Por culpa de un instante (Com...

By BiancaMond

4.2M 361K 179K

Un malentendido lleva a Brenda a enemistarse con el chico más popular del curso. Pero Lucas no es tan malo co... More

Sinopsis
1. Pulga
2. Lucas Urriaga
3. Un infierno para ti
4. El que ejecuta el bajo
5. Trato hecho
6. Durazno
7. El Bar Polzoni
8. Por fin un amigo
9. La melodía del amor
10. Esta no es una cita
11. Hubiese preferido alacranes
12. Nada es lo que parece
13. ¿Quién pierde este juego?
14. Memorias de una dulce venganza
15. Sólo resta confesar
16. Por culpa de un instante
17. Esta tampoco es una cita
18. Una aterradora verdad
19. El amor es ciego
20. Veintiuno de julio
21. Mi lugar favorito
22. Ni el héroe ni el villano
23. No podemos
24. Debo sacarla de mi cabeza
25. Sabía que esto pasaría
27. Yo... ¿De novia?
28. Estaba jugando conmigo
29. Puedo ser un perfecto idiota
30. A veces, la verdad duele
31. Un dúo inesperado
32. Un "te quiero" en sueños
33. No puedo perder
34. No me importa perderme si es con él
35. Me hubiese quedado en la cabaña
36. Una oportunidad
37. Se acabó la farsa
38. Ya acéptalo, Brenda
39. Tu novio falso
40. Los latidos de tu corazón
41. El lugar que se ha ganado
42. No es el momento
43. Esta sí es una cita
44. Una llamada "de rutina"
45. ¡Ya sólo vete!
46. Son los celos...
47. ¿Esto es un maldito juego para ti?
48. Deberías saberlo
49. ¿Dejà vú?
50. Vegvisir
51. La confianza es la base de una relación
52. Lo que le prometí
53. Dejé que me lastimaran
54. Lo arruiné
55. La pareja perfecta
Epílogo
Novedades y agradecimientos
Ese último momento

26. Cálmate, Pulga

66.8K 6.2K 3.7K
By BiancaMond

Al salir del colegio, voy directo al bar para el ensayo con la banda. Francis ya está allí y me saluda alegre.

Comenzamos a organizar todo cuando Vanesa ingresa.

—¿Has visto a Bruno? —le consulto.

Stacy y él salieron al mismo tiempo que yo. Deberían haber llegado hace al menos quince minutos.

—Sí, está en su auto con su novia —hace una mueca de preocupación—. Parecían estar discutiendo.

Es extraño. Nunca los vi pelear.

Mi mejor amigo entra un momento después y se acerca directamente a mí, histérico.

—¡Todo esto es culpa tuya! —me acusa, sin motivo aparente.

Retrocedo un paso, debido al sobresalto.

—¿De qué hablas? —consulto, pero él responde empujándome con vehemencia.

Mi cuerpo va a dar al suelo y me quedo mudo, asombrado por su extraño comportamiento.

—Mereces que te destroce a patadas aquí y ahora —espeta, apuntándome con el dedo.

Francis y Vanesa se han quedado helados, ante semejante escena.

—Cálmate —le pido mientras me pongo de pie nuevamente.

—¿Cómo quieres que me calme? —Sigue quejándose y se lleva las manos a la cabeza—. ¡Me arruinaste!

—Bruno... —Fran busca intervenir, pero lo detengo con un gesto de la mano.

No quiero que esto se salga de control.

—Déjennos solos —les pido a los dos—. Seguiremos con el ensayo otro día.

Vanesa asiente y estira a Fran, quien la sigue sin mucha convicción, hasta salir del Bar.

—¡Eres una mierda de amigo! —Bruno sigue despotricando contra mí, mientras camina en círculos por el salón—. ¡No puedo creer que me dejé llevar por tu discursito de niño bueno!

Está tan furioso que le saltan las venas de la frente y su cara está colorada. Prefiero no acercarme demasiado.

Nunca nos agarramos a golpes y espero que esta no termine siendo la primera vez. Sin embargo, me queda la duda, al verlo tan molesto.

—¿Me puedes explicar? —solicito, manteniendo mis manos adelante en caso de que se abalance de nuevo sobre mí.

—¡Stacy acaba de terminar conmigo, por tu culpa! —explota de rabia al decir eso.

No puede ser.

—¿Le dijiste sobre Priscila? —consulto.

Sí, debe ser eso. Él debió haberle dicho la verdad, como se lo pedí, y ella no se lo perdonó. Pero yo tenía esperanza de que fuera a valorar su sinceridad.

—¡Claro que no! ¿Crees que soy un idiota? —replica—. ¡Traté de hacer las cosas a mi manera!

Ahora nada tiene sentido.

Si él no le dijo la verdad. ¿Entonces quién lo hizo?

—No entiendo... —exteriorizo.

Bruno se pone tan nervioso al escucharme que patea una silla, empujándola contra otras.

—Esta mañana terminé con Priscila —explica—. ¡Porque tú me pediste que haga las cosas bien!

Bueno, supongo que esa era una tercera opción, que no había contemplado.

Tal vez su actuar no estuvo mal, después de todo. O eso creo, hasta que continúa hablando.

—Pero ella se enojó mucho. Se ofendió porque puse en primer lugar mi relación con Stacy. ¡Entonces fue a hablar con ella y le dijo todo!

Diablos. Las cosas no deberían ser así.

—Tenías que haberle dicho tú la verdad a Stacy —intento explicarle—. Y no dar lugar a que se entere por otra persona.

—¡Esto no es culpa mía, es tuya! —se defiende.

—No lo es —le digo. Pero ya no parece escucharme.

Se acerca con rabia para darme un puñetazo. Me cubro el rostro, preparado para recibirlo, pero su puño se cuela a mi costado, tumbando un aparato de luz.

—¡Juro que quiero matarte, Lucas! —confiesa.

Me da la impresión de que ese golpe tácito le sirvió para liberar un poco de la tensión que sentía. Se aparta hacia un lado y se sienta sobre el escenario. Su rabia parece haberse esfumado. Ahora se toma la cabeza con las manos y suspira apesadumbrado.

—Esto no puede estar pasando —piensa en voz alta.

Me acerco con cuidado.

—Estoy seguro de que podrás arreglarlo.

Él mueve la cabeza a ambos lados y luego la agacha hasta casi esconderla entre los muslos.

—Me dejó —insiste—. Me dijo que no vuelva a acercarme a ella. ¡No quiere saber nada de mí!

Se agarra del cabello como si fuera a arrancárselo. Me invade la angustia al verlo así.

—Está enojada, pero se le pasará —hago un intento por subirle el ánimo. Pero a decir verdad no sé si esto tenga solución.

Lo más extraño de todo es verlo tan afligido ahora.

Bruno jamás se puso así. Y menos por una chica.

—Fui un idiota —se queja, bajando con fuerza el puño sobre la madera—. Y no me di cuenta hasta ahora... ¿Cómo pude perderla?

Me aproximo aún más y me siento a su lado. No tengo idea de qué decirle.

Sé que hizo mal, pero es mi mejor amigo y lo veo arrepentido.

Quisiera poder ayudarlo.

—No sé qué hacer —susurra—. Debiste ver la desilusión en sus ojos.

Le coloco una mano en el hombro con la intención de transmitirle mi apoyo, cuando la puerta del bar se abre de repente.

Es Brenda y viene hacia nosotros llena de ira.

Ay no, esto será un verdadero lío.

Me pongo de pie a prisa y doy unos pasos hacia ella. Se detiene delante de mí, de golpe.

—No me pongas una mano encima, Urriaga —me advierte, apuntándome con el dedo— Porque juro que te mato.

Levanto mis manos llevándolas hacia atrás, para que no se ponga más nerviosa de lo que ya está. Aunque eso parece imposible.

—Brenda, no es el momento —intento explicarle, pero con ella no existen razones, es demasiado impulsiva.

No quiero que vuelvan a haber problemas entre nosotros. Pero simplemente no voy a quedarme a ver cómo termina de desgarrar lo poco que queda de mi mejor amigo.

—Sal de mi camino, ahora —ordena.

Me muestro firme, a pesar de que sus ojos me miran amenazantes.

—No puedo —niego, pero no me espera. Intenta colarse por mi costado y por inercia estiro mi mano para detenerla. La cachetada que me da retumba en el salón y siento arder mi mejilla.

No esperaba eso.

Por un segundo creo que al menos ha descargado allí la rabia que tiene contra Bruno.

Pero no, ella tiene ira suficiente para los dos.

Se abalanza contra él y comienza a golpearlo con lo que parecen ser todas sus fuerzas.

—¡Eres un idiota! ¡Un maldito! —sus gritos acompañan su furia—. ¡Te odio!

Increíblemente, mi amigo no contraataca, sólo se protege el rostro con los brazos.

Me acerco de nuevo y la levanto del suelo por detrás. Es el truco que ya usé una vez para detenerla y funcionó.

Iluso, Brenda no va a tropezar dos veces con la misma piedra.

Y ahora está infinitamente más nerviosa de lo que estuvo ese día.

—Te dije que no me toques —me recuerda.

Impulsa el codo hacia atrás, repetidas veces, tratando de zafarse de mi agarre. En una de esas me da en la cara.

Como si necesitara más moretones.

Estoy seguro de que lo hizo sin querer, porque apenas se percata del golpe que me dio, retrae el brazo. Aprisiono con mayor impulso su cintura. Ella patalea en el aire con tantas ganas que siento que comienza a sobrepasarme. Tiene mucha fuerza a pesar de ser pequeña. Y está tan nerviosa que no parece contenerse ni un poco.

—Cálmate, pulga —susurro en su oído, intentando disminuir su rabia.

Pero mis palabras parecen causar el efecto contrario.

—Si no me sueltas ahora te voy a patear en donde más te duela —asegura.

La libero de inmediato.

Con eso no me puedo arriesgar.

Ella aprovecha mi vacilación para cargar de nuevo contra mi amigo.

—¡Sabía que la ibas a lastimar! —le atina una serie de golpes nuevos— ¡Eres la peor basura!

Me aproximo y la estiro del brazo.

—Bruno, vete de aquí —le digo, perdiendo ya la calma.

Hasta ahora parecía completamente ajeno a la pelea. Como si no fuera consciente de lo que ocurría a su alrededor. Pero cuando digo su nombre, levanta la vista hacia nosotros.

—Lucas, sólo déjala —me pide— Me da igual.

Entiendo que se refiere a que está tan deshecho que no podría sentirse peor. Pero Brenda interpreta sus palabras como un insulto.

—¿Te doy igual? —pregunta, extremadamente ofendida.

Bruno se encoje de hombros y yo siento que el brazo de ella se tensa alrededor de mi mano.

—Brenda, no es así —intento explicarle, porque sé que él no lo hará.

Ella voltea hacia mí y agarra con fuerza la manga de mi remera.

—Déjame —me ordena. Su voz se traba levemente.

Siento que está por quebrarse en llanto, debido a la rabia que siente. Nunca la vi así.

Le hago una caricia en la piel con uno de los dedos que sostiene su brazo, antes de dejarla ir. Se mueve por el costado, todavía frenética. Ni siquiera parece haber sentido mi contacto.

Entonces se acerca a los instrumentos que están apostados a un lado y se detiene de golpe, delante de ellos.

—Así que te doy igual —repite en voz muy alta—. Veamos si sigues pensando lo mismo ahora.

Aprieto los ojos, cuando comprendo lo que está por hacer.

Ella toma el bajo de Bruno con las dos manos, lo levanta en el aire y lo descarga contra el suelo repetidas veces. Lo golpea con tanta fuerza que basta con tres o cuatro movimientos para que el cuerpo y el mástil se separen, logrando que se parta en dos.

Me duele el alma ver esa escena.

Él se queda en estado de shock. Estoy seguro de que ama su instrumento tanto como yo al mío.

Se sujeta la cabeza entre las manos y se estira de los cabellos.

—Estoy acabado —se lamenta.

Brenda se acerca de nuevo a nosotros y arroja los restos del bajo a los pies de mi amigo.

—Esto no es nada, comparado con lo que mereces —asegura.

Pero, para mí, es más que suficiente. No puede seguir haciéndole cosas a Bruno después de eso.

—Ya está bien —la encaro.

Ella me mira, arrugando la expresión.

—Tú no me vas a decir a mí cuando parar —me desafía—. ¡No tienes idea de cómo está Stacy por culpa de este idiota!

—Lo imagino, pero...

—¡No! ¡No tienes idea! —me interrumpe— ¡Está destrozada! ¡Ella en verdad confiaba en él!

Entonces Bruno se incorpora por fin y, sin decir nada, comienza a dirigirse hacia afuera.

—¿A dónde vas? —Voltea de nuevo hacia él— ¡No he terminado contigo!

Pero no la escucha. Su espíritu está por el suelo y ahora con más razón. Debió haberle dolido oír que hizo daño a Stacy.

—Brenda —me ubico delante de ella y enlazo sus manos entre las mías— Cálmate. ¿Sí?

Le agasajo dulcemente la piel con mis dedos. Sus ojos encuentran los míos y su mirada se apacigua.

Estoy seguro de que no es sólo impresión mía.

Ella se deshace cuando la acaricio así.

¿Entonces por qué se resiste tanto?

—Lucas... —susurra, inclinando levemente la cabeza—. No lo entiendes. Es mi hermana.

Aprovecho su momento de debilidad para acercarme un poco más y agachar mi rostro hacia el suyo.

—Lo sé, pero no creas que Bruno no está dolido por todo esto.

Su expresión cambia a incrédula.

—Ese idiota es incapaz de sentirse así —me reclama.

Niego.

Yo también lo hubiera pensado, pero luego de ver su reacción, sé que no es así.

—Estoy seguro de que Stacy le importa —expreso.

Su ceño se frunce de inmediato.

—Entonces tu amigo y tú tienen una errónea manera de demostrar interés —se suelta de mi agarre con rabia.

—Espera —insisto al ver que comienza a moverse hacia la puerta.

Ella no me obedece.

Como si fuera a hacerlo.

—Sólo estabas perdiendo tiempo para que él se vaya —me acusa, apurándose en atravesar la salida.

La sigo a prisa y ambos salimos al exterior. El auto de Bruno ya está en marcha y comienza a deslizarse por el pavimento. Ella se lanza a correr en su dirección, y la persigo con apremio.

Es capaz de meterse delante, con tal de pararlo.

—Brenda —la sujeto de la muñeca y me aparta al instante, pero al menos he logrado que se detenga.

—¡Se ha ido por tu culpa!

Aparentemente, todo es culpa mía el día de hoy.

—¿Me puedes escuchar un minuto? —solicito.

—¿Por qué lo haría? —me observa con enojo—. ¡Yo también confié en ti, y me mentiste! No eres distinto a él.

La forma en la que me habla me golpea.

—No lo hice... —intento defenderme, pero su rabia se ha volcado contra mí ahora.

Se ubica delante, con una cruda mirada sosteniendo la mía.

—"Si la lastima, yo mismo lo mataré" —recita, recordándome de nuevo la promesa que le había hecho cuando ellos dos iniciaron su relación—. ¿No fue eso lo que me dijiste?

La culpa me obliga a agachar la mirada.

Sé que tiene razón y que la defraudé.

—Es la segunda vez que defiendes a ese imbécil y pisas lo que me prometiste —asegura.

Me quedo sin palabras.

Bruno es mi mejor amigo y sólo busqué una manera de que nadie salga lastimado.

Tal vez hice mal, o tal vez no.

Lo cierto es que nada salió como debía y ahora todos estamos pagando las consecuencias.

No sé si sirva de algo pedirle disculpas.

—Te llevaré a casa —le propongo.

Su mirada cambia y me observa como si fuera un idiota.

—Puedo caminar sola una cuadra —replica.

Se da la vuelta y comienza a alejarse. La siento muy dolida e incluso más decepcionada de lo que ya estaba de mí.

—Pulga... —doy un paso hacia ella, pero me detengo al instante.

Tanto que intenté olvidarla, reemplazarla con otras.

Y al final, termino de nuevo volviendo a ella.

—Lucas, ya estoy cansada de tus juegos —la escucho decir, sin detenerse.

Es que no lo son. Pero no va a creerme.

Así que la dejo ir, porque entiendo que mis errores la lastimaron.

Regreso al bar y reparo el artefacto de luz que Bruno había golpeado. Luego, junto los pedazos de su instrumento, los cuales están esparcidos por el suelo. Intento dejar todo en orden en caso de que no volvamos aquí.

Cuando Eric se entere del motivo por el que Bruno y Stacy terminaron, es seguro que tendremos que dejar este sitio. De hecho, me paso la tarde entera esperando su llamada. Me agobia el temor de que mi celular pueda sonar en cualquier momento y la voz de Eric anuncie nuestro despido.

Pero esto no sucede, ni siquiera los días siguientes.

Me pregunto si no se ha enterado de la ruptura o simplemente no le dieron demasiados detalles.

Bruno se muestra un poco más animado al cabo de varios días. No me vuelve a hablar de Stacy y, cuando le pregunto, finge no interesarse demasiado.

Tal vez siente vergüenza por haberme mostrado sus verdaderos sentimientos.

No lo culpo. Yo mismo soy incapaz de confesarle los míos.

Ya se ha comprado un nuevo bajo y ni siquiera parece molesto con Brenda por haberle destruido el anterior. Estoy seguro de que se debe a que todavía siente mucha culpa por todo lo ocurrido.

Y yo no he vuelto a hablar con ella.

La veo bastante ocupada en la organización del campamento durante toda esa semana. Incluso está recibiendo ayuda de Graciela, una de las compañeras.

La observo como un tonto mientras reparte las notas que deberán ser entregadas a nuestros padres.

Le entrega a Graciela unas cuantas y ella continúa repartiendo las otras. Mi compañera se aproxima y me acerca la que es para papá.

Debí suponer que no me la daría ella misma.

Al menos me consuela ver que está distraída con la organización. Se nota que le gusta, y le está sirviendo para integrarse. Es la primera vez que la veo hablando de forma amistosa con alguien del curso. Y parece realmente contenta por ello.

Todavía la siento tan lejos y sé que las heridas tardarán en sanar. Pero voy a lograr que entienda que, a pesar de todo, puede confiar en mí.

No me voy a dar por vencido.

Continue Reading

You'll Also Like

209K 8.9K 39
[ Mía Olivia Brown es una chica diferente de 18 años, que comienza el primer año de universidad en la que conoce a las que se convertirán en sus mejo...
299K 24.3K 37
Sepan que es mentira que el orgullo mata, pues aqui estoy escribiéndoles esto. Soy Leyla Rogers, la típica orgullosa de manual. Tampoco soy tan compl...
388 59 3
𝗣𝗼𝘃 𝗹𝗲𝘅 Desde que sobreviví al frio artico no eh sido la misma de siempre. En pocas palabras me aisle del mundo tras mi experiencia sercana a l...
1.1M 102K 29
De la amistad al amor no hay solo un paso. Hay muros y barreras que hay que estar dispuesto a derribar o a dejar caer. ... Emily tiene un pasado que...