Pottens I: El Secreto de los...

By NMAlonzo

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Todo inició en el momento en el que el corazón del hombre nació la necesidad de sublevar a otro, provocando q... More

Sobre La Portada
Prologo
PARTE I
I (Editado)
II (Editado)
III (Editado)
IV (Editado)
V (Editado)
VI (Editado)
Pausa

VII (Editado)

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By NMAlonzo

Durante todo su camino a casa no pudo dejar de pensar en aquella conversación. E irónicamente se sentía frustrada, tanto o más de lo que se había sentido antes. No esperaba salir con tantas dudas, su idea de todo aquello era que sus dudas se resolvieran no acabar vuelta un mar de confusión mayor. Por otro lado, era gratificante saber que no era un fenómeno como le habían hecho creer. Andrés le había prometido ayudarla a controlar su poder, y aquello le hacía feliz.

Los pensamientos sobre su padre no salían de su mente, persistían en quedarse allí. Lisa no era estúpida, la idea de tener un padre la asustaba. Comenzando por el hecho de que esperaba que el hombre no fuera Barton, pero a la vez si deseaba que lo fuera. Era confuso. Porque si era Barton significaba que estaban cerca, compartiendo la misma ciudad y si aquello era cierto, ¿por qué nunca la había buscado? Su madre le había dicho que su padre no las había abandonado, pero aun así no podía evitar pensar que tenia la posibilidad de acercarse más no lo había hecho.

Estaba a dos bloques de su casa cuando sintió aquella presencia cerca de ella. Un escalofrío recorrió su espalda, estaba cerca, más cerca de lo que alguna vez había estado y además estaba enojado. Lo pervivía y sentía de una manera que le era imposible explicar, pero que le asustaba con facilidad. Un escalofrío recorrió su espalda. Miró hacia atrás para intentar localizar a la persona que le perseguía, un tipo vestido de negro estaba a unos metros detrás de ella, cuando sus miradas se conectaron supo que era él. El hombre se detuvo, la parte inferior de su rostro estaba cubierta con un pañuelo, su abrigo cubría todo su torso, el gorro que llevaba puesto cubría su cabeza. De todos modos, sus manos dejaban claro que su piel era morena, como el color canela que tienen las personas del caribe, era tan alto como Andrés. De su rostro solo podía ver sus ojos color ámbar y a pesar de ser preciosos tenían una intensidad tan grande que lo único que pudo sentir al verlos fue temor. Dio unos pasos hacia delante sin despegar sus ojos de los de ella, por puro instinto dio media vuelta, corriendo lo más rápido que pudo. Sus pasos se escuchaban a poca distancia suya, su corazón empezó a latir con rapidez por el esfuerzo y por el miedo que estaba provocando ese tipo en ella.

Intento aumentar la velocidad, corrió lo más rápido que pudo porque no podía permitir que aquella persona le hiciera daño. Pero tenia tanto miedo, mientras más cerca estaba de su casa más solitarias eran las calles. Rara vez se veían personas transitando por allí, los autos no pasaba con mucha regularidad. Estaba cansada, la rodilla comenzó a dolerle horriblemente y sentía un malestar en el pecho. Corría con mucha dificultad, aquello solo era una señal de que a la larga o la corta aquel hombre la atraparía.

De repente una niebla cubrió el lugar, tan espesa que era difícil ver a través de ella. Lisa se detuvo, desorientada giró sobre sus talones en círculos. Escuchaba sus jadeos, escuchaba la respiración pesada de su perseguidor. Se dio cuenta que su mejor opción era quedarse tranquila e inmóvil, si ella no veía nada probablemente aquel hombre tampoco. Después de unos poco minutos escuchó unos pasos detrás de ella, muy cerca, tan cerca que la respiración de aquella persona chocaba con su cuello. Alguien la tomó por el codo y puso una mano sobre su boca, intentando evitar que gritara. Intentó desprenderse y correr, pero la persona en cuestión no se lo permitió, suavizo su agarre e hizo que ella diera media vuelta para situarle cara a cara. Aquel no era quien la perseguía, sintió un gran alivio cuando descubrió de quien se trataba. Sus ojos risueños estaban serios, con delicadeza soltó el codo de Lisa y le hizo señas para que guardara silencio.

Le indicó con un movimiento de cabeza que le siguiera, sin pensarlo dos veces así lo hizo. Ojos Risueños le había salvado una vez, aquella seria la segunda. Aunque no le conocía, seguirle era mil veces mejor que quedarse en aquella niebla a la espera de que alguien le atrapara. Se adentraron en un callejón, la niebla parecía que formaba parte de ellos puesto que les rodeaba conforme se movía.

— Puedes estar tranquila —dijo Ojos Risueños, sentándose sobre unas cajas—. Aquí nunca nos encontraran.

— ¿Usted es el responsable de la niebla? —le preguntó apoyándose en una pared, cruzando los brazos por encima de su pecho. Por alguna razón que ella no comprendió aquello hizo que él riera.

— Si —levantó una mano de la cual fue brotando una pequeña nube blanca, luego la nube se fue tornando gris hasta convertirse en negra, de la nube empezó a caer lluvia y rayos, pequeños e indefensos—. Se llama atmosferoquinesis, manipulación del clima.

— Eso es sorprendente —dijo acercándose a la nube, fascinada por algo tan asombroso. Alargo su brazo para tocarla, pero el hombre disolvió la nube en un montón de granizo que cayó al suelo—. ¿Quién es usted? —preguntó con la vista fija en sus ojos.

— Digamos que soy tu protector —dijo—. De mí no te tienes que preocupar, Lisa.

— ¿Cómo sabe mi nombre? —ella guardó distancia nuevamente, apoyándose en la pared con la misma postura anterior.

— Soy tu protector, debo saber por lo menos como te llamas, es mi trabajo cuidarte —sonrió de forma afable—. Me imagino que esto debe de ser muy difícil de asimilar para ti, recibir toda esta información de golpe.

– ¿Qué información? ¿De qué habla?

Aquel hombre guardo silencio, pero el tipo de silencio que conllevaba meditación y anticipaba algo. Lisa se encargo de observarlo detenidamente durante ese tiempo, nunca lo había visto en su vida, por lo menos no recordaba haberlo hecho. Andrés le conocía de eso estaba segura, de lo contrario aquel hombre no le habría depositado en sus brazos el día del incidente en el gimnasio.

– Veras, Lisa. El peor error que cometieron contigo fue no contarte quien eras desde el principio. Quizá Helena creía que estaba haciéndote un bien manteniéndote al margen de todo esto, pero quitarte una parte de tu identidad durante tantos años no ha hecho más que complicarte la vida en estos momentos.

– ¿Como usted sabe eso? –respondió con rapidez–. ¿Quien le dijo que yo no estaba al tanto de este mundo?

– Porque nosotros no nos retenemos.

– ¿Nosotros?

– Las personas con poderes que les permiten el control del medio ambiente somos más propenso a ser libres con respecto a nuestro poder. Por la magnitud de lo que sucedió hace algunos días, es fácil de deducir que estuviste reteniendo por mucho tiempo sentimientos y emociones –Lisa lo observaba sorprendida, no podía creer que aquel hombre supiera todo aquello de ella–. ¿No te han dicho que no debes retener sentimientos?

– Si.

– ¿Entonces por qué los retienes? –Lisa se encogió de hombros–. El problema contigo es que te ha criado como algo que no eres. Escucha lo siguiente con mucha atención, Lisa –ella asintió, la niebla se había dispersado y ya no quedaba más que una tenue neblina, el hombre que la perseguía ya no estaba. Ojos risueños se puso de pie, Lisa comprendió en aquel instante que aquella conversación se terminaba y todavía tenia muchas preguntas por realizar–. No retener tus sentimientos es importante, pero más importante es no retener tu poder. Después de todo eso es lo que te define.

– ¿Ya se va? –en su voz se notaba cierto temor, una preocupación que no paso desapercibida para él.

– No te preocupes, te llevare hasta tu casa y luego me quedare por los alrededores un rato más.

– Tengo preguntas.

— Demasiadas preguntas sin respuesta por ahora —dijo con una mueca—. Siento darte la respuesta que estas cansada de escuchar de boca de tu tía, no se supone que debamos conocernos.

— Pero lo hacemos.

— Lo sé, pero no deberíamos. Las cosas se han tornada extrañas, de una manera que sinceramente no me esperaba que sucediera. Se supone que nunca supieras de mi existencia, es preciso que no le cuentes de esto nadie. Ni siquiera a Andrés, él sabe quién soy, pero por su propio bien es mejor que no sepa el papel que juego en tu vida —tomó una expresión pensativa, por unos minutos se perdió dentro de su cabeza, luego continuó como si estuviera hablando consigo mismo—. He notado que alguien te persigue desde hace unos meses, nunca se había acercado tanto. Algo debe de estar provocando que lo haga.

— ¿Quién me persigue? —la histeria era palpable en su voz—. ¿Por qué alguien haría algo así?

— Lamentablemente no lo sé, no he podido ver su rostro por lo que no sé si es de los nuestro o es un Ashford.

— Así que usted es Barton

— Eso ya lo sabias —dijo con una sonrisa. Él empezó a caminar en dirección a la casa de ella, sin pensarlo dos veces Lisa continuó detrás de él.

– ¿Puedo hacerle una última pregunta?

– Adelante –ella volvió a observar sus ojos grises, su tez era más clara que la de ella, su altura era mayor que la de ella. Recordó la voz de su madre diciéndole que guardaba un parecido muy grande a su padre, ella sabía la respuesta antes de realizar la pregunta, pero solo quería ver la expresión de su rostro cuando respondiera.

– ¿Es usted mi padre? –Ojos risueños sonrío de oreja a oreja ante aquella ocurrencia, por la mirada divertida en los ojos de Lisa supo que ella ya sabia la respuesta a esa pregunta. Debía de admitirlo, era astuta.

– ¿Te han dicho que eres igual a él? –ella asintió mientras ambos continuaron su camino en silencio.

Tras aquella conversación si de algo estaba segura era de que su padre estaba de alguna forma cerca. La presencia de Ojos Risueños lo confirmaba. Por otro lado, saberse protegida le daba cierta paz, pero de todas formas no podía parar de pensar en lo que acaba de pasar. Alguien realmente la estaba persiguiendo, ahora aquello era un hecho y no simple suposiciones suyas.

Estaba sentada sobre su cama con la vista fija en la ventana. Una idea cruzó su mente, con rapidez abrió una de las cajas donde guardaba sus materiales de pintura, saco acuarelas y pinceles, papel y busco un vaso con agua. Se dispuso a pintar los ojos de su perseguidor, pero algo extraño sucedía, Lisa intento darle forma, darle color, pero mientras más pensaba en las cosas que acababan de pasar menos recordaba sobre aquello. Aquellos ojos que tanto miedo le habían producido se habían evaporado de su mente de una forma tan rápida que ella no podía creer. Frustrada, confunda y con miedo volvió a sentarse sobre la cama. ¿Aquello significaba que era un Ashford? Había una posibilidad, debí de hablar con Andrés sobre aquello, pero debía de excluir a Ojos Risueños.

Decidió olvidar todo eso por un momento, necesitaba descansar, el dolor de su rodilla iba en aumento y si quería averiguar todo relacionado con los clanes necesitaba tomar las cosas con calma. Ya había esperado demasiado, las cosas estaban llegando a un buen punto y tomaban forma. Lo único que necesitaba era un poco más de paciencia y astucia.

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