El heredero de Bermont [DISPO...

بواسطة sofiadbaca

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Calder Hillenburg es reconocido por odiar a su familia más directa. No es un misterio que el nuevo duque de... المزيد

Importante
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 23

Capítulo 2

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بواسطة sofiadbaca

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡UNA SORPRESA POR SER AHORA 20,000 BELLAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Blake estaba recostada en la cama del hostal que Calder había alquilado para ellos. Para ese momento, la ceremonia ya había pasado, ni siquiera recordaba lo que le habían dicho, incluso no comprendía como era que Calder había logrado conseguir a un sacerdote y todo lo necesario en tan poco tiempo. Sobre todo, tomando en cuenta que ella era una jovencita y él, un hombre tan importante para la sociedad inglesa. Lo cual se refería a que su boda debía ser una verdadera fiesta, no algo a escondidas.

En ese momento, la puerta se abrió, dando paso a su nuevo marido, quién, a pesar de haberse casado con una mujer que ciertamente no amaba, mostraba en su rostro aquella sonrisa de suficiencia y una mirada abrazadora.

-Hola querida, ¿Sigues lamentándote?

-No -Blake se sentó en la cama y lo miró desde ahí- ¿Qué sigue?

-Nada. Volveremos a Londres en tres días, tómatelo como nuestra pequeña luna de miel.

Blake se puso en pie.

-¿Volver a Londres?

-Claro, ahí vivo, ¿Qué no?

-Yo pensé... No sé, que nos iríamos de ahí.

-¿Ah sí? -se quitó las botas- ¿Por qué habría de ser así?

-Bueno, mi familia no lo tomará muy bien que digamos.

-Eso lo sé, ¿Y qué?

-¿No comprende? -le dijo extrañada-, enfrentamientos, peleas, retos.

-Puedo asesinar a quién se postre ante mí -levantó una ceja-, también puedo negarme o decir la verdad.

-¡No!

-Ah, entonces tendrá que solucionar eso usted misma. Digamos que soy de mecha muy pequeña, cualquier cosa logra encenderme, entonces, si no quiere que pase nada, tendrá que ser usted quién actué antes que yo.

-¿Pide que me enfrente yo a mis familiares después de lo que hice?

-¿No haría lo mismo al haberse fugado con Marco?

-Yo...

-Bueno, tiene su respuesta. Como le dije, si usted no hace nada, lo haré yo, pero sea consciente de las posibles consecuencias.

-¡Es usted todo un demonio!

-Ah, podría verlo de esa forma. Pero este demonio, le ha salvado el pellejo.

Blake se quedó callada. Era verdad. No podía decir que no agradecida estar casada con él a tener que afrontar una vida entera de soltería y repulsión. Porque, de no haberse casado, habría pasado justo eso.

-Bien, haré que mi familia no se meta con usted -asintió- ¿Feliz?

-¿Y yo por qué habría de estar feliz? La que se beneficia de todo es usted. Ahora comparte mi inquebrantable riqueza, mi título y la casa donde creció. Así que felicidades a usted.

Blake rodó los ojos y bajó la cabeza.

-Todo perfecto menos el hombre que lo acompaña -susurró.

-Bueno, podría ser peor -respondió él, escuchando lo que intentó que no escuchara-. Al menos no soy viejo, feo o un abusador.

-No se jacte tan rápido de tantas cosas.

Calder entrecerró los ojos. La intensidad de la mirada logró intimidar a Blake, no podía creer que existiera un hombre con una mirada más fuerte que su padre, su tío William y su tío Thomas. Las superaba con creces. Quizá fuera la forma en la que parecía que los ojos del duque de Bermont ardían como el mismo infierno.

-Así qué, querida esposa, ¿Es nuestra noche de bodas?

Blake lo miró con miedo. Ojalá hubiera pensado eso antes, pero con todo lo que se tuvo que procesar, pero era algo inaceptable, no podría, quizá jamás podría estar cerca de un hombre sin sentirse intimidada o aterrada, el hecho de que él lo mencionara de esa forma tan tranquila, la ponía nerviosa.

-¿Me vas a decir que no te acostaste con tu noviecito cobarde?

-¡No hable así de él... ni de nadie!

-Ajá, entonces no lo has hecho.

Blake sintió que se atragantaba con su propia saliva, pasó con fuerza y prosiguió.

-No hablemos de eso.

-Ah, claro, sí es más fácil evadirlo, está bien.

-Por favor, solo no sea cruel con el tema -pidió-, me siento lo suficiente avergonzada por lo que he hecho, no quiero hablar de ello jamás.

-Por supuesto, pero volviendo al tema...

-Usted... por favor, podría tener más consideración conmigo.

-Esa es la razón por la que pregunto. Si eres virgen, tengo que tomar algunas medidas, seré un maldito, pero no un bruto, puedo lastimarla.

Blake lo miró fijamente, ojalá alguien le hubiera preguntado aquello antes, recordando el episodio que había tenido que vivir hace solo una noche.

-No me esperaba eso.

-Qué estupidez creer que no soy un caballero.

-No le gusta mostrar esa faceta.

-Como sea, venga, siéntese conmigo.

Blake caminó recelosa hacía la mesa con dos sillas y se sentó en una, mirando fijamente a su marido, quien tomaba lugar en la otra.

-Tenemos que hablar de algunas cosas -comenzó él-. Un ejemplo claro sería la necesidad de tener un hijo.

-Busca un heredero.

-Yo no quiero herederos, quiero hijos, tan simple y tan llano como eso.

-No lo veo como un padre.

-Y yo no la veo como una madre, ¿Proseguimos?

-Si no me ve como una madre, entonces, ¿por qué quiere tener hijos conmigo?

-¿Qué sugiere? ¿Qué lo tenga con una mujer que me encuentre por ahí? ¿Alguna empleada de la casa?

-No, no me refiero a eso.

-No tendré bastardos. Es una vida bastante dura como para que un niño tenga que vivirla.

Blake sintió profundamente el resentimiento que él tenía. Parecía decirlo por alguna razón, lo cual la llevaba a pensar si era el legítimo heredero del ducado de sus abuelos o no.

-Sé lo que piensas -le dijo él-, pero creme cuando te digo que he visto mucho más que tú. He visto las inmundicias del mundo, cosa que dudo que hayas alguna vez visto.

-Puede que así sea, pero entiendo el punto. Nunca sugerí que tuvieras un hijo con otra mujer.

-Ese es otro punto, no tolero las infidelidades, si quieres acostarte con un hombre, tu única alternativa soy yo. No cuidaré al engendro de otro imbécil.

-¿Y al revés?

Calder sonrió y continuó con las estipulaciones.

-Tienes que hacer lo que te diga, como quedamos cuando me pediste matrimonio.

-Lo sé -le dijo ella con molestia.

-Y espero que sepas comportante con la gente.

-¡Claro que sé! -recriminó- ¡Tuve toda mi vida con institutrices!

-No me refiero a los modales, me refiero a humanamente. Pero ese es otro tema.

-Como que otro tema, ¿Qué quiere decir?

-Lo primero que quiero que hagas es tutearme.

-Eso me costará trabajo -le hizo ver-, yo no lo conozco.

-Mi vida, después de esta noche, te aseguro que me conocerás más de lo que quisieras.

Blake bajó la cabeza y tomó aire.

-¿No podría esperar a que me acostumbre más a su presencia?

-¿Para qué necesitas eso? -elevó la ceja-, el cuerpo es cuerpo. Sabrá que hacer, aunque sea un desconocido, lo cual no es así.

-Bueno, no es como que pensara en entregarme a cualquier hombre que pasara por ahí. Tengo que hacerme a la idea que... Bueno, que debo entregarme a usted.

-¿A la idea? -Calder soltó una risotada-, muchas mujeres ruegan para que se los haga y ahora tú me pides tiempo.

-No sea grosero.

-¿Y qué esperabas? -se puso en pie-, tengo una bella mujer enfrente de mi qué, además, es mi esposa ¿por qué habría de esperar?

-Es lo único que le pido. Nunca pediré nada más.

Calder se puso en pie, caminó de un lado a otro y la miró con enojo.

-Bien.

Dicho eso, tomó sus cosas, se las colocó y salió del lugar. Blake quedó hecha un manojo de nervios, ¿la habría dejado ahí para morir? ¿Sería acaso que lo había ofendido y no planeaba volver? La cabeza le daba vueltas y el corazón palpitaba con fuerza en su corazón. Tenía que disculparse. La verdad, aunque Blake era una mujer muy lista -herencia de su padre- era tan atrabancada e inconsciente como su madre y lo estaba por demostrar cuando salió de la habitación del hostal para perseguir a su marido.

Bajó las escaleras rápidamente, nada recomendable por el ruidoso proceder y la mala hora que era. Como en cada lugar, el hostal tenía un comedor central, donde los hombres, ya pasadas las horas del buen juicio, se sentaban por horas a charlar y beber, lo cual era peligroso para cualquier mujer, casta o no.

-¡Un primor bajando! -gritó un borracho que Blake ignoró.

Francamente, no le importaba que le gritaran ese tipo de cosas, era muy consciente de su belleza, todo quién la conocía le remarcaba ese hecho. Así que una persona más que se lo dijera no presentaba mella para ella, al menos, no lo era antes.

-¡Ven! ¡Siéntate aquí!

-¡Vean esas curvas! ¡Ven aquí preciosa!

-Papi sabrá complacer tu cuerpo.

Mientras más se lo decían, Blake consideraba peor la idea estar en ese lugar, sus nervios comenzaron a hacerla sudar frío, cuando estaba a punto de volver corriendo a la habitación para llorar como niña, localizó a Calder. Se veía galante sentado en la barra con aquel vaso de cerveza en su mano fuerte, parecía charlar con alguien amenamente, por lo cual no notaba la novedad que los hombres disfrutaban.

-Así que ahora estás casado, capitán -sonrió un hombre sentado junto a Calder.

-Sí bueno, iba a pasar.

-Nunca imaginé que mi capitán se fuera a casar con una dama de sociedad.

-Sinceramente, ni yo.

El hombre alzó la vista del intimidante duque y alzó ambas cejas, mostrando su impacto.

-Capitán, creo que querrá poner una solución a eso.

-¿De qué hablas?

-Pues... miré allá capitán.

Calder volvió la vista, topándose con la sorpresa de que Blake se encontraba en ese lugar de mala muerte. No era un lugar para que una mujer estuviera sola, había escuchado la horda repentina, pero jamás pensó que la causa fuera su recién adquirida esposa.

-¡Pero qué demonios!

-Adiós capitán -sonrió el hombre que permaneció sentado mientras Calder se ponía en pie.

-¡Blake...! ¡Blake!

-Ah, por fin, ahí estás.

No lo quería demostrar, peor el alivio que sintió al verlo era casi desmedido. Calder era un maldito, pero sabía que, llegado el caso, él la defendería de cualquiera, dadas las circunstancias, eso se mostraba ante Blake como un ángel salvador, en vez del demonio que todos reconocían al verle.

-¿ESTAS LOCA?

-¿Por qué razón? -se sorprendió la mujer.

-¿No te das cuenta que estás en una cantina abarrotada de hombres con modales poco correctos? Y qué decir de su estado de ebriedad.

Sabía que él tenía razón, pero era terca y así lo demostraría.

-Es el comedor, no una cantina.

Calder la tomó del brazo y la llevó de esa forma hasta las escaleras que conducían a las habitaciones.

-Sí no quieres que yo te tome ahora, entiendo, pero ningún idiota lo hará antes que yo.

-¡Ey! -le llamó mientras la jalaba por las escaleras- ¡Suélteme!

-No pararé hasta que estés en la recamara.

-¡Me lástima!

-Lo sé.

-¡Puedo caminar sola, libere mi brazo!

Él lo hizo hasta prácticamente la introdujo de un aventón a la habitación.

-Explícame a qué demonios bajaste.

-Te buscaba.

-¿Para qué? -le dijo con molestia-, si no quieres que te tome, no quiero escuchar nada.

-Pensé que me dejaría aquí -se explicó-. Me dio miedo.

El duque la miró.

-¿Por qué habría de dejarte aquí?

-Lo vi salir muy molesto.

-¿Y eso qué?

-Bueno, pensé que...

-Así, que creíste que era buena idea ir tras de mí. Suponiendo que me encontrara ahí, claro.

-Bueno, admito que no fue una de mis ideas más grandiosas.

-No, no solo fue pésima -se acercó a paso lento-. Fue estúpida.

Blake no se dio cuenta que había dado pasos hacia atrás hasta que su espalda se topó con la pared, notando los fuertes brazos de Calder a cada lado acorralándola por completo.

-¿P-Podría moverse?

-¿Qué hubiera pasado si no estuviera ahí?

Él ladeó la cabeza y sonrió. El desconcierto que ella mostraba era gratificante para él, era igual a comer el postre más exquisito, que le temiera le daba satisfacción por alguna razón.

-S-Supongo... q-que nada.

-¿Nada? -susurró, acercándose a ella.

Blake se quedó sin aliento cuando de pronto sintió sus labios sobre los de ella, robándole hasta el alma. Aquel beso era tan diferente a todos los que había tenido con Marcus. Era fuerte y pasional, arrebatado y demandante, todo lo que era Calder estaba puesto en aquel desplante cariñoso que se afanaba con su boca y le exigía cada vez más.

Su presencia y magnetismo varonil era tal que no podía evitar querer más de él. Pero cuando apenas iba a hacer un movimiento para acercarse, Calder se hizo hacia atrás. La confusión en la faz de Blake no tenía precio. Lo cual lo hizo sonreír.

-Aprende tu lección -dijo a unos centímetros de su boca, rozándola con cada palabra. Se alejó por completo de ella y ordenó-: Ve a dormir, llegaré en un momento, si no te diste cuenta, estaba hablando con alguien. Haz el favor, y quédate aquí.

Blake no respondió, no podía. Lo observó tomar camino a la salida y cuando la puerta se cerró por completo, suspiró. No se había dado cuenta que había retenido el aire. Calder era peligroso, casi la mata de asfixia y ella apenas y se daba cuenta, tenía que tener cuidado. No confiaba en los hombres, nunca más lo haría.

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