Érase una vez una pequeña Hada, que sentía que no encajaba en el lugar, ni con sus amigas que eran muy parlanchinas quería estar, simplemente quería volar y no sabía hacia dónde ni donde, solo quería escapar, conocer nuevos horizontes y con ellos olvidar que solo quería escapar.
Pero la Hada no se daba cuenta de lo dichosa que era, del cariño tan inmenso de sus padres porque solo pensaba en sí misma, solo en su actitud un poco egoísta, porque todo le parecía mal porque solo quería escapar. Sin saber los peligros que habitaban afuera, sin saber que aún era joven para abrir sus alitas.
a sus padres voló, hacia lugares lejanos, sin comida sin preparación a su viaje decidió partir.
La primera parada se le hizo agotadora y miró otra colonia de Hada que quería con ella jugar, se unió a ellas, pero también le resultó aburridas y parlanchinas, Así que continuó con su viaje y cuando lejos de su casa se miró y no encontrar lo que deseaba se dio cuenta al final que era ella quien no daba la oportunidad, porque todo le parecía aburrido sin profundizar en los sentimientos de las personas.
La Hada no podía más, de tanto viajar sus alas se quedaron destrozadas al igual que el anhelo de volver a su casa y abrazar a sus padres, se posó en un árbol y lloro y lloro. Se quedó dormida del cansancio de la sed y soledad y deseando volver a su casa.
Cuando despertó se encontró en su colonia, pues todos sus amigos y sus angustiados padres las fueron a buscar.
La Hada, no podría estar más feliz, después de pedir disculpas de su partida descubrió que no hay amor más grande como el amor de los tuyos que te conocen y con los que compartes tu vida cada instante. Y nunca más de su casa escapó, aprendió a ver lo que realmente la vida le otorgó .