Estamos Comprometidos

By kyoko93

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La vida de Kate cambiara luego de que sus padres regresen a la ciudad y le anuncien que se comprometerá con e... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15

Capítulo 11

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By kyoko93

La búsqueda de casa estaba resuelta luego de que nuestros padres nos hubiesen regalado la que habíamos ido a visitar. La entrega de llaves se llevo a cabo el mismo miércoles. Los Lautner se pusieron manos a la obra y contrataron un decorador de interiores que nos aseguro tener todo listo en menos de una semana. El resto de días no tuve mayor contacto que un par de mensajes con Carl. Al parecer se le había acumulado trabajo y no iba a poder pasar a visitarme. Sin embargo en una semana íbamos a estar viviendo juntos, por lo que procuré pasar mis últimos días de "Soltería" en calma y sin interrupciones de mi prometido. No obstante, desde que le había escuchado hablar con la misteriosa "Te quiero" no había podido alejar mi mente de él en un solo segundo de la semana, pero tampoco me había atrevido a preguntarle quien era, no quería que el pensase que me interesaba con quien vivía su vida.

Supuse que al igual que yo, él también tendría a alguien de quien gustaba. Tal vez los dos éramos victimas en esta idea descabellada de los mayores.

—Si, claro— pronuncié con desagrado, aplastando patéticamente (como siempre) la arcilla sobre el torno.

—¡No, Kate! ¡Otra vez no! — se quejó desesperado Alan— Tienes que moldearla con delicadeza. No estas amasando empanadas.

—¡Maldición!— me quejé agotada. Las clases de cerámica estaban por hacerme enloquecer— ¡Lo dejo!

—No ¡Oh no! Tu me metiste en esto, te quedas hasta final del curso—sentenció.

—Alaaan—me abalancé sobre él en busca de un abrazo— ¿No me quieres? ¿No ves que tu amiga es nula con las artes? ¿Te gusta hacerme sufrir?

—No me gusta hacerte sufrir—sonrió— Y te adoro. Pero por que te quiero y te conozco, se que puedes hacer lo que sea. Así que metete un poco más en el papel.

Agarré una butaca y me senté detrás suyo, nuevamente volví a abrazarlo por la espalda, asomando mi cabeza sobre sus hombros—¿Deberíamos hacer la escena de Ghost? Tal vez eso me motive a continuar— propuse imitando la vieja propuesta de Carl y atrayendo sus risas, giro ligeramente su mirada hacia mi, tomo mis manos y me dio un beso en donde no tenia arcilla.

—No puedo con una prometida. No me gustaría tener problemas con Lautner—Me levanté disgustada. Solté un suspiro y volví a mi lugar. Alan había quedado sorprendido por mi repentina actitud— ¿Dije algo malo?

—No. Nada— respondí sin voltearle a mirar. Alan no tenia la culpa de los sentimientos que tenía por él. Ya me había rendido con todo aquello, sin embargo que él me recordase que estaba comprometida con alguien mas me incomodaba.

Al terminar la clase tomé mi cartera rápidamente y fui dirección al estacionamiento. Carl acababa de enviarme un mensaje. Me esperaba allí para llevarme a nuestro nuevo hogar.

Me entrego la llave principal de la casa intentando hacer algo de conversación conmigo, pero contrario a mis deseos, me mantuve reacia a hablar con él. Parecía que mis dudas por  Miss "Te quiero" no podían dejarme en paz. Al llegar, aun habían un par de personas de la empresa de trasteos acomodando nuestras pertenencias. El aspecto de la casa había dado una vuelta de trecientos sesenta grados ahora que todos los muebles decoraban los espacios—¿Te gusta? —me pregunto Carl curioso de opinión.

Asentí sin dejar de mirar a mi alrededor. Caminé por la primera planta, a través de los pasadizos que ahora no hacían eco. Entré en el despacho donde él planeaba tener una pequeña oficina en casa, de esa manera podría pasar más tiempo conmigo. Subí las escaleras, acariciando la barandilla. Abrí la puerta de la habitación principal. Nuestra habitación. Era tan acogedora como se podría desear. Habían dos habitaciones más adelante, cercanas a nuestra alcoba, y al final del pasadizo, una ultima. Mi favorita. La que me había hecho elegir esa casa. Carl apareció detrás mío justo cuando iba a abrir la puerta, se adelanto y tomo la manija—He pensado en hacerte un regalo— dijo—Aunque no se si te va a gustar, pero de verdad quería hacerte un primer regalo como prometidos— y deslizo la puerta dejando al descubierto su sorpresa.

Del centro del cuarto habían puesto una gran hamaca blanca de relleno de plumas. En la pared derecha un par de baldas que podría rellenar de los libros que quisiese o las decoraciones que me antojase; ya habían algunos libros, unos que le había comentado en alguna ocasión que me gustaban Love Story de Erich Segal y la saga de The Aldous Lexicon de Michael Lawrence. Una lámpara no muy grande con cristales en forma de estrellas colgaba justo encima de la extensa hamaca. Y lo que más me gustaba, la gran ventana que iba desde el techo al suelo y llevaba a un pequeño balcón en donde habían algunas florecillas de color pastel. Todo estaba acomodado a mi gusto, justo como lo había soñado y se lo había contado. Me giré a verle con una sonrisa de par en par y no pude evitar abrazarle— Bueno, no he podido hacer mucho, por que no se como querrás colocar el resto, eso ya es tu decisión. Espero que la disfrutes — me devolvió el abrazo y me dio un largo beso sobre la cabeza.

Bajamos para revisar como iba todo en la primera planta. Aun faltaban un par de horas para que terminaran con todo. Por lo que regresé a la habitación que Carl especialmente me había reservado. Me monté sobre la hamaca y me cubrí con una manta de felpa que estaba sobre ella y no había notado antes. Cerré los ojos y me quedé dormida ante la comodidad. Para cuando me desperté ya no quedaban personas en casa. Fui a buscar a Carl al despacho, allí estaba sentado mirando un par de papeles que había traído de la central— Estaba a punto de irte a despertar— aseguró al verme entrar— ¿Qué tal la siesta?

—Fenomenal— bostecé.

—¿Tienes hambre? Quieres que va-—antes de que pudiese terminar su oración, comenzó a sonar mi teléfono. Me pidió que contestara. Así lo hice. Era Alan.

—Hola, Kate—saludo a través de la línea— ¿Qué tal va todo?

—Igual que en la mañana, supongo— respondí. Los dos nos reímos.

—Claro, no han pasado tantas horas desde que nos vimos. Que torpe. De cualquier manera, me pareció que estabas de mal humor por algo y me quede preocupado, así que pensé en invitarte por algo de comer. Ahora que tus padres no están en casa supongo que estarás muy sola ¿Verdad?— Aún no había sido capaz de contarle a Alan que me mudaría con Lautner. Me lamentaba de ello.

—Perfecto ¿Quedamos donde siempre?— aprovecharía la oportunidad para adelantarle lo que sucedía— Puedo estar allí en unos cuarenta minutos.

—Excelente. Te veo allí.

Al terminar la llamada me di cuenta de la expresión de Carl. Tenia el seño fruncido, parecía de mal humor—¿Pasa algo?— pregunté alertada por la nueva actitud del pelinegro.

—¿Tu que crees?

—No lo se, por eso te lo pregunto.

—Me gustaría que lo meditaras un poco. No es muy difícil de adivinar— contesto con un tono que nunca me había puesto— Bueno, supongo que ahora que te vas con Alan no vas a tener tiempo de reflexionar en ello, así que te lo diré. Deberías de considerar un poco más a los demás, en especial ahora que vamos a vivir juntos deberías de darme un tris de atención— caí en sus palabras. Era una estúpida, había echado al traste nuestra primer noche juntos. Intenté remediarlo pero ahora era el móvil de Carl el que comenzaba a sonar. Agarró su chaqueta del espaldar del asiento y pasó por mi lado— ahora no necesitas preocuparte por tu salida, que disfruten de la cena— dijo antes de cerrar la puerta detrás mío.

Me deje resbalar hasta el suelo y me quede un par de minutos pensando, con las piernas recogidas, como podría disculparme con Carl. Una parte de mi me convencía que no debía de preocuparme demasiado, después de todo esto era una obligación para mi. No me había mudado con Lautner por gusto. Pero mi lado bueno me recordaba que él estaba siendo extremadamente especial conmigo. Que me atraía, no tanto como Alan, pero lo hacia. Y que en su situación también me enojaría si alguien me hiciera lo mismo. Decidí cancelar la salida con Alan. Quede en contarle lo que sucedía al día siguiente.

Me puse manos a la obra. Aunque mis manos eran un desastre completo con la cerámica, en la cocina no sucedía lo mismo. Con el objetivo de que Lautner me disculpase por mi falta de tacto, me decidí a prepararle algún postrecillo. Mire por internet algo que preparar. Elegí unos cupcakes, de esos súper vistosos que salen en internet. Corrí dirección a la cocina para mirar que ingredientes tenia en la alacena. Hice una lista de los que me faltaban y agarré las llaves del carro para ir al súper mercado mas próximo.

Una vez dentro del almacén busqué algunas envolturas llamativas, chispas para el glaseado y la crema, colorantes, y otros. De vuelta en casa me concentré en mi objetivo.  Tenían que quedar perfectamente esponjosos como se veían en la foto. Tarde casi una hora en prepararlos, luego de que lamentablemente la primera crema se hubiese estropeado. Probé uno de los pastelillos. Había quedado justo como lo esperaba, los puse sobre una bandejita de cartón que compré en el súper y terminé con una tarjeta de disculpa. Los coloqué sobre su mesa de noche y me tiré sobre la cama. Ya eran dos horas desde que Carl se marchase enojado conmigo. Cerré los ojos para evitar mirar la hora en el teléfono cada segundo, y me quedé dormida nuevamente.

—Kate...Kate— escuché la  voz de Lautner repetir mi nombre con insistencia— Nena, despierta— Abrí los ojos. Estaba sentado a mi lado izquierdo con una mano atravesándome por encima del cuerpo hasta posarse al lado derecho de la cama, de esa manera su mirada estaba justo frente la mía. Esos ojos azules que me robaban el aliento si los miraba directamente— ¿Qué haces aquí? ¿No ibas a salir con Alan?

Me incorporé— ¿Comiste los pastelitos que te preparé? 

—Aun no, pero se ven deliciosos— sonrió— ¿Los hiciste tú?

—Yo solita ¿Qué pensaste? ¿Que tu prometida no sabría hacer nada elaborado con las manos?— le devolví la sonrisa, él no se movió de su posición. Seguía mirándome atentamente— ¿Me perdonas?

—Mmm... Déjame pensarlo— me tomo del mentón— Si me das un beso tal vez.

—Mejor me quedo así— respondí apretándole la nariz, dispuesta a levantarme de la cama. Me jaló del brazo, cuando puse un pie por fuera y me dejo acostada—¿Segura que no te arrepentirás?

—...Segura— Lo dude por un segundo

—Yo si— se aproximó— Me arrepentiré toda la vida si no lo hago— afirmo y me beso.

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