Huracán ✔️

By paolacalderongt

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Emily Preston es una joven con muchos sueños; lucha para poder lograrlos día con día, para ello todas sus act... More

Prefacio
Piloto
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52

Capítulo 39

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By paolacalderongt

—¡De vuelta a casa! —exclamó Lara al momento de poner un pie en tierra.

Layo solamente la vio y le sonrió.

Tampoco podían detenerse mucho, ya que debían apresurarse lo más que pudieran.

—Mi patrón y su esposa los está esperando —agregó Lagarto—, espero hayan tenido un bonito vuelo.

—Uno muy interesante —respondió Tony.

—No sabía que Pájaro estuviera casado —susurró Barbara.

Era a la única que habían mantenido alejada de las noticias sobre Emily y Pájaro.

Su comentario fue suficiente para que los nervios volviesen a apoderarse de Leo, estaba a nada de volver a verla y no podía evitar por más que podía no sentir nada.

Prácticamente llegaban a la hora del almuerzo, gracias a que la avioneta había llegado mucho más antes de lo previsto.

—No sabía que Eleazar vivía tan bien —bromeó Tony, al momento que entraron por el portón.

Desde la entrada se podía ver a la perfección la gran hacienda. Lagarto solamente lo vio de reojo muy serio.

Eleazar había dado la orden de que los bajaran con mucha normalidad, por la seguridad que tenía no le preocupaba en lo absoluto que los vieran ya que estaba cien por ciento seguro de que dentro de la hacienda estaban fuera de peligro.

—¡Bienvenidos! —prorrumpió Eleazar al momento en que bajaron del auto.

Layo lo saludó con un caluroso abrazo.

—Emily —saludó Layo.

Leo no había querido voltear a verla, como ella tampoco. Pero al momento en que Layo pronunció su nombre no pudo evitarlo y fijó su mirada en ella, fue un momento en el que sus miradas se cruzaron nuevamente.

—¡Lara! —exclamó Emily, luego de notar con sus propios ojos el embarazo—. Te ves hermosa —dijo y la abrazó con fuerza.

En el tiempo que estuvo con Leo, se habían vuelto buenas amigas.

Poco a poco se fueron saludando. Barbara se había quedado en shock al darse cuenta que Emily era la esposa de Pájaro.

—Que gusto volver a verte —comentó Barbara, no se sentía cómoda, aunque supiera que Leo estaba con ella y viera que Emily ya estaba con alguien.

—Igualmente Barbara y felicidades por el bebé.

Emily tragó saliva al momento de decirlo.

Leo sintió como si le hubiera clavado algo en el pecho al ver al amor de su vida felicitando a la mamá de su hijo. Deseaba hablar con ella y aclarar todo, pero no tenía el espacio para hacerlo, especialmente porque había un anillo que lo devolvía a la realidad, que marcaba que cada uno estaba escribiendo una nueva historia.

—Imagino que están muy cansados, por lo que les voy a suplicar que se acomoden y cuando estén listos bajen todos. Hay cosas importantes que hablar y necesitan estar totalmente despiertos para escuchar —indicó Eleazar.

Por más que tratara no le era del todo fácil tener a Leo allí, y más, sabiendo que había sido el novio de Emily.

Para Leo tampoco era fácil estar en aquella casa, sobre todo porque había muchas fotografías de Eleazar y Emily por todos lados y lo peor, en todas; ella se veía feliz. No solamente había fotografías recientes si no que muy viejas, eso hacía que sintiera como si su mundo se desmoronara más de lo que estaba. Sabía que de cierta forma había sido su culpa en el momento en el que con arrebato, tomó la decisión de dejarla.

—¿La sigues amando? —preguntó Barbara.

Recién habían entrado a la habitación que iban a compartir por lo que no pudo aguantar más la curiosidad.

—No hay una razón justificable para que me preguntes eso.

—Claro que la hay, acabas de ver a la "mujer de tú vida"

—Barbara, no quiero discutir y te daría una respuesta si fueras ciega y no hubieras visto las fotografías que hay en esta casa. Ella ya hizo su vida, hagamos nosotros la nuestra sin mezclar los sentimientos. Por el bien mental, tuyo y mío —dijo y entró al baño.

«La sigo amando, la sigues amando Leo» pensaba, mientras se lavaba la cara y quitaba la camisa.

Eleazar había subido a su habitación para sacar algunos documentos que Maya le había dado y así juntarlos con lo que don Emilio también había conseguido. Estaba más serio que nunca, había muchas cosas en su cabeza, sobre todo porque ver a Barbara y a Lara embarazadas le hizo desear tener un bebé él también. Pero por su situación sabía que más bien sería una irresponsabilidad de su parte y le molestaba, le molestaba estar con la mujer que amaba y no poder planear un futuro juntos porque no sabía si lo tendrían.

­—Me gustaría tener una bola mágica para saber qué es lo que estás pensado —decía Emily entrando a la habitación—, y tener una varita mágica para darle soluciones a esos pensamientos que, aunque no me dices, sé que te atormentan.

—No te imaginas lo que añoro que puedas reunirte con tú mamá, lo mucho que desearía que todo fuera diferente.

—¿Diferente?

—Sí, que pudieras tener un trabajo, yo también; preocuparnos por el dinero de la renta, la luz, el agua, los hijos y no porque alguien que quiere matarnos. Estoy consciente que en la vida que tenía antes jamás hubiera podido darte los lujos que hay en esta casa, pero te juro Emily, que cambiaría todo esto, por preocupaciones del día al día. Al menos de esa manera podría pensar en un futuro y preocuparme por qué haría en él y no como ahora, que me preocupa no poder tenerlo. 

—No digas eso por favor.

—Es que... si lo piensas.

—No, no lo quiero pensar. Porque contigo todo es perfecto Eleazar y mientras estemos juntos es suficiente. Mi mamá está bien y ya llegará el momento en el que pueda hablar con ella y contarle sobre la suerte que he tenido de encontrar a un hombre como tú.

—Te amo Emily Preston —la besó.

—Corrección, Emily Bustillo ¿Lo recuerdas? —lo besó más apasionadamente.

—Nos están esperando.

—Que esperen un poco más. Me has dicho que a ti te pida que me beses y me acaricies, eso es lo único más importante: nosotros.

Para Emily el ver a Leo no había sido fácil y de cierta forma muchos sentimientos se revolvieron, pero al notar el embarazo de Bárbara fue como si recibiera una confirmación de que estaba con el hombre y la persona indicada para ella.

Fue un momento en el que las piezas se colocaron en el lugar que parecía debían estar. Emily con su esposo, y Leo con la mamá de su hijo. La única diferencia era que Emily estaba enamorada de Eleazar; mientras que para Leo era un mártir el saber que afuera del baño esperaba Barbara y no Emily como lo hubiera deseado, porque ella ya compartía habitación con otro.

—No sé qué tan buena idea es que Leo esté tan cerca de Emily —decía Lara.

Layo solamente escuchaba, no deseaba comentar al respecto.

—Ya sé que te vas a quedar callado y no vas a decir nada. Y no es que te quiera presionar ni nada, pero me preocupa qué algo se vaya a descontrolar. Ya viste a Pájaro, se nota que es un hombre de armas tomar.

—Lo entiendo Lara, pero Barbara va a tener un hijo de mi hermano. Leo tiene que entenderlo y ubicarse en el lugar que le toca.

—Ojalá piense lo mismo.

—Creo que sí, porque tanto tú, como yo. Hemos notado la madurez que ha comenzado a tener respecto al embarazo de Barbara.

—Eso sí.

Layo suspiró, mientras que deseaba las cosas fueran como tal y su hermano no les fuera a causar problemas.

Durmieron prácticamente toda la tarde y noche. Hubieran deseado salir y comer algo, pero el cansancio fue demasiado, tanto que el sueño les ganó a todos. Incluyendo a Leonardo quién se quedó en el sofá. Y Eleazar prefirió que descansaran, porque los necesitaba a todos con las pilas bien puestas.

Al siguiente día fue el primero del grupo en levantarse y al asomarse por la ventana se percató de que Emily y Eleazar estaban al lado de la piscina entrenando, intentó, pero no pudo evitar observarlos.

Ambos se veían felices y enamorados.

—No sé si soy yo, pero cada día te ves más hermosa —comentaba Eleazar.

Por mucho tiempo que tuviera Emily escuchando los halagos de su esposo no podía evitar sonrojarse.

—Siempre me dices lo mismo —sonreía, intentando ocultar sus mejillas sonrojadas.

—La culpa la tienes tú —sonrió con picardía.

—¿Yo?

—Sí, por enamorarme y tenerme como loco por ti.

—Mejor entrenemos Eleazar —rió ella.

Intentaba distraerlo para que su lado romántico no la desconcentrara.

—Buenos días patrón. Perdone, pero necesito comentarle algo importante —decía Lagarto.

Con él iba Maya, quien no pudo disimular su curiosidad por intentar encontrar a Leo.

—¿Qué es lo que tanto buscas? —preguntó Emily muy seria.

Era difícil que no le molestara la actitud de Maya, sobre todo por la sonrisa sin sentido que le hacía a Eleazar cada vez que lo veía.

—Ya sé que Leo está aquí, Eleazar me lo dijo —sonrió con sarcasmo—. La que debe estar con hormigas por todo el cuerpo debes ser tú.

—¿Cómo por qué tendría que estarlo?

—Te toca decidir, o crees que Leo ya te olvidó. Lo bueno que sea como sea, ellos no se quedarán solos —volvió a sonreír.

—¿A qué te refieres con eso?

—Voy a ser muy sincera —la vio fijamente—. Estoy locamente enamorada de Eleazar, y antes que me digas algo quiero que sepas que respeto el amor que se tienen y sobre todo el que él siente por ti. Pero también seré sincera al decir que en el más mínimo espacio voy a hacer el intento de que me volteé a ver.

—Te vas a quedar esperando toda la vida.

Emily se molestó.

—¿Estás segura? ¿Tan rápido olvidaste a Leonardo? —preguntó muy seria.

—Ese no es asunto tuyo, y cuidado con Eleazar —advirtió y dándose la vuelta la dejó sola.

Leo solamente observaba toda la escena desde su habitación. Le sorprendió ver a Maya allí, pero era de saber que si estaba allí era porque Pájaro lo había permitido; había otra cosa que le preocupaba más y era la actitud de Barbara cuando se diera cuenta. Suficiente tenía con que Emily estuviera allí, como para que Maya también.

Para nada se imaginaba que la rubia ya no estaba interesada en él.

—¿Qué tanto ves? —preguntó Barbara abrazándolo por detrás—. ¿Esa es Maya? —preguntó atónita al verla.

—Al parecer.

—¿Qué es lo que está haciendo aquí?

—No tengo ni la menor idea.

—¿Y sí Pájaro nos traicionó?

Por un momento se asustó.

—No, Pájaro no sería capaz de eso. Algo sucedió en este tiempo y seguramente por esa razón es que está aquí. Imagino que hoy nos dirá qué.

—¡Me pateó! —exclamó Barbara con una tremenda sonrisa.

Leo no pudo ocultar su emoción por intentar sentir lo que Barbara acaba de decir.

***

—¡Buenos días! —saludaba Rosa.

Tony era el primero en haber salido del grupo, por lo inteligente que era con el sistema se había tomado el tiempo de revisar cada área vigilada. Sabía que al estar allí la vigilancia se debía duplicar y así tener todo el control posible, no solamente de la casa, sino que también de sus alrededores.

—Perdón, solamente estaba revisando —respondió.

Le había dado pena que Rosa lo viera merodeando por la casa.

—En media hora voy a servir el desayuno, por si quiere avisarles a sus compañeros —agregó.

A Rosa especialmente no le caían bien los Burgo porque pensaba que Eleazar hacía mucho por ellos, y a cambio nunca había recibido nada. No le era ninguna gracia tenerlos allí porque era consciente que eso hacía todo más peligroso.

—Claro, enseguida les aviso —respondió Tony un poco apenado por la expresión de la señora.

—¡Maya! —exclamó, luego de verla antes de subir las gradas para ir a buscar a Eladio. 

—Sorpresa —respondió con cierta ironía—. ¿Y los Burgo? Me gustaría saludarlos.

—¿Qué haces aquí?

—Lo mismo quiero saber yo, pero no creo que lleguemos a ningún acuerdo. ¿Me llevas o los busco yo sola?

—Yo te llevo, por aquello de que mañas no sabemos —sonrió.

Tony estaba en shock por haberse encontrado a Maya allí, para nada se la esperaba. Es más, era la última persona que hubiera esperado encontrarse en la casa de Pájaro.

Eladio y Lara fueron otros que quedaron en shock al verla, incluso Layo se exaltó un poco y sacando su arma antes de que dijera nada le apuntó sin que sus manos temblaran.

—¡Calma, calma ex cuñado! Ahora soy socia —dijo.

—¿De qué hablas?

—Trabajo para Eleazar —comentó, no conocía el apodo.

—¿Desde cuándo?

—Hace un buen tiempo. Justo subía porque el desayuno se va a servir en media hora y Eleazar quiere que sean puntuales. ¡Oh, Lara! ¡Te luce mucho el embarazo! —sonrió.

Se veía sincera.

—Gracias —respondió Lara.

Por muy sincera que Maya se haya visto, para nada le agradó verla allí.

—¿Y Leo?

—En la habitación de al lado —respondió Layo, mientras guardaba su arma—. Pero deja, voy a avisarle yo.

—No me quites el gusto de saltar sobre él —respondió, y antes de que le dijeran algo se apresuró a tocar la puerta de la habitación.

Barbara fue quien le abrió, ya que Leo se acababa de meter a bañar.

Maya se llevó una gran sorpresa al ver a Barbara embarazada, si bien era cierto que ella había inventado todo para que Emily creyera que la habían engañado, nunca imaginó que fuera verdad.

—¿Ese bebé de quién es? —preguntó.

Barbara se limitó a responder, pero no apartó ni un solo momento su mirada de ella.

—¿Te hice una pregunta? —cuestionó Maya.

—No tengo porque darte ninguna respuesta.

—¿Es de Leo?

No salía de su impresión.

—¡Sorpresa! —respondió Barbara con una tremenda sonrisa de oreja a oreja.

Como si le diera mucho orgullo ver la cara de aquella que tiempo atrás había sido compañera de aventuras de Leo.

Maya no supo que más decir y se fue.

«¡No puede ser! Si Barbara está esperando un hijo de Leo, él y Emily nunca van a volver y Eleazar nunca será para mí» pensó.

En la habitación principal Emily aprovechaba para ayudar a su esposo a ponerse el saco. Por más que había intentado que Eleazar dejara el buen vestir, era algo de él. Amaba verse elegante aún fuera una ocasión simple.

—Te veo un poco pensativa ¿Pasa algo? —preguntó Eleazar, mientras limpiaba una gota de agua de la mejilla de su esposa.

—No, nada.

—¡Vamos! Te conozco desde que tenías quince, sé cuándo mientes —sonrió.

—Es que... ¡no soporto a Maya! —rezongó.

—¡¿Qué pasó ahora?!

Eleazar no pudo evitar sonreír.

—No te rías, es enserio.

—Te creo, pero... es que no puedo evitar reír cada vez que te veo celosa; aunque digas que no lo estás.

—Pues hoy si lo estoy —refunfuñó.

—Amo tú cara de molesta —la besó.

—Es enserio Eleazar, ya no quiero que esté cerca de ti.

—¿Puedo saber por qué esa molestia?

—La muy descarada me dijo que está enamorada de ti.

—¿Es eso? —preguntó con mucha naturalidad.

—Sí, y no entiendo por qué lo tomas así.

—¿Cómo que por qué? Porque no me interesa, tú sabes que eres la única mujer en mi vida, te esperé por años Emily, ¿Crees que sería tan tonto de dejar al amor de mi vida por un pasatiempo? —la vio fijamente.

—Te amo Eleazar y te juro que creo en esto. Pero...no puedo evitar sentir que tengo fuego por dentro cada vez que te voltea a ver con una mirada con la que ya mero te come.

—No deberías sentir celos por eso, igual la que me come es otra —sonrío nuevamente con picardía.

—¡De verdad que contigo no se puede! 

—Te amo Emily Bustillo, tenlo presente cada segundo de tú vida. Eres la única mujer que deseo ver en mi cama antes de dormir y al despertar al otro día. Eres la única mujer con la que anhelo compartir una ducha, y eres la única mujer con la que quiero compartir está aventura que se llama vida. ¡Y vaya que es una aventura! tanto, que no hemos tenido una luna de miel decente —la besó.

El momento fue interrumpido por Rosa, estaba tan enojada que ni siquiera tocó la puerta si no que solamente abrió.

—Perdón, pero esa gente ya está acomodada en la mesa que está al lado de la piscina —dijo con enfado

—No te enojes, está vez los traje para que me apoyen en la guerra —contestó Eleazar y luego de darle un beso en la frente, le dio la mano a Emily y fueron a desayunar.

Los ojos de Leo se perdían completamente mientras observaba a Emily mientras caminaba hacía donde estaban. Por más que intentaba no prestarle atención no podía, y era masoquista porque le dolía cada paso que ella daba hacía él por verla tomada de la mano de Pájaro.

«¿Cómo rayos voy a arrancarme este amor que siento por ella?» pensaba, mientras tragaba saliva.

—Entiendo que ayer estaban muy cansados y perdonen hoy la prisa, pero lo que tengo que decirles es muy importante. Está vez lo siento por ustedes, pero los hice traer porque necesito de su ayuda —agregó Eleazar yendo directo al grano.

—¿Cómo que necesitas de nuestra ayuda? —preguntó Tony.

Prácticamente se atragantó con el pan, al escuchar la noticia.

—Hace un tiempo atrás mi esposa y yo estuvimos a punto de morir luego de que nos interceptaron en el apartamento que tenía en la ciudad. Muchos de mis hombres murieron y de no ser por la pronta respuesta de mi hermano no estuviera aquí contándoles esto. Al principio creímos que se trataba de Mouro, pero hasta la fecha no hemos podido comprobarlo, pero por la forma del ataque difícilmente fue él.

—¿Por qué lo dices?

—La persona que dio la orden no se preocupó por los daños que pudiera ocasionar. Sabemos que Mouro piensa mucho antes de actuar y es muy discreto, algo que no sucedió y en cambio fueron muchos cuerpos los que quedaron. Por lo que estoy prácticamente seguro, pero deseando que no sea así, que el responsable de esto fue un narcotraficante conocido como Gavilán, fue el enemigo número uno de este cartel desde que lo lideraba el Comarca, y dudosamente se hará mi amigo por lo que necesito de sus habilidades para enfrentarlo.

—Sabemos quien es —dijo Layo—. No será fácil —respiró, mientras tomaba de la mano a Lara.

—No, también lo sé. En verdad lamento mucho tener que pedirles de su ayuda, pero como ex policías sé que tienen conocimientos que muchos de mis hombres no y quizás es el único punto de ganancia que llevamos sobre él.

—Solamente tengo una duda —comentó Leo—. ¿Por qué hasta ahora? Todos sabemos que cuando el Comarca murió el Gavilán siguió con sus rutas y no pasó nada. ¿Por qué salir hasta ahora?

—Porque tuve que traficar y usar las rutas del Comarca, de las cuales el Gavilán se había adueñado. Al darse cuenta que se volvió a traficar se entiende que hay una guerra por las rutas, y sobre todo porque ya sabe que yo estoy a cargo. Y ustedes saben con exactitud cuál es el problema que hay. Aademás, de que, en este mundo no sé necesitan precisamente razones para atacar.

Los Burgo ya sabían que Eleazar había ordenado la muerte del socio del Gavilán.

—Desayunamos y luego nos muestras el arsenal —sumó Leo mientras le daba un sorbo a su jugo.

—En mi caso no me puedo sumar para atacar, pero ten por seguro que cuentas con mi apoyo en lo que pueda. No te voy a mentir en decirte que me preocupa mucho lo que dices porque quiero que mi bebé nazca bien, pero no  puedo olvidar de que siempre nos has cuidado y por ende, la que sea tu guerra, también es nuestra —dijo Lara. Layo apoyó a su mujer y hermano.

Lo mismo pasó con Tony, a quién hasta divertido le pareció la idea de enfrentarse con un narco.

Barbara fue la única que no agregó absolutamente nada, y por primera vez sintió la necesidad de estar fuera de ese mundo por su bebé. Ella ya sabía sobre los alcances del Gavilán y le aterraba que al enfrentarse con él, la palabra muerte estaba escrita. Temía perder a Leo.

«¡No voy a permitir que después de todo, termine perdiendo a Leo por una guerra que ni siquiera es de ellos!» pensó.

Luego del desayuno Eleazar se encargó de llevarlos a todos a ver el arsenal. Leo se quedo atrás luego que entró al baño y Emily por recibir una noticia del pueblo.

Justo al momento de que Leo abrió la puerta del baño para salir, encontró a Emily por lo que no se pudo resistir y la haló hacía adentró, con rapidez cerró la puerta.

—Ahora mismo necesito que me digas ¿Por qué razón te casaste con Pájaro? —preguntó eufórico.

—No tengo porque responder eso —respondió ella, con un timbre de voz bajo.

—Claro que sí.

—No, por qué tendría que hacerlo. Primero tendrías que responder tú por qué carajos embarazaste a Barbara.

—Yo... —bajó la cabeza.

—Vez, no tenemos absolutamente nada de qué hablar. Y en vez de estar preguntando cosas que no tienen sentido, deberías estar haciéndote cargo de tú bebé y portándote como hombre para ayudar a defender al que más se la ha jugado por protegerlos.

—Y lo voy a hacer, pero necesito entender por qué te casaste.

Al momento de preguntar, apretó su cuerpo contra el de ella. Deseaba besarla.

—Porque me enamoré, me enamoré de él —respondió viéndolo fijamente a los ojos.

—¿Te enamoraste?

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Sí, me enamoré de él, mientras tú romanceabas con Barbara y la embarazabas. Me enamoré de él, mientras me enseñaba a como defenderme y a entender este mundo mientras tú me dejabas botada. Me enamoré de un hombre que daba todo por mí, mientras tú te olvidabas de que no comprendía este mundo. Perdón Leo, entiendo que tuviste tus razones para dejarme, ahora lo comprendo mejor, ¡claro, Barbara! Pero fue la peor tontería que pudiste hacer porque yo sí te amaba. Y ya que sales a reclamar, aprovecho a disculparme por la tontería que cometí en el hospital.

—Lo de Barbara no es como lo estás pensando.

—Ya no importa Leo.

—Sí, si importa. ¿Sabes por qué?

Hubo un momento en el que Emily se quedó entumecida por las palabras de Leo, pero estaba madurando y por lo mismo sabía que nada era igual. Ahora cada uno tenía responsabilidades por su lado y si se habían reencontrado únicamente era por una razón y era unir fuerzas.

—Vas a tener un hijo, comienza a hacerte responsable de tus acciones —dijo, y haciéndolo a un lado salió del baño.

Leo intentaba contenerse, pero no podía. Las palabras de Emily le dolían y por más que intentaba pensar en que todo había terminado no podía y menos teniéndola tan cerca.

—Acabo de ver lo que pasó ¿Te hizo algo ese hombre? —preguntó Rosa.

—No Rosa, todo está bien —respondió.

Estaba pálida.

—Ven, no quiero que Eleazar te vea con esa cara —dijo y la llevó a la cocina.

—Sabes que amo a Eleazar ¿Cierto? —preguntaba Emily, mientras Rosa le preparaba un té.

—Lo sé, no hace falta que me lo digas. Lo que no comprendo es porque te pones así por el otro —comentó.

Emily seguía pálida.

—Porque no tienes idea de cuánto tiempo esperé que Leo volviera, lo que viví con él fue hermoso Rosa, llegó a mi vida como un huracán y cambió absolutamente todo. Lo esperé tanto, tanto, pero nunca regresó y en cambio se quedó con ella. Y ahora viene, y me dice que me ama y yo...

—¿Lo sigues amando?

—No, el amor se construye y él simplemente me decepcionó.

—Entonces no comprendo.

—Que Eleazar llegó de la misma manera, como un huracán y lo que Leo había cambiado él lo puso de cabeza. Y al tener a Leo frente a mí y es un no sé, solamente que me duele y no sé por qué, porque me enamoré de Eleazar sin darme cuenta, pero... no sé ni qué siento Rosa, solamente que estoy enojada, furiosa y un sinfín de sentimientos más, que no sé ni por qué siento.

—Porque quizás aún lo sigues amando —dijo Eleazar mientras entraba a la cocina.

Acababa de escuchar todo lo que Emily había dicho.

Para Emily fue como si algo había explotado, que Eleazar escuchara era lo último que hubiera deseado. Pero ni siquiera le dio tiempo de responder, porque unos balazos se comenzaron a escuchar.

Los hombres de Gavilán estaban atacando la hacienda. Primero habían atacado la casa de Lizardo a quien le dio tiempo de llegar hasta la hacienda de su hermano con algunos hombres con los que había escapado, logró llegar hasta el corredor de la casa y poner sobre aviso a su hermano.

—Ve al calabozo —pidió Eleazar, mientras corría al despacho para sacar municiones.

—¡Patrón, vienen casi quince camionetas! —gritó Lagarto.

—No te voy a dejar —suplicó Emily.

—Necesito que lleves a Rosa y a las demás mujeres a salvo —volvió a decir Eleazar— Necesito que corras Emily.

Eleazar sabía que no podían ir con ellas, porque de hacerlo las pondría en peligro. Necesitaba ganar tiempo y quedarse para poder hacerle frente a los hombres de Gavilán.

—Lagarto, necesito que te la lleves —pidió al ver la terquedad de su esposa.

—¡Eleazar! —gritó en lo que Lagarto la halaba.

—Cuida a Rosa y a las demás —volvió a decir y luego de darle un beso la ayudó a llegar hasta el calabozo.

En el tiempo que había llevado a los Burgo a ver el arsenal ya les había explicado sobre el calabozo; el pasillo que los llevaba a un lugar seguro. Por lo que Barbara y Lara estaban allí cuando Lagarto llegó con Emily.

Eladio le había pedido a Tony de que sacara a su mujer de allí, sabía que no podía irse y dejar solo a Eleazar y más cuando recién se estaban ordenando para hacerle frente a Gavilán. Por lo que Tony y Lagarto fueron los únicos hombres que se fueron con las mujeres.

El sonido de los disparos cada vez era más fuerte, era una completa balacera.

—¡Corra señora! —pedía Lagarto.

Su preocupación principal era Emily al ser la esposa de su patrón. Y la de ella Rosa.

—¡Son demasiado! —gritaba Lizardo, desde la parte de arriba—. Necesitamos salir de aquí —indicó.

Layo y Leo por ser policías tenían una estrategia más preparada por lo que se movían con más facilidad entre los balazos, hasta que lograron llegar a donde Lizardo y Eleazar estaban.

—Somos muy pocos, esa gente viene bien armada. Solamente nos queda huir o esperar a que nos maten —advirtió Layo, mientras Leo continuaba disparando.

El sonido de la balacera era el único ruido claro que se podía escuchar.

Era un momento de mucha adrenalina. Tenían poco tiempo y pocas opciones para escapar. Debían impedir que notaran el calabozo ya que eso los llevaría directo a donde estaban las mujeres.

Justo tres balas hirieron a Eladio quién cayó al suelo; no había tiempo para detenerse a revisar la gravedad de las heridas.

—¡Salgan de aquí! —gritó Eleazar.

Leo no tenía otra opción, por lo que como pudo ayudó a su hermano, y salieron por el calabozo.

—Solamente quedamos nosotros dos, y no sé cuántos hombres más —comentó Lizardo, quien ya llevaba una herida en el hombro, pero no le impedía disparar.

—¡Patrón! —gritó uno de los hombres de Lizardo a tiempo.

Tenían un auto en la parte de atrás, al cuál subieron en medio de las balas.

Era una escena de horror, la hermosa hacienda se convertía en un cementerio de sufrimiento y violencia.

Lograron conducir hasta el borde, en dónde más hombres los estaban esperando junto con Maya.

—Patrón, usted nos da la orden —dijo ella.

Había sido la única en lograr salir antes de que los hombres llegaran, por lo que logró llevar a unos cuantos más.

—¡Maten a esos desgraciados! —gritó con enfado.

Era la primera vez que el Eleazar furioso, salía por completo.

—Salgamos de aquí —dijo Lizardo.

Sabía que eran muy pocos por lo que desestimó la orden de su hermano. 

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también me gustaría saber qué te está pareciendo, y cuáles son tus predicciones. ¡¿Qué pasará ahora?! 

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