Huracán ✔️

By paolacalderongt

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Emily Preston es una joven con muchos sueños; lucha para poder lograrlos día con día, para ello todas sus act... More

Prefacio
Piloto
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52

Capítulo 33

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By paolacalderongt

Eran muchas las emociones en ese momento, Emily apenas daba crédito a lo que acababa de escuchar. Rosa salió por lo que a ella le tocó alejarse de la puerta, y antes de que alguno de los dos notara su presencia prefirió irse a su habitación.

No daba crédito a las palabras de Eleazar, que la señalaban como el amor de su vida. Y aunque se sorprendía, había algo aún más sorprenden, estaba amando saberlo.

Hubiese querido correr y abrazarlo, pero aquel sentimiento que sentía aún por Leo le hacía que el hecho de pensar en Eleazar de una forma muy diferente a la de amigos era complicado. Estaba decepcionada de Leo, y enfadada con él; pero aun así no podía ir en contra de lo que su corazón le dictaba; estaba confundida.

Para Eleazar no había sido fácil el repetir nuevamente aquello que en ese momento le atormentaba, las cosas no estaban como para pensar en amoríos, al contrario; tiempo para eso era lo último que había.

Luego que Rosa salió de su despacho, prefirió quedarse un momento a solas, se sirvió un trago y comenzó a meditar la situación. El tiempo que Mouro le había dado para casarse con Emily era muy poco, y por mucho que la amara sabía que no era la forma en la que hubiera querido que se dieran las cosas. Tampoco quería obligarla, por lo que eran muchas las salidas en las que pensaba; el punto en contra: en todas él salía perdiendo.

Ya habían pasado muchos días de la vez que habló con el papá y hermano de Emily, por lo que aprovechando que al siguiente día tendrían el bautizo del bebé de Dany, pensó que sería buen momento para poderse reunir y no despertar sospechas. Para eso necesitaba hablar con Emily seriamente sobre el asunto, por lo que luego de quitar su corbata y dejarla sobre su escritorio, con vaso en mano subió a su habitación.

—Necesito que hablemos —dijo.

Entró sin tocar la puerta, y como cosa rara a Emily ni siquiera le importó.

Ninguno de los dos estaba como para recordarse de los modales o de las faltas.

—¿Sobre qué?

—Sobre la boda —agregó, y bebió un poco—. Creo que tenemos poco tiempo. Además, por si no lo recordabas mañana tenemos el bautizo del bebé de Dany.

—¿Mañana? Creí que era en dos días.

—No, es mañana. Pero... creo que no es el tema importante en esta ocasión.

—Eso creo —subió los hombros.

Mostraba a la perfección lo nerviosa que estaba.

—¿Qué opinas tú? O, mejor dicho, sé que no es una opción, por lo que mañana me tomaré el atrevimiento de pedirle a tu papá y hermano que nos acompañen en el bautizo, y así cuadrar la forma de sacarlos de país de una vez por todas.

—Pero... ¿Eso te afectaría a ti?

—Eso no importa ahora Emily.

—Claro que sí, importa mucho. Quizás a ti no, pero a mí sí.

—No me voy a casar contigo por esto, es una locura ­—dijo.

Su tono fue fuerte.

—¿No?

—Salimos a las nueve de la mañana —agregó y salió de la habitación.

Emily se quedó sin palabras, sentía un mar de sentimientos. Era como sí el recuerdo de Leo simplemente se desvaneciera y en cambio Eleazar ocupara el primer lugar. Era una lucha constante: enojo, frustración, decepción y amor. Justamente era la última la que más afectaba. Se había enamorado de Eleazar sin haberlo notado.

El cruce de palabras con Eleazar fue momentáneo, pero había sido suficiente para que supiera que por nada del mundo iba a dejar que algo el sucediera a él, inclusive la idea de casarse no le parecía para nada una tortura.

Para Leo en cambio, el tener que compartir con Barbara cada día era un completo tormento. La actitud de ella ni siquiera era la de antes, ahora solía ser más egoísta e imprudente, se la pasaba haciendo comentarios despectivos y eso únicamente ocasionaba más conflictos. Su tema favorito era Emily, parecía que no le bastaba estar esperando un bebé; ella deseaba arrancar el recuerdo de Em del corazón de Leo, algo demasiado difícil.

—Me gustaría saber qué ha pasado contigo —comentaba Layo.

Se había sentado en una silla a la par de Leo, mientras desde la terraza observaban la oscuridad de la montaña que atravesaba el pueblo.

—Me gustaría saber qué es lo que te trae por acá, ya es tarde —respondió.

Volvía a su timbre de voz fuerte.

—Necesito saber por qué mi hermano ya no se interesa por nada.

—No estoy de ánimos.

—Nunca estás de ánimos Leo.

—¿Y entonces por qué preguntas?

—Por lo solitario que te has vuelo, prácticamente no queda nada de mi hermano.

—Es claro que ya no soy el mismo Layo. Por más que quiera ya no puedo seguir siendo el tonto, que hacía y deshacía a su antojo, que se tomaba la vida sin responsabilidades a pesar de todas las cosas que tenía encima. ¿Pero sabes qué es lo peor? —preguntó.

Su tono todo el tiempo había sido de decepción y dolor.

—Que lo estoy aprendiendo de la peor manera, por que esa criatura que viene en camino no tiene la culpa de tener un padre como yo. Y aunque lo amo, no puedo amar a su madre y por ello lo estoy condenando desde un principio a un mal hogar y ni siquiera sé si voy a poder ser un buen padre.

—Créeme que no eres el único con esos miedos.

—No es lo mismo.

—Quizás.

—Tú amas a Lara.

—Sí, y justo por eso me da miedo todo. Al amarla soy más vulnerable, tengo un punto débil. Las cosas en algún momento con Mouro van a estallar y ya no estoy seguro de que Pájaro vaya a podernos ayudar. Mi hija desde ahora está destinada a una vida de persecución ¿Crees que es agradable para mí? ¿Qué va a pasar cuando vaya a la escuela y le pregunten quién es su papá?

Las lágrimas fueron incontrolables. Era difícil para ambos voltear a ver a su alrededor y darse cuenta que su realidad era muy diferente a la que deseaban. Por muy hombres que fueran, tenían sentimientos y eso era lo que demostraban en ese momento.

—¿Van a cenar algo? —preguntaba Lara.

Su estomago ya se comenzaba a notar bastante.

—No, yo no. Comí algo en el taller —respondió Leo.

—Yo voy ahora mismo —agregó Layo y levantándose de dónde estaban sentados entró a la casa.

El reloj marcaba poco más de la medianoche, no había nada que lograra que Eleazar pudiera dormir, era la primera vez en tanto tiempo en el que por más que trataba dormir, simplemente no lo lograba.

Sabía que si bien, en ese momento todo estaba tranquilo era de una simple decisión para que las cosas cambiaran.

Daba vuelta tras vuelta en su cama mientras un huracán de pensamientos lo atormentaba. Solamente él conocía lo complicado de la situación, ni siquiera los Burgo podían imaginarse por la tormenta que se estaba enfrentando; y aunque las aguas se veían tranquilas para nada estaban así.

«No sé que voy a hacer, por primera vez no sé qué tengo que hacer» pensaba.

A unos cuantos pasos de su habitación, dormía Emily muy tranquila. No se imaginaba para nada sobre la tormenta que se aproximaba de no casarse con Eleazar, aunque esa, ya no era una decisión que ella deseara discutir. La mañana se llegó, y como cosa rara despertó muy de mañana; las cuatro de la mañana marcaba el reloj.

—¡Buenos días! —saludaba muy sorprendida.

Encontró a Eleazar en la cocina.

—¡Buenos días! Madrugaste —respondió él, luego de darle un trago a su té.

—Sí, pero dormí bien —sonrió—. Te ves un poco extraño así —indicó.

Eleazar estaba en pijama, por lo que usaba un short y una camiseta. Muy rara vez lo había visto así.

—Supongo que sí.

—Mucho para ser sincera, es que... no sé. ¡Me gusta!

—¿Quieres algo de tomar?

—Solamente bajé por agua. Pero aprovechando la soledad que hay a esta hora me gustaría hablar contigo, respecto a lo de la boda y si quiero casarme contigo.

—Eso no es un tema ahora, no tienes que hacerlo.

—Sí es un tema, y si bien no me lo has pedido quiero que sepas que si quiero hacerlo.

—Entiendes que no es un juego ¿Cierto? ¿Qué va a pasar con Leonardo Burgo? No hay forma de avisarle que de casarnos sería únicamente por seguridad.

—Es que... Leonardo no tiene nada que ver con esto. Él se fue Eleazar, me dejó aquí y ya basta de pensar en ellos, está bien ayudarlo y yo quiero ayudar con eso, pero...

—En el momento que él se entere que tú y yo nos casamos las cosas se pueden equivocar.

—No quiero que hablemos de esto y lo mencionemos.

—¿Por qué?

—Porque ahora solamente estamos tú y yo. Y me gustaría que pudiera ser así por mucho tiempo, me gustaría descubrir que tanto puedo amarte y que tanto puedes amarme.

—No sabes lo que dices —sonrió con ironía.

—Sí lo sé. Tú sigues siendo el mismo de siempre Eleazar, el mismo que conocí hace muchos años y yo, yo sigo sintiendo lo mismo que en ese entonces. Aún cuando creí que no podía volver a sentir eso.

—No es momento para hablar de sentimientos.

—¿Y cuándo? ¿Cuándo Mouro gane? ¿Cuándo ganemos? ¿Cuándo será eso?

—Necesito que entiendas algo, esto es real. El peligro es real Emily, no te involucres más en esto cuando tú puedes salir, aún estás a tiempo —agregó.

La dejó sola y salió de la cocina. Ella se quedó muy pensativa, pero lo siguió hasta su habitación.

—¡¿Qué es lo que te da miedo?! ¿Qué te ame?

—Que te maten. No podría con eso, está vida la elegí yo Emily, y no quiero involucrarte en ella.

—Es que no comprendes. Ya estoy involucrada Eleazar, lo estoy y mucho. Sólo que ahora las cosas cambiaron y quiero estás contigo, he comenzado a sentir cosas por ti tan intensas como antes, y no quiero perder está oportunidad que tengo ahora de poder vivirlas; eso sí tú también quieres.

—Es lo mismo que te dije en la heladería, no es el momento de hablar de esto.

—¿Y si muero mañana?

La expresión de él cambió de inmediato.

—Es lo que quiero evitar, no sé cuál es tú destino. Pero si puedo hacer algo para que no te pase nada lo haré, es por eso que necesito que hablemos hoy con tu papá y hermano y cuadremos en cómo le vamos a hacer para alejarte.

—¡Yo no quiero irme! ¡Eso es muy riesgoso!

—Tu mamá hasta hoy ha estado protegida, no pienses en que es un riesgo.

—No hablo de que sea un riesgo para mí o mí familia. Lo es para ti, y no quiero Eleazar.

—Sabes qué pasa, que estás confundida. Nada de esto es real Emily, tú no te la jugaste por mí, te la jugaste por él. Cuando todo comenzó y te volví a encontrar lo elegiste a él, no pienses en que ahora me quieres elegir a mí porque no es así.

Eleazar se dio la vuelta.

—No te voy a mentir. No te voy a mentir y decir que no siento ya nada por Leo, pero nunca he sido una mujer insegura y que no conoce sus sentimientos. Ahora sé que estoy confundida, pero hay una sola cosa de la que estoy segura y es que si estoy confundida no es porque no sepa lo que siento, si no que porque se me hace imposible sentir que Leo se ha quedado en el pasado y que mi corazón te desea en el presente.

—Emily...

—No me alejes otra vez Eleazar, no me alejes como lo hiciste la primera vez. Yo sí quiero descubrir hasta donde puede llegar esto, y quiero estar contigo para que juntos destruyamos a Mouro.

Eleazar no supo que decir, por lo que la abrazó con fuerza.

«Ojalá solamente fuera Mouro» pensó.

—Por favor, dime algo —suplicó ella.

Deseaba escucharlo.

—Creo que ya es hora de que comencemos a arreglarnos para ir con Dani —respondió.

—No me hagas esto Eleazar, por favor.

—Entre más temprano lleguemos mejor.

—Ok, si eso quieres.

Ella salió molesta, no podía creer que luego de desnudar sus sentimientos él se comportara tan frio e indiferente.

No era mucho el tiempo que había pasado, por lo que prefirió intentar dormir un poco más, cosa que se le hizo imposible ya que no pudo evitar llorar. Hubiese deseado que Eleazar le dijera también todo lo que lo había escuchado decir, pero no, no había visto siquiera intención en él, para hacerlo.

—¡Buenos días! —saludaba Rosa al entrar al cuarto—. Pensé que estarías dormida, Eleazar está abajo me pidió que viniera por ti.

—No pienso ir.

—¿Qué dices? Emily hoy vas a salir al fin.

—Sí, y voy a salir no solamente al bautizo del bebé de mi mejor amigo, si no que, a planear prácticamente el suicidio de Eleazar y perdón por Dani, pero no quiero ser parte de eso. Dile que no voy por favor —pidió.

Rosa no quiso indagar en el asunto, por lo que salió de la habitación. No pasó mucho tiempo para que Eleazar estuviera parado a un lado de la cama.

—Tenemos un compromiso —argumentaba.

—Sí, pero los compromisos también se pueden cancelar.

—Emily, no puedes quedarte.

—Y tú no puedes seguirme diciendo qué tengo que hacer, ¡me tienes cansada! Y sí, sé que es mi culpa por tonta, porque he olvidado quién soy, y ¡Basta Eleazar! Yo ya tomé mi decisión te guste o no, así que no voy a ir a ningún lado.

—Pensé que deseabas ver a Dani.

—Sí, y lo deseo. Pero comprende, no quiero ir, y que hablemos sobre cómo ponerme a mí a salvo mientras tú te metes a la boca del lobo ¡no quiero Eleazar! —sus ojos estaban llenos de lágrimas—. No quiero que corras peligro por mi culpa.

—Es que las cosas no son así Emily. Los Burgo...

—Los Burgo están lejos, acá solamente estamos tú y yo. Y juntos, juntos Eleazar podemos ayudarlos, así que no me pidas que no me quede. Mouro se quedará tranquilo cuando vea nuestra acta de matrimonio y eso nos dará más tiempo.

Una lágrima se salió en ese momento.

—Mi princesa —dijo Eleazar, sus ojos también estaban llorosos—, es que las cosas no son así Emily, no se trata solamente de Mouro y de los Burgo, esto es más que eso.

—Dime entonces, y déjame tomar una decisión, pero no sigas decidiendo por mí como lo hiciste antes, como lo haces ahora.

—Solamente quiero que entiendas que no voy a permitir que nada te pase —agregó sujetando su rostro.

—Dime Eleazar por favor —suplicó.

Ella estaba en llanto.

—En el momento que acepté ayudar a Layo a salir del país tuve que producir mercancía y ponerla en circulación para poder tener el dinero suficiente para pagar todos los gastos y que ellos tuvieran lo necesario para sobrevivir. Así que en el momento que los enemigos se den cuenta que estoy en circulación hasta los arboles van a disparar.

—¿Qué dices?

­—No estaba en mi plan que te quedaras Emily, no era el plan. En el pasado cuando te busqué la primera vez y conocí a Dani había surtido a Mouro con mi mercancía y al momento que vean que estoy en circulación y que, además, le facilité a Mouro todo. Tendré los mismos enemigos que él. Así que esto no se trata únicamente de los Burgo, se trata de más cosas.

—¡Ya no los ibas a ayudar! —exclamó.

—En lo que me fuera posible sí, pero comprenderás que cuando la bomba estalle todo estará más delicado que lo que está ahora. Emily no deseaba que te quedaras, el plan estaba bien, el plan era que te sacaría de aquí con los Burgo, y también sacaría a tu familia. Con eso las cuentas quedarían saldadas y lo que sucediera conmigo era mi problema. Por eso es que necesito que sacarte del país, no te voy a exponer.

—Aún así me quiero quedar —respondió.

Sus ojos no dejaban de llenarse de lágrimas y sus mejillas de humedecerse.

—¿Por qué?

—Porque con esto me demuestras que eres el hombre más valioso que puedo tener en mi vida y no quiero perderte Eleazar, te escuché cuando le dijiste a Rosa que me amabas y aun amándome no puedes ser egoísta. Así que no me alejes Eleazar, quiero enfrentar contigo todo esto y no voy a permitir que me digas que no.

—Emily...

—Emily nada, desde hoy necesito que me enseñes todo lo que necesito saber para poder defenderme y defenderte. Y aprovechando la celebración de hoy, a la que iremos, vamos a hablar con mi papá y le pedirás mi mano —sonrió y se limpió las lágrimas.

—¿Eso quieres?

—Totalmente.

—Bien, entonces vamos a hacer las cosas bien.

—¿A qué te refieres?

Eleazar salió de la habitación dejando a Emily con un gran signo de interrogación; luego de unos minutos volvió.

—Dijiste que tengo que pedir tú mano hoy a tú padre, pero creo que primero te tengo que hacer una pregunta a ti —dijo, se veía muy nervioso—. ¿Te quieres casar conmigo? —preguntó y se puso de rodillas.

Con ello sacó un anillo con un diamante muy grande.

—¡Sí, sí! —gritó Emily.

Estaba feliz, y fue una respuesta genuina.

—Pensé que nunca te lo daría —sonrió—. Lo compré hace mucho —se mordió los labios.

Emily no pudo evitar más y lo besó. Él correspondió al besó, y el mismo fue como si volvieran al primer beso años atrás; si bien, habían pasado muchos años el amor seguía estando allí.

—Quiero que tengas en mente algo —agregó ella—. No quiero que veas esto como una obligación, porque a pesar de la situación y del por qué está sucediendo todo esto yo estoy feliz, y quiero ver lo que está sucediendo como una segunda oportunidad tanto para ti como para mí. Porque si bien, tu no tenías planeado que me quedara yo tampoco, pero mírame. Acá contigo, comprometida contigo y loca por ti —rio.

Eleazar la volvió a besar, era un momento de mucha felicidad.

—Nunca dudes que te amo, mi princesa —agregó.

Era la primera vez que se lo decía frente a frente, luego de muchos años.

Emily se quedó sola, para poderse arreglar. Y mientras se maquillaba al ver su reflejo en el tocador, así como el de su anillo no pudo evitar pensar en Leo.

«Me voy a casar Leonardo, y sabes, estoy feliz»

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