sur des rêves et des bisous

By J0HNYU

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Sobre sueños y besos. Jaehyun tiene un sueño inalcanzable y mucha mala suerte, además de vivir estancado en e... More

le monde ne finit pas ici
la première nuit
faible, trop fragile
agréable
pluie, mon cœur
connaître-moi, john
c'est juste toi et moi ce soir
tu ne m'aimes pas
sincérité
je suis amoureux de toi
vieux débuts
insuffisant
prenez soin de moi
alors, c'était ton rêve?

quel est, ton rêve?

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By J0HNYU

¿cuál es, tu sueño?

   Jaehyun tiene el corazón hecho trizas mientras camina hacia la casa de sus padres con dos pequeñas maletas y la guitarra colgándole de la espalda. No se ha molestado en recoger el desorden que ha dejado tras de sí en su antiguo apartamento, tampoco se ha despedido de Seulgi ni de nadie en especial porque duda que lo echen de menos.

   Es triste. Sí, lo es ya que ese apartamento era de las pocas cosas que le quedaban de Doyoung, como la guitarra, un dolor en el pecho que iba y venía, recuerdos fríos, blancos y vívidos. Aunque lo hubiera abandonado no le tenía especial rencor, prefería echarse la culpa antes que cargársela al chico. Era más fácil así, aunque un poco más doloroso también.

   Llama al timbre y la puerta se abre enseguida. Quiere reírse entonces: lo han estado esperando con ansias, desean más que nada poder restregarle un sucio "te lo dije" y Jaehyun ya no sabe definir el tipo de amor que ellos, supuestamente, sienten por él. Si es que era amor. Y no era otra cosa. Ya no lo sabía.

   El que es un viaje de un par de segundos en el ascensor se le hace eterno, y eso es tan bueno como malo. Bueno porque quiere prepararse antes de enfrentar a sus padres y malo porque no puede seguir posponiendo su ridícula vuelta a casa. Quizás en el fondo sabía que su lugar siempre había estado allí, preso de las costumbres y acatando reglas absurdas.

   —¡Aquí estás! —la voz aguda que tanto odia provoca un dolor intenso en su cabeza al instante. Insoportable. Totalmente tóxica.

   No dice nada. Solo entra al piso de decoración austera de las dos personas que lo criaron y se sienta a esperar una charla.

   —Jaehyun, sabía que ibas a acabar volviendo. Sí, siempre lo supe, eres inteligente. Sabes lo que te conviene más —bla, bla, bla. No quiere seguir escuchando—, ¡me alegra tanto!

   —No estoy aquí porque quiera. No he cambiado de opinión.

   Cabizbajo, se imagina la cara de sus progenitores. Las fosas nasales de su padre haciéndose más grandes debido a la furia que siempre carga encima esperando a ser detonada y la sonrisa incómoda en la cara de su madre que siempre pone cuando las cosas se tornan tensas. Los conoce bien, tanto que sabe que ellos tampoco se darían por vencidos con lo que quieren para él.

   —Pero estás aquí, ¿no? Sabes que eso significa dejar de pensar en tonterías y aplicarte, estudiar algo de provecho, ser alguien grande en la vida.

   Han tenido esta conversación miles de veces antes de que Jaehyun decidiera irse para perseguir un lejano sueño por su cuenta. Sin ningún tipo de apoyo, sin poder llevarse nada de lo que tenía en el hogar infernal al cual ha tenido que volver. Por supuesto que quería ser alguien grande, quería que la gente pudiera disfrutar de lo que él hacía. Nadie parecía comprenderlo.

   —Hay un problema. Tu hermano se quedará aquí un tiempo porque tiene asuntos pendientes cerca, así que no puedes volver —le informa su padre y es la primera vez que habla desde que han entrado a la habitación—, pero sabes del piso que nos dejó tu abuela, ¿verdad? Será tuyo si prometes no desviarte y estudiar algo importante. Una carrera que te sirva de algo.

   Jaehyun lo piensa. No será tan malo como tener que aguantarlos alrededor todo el día. —¿Acaso no le alquilaron el piso a un joven?

   —Es igual. Lo echaremos.

   No puede esperar más de los señores Jung. Siempre tan fríos, calculadores, rectos, sin pudor alguno en su interior. Se limita a asentir sintiendo algo de pena por el chico del piso al que, por su culpa, le será concedido un tiempo límite para abandonar su hogar.

—También hay otro problema —comienza Jaehyun y se gana la mirada atenta de sus padres. —No puedo esperar. Necesito instalarme ya. No... no puedo volver a ese apartamento.

Le gustaría haberse visto la cara en el momento en el que pronuncia esas palabras. Seguramente se ve bastante patético, y da por hecho que la mujer que tiene enfrente suyo se está aguantando las ganas de reírse y señalarlo con el dedo para, seguidamente, burlarse de todo lo que algún día dijo que sería y no ha podido cumplir. Ha vuelto demasiado rápido a donde, según ella piensa, le corresponde estar.

—En ese caso debes hablar tú con Youngho. Con el chico al que le alquilamos el piso. Tendrás que compartir el piso junto a él si no le molesta –de lo contrario deberás quedarte en la calle– hasta que encuentre algún sitio donde quedarse. Ah, y de paso, dile que la mudanza no podemos pagarla nosotros, que lo sentimos.

"¿Quieren ahorrarse un mal trago? Echar a alguien así es vergonzoso", piensa Jaehyun y sabe que no puede ser eso. Que lo enviarán a él a hablar con ese muchacho porque les gusta verlo arrepentido y nada les complacería más que verlo lleno de culpa al desalojar a otra persona por el capricho de cumplir su tonto sueño. Porque si por ellos fuera... les daría igual ver el rostro lleno de preocupación de un joven, les daría igual del todo y Jaehyun puede apostar su vida en ello.


Ocho de la tarde. Un papel con la dirección en su mano. Ya había olvidado donde vivía su fallecida abuela.

Llama al timbre con suavidad, mordiendo su labio ante el nerviosismo. Suspira y vuelve a llamar cuando nadie responde tras unos minutos.

Cuando ve que nadie va a contestar, se gira con intenciones de marcharse. ¿Qué hará esta noche? ¿Tendrá que pasarla en la calle? Sabe que sus padres son capaces de hacerlo dormir fuera (como si no fuera prueba suficiente el haberlo dejado irse a su suerte por no desistir en su objetivo).

—¿Sí? ¿Quién es? —escucha a una voz dulce desde el otro lado.

—Vengo de parte de los señores Jung —contesta y nadie dice nada. Unos segundos después la puerta cede y entra al edificio.

Sube por las escaleras ya que el piso se encuentra en la primera planta y roza con cuidado la pared blanca que posee el edificio. Miles de recuerdos lo invaden y se pregunta por qué no fue más unido con su abuela, por qué nunca tuvieron esa intimidad nieto-abuela que se supone que debe haber. Luego recuerda que se trataba de una Jung y la pregunta se responde sola: estos parecen no tener afecto entre sí en lo absoluto.

La puerta se encuentra abierta. Solo por si acaso, toca la puerta antes de entrar y allí dentro ve a un chico de espaldas poniendo tazas de lo que supone que es café, té o chocolate en la mesita del centro del salón.

A Jaehyun le gusta el ambiente suave del piso. Es cálido y la decoración le parece tan, tan agradable que por un momento se alegra de irse a vivir allí hasta que recuerda el precio tan alto que debe pagar. Sacrificar su futuro haciendo algo que no le gusta.

   Después de analizar la única pieza del piso que puede (el salón), sus ojos acaban posándose en el chico alto que tiene delante suyo. Algo le dice que ya lo conoce, y la expresión que tiene el contrario dice exactamente lo mismo. Se ve tímido, como si ya lo hubiera visto antes, mas Jaehyun no sabe qué pensar.

   —¡Hola! ¡Soy Seo Youngho! —se inclina levemente y le extiende su mano, Jaehyun corresponde y se inclina también.

   —Jung Jaehyun.

   El tipo no parece mala persona, pero no puede asegurarlo porque acaban de conocerse. Eso sí, el entusiasmo con el que se presenta y la sonrisa que no abandona su cara le fastidia porque; uno, a él también le gustaría ser así de agradable y dos, él es un Jung. Sería casi imposible que alguien así le agradase dándole tal impresión, supone que su seriedad y desagrado ante la felicidad están en su sangre y en el corazón tan grande que solía tener y fue roto cruelmente.

   —¡Toma asiento, por favor! —vuelve a hablar con alegría y Jaehyun debe suspirar para no decirle que deje de decir las cosas con tal tono, que es molesto. Pero sigue siendo su piso y le da pena tener que arruinar su pequeña felicidad con las noticias que le trae.

Le hace caso y el olor masculino que llega a sus fosas nasales cuando pasa a su lado lo envuelve, lo hace sentir pequeñito incluso si solo es unos centímetros más bajo, lo intimida. Y no entiende por qué si Youngho ha sido simpático y no ha demostrado ningún tipo de carácter dominante. Entonces se fija mejor en su rostro una vez se ha sentado enfrente suyo y la única palabra que cruza su mente es bonito.

Seo es muy bonito. Y tiene un carácter risueño por lo poco que ha podido comprobar. No se siente bien echarlo de su hogar, casi puede asegurar que está triste de perturbar su tranquilidad y quitarle la sonrisa del rostro.

—He servido varias bebidas, coge alguna si te gusta —ofrece y Jaehyun toma la taza de café. —Debo decir que no me esperaba una visita... de, uh... los Jung. ¿Ocurre algo?

La expresión de desconcierto de Youngho lo hace sentirse mal, muy mal, no se siente capaz de romper su ilusión y arruinarle la noche. Sí, él es un Jung, pero nunca consigue ser lo suficientemente frío, él tiene demasiados sentimientos dentro que ya han causado mucho.

—Verás, Youngho —aclara su garganta tras beber un poco de café—, resulta que mis padres no pueden seguir alquilándote este piso. Lo necesitan con urgencia. Tienes que irte cuanto antes de aquí.

—¿Por... qué? ¿Hice algo mal? He cuidado el piso muy bien, siempre he pagado dentro de plazo, yo...

—Tú no has hecho nada mal. Solo quieren el piso de vuelta porque he regresado. Cuanto antes. Y ellos no pagarán la mudanza —dice y se ve incapaz de mirarlo a los ojos. Intenta no mostrar sentimiento alguno.

—¿No suelen dar siempre un mes de plazo hasta que encuentre algún sitio? E-es decir, dudo que encuentre algo más barato que esto por esta zona, yo en verdad necesito quedarme aquí.

—Sí, tienes un mes. De hecho, quería pedirte algo... —casi susurra y sabe que es un favor descarado el que está a punto de pedirle. Lo sabe pero Youngho parece tener un buen corazón— ¿te importaría compartir el piso durante ese mes o lo que necesites para encontrar un sitio, conmigo? No tengo dónde quedarme, es por eso que nos urge que te marches. No te cobraremos el mes.

Esto último no lo ha hablado con sus padres, lo improvisa y espera que el sobre con dinero que le dio Youngjae sirva para cubrir los gastos.

—Claro. Sí, sí, está bien. Oh, Santo cielo. Me has arruinado un poco la noche, pero está bien. Encontraré algo pronto, entonces.

El positivismo de Youngho ante la situación lo abruma y sus ojos se cristalizan. Ya no solo porque es cruel decirle que se vaya sin haber hecho nada malo, no, más bien por todo lo que le espera a él mismo y sabe que deberá aguantar porque no le queda de otra, porque la vida lo odiaba y la mala suerte lo acompañaba en todos los aspectos posibles.

Youngho le inspira confianza. Cree que no le importará si llora un poco enfrente suyo aunque lo considere una persona rara. Después de todo, en cuanto este se mude no lo volverá a ver.

—Lo siento —murmura con un nudo en la garganta y su voz se vuelve más aguda, se quiebra, las lágrimas caen y no puede ver el rostro de Youngho (y prefiere no hacerlo)—, lo siento, lo siento, es todo mi culpa. De no ser por mí podrías quedarte aquí. Lo siento.

—¿Por qué lloras? ¿No debería ser yo el que llora porque ha sido echado? —Jaehyun encuentra su voz reconfortante, de alguna extraña manera, y agradece que se siente a su lado, agradece que se tome la confianza de tocarlo y acariciar su espalda con suavidad aunque nunca antes se lo hubiera permitido a nadie que conociera por tan poco tiempo. La situación estaba peor que nunca— Eres gracioso. Tú... no pareces un Jung. Para nada.

Quiere decir que es consciente de ello y que le avergonzaba llevar tal apellido. Pero no puede, las palabras no salen.

Piensa en que Youngho debe sentirse raro porque no todos los días llega un tipo cualquiera a echarte de tu hogar y a llorar un poco —un poco bastante— mientras lo hace. Es extraño, pero de alguna forma no se siente así.

—¿Alguna vez te has sentido un fracasado? ¿Que tus sueños más grandes... siempre serán sueños... por cumplir con el sueño de otro? —lloriquea y Youngho lo mira con curiosidad.

—Pues... no. La verdad es que no, Jaehyun —contesta mientras suspira y se atreve a tomarlo por los hombros, haciendo que lo mire— así que, ¿cuál es? ¿Cuál es, tu sueño?












Espero que les vaya gustando.💓

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