Te conozco x los zapatos ©®

By vcarlabianca

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| C O M P L E T A | ✔️ COMEDIA ROMÁNTICA [+18] «Un par de zapatos pueden cambiar tu vida, sino pregúntale a... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1. Todo lo que no me gusta
Capítulo 2. Ya lo odio
Capítulo 3. Mala leche
Capítulo 4. Mascara de hielo
Capítulo 5. Fantaseando
Capítulo 6. Mala jugada
Capítulo 7. ¡¿Qué?!
Capítulo 8. Reacciona
Capítulo 9. El mejor
Capítulo 10. Planes nocturnos
Capítulo 11. Esto no entraba en mi plan
Capítulo 12. Ojo x ojo
Capítulo 13. ¡Ahora sí, te mato!
Capítulo 14. Un pequeño error
Capítulo 15. Tensión extrema
Capítulo 16. Fatal
Capítulo 17. Imbécil
Capítulo 18/1. Confusión
Capítulo 18/2. Una noche
Capítulo 19. Lárgate
Capítulo 20. Días desiertas
Capítulo 21. Su otra cara
Capítulo 22. Un viernes gris
Capítulo 23. Iker Sinclair
Capítulo 24. Una tras otra.
Capítulo 25. Negación injustificada
Capítulo 26. El doctor
Capítulo 27. Cita llena de casualidades
Capítulo 28. Sin paquete
Capítulo 29. Romina/Milla Flow
Capítulo 31. Ella es igual a mi.
Capítulo 32. Confianza
Capítulo 33. Familia
Capítulo 34. Romeo y su Julieta
Capítulo 35. El idiota de Sinclair
Capítulo 36. Decisión final
Capítulo 37. El trato
Capítulo 38. Y ahora...¡Basta!
Capítulo 39. Ciclo cerrado
Capítulo 40. Sentencia final
Capítulo 41. Orgullo contra orgullo
Capítulo 42. Amor y otras mierdas...
Capítulo 43. Familia
Capítulo 44. Digo que...
Capítulo 45. Así era una vez
Capítulo 46. Soy nada sin ti
Capítulo 47. Nuestra Vida. Final
Epílogo

Capítulo 30. Encerrada pero libre

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By vcarlabianca

Estrellasssssssssss 💛
No morí, no abandoné la historia, me tardé unos días porque estoy ante un examen de m****a. 😁 Seguiré actualizando pero hasta en el 19 de Noviembre no serán diarios. ☹️ luego de nuevo volverán los capítulos diarios.
Seguiré actualizando.
Seguiré actualizando.
No la voy a pausar.
Besos 😘




Estaba completamente e irremediablemente fuera de lo normal. Cuando me avisó de que me quedaré encerrada con él, no pensé que lo había dicho en serio. Al inicio no le había dado ningún crédito, pero luego, cuando entendí que lo tenía en mi maldita sala mirando el TV esperando a que mi ducha acabe, entendí que no había sido una broma. Literalmente era la jodida realidad. Hubiera sido mejor si hubiera decidido irse para su casa. Simplemente, tomar su puto trasero y caminar, o subirse en una raqueta y hacer un paseo hacia la luna, pero no, él debía estar allá. Usando mi electricidad y retando los límites de mi tolerancia.

«Piensa en todo lo que estás haciendo. Si sabes cómo es, si sabes qué pretende y dónde quiere llegar, ¿por qué no tomas una decisión racional? , Atte.: Tu cerebro»

«¡Cagala, Cagala, Cagala! Guácala seriedad. Cágala con confianza. Atte: neurona bailarina distraída»

—¿Vas a salir hoy?— escuché su voz tranquila, acompañada por unos suaves golpes en la puerta, y al instante mi cuerpo se tensó.

«En cuanto te largas de mi casa. Ojalá sea pronto, ya que me aburrí de quedarme aquí debajo de la ducha»

—Cinco minutos— alcé la voz, quejándome mentalmente.

—Y un demonio— exclamó y abrió la puerta, entrando en el baño y haciéndome agarrar la toalla a toda prisa para cubrirme el cuerpo mojado.

—¡Estoy desnuda!—bufé incómoda, mirándolo con el ceño fruncido y mil preguntas en mi cabeza. —¿Qué haces?— cuestioné confundida en cuanto lo vi sacándose la camisa y el pantalón. ¡Oh! Y los bóxers también.

«Oficialmente Iker Sinclair representa el antónimo de la palabra púdico. «Esto, y de la estima más alta que una vez me han dado por ver.»

—Si tú no vienes a mí...—musitó en voz masculina, juguetona y seria mientras agarró un pedazo de mi toalla, arrastrándola y tirándola en el suelo. —Voy yo a ti—añadió al mismo tiempo que pasó su mirada por mi cuerpo desnudo.

Su mirada perturbadora y misteriosa se posó en la mía y su mano se apoderó sobre mi abdomen, empujándome ligeramente contra la pared fría y mojada de cristal templado de la cabina de ducha, bajo la lluvia artificial y cálida que caía sobre nuestros cuerpos desnudos.

Cruzó sus dedos con los míos, sosteniéndome las manos sobre la pared, mientras que su mirada me fijaba con una expresión poco conocida o que podía darme cualquier indicio de lo que su mente tenía planeado. Odiaba su silencio y la forma en cuál sabía esconder todo lo que pensaba o concebía poner en práctica.

—Sin ofrecerte una escapatoria, es una pérdida de tiempo intentar evadirme, evitarme y huir.—dijo y un fuerte temblor recorrió mi cuerpo por completo. —Necesitamos hablar. Seriamente—enunció mientras que unas gotas de agua se deslizaron por sus labios carnosos, rostro simétrico, cuello seductor y torso desnudo y mojado.

—Después de la forma en cuál me trataste, es irónica que por lo menos pienses que deseo hablar contigo.

—Si me pongo a contar tus maldades y tus salidas poco profesionales durante las últimas tres semanas, sales perdiendo.—soltó mis manos y retrocedió unos pasos. —Te espero en la cocina.

—Esa es mi toalla— murmuré en cuanto lo vi rodeándola alrededor de sus caderas y luego cogerle la ropa que hace poco había tirado en el suelo.

Me sentía completamente desconcertada. No entendía nada de lo que estaba pasando con él, con tanta seriedad y misterio.

Una vez que lo vi saliendo por la puerta, salí de la cabina de ducha y me puse el vestido floral, dejando que las gotas de agua se impriman y se secan en el vestido. Solté mi cabello dejándolo caer sobre los hombros y me dirigí hacia la cocina. Estaba intrigada. ¿Acaso hice algo?

—¿Vino?— pregunté mientras agarré una botella de vino rosé, algo que normalmente no acostumbraba a tomar pero era lo único que tenía en la casa. Hubiera preferido una cerveza, pero el rey del estilo iba a morirse de un infarto por ver tal monstruosidad, y realmente ya había tenido un día bastante infernal como para organizar y un velorio.

—Sí—asintió ligeramente con la cabeza mientras seguía apoyando en la pared con la ropa puesta y el cabello totalmente desordenado. —¿Te sientes mejor?— cuestionó mientras deslicé el vino en dos vasos, parándome por un momento para mirarlo.

—Sí, muy bien—sonreí falsamente, volviendo a fijar mi atención en los dos vasos que usé como pretexto—Si estás aquí, para esto te puedes ir. Estoy perfectamente bien.— hablé notando cómo sus pasos se dirigieron hacia mí, quedándose detrás de mí.

Pasó sus brazos por mi cintura y agarró los dos vasos, alejándolos de mi vista.

—Uno es mío—solté volteándome hacia él.

—No.— tomó un sorbe de vino mientras el otro vaso lo depositó en la mesa que estaba en la parte opuesta.

—¿Cómo que no?—fruncí el ceño intentando pasar por su lado, pero dio un paso a un lado, haciéndome chocar contra su pecho atlético.

—Hasta este punto te permití muchas escapadas, pero ahora tengo la confirmación y no pienso permitirte ni una más.—habló tranquilo pero con claridad y decisión.

—¿Qué?—sacudí la cabeza—¿Perdiste las pocas neuronas que tenías por algún lado o qué?— me crucé los brazos.

—¿Por qué eres tan mala conmigo?

—Todavía lo preguntas—saqué una carcajada, negando con la cabeza.

—Nunca te hice nada que no quieras—se encogió de hombros.

—¿Nunca me hiciste nada de lo que no quería?— entrecerré los ojos poniendo una cara de poco amigos. —Nueva noticia, no eres el Santo Iker, sino el maleficente, rudo, obsesivo, arrogante Iker. ¡La reencarnación de Hitler y Stalin en una misma persona!

—No sabía que tengo tantas características sublimes—se rió divertido, totalmente intocable emocionalmente ante mis halagos maliciosos.

«¿Será retrasado el pobre?»

—Todos tuyos—sonreí, volviendo a intentar llegar a mi brillante vaso de vino, que bajo la fuerza del destino tuvo que alejarse de mí.

Volvió a interponerse en mi camino.

—Una mujer embarazada tiene prohibido el alcohol.— levantó las cejas.

—Ya me tienes hasta la madre con esta cantaleta—rodé los ojos—Fue una broma. No hay ningún bebe por aquí en mí y tampoco habrá.—solté con cierto temblor en mi interior, pero él solo asintió con la cabeza, mostrando una sonrisa en la comisura de sus labios.

—¿Una broma dices?— se rascó el cuello y luego cruzó sus brazos, mirándome atento y divertido.

—Admito que no fue mi mejor broma y que tal vez me pasé, pero me sacaste de mis casillas y prácticamente fuiste tú quien me empujó a proceder así.—expliqué intentando endulzar una situación que no estaba para nada dramática. ¿Por qué no se enojaba?

—Sabes, la vida también es una bromista, y una muy buena.— hizo una pausa—. ¿Pusiste atención a lo que te dije hace unos momentos?

—¿Él no hacía el vino?—sonreí irónica.

—No—negó con la cabeza, como aguantándose una risa. —Sinceramente, yo también pensé que era una broma—quise interrumpirlo, pero siguió —Así que busqué una confirmación.

—Perfecto, entonces ya lo sabías—gesticulé aliviada, pasando por su lado, pero me había agarrado del brazo y atrajo hacia su cuerpo, metiéndome dentro de una nube atónita.

—Salió positivo—replicó serio, mirándome y haciendo que su respiración choque contra mi rostro.

—Iker, ¿realmente crees que voy a creerte? Es demasiado temprano para devolverme la broma.—me reí con ganas. —Pero, buen intento. Te felicito.

—¿Fase de negación?

—¿Cuál fase?— negué con la cabeza. —Siempre tomé la pastilla.

—Milla—pronunció mi nombre de manera delicada, como preparándome para una nueva noticia—Es posible que sea mi culpa porque la pastilla que yo te he dado tiene la capacidad de anular el efecto de la otra.

—No jodas con esto, Iker— la expresión de diversión de mi rostro se esfumó dejando lugar a un semblante enojado.

—Toma—agarró un sobre doblado del bolsillo de su pantalón y me lo entregó.

—Escribe Sinclair sobre él—levanté una ceja.

—Checa el contenido.—insistió—. ¿ Eh?— preguntó después de unos minutos en cuál me había mirado leyéndolo.

—Perdóname, pero has ido demasiado lejos— escupí y frunció el ceño—¿Sabías que por falsificar análisis alguien puede demandarte?

—Conozco la ley mejor que tú— replicó ácido. —Pero no falsifico nada. Es la pura verdad.

—¿Cuál verdad?— volví a reír—Me tienes harta con esta cantaleta— negué con la cabeza incrédula por lo lejos que había llegado mientras que él mostró su cara de póker. — Mira, te voy a dar una contra prueba a tu prueba mentirosa— lo apunté con el dedo antes de girarme y caminar hacia el armario que tenía en el pasillo vecino a la cocina—La prueba de embarazo que te di no fue mía.

—Tenía inscritas las iniciales "I y M".

—Sí, tarado, Irina y Marco, no, Iker y Milla.— expliqué mientras abrí el armario y saqué mi bolsa. —En ese día me compré una prueba, la que abrí en tu cara. Quería que todo fuera creíble. Esa es mi prueba.— una vez encontrada la estiré y luego la miré quedándome en shock. —¡¿Qué mierda?!— susurré sin aire en mis pulmones.

Pasé la mirada de la prueba a él y de él a la prueba, sintiendo cómo todo mi mundo empezó a girar a toda velocidad.

—Debe ser un error— murmuré mientras aún sostenía la prueba entre mis dedos temblorosos.

—No lo es, Milla. Es verdad.

La vida que hace unos segundos había tenido cambió por completo y por primera vez en mi vida no encontré ninguna palabra y no supe qué hacer. Me había quedado de pies mirando las dos líneas rojas, entendiendo la situación en cuál me encontraba, hasta que sin decir nada me encaminé hacia el dormitorio, cerrando la puerta detrás de mí y tirando la prueba de embarazado sobre la cama. Me dejé caer al lado de la pared en la completa oscuridad, con la cabeza apoyada entre mis manos, intentando buscar una salida o una pequeña luz que me salga del problema.

Estaba asustada y totalmente perdida. ¿Qué iba a hacer?, ¿Qué dirán mis padres?, ¿Qué pasará con mi vida ahora? Tenía un millón de preguntas y ninguna respuesta.

Mi barbilla temblaba y mis ojos se aguantaron valientes las lágrimas que intentaban salir. Mis dedos se habían congelado y parecía que la sangre ya no corría por mis venas y arterias. Hasta pude jurar que mi corazón se detuvo por varios minutos o que dejé de respirar en ciertas ocasiones.

—Milla— escuché la voz de Iker en cuanto la puerta se abrió y como no había obtenido ninguna respuesta de mi parte, se sentó en el suelo a mi lado en la inmensa oscuridad que dibujo delicadamente la sombra palpable de nosotros dos. —La vamos a sacar para adelante juntos— buscó mi mano y la agarró entre las suyas.

—¿Cuándo te enteraste?— pregunté preocupada.

—Hoy. Luego de haberte ido con Daniel.

—Es Denis.

—Es lo que yo quiero que sea y lo quiero lejos de ti y de mi hijo.—murmuró poco audible—¿Qué piensas?

—No sé— afirmé en voz débil, girándome hacia él—¿Tú?

—Creo que nos tomará un tiempo para acomodarnos con la noticia.— habló compresivo y maduro, sorprendiéndome por completo. —Vamos a tomar juntos una decisión.

—Estoy en contra del aborto—le repliqué apresurada, conociendo mis principios, aunque tal vez en ese momento hubiera sido la mejor opción.

—El aborto no entra en discusión—me reconfortó con una ligera sonrisa antes de levantarse y extender su mano. —Ven. No es el final del mundo. Es el comienzo de una vida.

«Sigue así puto, sigue así y en unos segundos será el comienzo de mi llanto»

—Mis padres me van a matar—confesé en cuanto llegué a la cocina, comenzando a pensar con un poco de claridad. Haciéndome una lista mental de todo lo que me esperaba.

—No los dejaré—agarró un vaso de agua y me lo entregó antes de sentarse a la mesa, delante de mi.

—Ni los conoces.—bufé.

—Teniendo en cuenta la situación, creo que debería conocerlos. Hablaremos con ellos en cuanto te sientes lista para hacerlo.

—¿Y qué les voy a decir?— alcé el tono—. ¿Empiezo a decirles que estoy embarazada o que me metí con un hombre casado? Dime tú, ¿cómo empiezo?— empujé el vaso con agua a un lado, levantándome y dirigiéndome hacia la ventana, donde miré las gotas de agua que golpeaban la ventana.

—Sabes perfectamente que mi matrimonio es ficticio.— habló detrás de mí.

—Suerte con explicarles esto— repliqué irónica y luego sentí sus manos en mi cintura girándome hacia él.

—Con todo el respeto te digo que me importa muy poco lo que dirán o pensarán de mí. No me interesa crearme una imagen de caballero y hombre perfecto ante ellos. No son ellos los que me necesitarán a su lado. Aquí se trata solamente de ti, de mí y del bebé. Los demás son puros espectadores.

—¿Crees que para mí esto es fácil? , ¿Qué demonios diré cuánto me preguntarán sobre el padre?

—No preguntarán por qué el papá estará a tu lado y él contestará. ¿Otra duda existencial tienes?

—Esto está jodido.

—Esto no es una pregunta.

—Tú estás jodido.—grité a un paso de caer en un estado de histeria de cuál tomé cuenta unas fracciones de segundo después. —Perdón— me disculpé bajando la cabeza. —Pero esto es demasiado para mí.

—Estará todo bien— depositó su mano bajo mi mentón y me alzó la cabeza. —Todo.

—Mira, más o menos aprendí a manejar mi vida. No me iba de maravilla pero tampoco me quejaba. Yo ni siquiera checo la fecha de expiración de un alimento o no sé cuándo tengo que pagar tal cosa o cocinar. No me siento preparada y mucho menos siento que poseo la madurez necesaria para crecer y dirigir a un bebé en esta vida.

—Ponle un alto— se rió. —Nadie se nace enseñado. Todo se aprende con el tiempo.

—Tengo miedo. Mucho— confesé con un largo suspiro.

—Milla— agarró mi rostro entre sus manos—¿Cuántas veces tengo que decirte que todo estará bien para que me creas?

—Creo que voy a llorar— afirmé a un paso del colapso emocional, sintiendo cómo unas lágrimas cayeron por mi mejilla.

—Serán las hormonas— sonrió compresivo. —¿Un abrazo?

—Serán o no las putas hormonas, pero esta situación me supera— dije entre lágrimas—Y sí, dame ese pinche abrazo.

Rodeó mi cuerpo con sus brazos al instante, regalándome su calor y su olor mientras acariciaba mi cabello con ternura. Las reacciones de Iker me habían sorprendido de tal grado que llegué a preguntarme si era un clon o si alguien le dio un shock a su cerebro. Iker era un puto desvergonzado, creído de mierda y no un hombre compresivo y cariñoso. ¿Por qué notaba estas cosas en él y por qué me hacían feliz?

—Lo haré—dijo de repente, confundiéndome y haciéndome alejarme de su cuerpo para mirarlo y entender a lo que se refería.

—¿Harás qué?

Se detuvo.

Me miró y tragó saliva.

Se había puesto rígido y con un rostro más inexpresivo que el de una piedra helada.

—Te daré todo—prosiguió—. Arriesgaré mi corazón por ti, pero al primer error me convertiré en tu peor enemigo.

—¿Perdón?— retrocedí un paso, bajándome del abismo sublimemente idílico al grotesco infernal. —¿Qué coño has dicho?

—Milla, yo sé que te gustó también.—intentó cortarme—Creo que todos han visto ciertas cosas que los dos hemos intentado reprimir.

—Mira, pedazo de cobarde—volví a acercarme hacia él para empujarlo con el dedo en el pecho. —Primero, no me gustas, creído, arrogante, sin huevos.—hice una pequeña pausa—Eres la persona más insoportable, fría, irónica, antisocial, ególatra que he visto en toda mi vida. Y créeme cuando te digo que en mi vida he pensado llegar a querer a un moja-bragas como tú, pero ¿sabes qué? ¡Te puedes ir a la mismísima mierda con tus reglas y límites!

—¿Me dices que me quieres o me mandas a la mierda?

—Las dos. Vete. Ahora—enuncié—. Ahí está la puerta y que vuelvas cuando yo te llamaré.

—¿Por qué están tan enojadas?

—No soy tonta— lo empujé haciéndolo retroceder varios pasos—Sé que estás haciendo esto porque estoy embarazada pero yo no te pedí que te quedaras conmigo, no te pedí absolutamente nada.

—Precisamente porque no me has pedido nada, quiero intentar regalarte todo.— explicó en cuanto llegó a la puerta. —No lo hago por el bebé, lo hago porque me enferma saber que otro te puede tener. Una mujer solo se va si el hombre la deja y yo no pienso hacerlo.

—Primero procura entender que yo no soy tu esposa.— abrí la puerta—No sé qué mierda te ha hecho y no me interesa para ser honesta. Es tu pasado y si tú sigues aferrado a él e incluso a ella, pues te puedes ir con Dios, porque yo medidas no necesito.— lo empujé afuera en plena lluvia.

—Has malinterpretado todo— habló tranquilo y confuso al mismo tiempo. Tal vez hasta dolido.

—La gente se equivoca a diario y yo soy una persona que comete errores porque con cada uno de ellos aprendo algo— respiré hondo domando mis nervios, momento en el cual me atrajo por el brazo hacia afuera.

—No hablaba de errores corrientes.

—Hablabas de límites, como intuyendo que yo iba a hacer un error. Me estabas comparando con ella y advirtiendo en no hacer quien sabe qué mierda. Prácticamente, la vista de ella en mí.

—¡Oh no!— exclamó y se negó con vehemencia— Si me hubiera visto como a ella no te hubiera puesto una mano.— rodeó sus brazos alrededor de mi cintura mientras me obligaba a seguirlo en la lluvia.

—Yo no pienso estar al lado de un fantasma atrapado en el pasado que no vive el presente. Si ella te decepciono, es absurdo que supongas que todas lo harán.

—No me decepcionó, me destruyó— afirmó entre dientes.

—Tal vez lo haya hecho, pero al parecer ahora quiere volver contigo.

—¿Esto es lo que te preocupa?— frunció el ceño riéndose.

—Es tu esposa, tienen un hijo, sigues jodido por ella.— enumeré varias razones.

—No puedo volver con ella o con otra mujer cuando tú provocas tantas cosas en mí y créeme, nunca esperé que tus jodidos zapatos se metan en mi vida con tanta magnitud — me atrapó más fuerte entre sus brazos—Y si no hubieras existido tú, tampoco hubiera regresado con ella porque lo único que siento por ella es asco.

—Eres un idiota, arruinaste algo bonito—me quejé zafándome de su agarre—. Jodete, Iker.— añadí empujándolo en la alberca, sin darme cuenta de que me había vuelto a agarrar por la mano e indirectamente me arrastró con él dentro de la alberca.

—Bien, entonces, sin límites—volvió a agarrarme entre sus brazos mientras rodé mis manos en su cuello.

—Sin pasado y rencor—dije mientras la lluvia caía sobre nosotros—, que nos encontrábamos abrazados dentro de la alberca en la profunda oscuridad de la noche.

—Y sin Denis.— levantó una ceja y saqué una risa.

—¿Por qué precisamente hoy?— pregunté.

—Porque hoy me di cuenta de que hiciste del día más infernal de mi vida un día aceptable. Que sin ti tal vez me hubiera desesperado en ese hospital y que, no me gustaría no volver a verte. Eres un dolor de cabeza, pero uno que me gustaría descubrir al fondo y tenerlo durante mucho tiempo.

—Qué detallista.— me burlé con dulzura.

—Solo porque no habló no significa que no veo— me guiñó el ojo—Y ahora, como que estoy harto de hablar— unió sus labios a los míos al instante.

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