Notas del Autor:
—¡Hola! Espero que estén disfrutando de la historia. Quería pedirles a aquellos que no están votando que lo hagan (a veces se les olvida, así que si no lo hiciste en capítulos pasados me ayudarías mucho haciéndolo, claro, siempre y cuando te guste la historia). Igual con los comentarios, veo que al yo estar subiendo capítulos tan seguido se ha bajado mucho la cantidad de los comentarios... espero que sigan comentando sus reacciones, que eso es lo que más me gusta de hacer el libro.
—La música de este capítulo es hermosísima. La descubrí hoy y me encantó, espero que te guste también. Sin más qué decir, seguimos con la historia.
Hace 2 años...
***Aisha***
Llegamos a la Ciudad Evocativa, un día después de nuestro encuentro con Haziel y Gretta. Estamos caminando por la comisaría para llegar a la oficina de Travis, un lugar lleno de tecnología de la más avanzada. Era cerca de la media noche, pues él solo podría acompañarme a esas horas del día. Caminábamos por el frío pasillo, antes de llegar me aseguré de que Maxwell no se encontrara presente, ni alguna otra persona que quisiera avisarle. No quería delatar a mi querido aliado, tenía que defender nuestra promesa.
Toco la puerta de Travis en una manera específica para que sepa que soy yo. La puerta se abre automáticamente. Mi acompañante y yo entramos al nítido lugar, lleno de pantallas de todos los tamaños y ninguna otra iluminación más que luces de color neón verde en el suelo, pareciendo cristales en una oscura cueva.
Travis se encuentra de espaldas a nosotros. Se voltea, sonriente y positivo como siempre. Tiene unos lentes redondos que se ven geniales con su cabello café claro, rizado y corto, dejando un pequeño mechón tocarle la frente suavemente. Sus ojos analíticos observan a mi acompañante cuidadosamente, como siempre.
—Bienvenidos. Pueden sentarse si quieren. —Arrastra dos sillas hacia nosotros.
Tomo asiento mientras observo que frente a él se encuentran siete pantallas, todas fluyendo con información diferente e importante sobre los diferentes casos en los que los policías se encuentran trabajando. Él imprime una hoja y me la da, es justo del tamaño de mi libreta de notas.
—Gracias... —La ojeo, es la dirección del muchacho llamado Chasder.
—La hice del tamaño de tu libreta para que sea más fácil de guardar. ¿Se te ofrece algo más? —pregunta atento mientras empuja sus lentes con su dedo del corazón de la mano derecha, como siempre lo hace al pensar.
—Gracias Travis, ya nos retiramos. —Me levanto junto a mi aliado—. Recuerda dormir algunos minutos... es importante hacerlo a veces.
—¡Claro! Claro, lo tendré en cuenta. —Suelta una risa—. Les deseo éxito en su misión de esta noche, me pueden llamar cuando quieran.
—Es cerca, podemos ir caminando si lo deseas. —Abro la puerta, hace algo de frío, pero no hay viento del todo.
—Caminemos, me gusta la idea —responde él—. Me hace falta una buena caminata nocturna.
Las calles asfaltadas perfectamente y sin errores, contrastando con las de la Ciudad Onírica, son iluminadas tenuemente por la luz de la luna menguante, que se ve sutilmente de entre la oscuridad del cielo, acompañada por una infinidad de estrellas.
—Los búhos son animales hermosos, sin duda alguna. —Él ve hacia el cielo, las estrellas se ven reflejadas a través de sus negras pupilas, simulando galaxias enteras e infinitas.
—¿Los búhos? —cuestiono soltando una risilla—. ¿Qué tienen los búhos?
—Son aves expertas en la cacería. ¿Sabías que un búho podría pasar junto a nosotros, y si tuviéramos los ojos cerrados, no nos daríamos cuenta? Son muy sigilosos e inteligentes. Son unos de mis animales favoritos, sin duda. —Él mueve sus manos mientras explica nuevamente su fascinación con los animales voladores.
—Sé que... nunca te he preguntado sobre esto, ni debería de hacerlo, pero... ¿cómo te va en la vida personal? —pregunto sutilmente—. Me da algo de curiosidad. No estás obligado a responder, claro.
Caminamos bajo los postes de luz que hay cada ciertos metros, intermitentemente, a veces rodeados de luz, y otras rodeados de completa y absorbente oscuridad. De ambos modos me siento segura con él a mi lado, además de que la Ciudad Evocativa es muy segura.
—Me va bien, no me quejo —responde, me ve a los ojos—. Tengo mis altos y mis bajos, como todos, supongo, ¿cierto?
—Cierto... —Una media sonrisa se dibuja en mi rostro—. ¿Tienes... familia?
—Sí, tengo familia. No saben que hago esto, por supuesto... nadie lo sabe. —Él para de caminar—. ¿Escuchaste algo?
•—Empezar Música (Sleep party people - Im not human at all)—•
—Buenas noches. —Una voz femenina se hace presente, justo detrás de nosotros. Volteo. La veo, tiene el cabello totalmente amarillo, y está vestida de amarillo con negro, pero sus ojos son del mismo color. ¡Gretta!
—¿Gretta? ¿Qué haces aquí? —pregunto confundida al verla vestida así, con el cabello teñido tan drásticamente.
—¿Huh? ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quiénes son ustedes? —Ella entrecierra las cejas y deja de caminar.
—Espera... ¿no sabes quiénes somos? —Él interroga—. ¿Te llamas Gretta?
—Mi nombre es Gretta, sí... ¿quiénes son ustedes? —Ella insiste.
—Agente especial Aisha. —Enseño mi placa—. Él es mi acompañante.
—¡Agente especial! Oh... —Ella voltea a ver hacia los lados, tiene algo en su bolsillo de atrás del pantalón. Se lo guarda debajo del mismo, en su ropa interior—. Está bien... nos vemos.
—Detente. ¿Qué fue eso? —pregunta él caminando hacia ella.
—¡Disculpen! ¡Confieso! ¡Confieso! Yo... ¡soy una evocativa! —grita alzando las manos, con una bolsa de marihuana en la derecha.
—¿Evocativa? —Volteo a ver a mi compañero confundida... ¿de qué habla Gretta? ¿No era una agente especial en el pasado?
—¡Miren! A cambio de salir de esta sin que me hagan nada, les puedo dar información valiosa... ¿sí? —Está rogándonos, se arrodilla.
—Uh... Habla... —Niego con la cabeza aún confundida. Quiero escuchar lo que Gretta tiene que decir.
—Son investigadores, ¿cierto? Bueno, sé de un muchacho llamado Chasder, algo ha estado hablando sobre un amigo desaparecido o algo así. ¿Los llevo a su casa? —pregunta sonriendo falsamente, mientras levanta las cejas forzadamente.
—Deja de fingir ya. —Estoy empezando a perder la paciencia—. ¿Qué te pasa?
—¡Lo siento! ¡No quiero faltarles el respeto! No me arrodillaré, lo siento... ¡perdón! ¿Les puedo ayudar? ¡No quiero ir a la cárcel! ¡Soy muy joven! —grita caminando en círculos, está a punto de llorar.
—Bien. Llévanos —responde él.
Gretta empieza a caminar rápidamente después de darme la bolsa de marihuana. Noto que tiene una gota de sangre en su pierna derecha. Él también la ve, me voltea a ver... intentamos seguir como si nada hubiera sucedido, necesitamos más información de ella, pero... ¿dónde se encontraba Haziel?
Caminamos unos minutos en silencio total, la atmósfera es muy confusa, no entiendo por qué razón Gretta fingiría ser una Evocativa... o peor aún, una agente especial. Llegamos a la casa de Chasder. Todo parece normal, tocamos la puerta, nadie responde.
—¿Estará en casa? Vamos a averiguarlo. ¡Siempre quise estar con agentes especiales para usar esta llave! —Saca su llave maestra y abre la puerta en un instante. Nos adentramos en la oscuridad de esta. Intento encender la luz, pero al parecer está cortada.
Camino hacia el dormitorio principal. Gretta salta del terror, pegando un alarido altísimo y tapándose la boca. En el suelo yace el cuerpo sin vida del joven, con la garganta cortada. En la cama hay algunas fotos lanzadas en desorden. Me pongo guantes de látex, camino evitando majar la sangre. Las tomo. Todo se vuelve aún más confuso que antes.
En una foto aparece él... con su capucha negra, entrando en la casa, luego otra foto en la que está cortando el cuello del joven... está de espaldas a quien le toma la foto. En la última él está saliendo por la ventana, todo a plena luz del día. Sufro un ligero mareo al ver todo esto.
La luz de la luna pinta todo de color azulado, y el ambiente se pone denso en un segundo.
—¿Qué son las fotos? —pregunta él, mientras Gretta ve hacia la ventana, perdida, mientras la luz de la luna se refleja en sus plateados ojos.
—Imposible... ¿tú? —Doy un paso atrás, poniendo la mano en mi pistola, lista para cualquier eventualidad.
—¿Qué pasa? —Él se acerca. Levanto el arma. Gretta se asusta, abriendo los ojos.
—No te acerques. Gretta, tampoco te muevas. —Les apunto a los dos, la confusión me domina completamente.
—¡Aisha! Detente, ¿qué pasa? —pregunta extendiendo su mano, quiere que le de una fotografía. La tomo y la lanzo, la misma cae en la densa sangre coagulada. Él la recoge, llenando sus manos en el espeso líquido. Frunce el ceño—. No soy yo Aisha... te lo juro que no lo soy.
—Creo que me tengo que ir... —Gretta pronuncia—. Es tarde.
—Nadie se mueve de aquí hasta que yo diga. —Trago—. Explícate... ¿Qué son estas fotos? ¿Eso es lo que haces durante el día?
—¡Mira bien! ¡Esa capucha tiene diseños dorados! —grita—. ¡Aisha! Confía en mí... por favor.
Observo las fotos. Es cierto... los diseños dorados de la capucha son distintos. Pero... él pudo haber usado otra. O simplemente pudo haber sido otra persona anónima... ¡Qué gran problema! ¿Qué podía hacer? ¡No podía confiar en alguien anónimo todo este tiempo! ¿En qué estaba pensando? ¡Pensé que éramos amigos! ¡Aliados!
Parpadeo mientras intento pensar, pero estar en una habitación con una chica que parece estar desbalanceada mentalmente y a alguien con quien he pasado mucho tiempo, pero que desconozco su identidad, aparte de un cuerpo muerto, no ayuda en lo absoluto.
Escucho tres disparos en la calle. Todos volteamos a ver hacia la ventana. Un grito de un muchacho se hace presente en la calle. Gretta empieza a hablar.
—No sé cuáles serán sus problemas... pero les puedo decir algo. —Me ve a los ojos, mientras acomoda su cabello detrás de la oreja—. No sigan en este caso. Es peligroso, por lo que observo. Es muy probable que ambos terminen muertos... y los muertos no pueden ayudar. ¿Cierto?
—Tenemos que ayudarle a la persona que está en la calle, Aisha. —Él está alterado—. Confía en mí... por favor. No hay tiempo qué perder.
—Confío en ti. —Tomo una fotografía y me la dejo, mientras él está saliendo por la ventana Gretta camina por el oscuro pasillo, cantando una canción en voz muy baja.
—Siempre me pregunté si te encontré, o me encontraste... —se va tarareándola, desapareciendo en la oscuridad—. Siempre me pregunté... si te encontré o me encontraste... te encontré o me encontraste...
Salgo por la ventana sin darle atención a la chica. Él y yo corremos, para ver qué ha sucedido... pero no hay nada. No había absolutamente nada en ese lugar. Ambos nos volteamos a ver confundidos. ¡¿Qué está sucediendo?!
La confusión era cada vez un factor más importante en la vida de todos. La confusión era un elemento peligroso para cada quién, dependiendo de quién fuera el afectado.