sur des rêves et des bisous

Von J0HNYU

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Sobre sueños y besos. Jaehyun tiene un sueño inalcanzable y mucha mala suerte, además de vivir estancado en e... Mehr

le monde ne finit pas ici
quel est, ton rêve?
la première nuit
faible, trop fragile
agréable
connaître-moi, john
c'est juste toi et moi ce soir
tu ne m'aimes pas
sincérité
je suis amoureux de toi
vieux débuts
insuffisant
prenez soin de moi
alors, c'était ton rêve?

pluie, mon cœur

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Von J0HNYU

lluvia, mi corazón.

   Sintiéndose horriblemente cohibido, Jaehyun despierta y esconde su rostro entre la almohada y el sofá.

"Tonto, tonto, tonto," se repite hasta que, sorprendentemente, siente el peso de una persona —que no puede ser otra que Youngho— colarse en la parte del sofá a la que no llegan sus pies. Se siente cobarde por fingir que está dormido y porque teme escuchar a Youngho decir que está incómodo con su homosexualidad. De todos modos, ¿qué necesidad había de mencionarla?¿De verdad quería alejarlo a cualquier precio, o esa era solo una vana excusa ante su claro agrado hacia Youngho? Porque no quiere herir a nadie y no quiere que nadie lo estime.

—Sé que estás despierto. ¿Podemos hablar?

"No, eso es justo lo que menos quiero," piensa Jaehyun y por el contrario, se da la vuelta aún acostado para al menos mirar a Youngho.

La escena lo excita de alguna forma al estar tumbado en el sofá con Youngho sentado a sus pies; cuando sus ojos se encuentran no puede evitar correr la mirada hacia un lado y levantarse a la velocidad de la luz, con una quemazón en las mejillas y las orejas inmensa. El de cabellos negros es un hombre grande, alto, tonificado, y Jaehyun no es indiferente a su belleza.

Lo que menos desea es verse afectado por esta o simplemente por la figura que Youngho representa, pero es inminente y está siempre tan presente que ya no puede hacer la vista gorda.

—Sí. ¿Pasa algo? —Jaehyun responde con otra pregunta y se siente tonto porque ya sabe lo que pasa. Solo que no quiere oírlo.

—Ayer, um... tú mencionaste algo sobre ser gay —ambos toman aire y eluden la mirada del otro, apenados—, y quería decirte que lo seas o no, por mí no hay ningún tipo de problema. No tendría por qué haberlo, son solo... preferencias. No te definen, así que a mí no me importa.

Youngho ya no sabe qué decir y Jaehyun mucho menos. Aunque no esté sonriendo o echándose a los brazos del contrario para agradecerle su comprensión, se siente extremadamente feliz por el mero hecho de sentir que alguien no lo juzga por primera vez en mucho tiempo.

—Gracias. Y-yo estaba muy preocupado por lo que pudieras pensar. Pero gracias—. No encuentra más palabras para expresarle su gratitud y decide dejarlo ahí.

Youngho sonríe y se acerca más a Jaehyun ahora que ha encogido sus piernas. Palmea su hombro con suavidad y quiere decir muchas cosas, quiere hacerlo sentir comprendido pero sabe que no debe hablar más de lo necesario.

—No tienes nada que agradecerme. Simplemente quería dejarte claro que no voy a juzgarte por tu orientación sexual, por si creías que así era.

Ansía decirle que la noche anterior, cuando se dirigió al sofá, el miedo brotaba de sus ojos y que no había tenido más remedio que darle la explicación que le ha dado porque, aunque no sepa mucho, puede deducir que alguien ya lo ha hecho tener ese miedo al rechazo antes. Y se pregunta, ¿quién? ¿Cómo podría alguien despreciar a Jaehyun simplemente por el hecho de gustar de alguien de su mismo sexo, siendo éste una persona vulnerable y maravillosa a la vez?

El imaginar el rostro lagrimoso de Jaehyun rogando por un poco de misericordia le colma los nervios, siente la furia recorrerle hasta la última gota de sangre de todas sus arterias, venas y capilares. Le gustaría poder destrozar a quien le causó tal inseguridad.

—Tengo que ir al trabajo, llegaré tarde. He preparado el desayuno —Youngho menciona algo que ya se ha vuelto obvio y una costumbre—, así que cuando te levantes come lo que te apetezca.

—De acuerdo—. Y a Jaehyun se le hace agua la boca porque tiene mucha hambre, su estómago pide alimento y espera a que Youngho le sonría cálido y salga de la casa para devorar todo lo que encuentra a su paso.

Jaehyun piensa que ese hombre es endemoniadamente bueno con él y la duda lo invade. Las ilusiones también.

Maldito sea su ingenuo e iluso corazón, su alma descosida y su débil mente. ¡Maldito sea él! Le gusta la atención que recibe, tanto que se le está haciendo costumbre, tanto que le gusta pasar tiempo con Youngho haciendo cosas sin importancia y tanto que, aunque el pelinegro solo intentase ser amable por los días que convivieran juntos, estaba abriéndole un pelín su corazón. Pero solo un poco, un poco.

Y tal vez decir eso es ir rápido. Porque uno no abre su coraza a cualquiera y cualquiera no se cuela en la mente de uno, pero Youngho es especial. Sí, para Jaehyun lo es ya que hace tiempo que nadie le demuestra tal grado de cariño (si es que era cariño y no solo algo de aprecio) y lo hace sentir valioso.

   Han pasado tan solo unas semanas. ¿Está bien si quiera sentirse así?

   No lo sabe (o tal vez sí y prefiere decir que no porque teme ante la idea de sufrir de nuevo).

   Tras haber comido, Jaehyun decide escribir un poco sobre cómo se siente. El nombre de una persona resurge en su pensamiento y un sentimiento de deber, obligación, lo hace dedicarle una vez más una canción triste que nunca sería escuchada por la persona a la que estaba dirigida. Al final, aunque intente centrarse en lo que a él mismo le ocurre, liberarse de lo que siente en el momento, siempre acaba volviendo a Doyoung.

   Y eso apesta. Porque cuando se acuerda de todo lo que pasó no le queda otro remedio que llorar por lo que ya no tiene. Las lágrimas vienen solas, el dolor es constante, el daño ya está hecho y Doyoung, muerto.

   Pero piensa en Youngho y cree que puede ser el pequeño rayito de sol que necesita en su vida. Que tal vez quiera conservarlo a su lado, forjar una amistad que lo salve cuando esté tocando fondo. Han pasado semanas, se repite, solo semanas, pero Youngho ha hecho mucho más por ello que muchas de las personas que conoce.

   Si tuvo su hombro para llorar nada más conocerlo, ¿podrían seguir así? ¿Podría Youngho quedarse? ¿Querría? Medita en ello y concluye con que no debería volverse tan dependiente de alguien en tan poco tiempo. Tal parece que tiene una lucha interna, donde una parte le dice que no hay nada de malo en dejar entrar a alguien en su vida, que le vendrá bien, mientras otra le aconseja que no lo haga porque cuando descubra su historia le tendrá lástima, se compadecerá de él, y es muy orgulloso como para dejar que alguien le tenga pena.

   Ya le basta con la que él mismo se tiene.

   Arroja la libreta a un lado y seguidamente el bolígrafo. Limpia las pocas lágrimas que apenas logran rozar sus mejillas y respira; a él no le gusta seguir llorando por algo que se supone que debería estar superado porque cierta persona no merece ni cruzarse por su mente, no le gusta pero lo hace.

   Toma otra decisión. Va a salir a tocar porque hace unos días que no ha tenido ocasión, así que coloca su máscara para que nadie lo reconozca y toma su guitarra por las asas de la funda que la envuelve. Camina sin siquiera levantar la cabeza, sus pies ya saben hacia dónde se dirigen y se mueven por sí solos.

   Cuando pisa un charco, se da cuenta de que ha estado lloviendo. Lo cual lo motiva más a lloriquear debido a que odia los días lluviosos, los odia como nadie tiene idea, los odia porque la lluvia cae directa en su corazón y lo inunda de recuerdos. Y aún así, con dicho órgano haciéndose cada vez más pesado, aguanta las lágrimas como puede.

   Se sienta donde siempre suele hacerlo y saca la guitarra. Hay gente que reconoce, como, por ejemplo, la señora de la tienda de enfrente (la cual le ha traído más de una vez un chocolate caliente y la cual le sonríe ahora), dos estudiantes que suelen pasar por ahí los jueves y que muchas veces le han dado una necesitada propina, una joven que espera a que su padre la recoja de lo que supone que son clases de música por las partituras que lleva en la mano, y etcétera.

   Tiene una ligera vista a La rose d'or y, aunque sabe que el turno de Youngho está a punto de acabarse, necesita cantar. Tal vez no le importará que el chico lo observe y lo reconozca, quizás quiere que se interese en él o que le diga que no se esperaba que hiciera tal tipo de cosas como cantar en público y sin ningún tipo de vergüenza.

   —I never thought some silly songs could ever go and hurt someone. I never meant to sing my tune for anybody else out there but you —Jaehyun comienza y nota miradas clavándose en él, siente la atención de la gente posarse en cómo se mueven sus dedos y en lo bonita que suena su voz (porque sabe que es bonita) y de alguna manera eso lo reconforta—. Honey, I cried too. You better believe it. Honey, my heart still beats for you, even though you don't feel it. Beating.

   Cuando termina (después de algo más de una hora) suspira y apoya la cabeza en la curvatura del cuerpo de la guitarra. Quedan menos de catorce días para que marzo acabe y vuelva a estar solo, forzándose a estudiar alguna carrera que no lo hiciera lucir miserable a los ojos de sus padres. Y, para colmo, como si el destino lo odiase... llueve de nuevo, los charcos casi secos comienzan a inundarse una vez más, la gente descuidada que no ha traído paraguas sabiendo que están en época de lluvias corre para cubrirse bajo algún techo, pasan amigos caminando tranquilamente bajo un mismo paraguas que los resguarda de la tormenta que se ha desatado y Jaehyun se da cuenta de que él se halla más desprotegido que nunca.

Así, en tal estado de vulnerabilidad, Jaehyun considera dirigirse hacia el lugar de trabajo de Youngho y ponerle una vaga excusa como "solo pasaba por aquí," regresar a casa juntos bajo un paraguas o empapándose hasta la ropa interior y ganándose un buen resfriado, tal como la gente a la que había visto y había envidiado por un segundo.

(El cual fue más que suficiente para que su cuerpo se moviera solo hacia La rose d'or. ¿Acaso era un perro? Actuó más bien por un impulso que por otra cosa).

¡Y qué delicia! El olor y ambiente dulces lo envolvían de nuevo, hace tiempo que no se siente tan a gusto como estando en aquella panadería de interior rosa pastel que lo había mantenido durante nueve meses. Se fija en quien se encuentra al otro lado del mostrador y la expresión de sorpresa de Youngho lo hace sentirse feliz, sabe que a él también le ha agradado verlo y le ha gustado que lo busque de alguna forma.

—¡Jaehyun!

El aludido le da la espalda a Youngho cuando escucha la voz de su antiguo jefe decir su nombre con entusiasmo. Es consciente de que a Youngjae no le quedó otra opción que despedirlo, que se sintió fatal al respecto, porque al fin y al cabo habían trabajado juntos mucho tiempo como para no tenerle siquiera un poco de aprecio, pero... aún así, había dado un diminuto espacio al rencor con respecto a él.

—Hola, Youngjae —murmura con desgana y vuelve a girarse hacia Youngho, dándole a entender así que no pretende mantener una conversación con él. Lo entiende, nadie mantendría a alguien irresponsable como trabajador, pero no puede evitar el resentimiento que le causa verlo—.

—¿Qué haces aquí? —pregunta Youngho y Jaehyun se encoge de hombros. Está casi seguro de que sabe la respuesta, mas ninguno tiene el valor para decir algo.

—Estálloviendoypenséquealomejortútraíasunparaguas —dice en pocos segundos, muy pocos. Toma aire y asume que sus orejas deben estar delatándolo, al igual que sus mejillas. Definitivamente no es bueno haciendo amigos—. Sí, sí, eso.

—De acuerdo —Youngho reprime una risa y en cambio sonríe mordiendo su labio—, eso. Mi turno termina en unos veinte minutos, ¿me esperas entonces?

Ya sabe la respuesta. Jaehyun sabe que sí.

—Sí.

—Olvidé decirte algo, Jaehyun... —comenta mientras se fija en una pareja que entra y se dispone detrás de Jaehyun— yo tampoco traje un paraguas.

Genial. Ambos se ríen y el de cabellera castaña le da paso a la pareja para que ordenen lo que deseen.

Intercambian miradas traviesas y juguetonas mientras pasan los veinte minutos, y cuando ambos salen por la puerta, una lluvia incluso más fuerte que la del momento en el que Jaehyun entró a la panadería los sorprende. Hace algo de viento sin llegar a ser exagerado y un poco de frío, que se duplica al no llevar paraguas y calarse enteros gracias a las millones de gotas furiosas que parecen querer acabar con ellos.

Bueno. Jaehyun diría que más bien, están contentas. Si antes las invadía un sentimiento de culpa, ahora lo acarician con cariño como si estuvieran pagándole todo el daño que le han causado con los recuerdos que le traen a la mente una y otra vez.

—¡Date prisa, Jae! ¡No te lo pienses tanto y corre!

Youngho acaba tomándole la mano y corriendo con él hacia casa. Jaehyun confía en él, se deja arrastrar por las calles y por el ruido del tráfico que parece haber paralizado la ciudad entera, permite que esta vez la lluvia intente reconfortarlo y lo haga sentir bien sin acordarse de esa persona que no se merece nada.

La lluvia se siente bien cuando está con Youngho. Y una vez más, teme, porque le está gustando demasiado la compañía del hombre que le agarra la mano con fuerza, sin intención de soltarla.















Hoy llovió aquí también.
Y al igual que Jae, odio los días lluviosos. Sin excepciones, que yo no tengo ningún Johnny lmAO bye.

Por cierto, siento que haya tanta narración y poco diálogo, pero en cuanto comiencen a ser más cercanos esto irá cambiando uvu.

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