Todo por ella

By LauraKatalinaCS

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Todos pensaban que Rizevim Liván lucifer tan sólo era un egocéntrico en búsqueda de poder, pero nadie sabía p... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11

Capítulo 2

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By LauraKatalinaCS

Capítulo 2

Llamas. Cenizas. Todo desorganizado.

Al llegar de vuelta a lo que llamaban casa pudieron dar cuenta de aquello de lo que sentía Euclid anteriormente, todo estaba inmerso en unas llamas púrpuras cómo si un dragón hubiese estado allí, el primer pensamiento del peliplata fue a la búsqueda de la pequeña sin prestarle demasiada atención al desastre, temía que le hubiese ocurrido algo.

Caminó alrededor de las habitaciones con un hambre febril de tener entre la seguridad de sus brazos a su hermana menor, darle un poco de amor y olvidar lo que había sucedido algunas horas atrás, pero no la encontraba.

La búsqueda se alargó hasta altas horas, no había ningún rastro de la pequeña Catharina y eso les preocupaba más allá de todo lo que había perdido por el incendio, de nada servirá tener todo en orden si una de sus razones para hacerlo no estaba.

Al acercarse hasta el hueco que se había formado en la pared pudo encontrar un cuerpo negro como la noche, un par de alas blancas que contrastan con la oscuridad y a lo que parecía ser su hermana menor. Suspirando, la tomó entre sus brazos y la llevó lejos de aquel desastre, Euclid afanoso traía algunos medicamentos para las quemaduras y para poder limpiarla, estaba llena de ceniza.

Al quitarle toda la suciedad pudieron notar unas terroríficas marcas alrededor de su cuello, las mejillas y los brazos, como si las espinas de una rosa la hubiesen quemado hasta el cansancio… Rizevim volvió a arrepentirse por haberla dejado sola.

—Soy un idiota, la dejé sola y tu muy bien me dijiste que ya era hora de regresar.-Susurrando le acariciaba el cabello mientras hablaba con su amigo- Ahora no sé que debo hacer, ella necesita de su familia y estoy ejerciendo el peor papel de hermano mayor que existiese en el inframundo.

—No puedes condenarte por algo que sucedió fuera de tu control, el mundo viene en instantes que no pensamos, los impulsos nos dominan.

Dejaron que la niña durmiera y se recuperara de lo que había sucedido,  en el transcurso de ello investigaron lo que había sucedido. Una gran capa de magia llenaba el ambiente y con ello Euclid pudo ver lo que sucedió. La niña usó sus poderes hasta el desespero algunos momentos después de haberse retirado del lugar, parecía presa de sus emociones. Volteó a mirar a Rizevim que parecía alejado de la realidad, las últimas palabras que le había dedicado a su hermana habían sido terribles, incluso para él. Había insultado el honor de su familia.

No queriendo molestar a su amigo, Euclid siguió en su búsqueda sobre los poderes de la niña, le parecían parte de una contradicción. Mitad ángel y mitad demonio, sus poderes estaban fuera de este mundo en el que se detestaban desde hacía mucho tiempo, pero no podía decir nada. En realidad esa niña debería tener muchísimos más años…

La tomó entre sus brazos del suelo donde la habían dejado antes, con sus poderes comenzó a escanear su cuerpo en búsqueda de algo más, quería saber mucho más sobre ella…

—Basta. Lucifuge, basta.

Solo una orden bastó para que Euclid se apartara con rapidez, pero prometiendose en saber mucho más de esa niña,  ella podría ser su experimento  personal,al igual que el reemplazo de su hermana mayor, solo que en este caso sería al revés. Sería moldeada por un Lucifer de la manera correcta y jamás los traicionaría.

Los días pasaron y la niña despertó, apenas si hablaba y miraba a su hermano, quien estaba distante.

No podía permitir perderla. Por ello se mantenía al margen, para no causarle dolor, pero estaba creando más dolor del que un niña debería soportar.

A la semana, volvieron a instalarse ahora en el Inframundo y a escondidas. Habían reconstruido la vieja mansión de los Lucifer, claro está que con algunas mejoras, como lo era el poder se indetectable. Ya allí cada uno se dedicaba a sus tareas diarias. Rizevim volvía a casa de su único hijo y torturaba al niño que tenía —una aberración, había dicho—. Euclid se quedaba investigando sobre lo que pasaba en el Inframundo y la guerra de hace millones de años y Catharina se quedaba en su habitación sola y en la oscuridad mientras más se aburría y llenaba de dolor.

Era de día, Catharina bajó a la cocina a hacer su desayuno con algo de ayuda de Euclid, que afanoso (o eso creía) le seguía y trataba de que no se quedara sola, pero fracasaba en el intento. Se sentó a la mesa y le vio desaparecer, suspirando terminó de comerse sus huevos y el chocolate, más adelante fue por una bolsa de sangre y la bebió completa. Algo que solo Rizevim conocía era que había heredado la mayoría de cosas de su madre, tales cómo su extraña forma de alimentación. Algo que no parecía importarle.

Al acabar, se sintió más sola que nunca. Sin Euclid cerca o su hermano era imposible sentirse feliz, solo la soledad le llenaba y las ganas de quemar todo como aquella vez o hacer que su hermano le pusiera atención, pero sabía que así tampoco lo iba a lograr. Se levantó y buscó su abrigo, iría a explorar el Inframundo.

Se colocó sus zapatos negros, su abrigo de color Borgoña y se arregló el vestido lleno de volante. Al comprobar que todo estaba en orden, usó sus poderes para hacer la figura de un gato que apareció a su lado, maullante y lleno de vida. Con un batir de sus alas, tomó al mínimo y salió de la mansión por una de las ventanas que se quedaba abierta.

Ya lejos del envoltorio de la casa se dejó caer sobre un camino lleno de piedras bonitas, ella no sabía muy bien donde estaba, pero le gustó lo que veía. Animalitos, árboles y un cielo algo oscuro como púrpura o eso creía haber leído. Se adentró con el gato a su lado hasta llegar cerca a un castillo.

Ese Castillo estaba en las notas de su hermano, era el castillo que alguna vez habían creado sus padres. Con fuerza comenzó a correr hacia sus puertas, quién sabe si allí podría encontrar algo sobre ellos, quería conocerlos, no solo por una simple pintura sino por algo cómo lo que ella hacía para traer figuras a su lado.  

Al llegar a las pesadas puertas notó que detrás suyo estaba un grupo de soldados que no hacían sino mirarla con confusión, no recordaban ver a aquella niña. Ella solo hizo una reverencia que les dejó encantados y la dejaron pasar, era algo extraño la manera en que todos le hacían caso.

Ya dentro de la gran edificación, se quedó observando a las paredes. Allí se mostraban los retratos de otros personas que evidentemente no eran sus padres, un hombre de cabellos rojos carmesí y una mujer joven con cabello como el de su hermano, eso le mando un subidón de curiosidad por su pequeño cuerpo, así que sin pensarlo mucho siguió corriendo ahora buscando a la mujer, mientras trataba de hacer el mayor silencio posible.

Ya lejos de la entrada y luego de haber recorrido muchos pasillos, se encontró fuera de una puerta corrediza, adentro se escuchaban varias voces y en especial risas, le pareció extraño. Era un sonido nuevo para ella, de cierta forma. Un hombre abrió la puerta.

—Pequeña, ¿Tienes frío? Pasa —El hombre pelirrojo le tomó de la mano y la llevó dentro de su despacho, allí estaba la mujer del cabello plateado, una chica con un traje muy corto y ojos fucsia y un hombre de cabellos verdes encendidos, quienes al notar que su compañero había regresado, le dedicaron una mirada larga a su compañero llena de curiosidad y algo de reproche combinado con preocupación.

—¿Donde encontraste a esta niña, Sirzech? Es algo extraña. —de inmediato Ajuka (el hombre de cabellos verdes) preguntó con curiosidad, la chica se acercó a la niña y la agarró por los brazos y la levantó hacia sus brazos, la niña no pudo decir nada ante semejante acto tan desaforado.— Le encantó a Serafall y ella solo cuida de Sona.

La niña sin poder decir nada, fue aplastada por los senos turgentes de Serafall, ella se sentía asfixiada, pero a la vez feliz de cierta forma. Le abrazó como pudo con sus débiles manos y brazos, Serafall le sonrió cálida y se acercaron a la otra mujer.

—Grayfia, mira a esta bella princesa yo quiero que sea mi hermanita —Sin pensarlo la abrazó más fuerte, hasta que todos escucharon un pequeño grito por parte de la niña, estaba sofocada. Serafall la sentó al lado de Grayfia y le pasó una bandeja que ella ignoró con miedo.

—Puedes comer lo que quieras, pequeña. —Asintiendo de nuevo, tomó un pedazo de la torta de chocolate y frutos silvestres que todos estaban compartiendo, los demás se animaron al verla más relajada.

En algunos minutos le pasaron semejantes manjares que una niña no podría imaginar, chocolate, dulces, frutas, algo de sangre y de lo que estaba trabajando Ajuka para la alimentación de los niños del Inframundo. Ella reía sin cesar, por un rato olvidaba que en casa habían dos personas que la cuidaban (si podía decirse así) y de que siempre andaba sola.

—He inventado este juguete, puede ser entrenamiento para un niño con los familiares, me gustaría probarlo —Mirando a la pequeña que observaba el juguete con atención, esperaba que le dijera si quería—. No sé si nuestra invitada quiere jugar con el.

—¡Si! —Se corrigió de inmediato—. Es decir, si usted me deja, no quiero molestar.

Ajuka asintió y le pasó el juguete que ahora daba vueltas alrededor de la niña, ella se levantó y el juguete la siguió, entre risas comenzó a correr por la estancia aunque en algunos momentos se caía, al final el robo quedó en medio de sus piernas y procedió a hablar.

—Mi nueva ama, ¿Cuál es tu nombre? —Ella ladeó la cabeza con curiosidad, no sabía qué decirle o más bien sí sería bueno decirlo, su hermano decía que por su nombre nadie quería estar con ella, le tendrían miedo.

Un momento largo pasó, todos la observaban y ella solo cerraba los ojos mientras pensaba si era bueno o era malo. Al final se confió, si eran sus amigos, no le harían nada.

—Catharina Lucibelle Lucifer.

Con ello la habitación quedó en silencio.

Ella solo se quedó observando al robot que la llamaba sin cesar, había aprendido su nombre. Los demás solo rumiaban alrededor de los hechos que ese nombre les dejaba, una hija del anterior rey demonio y creador del Inframundo ¿Cómo podría ser eso posible? Era imposible, esa niña apenas tenía tres años.

—Nena, tus padres ¿Cómo se llaman? —Grayfia tomó la palabra, un leve deje de nerviosismo se colaba por su voz y la niña comenzó a llorar.

—Están muertos, se llamaban Lilith y Lucifer, quiero saber más de ellos —Se sintieron mal por haber provocado ello y por sus pensamientos malsanos, sin pensarlo Sirzech se le acercó a la pequeña y la levantó y abrazó dándole besos en la cabeza junto a caricias en sus rizos desperdigados por su rostro, no le gustaba que ninguna niña llorara, no quería que nadie sufriera, era un reflejo de su hermanita y solo con verla tomaba las riendas para dejar que fuera feliz, su hermana era su todo y si esa niña podía ser una representación de su hermana, haría lo que fuera para que jamás llorara  y menos tuviese que pasar por una guerra.

—Pequeña, no llores, juro por mi amor al Inframundo y a la paz que jamás sufrirás, estarás a nuestro lado, todos somos tus amigos… —Con ello todos la abrazaron, se quedarían con ella el tiempo necesario, no conocían bien la historia, pero la niña merecía todo.

En la mansión Lucifer todo era un caos. Rizevim histérico rompía cada muro que encontrase con sus poderes y su magia, la razón: la niña no estaba.

No comprendía cómo Euclid se había ido dejándola sola, ahora estaba desaparecida y era imposible rastrearla, solo notaba que tenía su abrigo de siempre  y la ropa que le había visto aquella mañana. Por un lado estaba preocupado, por el otro solo quería agarrarla a golpes para que entendiera que no debía salir sola y que sólo debía estar a su lado, pero sabía que de cierta forma era su culpa.

Saliendo por la puerta de entrada sintió su efluvio y se dedicó a seguirlo con un hechizo que le cubría el rostro. El rastro le llevó por todo el inframundo, desde montañas, agujeros hasta el mar donde temió lo peor.

Pero no fue así.

El efluvio al final lo llevó al lugar que más detestaba: el castillo del falso rey demonio. Detestaba con fuerzas a ese demonio que había usurpado el lugar de su padre al matarlo y ahora planeaba robarle a su hermana. Con un chasquido invocó a semejantes bestias de fuego y plantas infernales, que siguiendo sus órdenes fueron tras los demonios, perfecto.

Mientras Rizevim soltaba a las bestias, todos se turnaban para darle mimos a cath, cómo la habían apodado. Era el momento perfecto para todos, hasta que misteriosas criaturas de fuego aparecieron, robando la felicidad de momento. Todos se lanzaron a proteger a la niña.

El cuarteto se lanzó con todo su poder a destrozar a cada uno de los monstruos, sin percatarse de que una figura aparecía en la estancia y se llevaba a la niña aterrorizada.

Al acabar de luchar contra los extraños Seres, comenzaron a buscar a la niña preocupados, nada. Absolutamente nada.

Dolor.

Promesas rotas.

Devuelta en la mansión Lucifer, Rizevim se sentaba en el diván mas cercano a la puerta, ponía a la niña con brusquedad sobre sus piernas boca abajo y le subía la falda del vestido antes de aparecer un cinturón en su mano. La miró con desprecio.

—He dicho demasiadas veces, que debes hacer caso, Catharina —Comenzó a golpearle con rapidez y fuerza, sin importar un poco el llanto de la niña que se alzaba con miedo—. Apartir de este momento, no volverás a salir de la casa.

Dejandola llorando de dolor en el suelo, esperó lo que Euclid haría. Sin pensarlo mucho, la atrapó en una burbuja de magia extraña muy poderosa. Allí ella lloraba con más fuerza por lo que le habían hecho. Sólo diciendo que era una niña mala, la encerraron en el desván, sería un buen castigo.

Catharina no entendía porque le hacían eso, sólo había querido salir y conoció a sus amigos, ahora su hermano no la quería ni Euclid, era una niña mala...

Buenos días! Xd
He aquí el siguiente capítulo y ya tenemos el nombre de la pequeña! Quizá si alguien averigua el significado del segundo nombre, pueda hacer algo que el lector quiera en los siguientes...
Y tenemos al maniaco de Rizevim, a que no se lo esperaban...

Gracias por el apoyo, estaba a poco de eliminar la novela al notar que había muy poca interacción, pero era yo la que me equivocaba..
Así que gracias y espero sus opiniones.
Me despido,iré a dormir y seguir con el arco de la historia.
Besitos.

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