfica de Jungkook cada vez que le intento prestar atención a alguno de los otros seis miembros de BTS. O a cualquiera, vaya.

Y no, no he podido resistirme a Jungkook en un relato de Jin, qué se le va a hacer.

Also: Lisa es mi comodín de personaje femenino, siento lo cansina que soy, podría usar algún día a cualquiera del del resto de Blackpink, estaría bien.

Espero que os haya gustado (pese a que haya sido raruno y todavía más largo que el de JK) <3

Also 2: lo mío no es titular.

Continue Reading

You'll Also Like

147K 12.4K 33
|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...
163K 9.3K 16
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
178K 23.2K 115
𝐅𝐀𝐊𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐑𝐌 || 𝙴𝚕 𝚎𝚗𝚌𝚊𝚗𝚝𝚘 𝚎𝚜 𝚎𝚗𝚐𝚊ñ𝚘𝚜𝚘, 𝚢 𝚌𝚘𝚗 𝚜𝚞 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚎𝚣𝚊 𝚑𝚊𝚛á 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚎 𝚊𝚛𝚛𝚎𝚙𝚒𝚎𝚗𝚝𝚊𝚜. Teen Wolf...
220K 15.8K 33
Con la reciente muerte de su padre el duque de Hastings y presentada en su primera temporada social, Annette empieza a acercarse al hermano mayor de...