Sumisa de cinco dragones

Oleh Saraygildiaz

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Cuando eres una supermodelo engreída, prepotente y te crees superior a todo lo que te rodea. Pero decides sub... Lebih Banyak

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Oleh Saraygildiaz

Enma se tragó esas palabras lanzadas como púas. No las había esperado.

-Yo no soy sumisa.

La mirada desafiante de ella los hacia sonreír.

-No hace falta que lo digas princesa.

Hiro le guiño un ojo.

-Nunca me tendréis.

Enma apretó los dientes mirándolos desafiante.

-No tenemos prisa, puede ser hoy, mañana, dentro de un mes, de dos, de un año, más, todo depende de ti.

No podía creer lo que estaba escuchando.

-Pe, pero me buscaran, sabrán que cene con vosotros.

Enma paso un segundo por su mente el recuerdo de su hermana Camila, ella lucharía hasta encontrarla, mirando hacia abajo podía ver que para nada podría escabullirse de la improvisada jaula donde estaba, sus pechos casi rozaban la mesa, si se bajaba solo conseguiría que chocaran contra esta con su barbilla.

-¿Quién?, nadie nos ha visto contigo.

Volviendo su mirada hacia Hikaru apretó los labios.

-La camarera, él chef.

Los hermanos negaron.

-Nunca te encontraran.

Enma titubeó, abrió los labios y los cerró varias veces, tratando de decir algo, tratando de pensar algo.

-Quiero marcharme, ¡Ahora!

Ella tiro fuerte su cuerpo hacia abajo tratando de escapar sin conseguir nada.

-Dejarme marchar, no diré nada. Lo prometo, olvidaré todo.

Enma trato de rogar mirando a los cinco hermanos en diferentes posturas, poniendo pucheros con sus labios, arrugando el ceño.

-Todo lo que intentes fracasará y tus suplicas no servirán, ve haciéndote a la idea Enma, vas a estar aquí hasta que nos aceptes a los cinco.

Furiosa, siseo mirando con rabia a uno de ellos.

-¡Qué te jodan!, ¡Gilipollas!, ¡Imbécil!, ¡Que te jodan!, ¡Que os jodan!

Ella seguía haciendo fuerzas, mirando a todos, insultándolos mientras sus pechos botaban sobre la mesa.

-Tú serás la jodida por nosotros y me llamo Hideo.

Enma tenía las mejillas teñidas de rojo, apretó los dientes furiosa mirándolo.

-Me la sudas, tú y tú estúpido nómbre me la sudáis, ¡Gilipollas!

Hideo bajo la atenta mirada de ella dio cuatro zancadas hasta ponerse al lado de su silla y la sacó de la mesa.

-¿Tú tienes polla?

Él la inclino sobre la mesa alzándola, haciéndola colgar de ella sin poder tocar el suelo con los pies, con una mano sin apenas esfuerzo, bajo su mano hasta sus diminutas braguitas,  acariciando sus pequeñas nalgas, metió su mano dentro del suave material, la sintió apretar sus piernas con fuerza, pero metiendo una de sus piernas entre las suyas la hizo abrirse, acaricio su ano viéndola mirarlo de medio lado boquiabierta, bajo más su toque, con sus dedos gruesos y acarició su vagina pellizcándola, dibujando su carne, ella intentaba zafarse, pero él la cogió de un hombro recostándola de nuevo en la fría superficie mientras pellizcaba y retorcía su clítoris lentamente haciéndola jadear.

-No la encuentro, a ver, un momento, tal vez está escondida por esta cueva.

Haciéndola jadear le introdujo su dedo corazón en su apretada vagina mientras se inclinaba sobre ella besando su cuello.

-Para por favor, ¡Detente!

Con gruñidos y besos recorrió su cuello lentamente mientras ella seguía produciendo ruidos con la garganta.

-¿Esto te pone un montón verdad?

Nerviosa Enma negó sintiendo sus pezones completamente endurecidos pasar rozándose por la mesa.

-¡No!

Él sacó su mano de un tirón y se la puso cerca de la cara, para que viera la crema entre sus dedos, separó dos de ellos, dejándola ver cómo se separaba el líquido que había cogido de su coño, la miró a los ojos llevándose los dedos a la boca ruidosamente, cómo un animal que llevaba tiempo sin comer.

-¿Seguro?, sabe muy bien.

Desde atrás Eiji habló.

-Te subiremos, te vestirás y bajaras a comer.

Chillando Enma negó.

-¡Nunca!

Ruidosamente y sin soltarla. Hideo que la tenía sujeta la golpeo en las nalgas varias veces.

-Tú lo has querido.

Con una mirada a Eiji, él(Hideo)se agacho a cogerla, pero ella lo mordió en el hombro haciéndole mucho daño y sangre PARA SU SORPRESA.

-¡Joder!

Hideo la soltó sobre la mesa y la golpeó en las nalgas ruidosamente, tiro de su tanga y su sujetador hasta arrancárselos dejándola completamente desnuda.

- Cuenta.

Ella se colgaba intentando dar patadas mientras él la golpeaba sin parar por todas sus nalgas, dejándolas rojas.

-¡Que las cuentes!

Enma esperó, cerrando los ojos, tratando de aislarse de aquella situación, pero él no se detenía. La alzó y llevó su boca hasta sus nalgas, besándola por toda su piel sensible.

- ¡Te voy a matar!

Él la dejó caer en la mesa, mientras ella se deslizaba hacia adelante al él pegar su polla a ella. Lo miró desde arriba, los ojos de ella ardían en un azul oscuro pero los de él la dejaron boquiabierta hasta que él se vio reflejados en sus profundos ojos mientras comenzaban a clarearse de nuevo hasta volver a sus ojos azul marino. Hideo bajo la mirada tratando de calmarse.

-Tu… tus ojos.

Hideo miro a sus hermanos viéndolos negarle, la ira contenida había hecho aflorar a su dragón, furioso se la echo al hombro donde ella lo había mordido mientras soltaba un gruñido de dolor y la llevo por la casa hasta unas escaleras mientras ella pataleaba y vociferaba. Subió hasta su celda de lujo seguido por sus hermanos. La tiró en la cama y saco sus correas con su inmenso paquete entre sus nalgas. Siguió ahí mientras desnudaba la cama, restregando sin darse cuenta todo su inmenso miembro por sus nalgas y haciéndola excitarse. Cuando finalmente paro de desnudar la cama se quedó con las manos a cada lado de su rostro mientras los dos jadeaban pesadamente, bajando su rostro a su cuello respiro su olor dulzón soltando ronroneos mientras ella trataba de calmarse. Él finalmente se puso de pie cruzado de brazos, la vio apoyarse con manos temblorosas en el colchón y alzar la mirada, de ojos brillosos, había reaccionado a su toque, quería sonreír, pero no, seriamente la miro.

-Si quieres beber, comer, ducharte o tienes frío accederás a nosotros, te vestirás y bajaras a alimentarte, luego se te darán caprichos, mientras tanto, estarás aquí sola pensando lo que debes hacer, sin ningún tipo de entretenimiento.

Ella se quedó mirando como salían y cerraban con llave. No se movió durante un tiempo, solamente se tumbó dejando su cuerpo completamente recto en la cama con el rostro de lado mientras varias lagrimas descendían por sus mejillas hasta caer en el desnudo colchón, se tumbó y se quedó dormida, sin ella saberlo subieron la temperatura del dormitorio, los hermanos entraron a verla dormir un tiempo hasta que su respiración comenzó a aumentar.  Cuando Enma se despertó vio como ya el sol estaba en la mitad del cielo, estaba atardeciendo, en aquel país todavía estaba la hora de invierno, por lo que a las cinco de la tarde ya se debería de ir haciendo de noche y lentamente se haría de noche pronto hasta que no podría ver más allá de la cama.
No tenía luz, ni agua, se había quedado dormida y tenía ganas de orinar, se cubrió los pechos con un brazo y corrió su cuerpo hasta los pies de la cama, camino al baño y sentada se lamio los labios completamente secos. Tenía sed, incluso hambre, soltando un sollozo se miró desnuda, levanto la mirada viendo la cisterna deseosa, bajo la tapa y se sentó en ella con una sed que le estaba obligando a abrir la tapadera de la cisterna para beber, cogió un vaso que había con un cepillo de dientes y pasta, estaba comenzando a tener frío, su cuerpo se estaba enfriando gradualmente. Cerró de golpe la cisterna y tiró el vaso contra el lavabo, dio un puñetazo sobre la cisterna y salió echando humo del baño. Se sentó en la cama cruzando sus brazos y piernas, lamiéndose los labios secos y miró la puerta mientras daban unos golpes y agachado estaba con una tira blanca donde le mordió ella, apretó el ceño y lo miro furiosa.

-¿Tienes sed?

Él metió el vestido y los zapatos que querían que se pusiera por la puerta.

-Vístete y bajas a comer con nosotros, por favor pequeña, necesitas comer, necesitas beber y descansar de verdad, todavía tienes tiempo.

Ella se lanzó tirándole los zapatos y el vestido mientras él reía.

-Venga, se buena, no sabes lo buena que está la comida aquí pequeña, tenemos un cocinero con estrellas michelín.

Ella volvió a la cama escuchándolo alargar las palabras.

-Te los dejó aquí princesa y toma anda, estas más azul que tus ojos.

Una sábana de franela le abrió los ojos ansiosa mientras él se iba se lanzó a por ella y vio la puerta pequeñita abierta. Camino hasta la cama y se tumbó de lado en ella mirando el pequeño cuadrado iluminado por la luz mientras con la manta se acurrucaba sintiendo su cuerpo comenzar a calentarse y se quedó de nuevo dormida. Pero un apetito de todo el día y una boca seca la hicieron despertar, no sabía qué hora era y por las escasas ventanas no se veía ni el rastro de una estrella en el cielo, por la puerta no entraba ni el mínimo atisbo de luz tampoco, miró el vestido y sin hacer ruido bajo de la cama a cogerlo, un vestido enano y negro. La micro puerta le llamaba, se hecho al suelo y se arrastró por ella subiéndola un poco la puertecita sin hacer ruido alguno, observo sigilosamente y escuchó, no había rastro alguno de personas, metió sus brazos estirándolos hasta conseguir llegar con sus manos a la puerta, se impulsó haciendo fuerza y sus dos tetas no pasaban. Furiosa apretó los dientes con ganas de chillar mientras trataba de respirar calmadamente, miro sus tetas completamente aplastadas y tiró de una de ellas con mucho sufrimiento por el aplastamiento que tuvo que hacerse. Agarro la otra como pudo hasta que finalmente se dejó caer en el frío suelo con los brazos estirados por el agotamiento, finalmente cuando recupero el aliento metió la cintura a duras penas, llego a las costillas conteniendo un chillo al ser aplastadas mientras subían dolorosamente hasta conseguir pasarlas, se puso con las manos al suelo, alzó las nalgas y por nada de él mundo pasaban, intento una, dos, tres, cuatro. Varias veces más furiosa sintiéndolas votar hasta ruidosamente, rojas ya de intentar pulsarlas y darse vueltas de diferentes maneras se rindió y tiró para volver a entrar sintiendo de nuevo sus costillas doler, chilló, llevándose las manos a los labios. Pero sus tetas no le dejaban alcanzar su destino, tiro dolorosamente de ellas metiéndolas poco a poco con los dedos, chillo al sentir uno de sus pezones clavarse dolorosamente de lado en la doblez de la puerta, justo en un trozo de hierro pequeño helado que hacía la doblez de la jodida puertecita. Se llevó una mano a la boca aguantando un chillo doloroso, pero el salir, no es lo mismo que el entrar. Volvió a subir sus nalgas pasando sus costillas de nuevo sintiendo lágrimas de dolor llenar sus ojos, el suelo estaba helado, miró al pasillo con sus tetas al suelo y se rindió tomando respiraciones, tratando de recuperar el aliento para gritar por ayuda.

-Hideo, Hikaru, ¡Hiro!

Intentó volver a meter sus tetas, pero un pezón de nuevo la hizo chillar de dolor escuchando su voz revotar por las paredes a su alrededor.

- Eiji, ¡Dai!, ¡Hideo!, por favor que alguien venga a ayudarme, ¡Ayudarme por favor!

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Esta es la parte 2 del libro... The loyal pin, solo resumen de todo el el libro🦦🏳️‍🌈🐰