A veces... simplemente pasaba. La inspiración venía sin ser llamada. Y entonces... entonces su cabeza se colapsaba.
Por una parte un remolino de notas e ideas musicales se arremolinaban en ella, intentando entrar todas a la vez en su mente y ordenarse según la Diosa —la música— mandara.
Por otra parte las letras acudían, formaban palabras y estas, a su vez, se disponían en versos.
En momentos como ese, Alfred tenía que sacar en forma de canción todo lo que por su mente pasaba.
Sus manos necesitaban moverse rápido sobre las teclas de un piano, o sobre las cuerdas de una guitarra.
Su cabeza necesitaba liberar todo aquello y plasmarlo en el mundo real antes de que empezara a olvidársele.
Por ello y agradeciendo ser el que dormía en la parte de fuera de la cama, se levantó; dejó una caricia rápida en la frente de Amaia y salió de aquella habitación.
Escapar del ambiente denso y condensado en el que estaba había sido como quitarse un peso de encima.
Alfred espera que nadie de producción le esté echando un mal de ojo ahora mismo, a las cuatro y diez de la madrugada, al verle sentarse al piano y empezar a componer.
Le da al botón rojo de la grabadora de su móvil.
Cierra los ojos.
Sus dedos, visiblemente separados y viciados por culpa del trombón, acarician las teclas del piano.
Se pone a tararear y se siente liberado.
Obliga a su mente a dejar de emplear parte de sus fuerzas en intentar retener la melodía, y la deja ir. Sabe que no la va a olvidar, es consciente de ello, así que empieza con la letra.
Alfred abre su cuaderno marrón. Las letras "Taller de músics" quedan contra la tapa negra del piano y se pone a escribir. Su letra es grande, fea e irregular. Pero es su letra.
Tachones aquí. Tachones allá. Termina de escribirla mucho antes de lo que él creía. O eso piensa él.
Está a punto de amanecer.
Alfred cierra la libreta, sale de la sala del piano y se dirige a la terraza. No ha dormido nada de nada y sin embargo una exaltación característica en él sabe que no lo va a dejar dormir. Sentado en el sofá de la terraza, cubierto por una manta, espera al sol.
Los ensayos del día anterior en plató lo han dejado exhausto, más aún con todas las emociones que cantar "Vete de mí" conlleva. A pesar de ello, al llegar de los últimos a la academia no ha conseguido dormirse.
Alfred sabe que el insomnio en las madrugadas de un lunes es algo peligroso. Alfred tiene miedo. El jurado de Operación Triunfo lo propuso para abandonar la academia la semana pasada. "Actuación imprecisa", dijeron. Si "Rock with you" les pareció imprecisa... Alfred no sabe cómo van a tomarse "Vete de mí".
Alfred tenía que buscar esa alma pura, esa persona llena de luz y pedirle que se alejara. Que se fuera. Que lo dejara solo. No por él, sino por ella. Para que no viera los lados más oscuros de si mismo. Porque él, con sus ansiedades y sus cosas... no se merece a alguien tan lleno de luz.
El sol no se hace de rogar demasiado y el cielo empieza a clarecer.
Por otro lado está lo otro. La otra parte de la interpretación, aquella persona de quien se despide porque ya no está.
Ya no está.
Alfred nota cómo si alguien lo hubiera cubierto de mantas, como si alguien pusiera una mano en su pecho y lo empujara hacia abajo.
"Mierda"
Alfred suspira, se levanta y busca agua. Pero no es suficiente. No lo es. Intenta normalizar su respiración, no puede. La sensación de ahogo comienza a aparecer...Ansiedad.
Así que abre su armario y rebusca entre su neceser hasta que consigue lo que está buscando. Introduce la pastilla en su boca, la traga y apoya su cabeza contra la puerta del armario.
La noción del tiempo se difumina...
—Alfred, ¿qué te pasa?
Amaia.
La voz de la chica suena a sus espaldas y seguidamente Alfred nota su mano acariciando su nuca.
— ¿Estás bien?
Alfred niega con la cabeza, no. No está bien. Ella tira de él. Frente a frente se miran. Alfred se pierde en sus ojos, respirando poco a poco.
Amaia vuelve a tirar de su mano y cuando Alfred abre los ojos de nuevo, están en la cabina. El chico sabe que no pueden estar allí, pero en verdad... le da igual lo que ahora mismo sea políticamente correcto hacer o lo que no.
Amaia pasa sus dedos entre el pelo de Alfred. Despeinándolo completamente. El chico tiene los ojos cerrados y su cabeza está apoyada sobre su barriga, piel con piel.
Allí, en la intimidad que la cabina les da mientras las cámaras estén apagadas, Amaia se ha levantado la camiseta del pijama y ha desabrochado la bata de dormir. Su tripa está al aire y los labios de Alfred están sobre ella.
Alfred tiene ansiedad y Amaia lo sabe. Se acaricia la tripa de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. La respiración pausada de Alfred le hace cosquillitas pero es una sensación agradable.
—Tú... —la cabeza de Alfred de alza y la mira — Niña del sol de tarde... de las canciones viejas... De la Tierra hasta Marte.
Alfred no canta. Su voz es más grave de lo normal, quizás debido a la medicación, quizás debido a la importancia que quiere darle a sus palabras. Es como... como un poema, un clamo a la vida, una petición al cielo... pero sobre todo a ella.
—La noche de las estrellas... la del corazón robado. La del fuego que no quema, que me roba, que me tienta.
Amaia le sonríe, recordando. City of Stars... magia. Pero también la noche del bar de jazz, donde el fuego los tentó, donde ardieron sin quemarse... donde, sin saberlo, empezó todo. Deja un beso en la punta de la nariz y Alfred sonríe unos segundos. Antes de parpadear. Cuando vuelve a abrir los ojos, está serio. Dejando entrever que empieza a abrirse, a contarle todo aquello que le preocupa...
— Y dime... cómo crees que acaba el cuento... —Amaia inspira y retiene el aire... —Quédate conmigo... hasta que se caiga el cielo.
La voz de Alfred es un susurro. Miedo. Es una súplica. De que no se vaya, de que no le deje. De que no tenga que cantarle vete de mí...
—Tú, que miras por la ventana con los ojos llenos de nostalgia. La oscura habitación...
Amaia acaricia su cara con el pulgar, dejando un beso sobre sus labios.
—Y veo el bosque en tu cuerpo... Donde naces flor de lirio...
Alfred le sonríe y deja un beso en su barriguita. Amaia no puede evitar emocionarse... Ha entendido la metáfora a la perfección. Flor de lirio... pureza y bondad. Y es que al final... ¿qué hay más puro y bueno que un bebé?
Un bebé. Su pequeña clave de fa... tan él... tan ella. Nacida de la música y del amor. Amor y música. Música y amor. Flor de lirio...
Las lágrimas caen por las mejillas de Amaia, el efecto de las hormonas pero sobretodo el efecto Alfred.
—Tú... que cantas por El Kanka, Marisol y Pérez Cruz. Pero al final solo eres tú, y tu luz, y tu luz... Quédate conmigo... cuando ya no queden días ni para estar contento, oh oh. Cómo acaba el cuento...
Amaia niega con la cabeza, se limpia las lágrimas con el dorso de la mano... No. No. El cuento no se acaba...
—Tú. Niña del sol de tarde...De las canciones viejas, De la Tierra hasta (a)Marte...
Alfred termina. Besa la barriga de Amaia y después sus labios, salados. No es un beso pasional. No es un beso casto. Es un beso dulce, un beso húmedo, un beso de seguridad, una petición sin palabras. Un ruego...
—Quédate conmigo... porfavor...
—De la Tierra hasta Marte, Alfred. T'estimo. Yo y nuestra pequeña cosita de aquí... Las dos... T'estimm... Ya sabes.
Alfred sonríe sobre sus labios, antes de dejar un beso corto en ellos.
—T'estimem.
—Eso. T'estimem. Mucho, de la Tierra hasta Marte.
Alfred pone morritos de bebé.
—Alaaa... ¿tanto?
—Más.
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Madre mía. Madre mía. Ya tenemos el single aquí. He de deciros que lloré muchísimo. Me emocioné casi tanto como cuando me admitieron en la universidad y de verdad... menudo videoclip... es que es un orgullo entrar a las RRSS y no ver ni una sola crítica negativa...
El niño se lo merece todo taaaanto. Es que no me cabe el orgullo en el pecho, de verdad.
Bueno, después de daros el rollazo de la vida... deciros que muchísimas gracias por leerme cada capítulo. Sois un gran apoyo. Espero que os haya gustado.
Un cariñazo, Emma.
Por cierto, podeis dejarme en los comentarios qué creeis que será la pequeña clave de fa que crece dentro de Amaia... Y también podeis ir dejándome ideas de nombres.
Sobre la pequeña clave de fa... solo deciros que tendremos información sobre ella... PRONTO.
jejeje, ahora si. Un beso,
Emma