My Fake Marriage

By HeavenDragneel

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Historia basada en el juego otome del movil con el mismo nombre, solo que yo cambiaré los nombres de los pers... More

Personajes
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By HeavenDragneel

Keith, Scott, Tyler y Dianna me miraron, esperando mi respuesta. 

¿Seré capaz de pretender ser la esposa de tres hombres diferentes al mismo tiempo? - me pregunté a mi misma.- Parece imposible.

Veo que tienes dudas, Sophie, pero recuerda que podrás contar conmigo en todo momento. - Dijo Dianna y la miré. 

¿También cuando sea de noche y hora de irnos a la cama? - seguí preguntándome a mi misma. - ¿Quién sabe cómo puede acabar todo esto? Pero Dianna ha hecho tanto por mi... no puedo decepcionarla. Pues pretender que soy una actriz y este es un papel y nada más. 

Sí, vale, lo haré. - Dije decidida. 

Todos suspiraron aliviados. 

Qué suerte tienes... estarás casada conmigo. - dijo Keith con su típica arrogancia. 

Miré a Tyler y a Scott. 

Tengo suerte de ser la esposa de todos vosotros. - dije, no dejaré que su arrogancia me arruine el día. En todo caso, la arrogancia es una señal de inseguridad. 

De nuevo en mi casa, organicé mis pertenencias para poder distribuirlas en tres casa diferentes. Quería terminar de empacar las tres maletas antes de que mi compañera de piso (y mejor amiga) Hanna regresara a casa. ¿Cómo le explicaré todo esto? No puedo decirle la verdad, pero tendré que decirle algo. Si no, no me dejará en paz. Además, necesito que siga pretendiendo que vivo aquí.  

Oí la puerta. Hanna había llegado. Unos segundos después, vi que la cabeza de Hanna asomaba por la puerta de mi cuarto. 

Hola, ¿cómo estás? - me saludó. - ¿Te vas a algún lado? - preguntó.

Sí, así es. - le respondí.

Hanna echó un vistazo rápido a mi habitación y se detuvo en mi armario casi vacío y en las tres maletas. 

Parece... que te mudas. - dijo.

Algo así. - dije pensando que más decirle, pues se que seguirá preguntando cosas.

¿Eh? ¡Tía, no puedes hacer algo así sin decirme nada! - dijo algo seria. 

He dicho "algo así". No me mudo. - traté de calmar el ambiente. - Oye, Dianna está enferma. - mentí. -

¿Está en el hospital? - pregunto Hanna alarmada.

No, pero tienen que operarla y me he ofrecido a quedarme con ella por un tiempo. - Continué diciendo.

¿Operarla? ¿de qué? -siguió preguntando y se acostó en mi cama. - Tu cama es más cómoda que la mía. ¿Te molesta si duermo aquí mientras no estás? - me preguntó.

No, adelante. - dije con una pequeña sonrisa. - Vale, como te decía, Dianna está enferma... pero no quiere que nadie se entere, ¿entiendes? Cree que si los clientes se enteran, se asustarán y buscarán otras agencias. 

Eso es una tontería. - dijo Hanna.

Sí, pero así es Dianna. Así que necesito que mantengas todo esto en secreto. Necesito que pretendas que sigo viviendo aquí.  - le pedí.

Vale, no hay problema. - Contestó. - Me muero de ganas de dormir en tu cama.

Entonces no le digas nada a nadie, ¿vale? - le volví a pedir.

Sí, no le diré a nadie, vale. Además me gustan estas cosas raras. Prenderé que estás aquí y te haré insinuaciones para que la cotillas de la sra. Grace se escandalice. - Las dos nos echamos a reír. 

Bueno, todo listo. Ya tengo las maletas en el coche para llevar a la casa de Keith. 

Dianna abrió uno de los armarios de su oficina, cogió un bolso y me lo dio.

¿Esto qué es? - pregunté.

Pelucas. - dijo y yo la mire. - Es posible que te vean en público con estos hombres y te saquen fotos. Te sugeriría que hagas lo posible por evitar situaciones así, pero si no hay remedio, al menos las pelucas te ayudarán un poco. No queremos que nadie se entere que la misma mujer está casada con tres hombres diferentes. - Dianna sacó una peluca rubia y me la dio. - Ponte esto. Cuando estés con Keith, serás rubia.

Me puse la peluca y me miré al espejo que había detrás de la puerta del armario. No me reconocí. 

Bien. Quítatela. No la uses en la oficina. Póntela en el cochee y asegúrate de usarla siempre que estés con Keith. - Dijo Dianna. 

Vale. - Contesté. 

Dianna sacó otra peluca, esta era de cabello corto. - Esta es para Scott. - 

Me la puse. Es increíble como cambia mi aspecto, incluso me siento diferente. De pronto me dan ganas de andar en bicicleta y surfear en la playa. Y con la peluca rubia me sentía muchísimo más sensual. 

Te queda bien. Quizá deberías cortarte el cabello así. - Dijo Dianna. 

Creo que las pelucas son una buena forma de decidir un nuevo corte de cabello. -dije sonriente. 

Pienso lo mismo. - dijo devolviendo la sonrisa.  - Te permiten saber cómo te quedará un estilo antes de empezar a cortar. 

Sí, así decidiré mis cortes de cabello a partir de ahora. - continué diciendo. 

Hanna me dio la última peluca. Era de cabello rojo, largo y rizado. Me la puse. 

¡Oh! Esta me gusta mucho. Me pregunto que pensará Tyler de ella. - dije asombrada al verme con esta peluca. 

Creo que estás disfrutando esto más de la cuenta. - dijo Dianna algo desafiante. 

Oye, sólo intento entrar en mis personajes. - traté de defenderme. 

Sí, lo veo. Lo hace muy bien. - dijo nuevamente con una sonrisa. 

Bueno, hora de irme. - Anuncié. 

Si tienes algún problema con Keith, llámame. Sé que puede ponerse algo pesado. - dijo Dianna nuevamente. 

Estaré bien. - dije. 

Me detuve algunas calles antes de la casa de Keith y me puse la peluca. ¡Ahora soy una rubia fatal! Al llegar a su casa, no pude evitar quedarme con la boca abierta. Sabía que era muy rico... ¡pero no tanto! Su casa era la mansión más grande que había visto en mi vida. 

Keith me estaba esperando en la puerta. 

¿Ahora eres rubia? - me preguntó. 

Pensamos que este estilo quedaría bien contigo. - dije.

Pues sí, estoy de acuerdo. Me gustan las rubias. - dijo Keith con una leve sonrisa.

Entonces teníamos razón. - dije devolviendo la sonrisa. 

¡Ven, entra! - exclamó. 

Keith se movió hacia un lado y entré. Keith me miraba de pies a cabeza como un halcón. Sí, será rico, pero a mi eso me da igual. Mañana podría perderlo todo. Es una casa nada más. ¡¡Pero qué casa...!! Candelabros, azulejos de mármol, pinturas... ¿Así será mi vida los lunes y los martes? ¡Nada mal! Pero intentaré no emocionarme demasiado. 

Te mostraré tu suite para que puedas dejar tus cosas. - dijo Keith sacándome de mi nube personal. 

Un mayordomo se acercó, cogió mi maleta y nos pidió que lo siguiéramos. 

Esa es mi suite. - mostró una puerta del final del pasillo. - La tuya está aquí. - dijo indicando otro pasillo con cuatro puertas. Las cuatro puertas llevaban a una habitación, una oficina, un vestidor y al lavabo más grande que había visto en mi vida.

Gracias. Creo que esto será suficiente. - Dije, pero me di cuenta que mi falta de emoción estaba molestando a Keith. 

Compré esta casa con dinero en efectivo. - dijo.

Bien por ti. - Le conteste con algo de desinterés. 

¿Sabes cuánto me costó? - me preguntó. 

Mi madre me enseñó que es de mala educación hablar del dinero y del precio de nuestras posesiones. - dije tratando de evadir aquella pregunta. 

¿En serio? - preguntó. - Seguro que nunca vivió en una casa como esta. 

Seguro. Y, como ya te he dicho, es una casa muy bonita. Gracias. - dije algo molesta por su arrogancia.

Keith pareció darse cuenta de que no obtendría más cumplidos por mi parte. 

Tengo que volver al trabajo. Tú instálate. - dijo aun con algo de seriedad. - Haz lo que quieras. Puedes ver el resto de la casa si tienes ganas. Mañana tendremos una fiesta para anunciar nuestro matrimonio. Será una fiesta muy elegante. Te he conseguido una tarjeta de crédito. Está en el escritorio de tu oficina. Úsala para comprar un vestido de noche para la fiesta y cualquier cosa que quieras. 

Vale, muchas gracias. - le agradecí. 

Tiene un límite de 100.000$. Avísame si necesitas más dinero. - Dijo. 

¡100.000$! Nunca en mi vida he visto esa cantidad de dinero... intenta mantener la calma. 

Vale, hora de irme. - anunció. 

Hasta luego. - dije despidiéndome.

Me senté en la cama y eché un vistazo a la hermosa habitación a mi alrededor. Y supe que ser la esposa de Keith no iba a ser tan malo. 

Desempaqué mi maleta y luego fui a ver el resto de la casa, empezando por la suite de Keith. Su habitación era básicamente igual a la mía, excepto que estaba decorada de colores más oscuros. Una decoración más 'masculina', se podría decir. 

Abrí su guardarropa y me puse a revisar los cajones.  ¿Por qué no? ¡No sé nada de este tío! ¡Hasta podría ser un asesino serial o algo así! Su ropa era igual a la de muchos hombres, excepto que de mejor calidad y probablemente mucho más cara. 

Entonces, cuando estaba a punto de irme... encontré un diario. - ¿Debía leerlo? - me pregunté a mi misma. - Ya he estado revisando sus cosas... tampoco soy una cotilla. Y no me gustaría que otra persona leyera mi diario. No, no leeré su diario. Guardé el diario en el cajón en el que lo había encontrado y me marché. 

Llamé a Hanna y le dije de quedar en el centro comercial. La familia de Hanna tiene muchísimo dinero, así que ella sabe mucho de vestidos de noche... ¡yo no tengo idea de estas cosas! 

Hanna llegó varios minutos después que yo. 

Ey, tía. Vale, ¿qué hacemos aquí? - me preguntó. 

Como ya te he dicho, Dianna está enferma y necesita que asista a una fiesta muy elegante en su lugar. - comencé a explicarle. - Necesito un vestido de noche. 

¿Cuánto podemos gastar? - me volvió a preguntar. 

Le mostré la tarjeta de crédito. - Tengo un límite de 100.000$. -  le dije y ella levantó las cejas, sorprendida. 

¡No sabía que Dianna era tan generosa! ¡Qué bien! - dijo aun con el asombro. - Vale, no gastaremos tanto, pero es bueno saber que tenemos tanto dinero. 

Hanna me hizo probar todos y cada uno de los vestidos de la tienda. - Ya estoy cansada. ¿No es hora de escoger algo e irnos ya? - dije algo cansada de estar probándome vestido tras vestido.

Vale, creo que deberíamos llevarnos el brillante. Te queda genial. - dijo Hanna. 

¡Al fin! - Exclame, por fin nos habíamos decidido por un vestido. - Agotada, me dieron ganas de tomar algo. 

Nos sentamos en una cafetería y pedimos dos capuchinos. 

¡Sí! ¡Café, la droga mágica! - Exclamé, dando un sorbo a mi taza. - Ya me siento mucho más animada. 

¡Qué bien! Pero sabes que todavía tenemos que ir a comprar los zapatos, ¿no? Y quizá un bolso. - dijo Hanna. 

¡No! ¿No puedes encargarte tú de todo? Odio salir de compras. - dije agotada.

Nadie odia salir de compras. - dijo Hanna riéndose.

Entonces mi nombre debe de ser Nadie. Es un placer conocerte. - dije con sarcasmo.

Me puse el vestido que había comprado, intentando no arruinar el maquillaje que me habían puesto en el spa después del tratamiento facial. Hanna había insistido e insistido hasta que accedí a ir al spa. Una vez que terminé de vestirme, me puse la peluca. Al verme en el espejo, la sorpresa hizo sobresaltarme. ¿Esa... soy yo? - me pregunté a mi misma. - La mujer del espejo parece una celebridad salida de una revista de moda. Es increíble lo que un montón de dinero y una peluca rubia pueden hacer por una persona. 

Bajé las escaleras y me puse a esperar a Keith, que estaba terminando de cambiarse en su habitación. Me acerque a la ventana y eché un vistazo al parque de la mansión. El césped era de un verde impecable y la piscina era enorme y lujosa. Es una casa muy bonita, la verdad. 

Oí pasos detrás de mi y, al darme la vuelta, vi a Keith. Se veía muy guapo en su smoking. 

Bueno, al menos sabes vestirte de una forma decente. - dijo nuevamente con arrogancia. 

Gracias. Tú tampoco estás nada mal. - dije devolviendole el cumplido. 

¿Quieres bebes algo antes de salir? - me preguntó. 

Lo qué tú bebas esta bien. - respondí. 

Keith me trajo un vaso de whisky y los dos nos sentamos a beber mientras mirábamos el atardecer. De pronto, reparé en que Keith estaba muy cerca de mi. Sus brazos estaban levemente extendidos, como si intentara abrazarme. ¿Qué debía hacer? - me pregunté.

Me aparté de él. - No se supone que no deberíamos hacer esto. Si no respetamos los límites, las cosas se complicarán muy rápidamente. 

Tienes razón... lo siento. - dijo bajando algo su mirada. - ¿Deberíamos irnos ya, entonces? - me preguntó.

Sí. - respondí.

Salimos de la limusina. 

La cantidad de personas que había en la fiesta era sorprendente. Keith debía tener muchos amigos. Al ver que Dianna estaba entre los invitados, me sentí profundamente aliviada. 

¡Dios santo, te ves preciosa! - Exclamó, viniendo hacia mi.

Gracias. - le agradecí. - ¿Cómo va todo? 

Hemos invitado a varios medios de comunicación, así que intenta que nadie pueda sacarte una foto o filmarte la cara directamente. Diré una palabras para presentar a Keith y el anunciará que estáis casados. Eso será todo. - dijo Dianna explicándome todo.

Vale. Suena fácil. - dije. 

Keith se acercó. 

Sophie, creo que lo mejor será que no nos separemos. La gente intentará hacernos preguntas y la mejor manera de no contar historias diferentes es permanecer juntos. - Dijo este. 

Suena bien. - sonreí. 

Como había dicho que haría, Dianna presentó a Keith. Una vez que Keith subió al escenario, me invitó a subir a mi también. 

Luego, Keith contó que los dos nos habíamos escapado para casarnos en secreto. Que había sido amor a primera vista. Eso es todo. Así de fácil. 

Los dos bajamos del escenario y estrechamos las manos de la gran multitud que se acercó para felicitarnos. Sin embargo, me di cuenta de que no todo el mundo estaba feliz por nosotros. Más de una mujer me lanzó miradas asesinas. Keith tenía razón, hay muchas mujeres que creen que les he quitado la oportunidad de sus vidas. Y parecen furiosas al respecto.  

Mientras nos movíamos de un sitio a otro, Keith no se apartó de mi ni un centímetro. Y siempre me tocaba, ya sea poniendo su mano sobre mi cintura o alrededor de mi hombro. Era posesivo... pero por alguna razón me gustaba que lo fuera. 

Una mujer de cabello oscuro llamada Nadia se acercó a felicitarnos. Sonreía, pero era evidente que no estaba nada feliz. Un hombre se acercó y murmuró algo al oído de Keith.

Perdona, volveré en un momento. - me anunció. 

Keith se fue y Nadie se acercó aun más a mi.

¿Cómo os conocisteis tú y Keith? - me preguntó. ¿Ya hemos respondido esa pregunta o todavía no? - me pregunté a mi misma. Vale, vale, no. Todavía no. Intentaré no complicar las cosas. 

Miré a mi alrededor. ¿Dónde estaba Keith? - me pregunté. - Miré mi copa. Estaba casi llena... Así que me la bebí de un trago. 

Oh, mira. Me la he terminado. - dije. - Iré a buscar otra a la barra. No tardo. - le anuncié. 

Aquí te espero. - dijo la mujer. 

Caminé hacia el bar. Apoyada en la barra, eché un vistazo hacia atrás. Nadia seguía allí, mirándome fijamente. No había nada que hacer. Tenía que volver o todo sería demasiado sospechoso. ¿Dónde estaba Keith? - volví a preguntarme. 

Me decías, Sophie... ¿cómo has conocido a Keith? - Volvió a sacarme el tema.

¿Llegaría Keith a tiempo para salvarme del interrogatorio de esa mujer? ¿O Nadia me obligaría a arruinarlo todo incluso antes de empezar? 


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