Ni lo pienses (Trilogía Nina...

By SofiDalesio

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¿Maldita de nacimiento? Listo. ¿Mejor amiga con un corazón roto por un imbécil? Doblemente chequeado. ¿Metid... More

Nota de autor
Prólogo: Hablemos de mí en 3era persona, así suena más trágico
Capítulo 1: Lo que hago por las respuestas del examen
Capítulo 2: Si la sopa dice huye. ¡Huyes!
Capítulo 3: Lilas y violeta, no tan alegre como crees
Capítulo 4: El imbécil, la bruja y el magister
Capítulo 5: ¿Por qué me pasa esto a mí?
Capítulo 6: La ilógica lógica del tiempo
Capítulo 7: El juego más delicado
Capítulo 8: Efecto dominó
Capítulo 9: La belleza del duelo
Capítulo 10: Los residuos del tiempo
Capítulo 11: Este (no) es mi día
Capítulo 12: Si no hay para ambos
Capítulo 13: Maldita noche
Capítulo 14: "seguro", sí, como si tuviera tanta suerte...
Capítulo 15: ¡Lokabrenna, sirve de algo!
Capítulo 16: La anormal normalidad de los cambiaformas
Capítulo 18: ¿Cuántas veces debo repetirlo?
Capítulo 19: The Thief, dulce Thief
Capítulo 20: Mordida, mordida, mordida...
Capítulo 21: ¡Aprende a reinar el infierno!
Capítulo 22: Razones para no morir
Capítulo 23: Cambio de prioridades
Capítulo 24: El nido de locos
Capítulo 25: No qué sino cuándo
Capítulo 26: Ninception
Capítulo 27: ¡Perderé el juicio a este paso!
Capítulo 28: Y ahora en primera persona
Capítulo 29: Gestos expresan más que palabras
Capítulo 30: Y así es cómo todo sucedió
Capítulo 31: traducción/interpretación
Capítulo 32: ¡Dime qué hacer!
Capítulo 33: Farvel, min far
Epílogo: Todos mis mañanas por un ayer
Nota final
Anexo: Idiomas
Continuación (Disponible en mi perfil)
¡Nueva portada!

Capítulo 17: Si debo jugar también...

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By SofiDalesio

—¿No quieres que te bese? Y recuerda, no puedes mentir —dijo Robin.

Maldito fuera Loki y las reglas de la vigilia. ¿No podía repetir la pregunta en otro momento? ¿Qué valía un beso para mí? Pero esas trampas mortales siempre llevaban a más. Siempre podría atarlo y amordazarlo, quizás de ese modo finalmente lograría deshacerme de él. El problema era que si lograba atar a Robin a una silla no confiaba en lo que podría hacerle.

—¿Tengo que enumerar todas las malditas razones por las cuales no deberías estar alrededor? —pregunté bajando la voz—. Escúchame muy bien. Si fueras un brujo cualquiera, y yo una cambiaformas cualquiera te besaría ahora mismo, probablemente tendría un rollo de una noche contigo y mañana pretendería que nada sucedió. Pero no lo eres, y no lo soy. Cuando un cambiaformas dice sin emociones de por medio, puedo estar segura como el infierno que es cierto; pero el resto de los seres parecen tener dificultades para no involucrar sentimientos y nada me asegura que no será así en tu caso. Te conozco y me conoces, no somos extraños, y considerando la relación que guardo con tu familia hay una buena posibilidad de que te vuelva a ver si por algún milagro consigo deshacerme de ti en primer lugar. Y créeme que prefiero evitar los encuentros incómodos. Así que no, no esperes nada conmigo. ¿Y debo regresar al asunto de la política?

—Esa no fue una respuesta exacta.

—¿Realmente andas buscando que te golpee? —pregunté y él sonrió.

—Creo que quieres golpearme porque sabes que a una parte de ti le gusto, y por todas las razones que acabas de enumerar no quieres que así sea —respondió Robin—. Pero te olvidas que yo no le respondo a nadie más que la logia, y a esta no le interesa nada más que asegurar el mejor futuro posible. No tengo nombre ni familia, para los brujos no tengo identidad alguna, y si algo me sucede nadie jamás sabrá quién soy del mismo modo que no sabrá qué me pasó. La logia no comparte lo que le sucede a sus miembros con nadie. ¿De todos modos, tienes idea de lo difícil que es matar a un guardián del tiempo? Si un brujo te resulta difícil, intenta con uno como yo.

—¿Tienes una respuesta para todo?

—Tengo tiempo para pensar.

—¿Cuál es tu obsesión conmigo?

—¿Además del hecho de intentar mantenerte con vida? Nunca creí que alguien pudiera despreciar eso.

—No te necesito para mantenerme con vida, lo he hecho todo este tiempo por mi cuenta y debo haber hecho un buen trabajo si sigo aquí. Es difícil eliminar las malas hierbas.

—¿Es así como te ves? ¿Un mal para este mundo?

—Es como me ven los demás.

—Personalmente creo que la imagen de Loki está bastante maltratada y despreciada, más de lo que se debería. Pero las personas siempre recordarán una mala acción sobre un millón de buenas. ¿Verdad? No creo que exista el mal o el bien absoluto, todos somos una mezcla de ambos en diferentes medidas. Y, personalmente, no creo que tengas más mal del que yo podría tener. Alguien que posee más mal que bien no dudaría en aprovecharse de otros y utilizarlos como escudos cuando sabe que hay un asesino fuera deseando su muerte.

—¿Quieres ver la lista de muertes?

—Tenemos un perro en Venecia, la logia está llena de cani que se meten y pasean a su antojo. Estaba bastante mal cuando lo encontramos, solía gruñirle a todo el mundo y morder a cualquiera que se le acercara. Me dejó unas buenas marcas hasta que finalmente cedió, pero de todos los animales que se pueden encontrar en la logia es mi favorito. Su lealtad es algo que jamás he visto en otro ser. Y verás, tengo una teoría al respecto —dijo Robin con todo su orgullo.

—¿La dedujiste de tus conversaciones caninas con ese perro?

—No, Luca no es del tipo filosófico.

—Por supuesto que no, tonta de mí, creyendo que el perro podría soportarte cuando ni yo lo logro.

—Creo que las criaturas que más ladran son las que más creen tener su espíritu roto, pero irónicamente también son las más fuertes. Creo que demuestran su amor con mordidas, porque no sienten desconfianza sino que temor a herir a otro con lo rotas que piensan que están.

¿Y ahora además debía soportarlo mientras filosofaba? Cerré los ojos, conteniendo unas buenas maldiciones que habrían hecho sonreír a Loki con orgullo luego de todas las maldiciones que él les había gritado a los Dioses tiempo atrás. ¿Qué era peor que un guardián del tiempo loco? Un guardián del tiempo loco intentando encontrar la verdad existencial en un perro.

—Si me estás comparando con un perro...

—Diría que eres mas bien como un zorro —me interrumpió él—. Olvídate de esas tonterías sobre la astucia de un zorro. Todos creen que es un animal salvaje y feroz, pero en realidad son bastante domesticables y amables. Nada más que una falsa imagen, como tú o como Loki.

Bien, suficiente para mí. Me alejé, solo para que Robin lo compensara al acercarse. Oh, este no era un juego que planeara perder. ¿Deseaba jugar con el tira y afloja? No cedería de ningún modo, yo no huía o me daba por vencida. Excepto que un asesino me estuviera persiguiendo, claro... ¿Pero un brujo potencialmente demente y que cargaba toda la mercancía de una relojería consigo?

—¿Es mucho pedir que me dejes en paz? —pregunté.

—¿Si yo no estoy aquí para asegurarte que hoy no es el día que mueres entonces quién te lo diría?

—¿Sabes cuándo muero?

—Sé cuándo no mueres.

—Eso no tiene sentido.

—Tiene todo el sentido del mundo.

—No, no lo tiene.

—¿Lo dice la chica que cambia de apariencia cada día?

—¿Debo creer en la palabra de un brujo que no sabe ni dónde está parado?

—Pero sé cuándo.

—Y tampoco sabes lo que es el espacio personal.

—¿Lo dice una cambiaformas considerando la fama que tienen?

—No creas que no sé cómo nos ven los demás seres y no ignoraré todo lo que ya te he gritado solo para que un brujo cumpla con su fantasía de acostarse con Megan Fox, o en tu caso con María Antonieta —dije y Robin se alejó con sorpresa.

—¿Tú también la conociste? Esa chica era tan histérica. Y caprichosa. Ni siquiera entiendo cómo tú podrías haber durado un segundo en su presencia. ¿Y quién se supone que es Megan Fox?

Cerré mis ojos y golpee mi cabeza contra el muro detrás de mí. Esto era absurdo. De hecho, la palabra absurdo no comenzaba a explicarlo del todo. ¿Además de su locura debía sumarle esto? ¿Por qué demonios las cosas no estaban en buen orden dentro de su cabeza? Ah, cierto, guardián del tiempo. ¡De todos modos! ¿Y en qué maldita mente entraba que yo hubiera conocido a María Antonieta? Si esa chica había sido como tenía entendido entonces habríamos tenido unas buenas noches de fiesta de haberla conocido, aunque dudaba que contara si en vez de estudiar los textos de la escuela había visto la película de Sofía Coppola.

—Por favor dime que no ligaste con María Antonieta.

—¿Enloqueciste? ¡Todavía no estoy tan mal de la cabeza como para eso!

—¡No me preguntes si enloquecí cuando aquí el único realmente loco eres tú! ¿Y cómo demonios no sabes quién es Megan Fox? ¡He pasado los últimos años de mi vida teniendo que soportar a hombres decir todo lo que le harían a esa actriz!

—Me gusta Audrey Hepburn.

Él lo dijo de un modo tan sencillo que dudaba seriamente que hubiera comprendido a lo que me estaba refiriendo. Sonrió de un modo infantil e inocente, definitivamente no estábamos pensando en lo mismo. ¿Audrey? ¿En serio? ¿Qué seguía? ¿Freddie Mercury? Aunque Bohemian Rhapsody era una de las mejores obras jamás compuestas por un simple mortal y... ¡Ese no era el punto! El punto era que estaba atascada con un sujeto que no tenía sentido.

—Tengo una maldita vela que vigilar lo cual es mucho más importante que escucharte divagar de este modo.

—Todavía falta un buen rato para las tres —dijo Robin y se giró para mirar la vela—. ¿Se supone que tenemos que esperar a que se consuma toda?

—No. Tenemos no. Tengo. Yo me ofrecí a hacer la vigilia, tú eres un brujo y no tienes nada que hacer aquí.

—¿Por qué no? Es cultura de cambiaformas, no hay nada tan genial como eso —dijo él mirando la vela—. He estudiado cientos de culturas diferentes, y aún así la tuya nunca deja de sorprenderme. Son tan sencillos y desarraigados y aún así aquí estás vigilando un poco de fuego. ¿Son siempre así con los extraños?

—Es una vieja costumbre, nunca sabes quién puede estar tocando a tu puerta, si un mendigo o un rey —respondí acomodándome a su lado para continuar con la vigilia—. Te dije que puedo tomar la forma que deseo y mi gente no me reconocería si no me identificara yo misma como una Loksonn, parte de tener sangre de Loki. Los reyes de Rike solían pedir asilos en casas ajenas, montaban esos engaños para comprobar si el pueblo era amable y bondadoso con sus hermanos a pesar de ser desconocidos. Confiamos en nuestra propia gente, cualquier cambiaformas brinda ciegamente hospitalidad a otro que lo pida sin esperar nada a cambio.

—Tienen costumbres extrañas, pero admirables. ¿Cómo terminé yo metido en ese trato?

—Confían en que otro cambiaformas no meterá una amenaza en su hogar. Los nobles no son el mejor ejemplo de cómo es realmente un cambiaformas, pero si he de ser sincera no puedo juzgarlos —dije y me encogí de hombros—. Ellos solo hacen lo que creen mejor para proteger al pueblo, mostrarán siempre las garras y los dientes para asegurarse que ningún mal les suceda a los demás. Tenemos desacuerdos por eso, ellos creen que proteger al pueblo incluye protegerme a mí y asegurar la supervivencia de los Loksonn, pero la línea entre proteger y controlar siempre es muy difusa. Y no quiero que nadie me proteja, mucho menos me controle. No lo necesito.

—Los episodios son cada vez peores.

—Puedo manejarlo.

—¿Alguna vez escuchaste sobre Roland? Fue un guerrero, uno muy bueno, sobrino del mismo Carlomagno, tan valiente y temerario. Estoy bastante seguro que debe haber tenido un mínimo de sangre de cambiaformas, era muy indisciplinado militarmente. Él creía que podría con cualquier cosa a la que se enfrentara, se negaba a pedir ayuda de ningún tipo. Al final eso le costó la vida, cuando supo que sí necesitaba ayuda y la pidió ya era demasiado tarde para él.

—Me has comparado a un perro. ¿Y ahora a esto? No eres muy hábil al momento de socializar con otros. ¿Verdad?

—Todavía no has intentado irte. ¿No?

—Eso es porque tengo que quedarme a cuidar la flama.

—O quizás no te caigo tan mal.

—No abuses del hecho que no puedo abandonar mi vigilia. Un cambiaformas siempre debe hacer la vigilia.

—Siempre puedes contar con mi presencia para molestarte.

—Me desharé de ti tan pronto como me reúna con mi amiga.

—¿Crees que tendrás una mejor oportunidad que en tus otros intentos?

—Te dejaré inconsciente si es necesario.

—Me gustaría verte intentarlo.

—Dame una espada y veremos.

Robin rió de aquel modo tonto que tenía al echar la cabeza hacia atrás como si continuara siendo un niño pequeño cuando solo él sabría cuánto habría vivido en realidad considerando sus saltos temporales y sus pausas. Si no fuera porque había comprendido que se encontraba tan inestable mentalmente como para reírse de cualquier cosa hubiera intentado matarlo por atreverse a reírse de mí y una espada. Pero, llegada a esta altura, sabía que él era capaz de reírse de la lluvia incluso. ¡Estábamos hablando de un sujeto que se había pasado toda la noche retorciéndose de risa en el suelo con un perro!

Lo golpee sin fuerza alguna para que se controlara. Tal vez, si sacudía su cabeza lo suficientemente fuerte, las cosas volverían a su lugar. O quizás lo dejaría fuera de sentido por un rato, me conformaba con ambas opciones. Miré sus manos de soslayo, recordando el modo en que había cogido la espada de Saya y le había devuelto el ataque. No era su agarre tanto lo que le había delatado como la posición de sus pies.

—¿Una Loksonn y una espada? Ese es el tipo de cosas que tienes que presenciar en esta vida —dijo Robin.

—Ah, he de advertirte que sería una mala jugada apostar contra mí en ese asunto.

—No dudo al respecto. ¿Qué oportunidad tendría yo contra un cambiaformas?

—Lo que vi esta mañana no fueron los movimientos de alguien que no tenga ningún conocimiento en esgrima —dije y él sonrió.

—¿Tan difícil es creer que un brujo sepa sostener una espada?

—No. Lo imposible de creer es que un brujo se haya puesto automáticamente de lado, con los pies a las nueve en punto, tan pronto como cogió correctamente una espada.

—Confiésame un secreto y yo haré lo mismo —dijo Robin—. Tienes mi palabra. Después de todo, se supone que no puedo mentir frente a la vela.

Suspiré. Era ridículo como un objeto tan cotidiano tenía tanto valor en aquel momento. No le respondí, y él ni siquiera se inmuto mientras esperaba. Maldito fuera, era paciente cuando quería. ¿Qué tanto deseaba un secreto de su parte? Ah, maldita fuera la curiosidad por matar al gato. ¿Cuántas vidas ya había perdido de ese modo? ¿Cuánto me faltaba para las nueve? Me arrepentiría eternamente pero de todos modos mi vida no podía estar más jodida considerando la situación actual.

—Cuando escapé al mundo humano el primer lugar al que fui fue Italia —confesé y él me miró incrédulo.

—¿Qué? —exclamó Robin y sonreí al haberlo tomado por sorpresa. Bien, si iba a hacer esto, al menos podía divertirme con su reacción.

—Sí, supongo que todavía me quedaba un poco de corazón entonces. Fui a Roma, encontré a los brujos de allí, pregunté por ti pero nadie supo responderme. Incluso tomé la apariencia de James creyendo que me tomarían más en serio si lucía como el hijo del magister pero, de nuevo, nadie sabía quién eras o dónde estabas. Tan solo quería decirte que podías volver si lo deseabas, después de todo yo no planeaba hacerlo.

—Debía de ya haber entrado a la logia para entonces.

—No era como si tuviera modo de saberlo. Abandoné la causa y seguí por mi cuenta, solo otro nombre más que agregar a la lista —dije y me encogí de hombros—. No fue la gran cosa. Intenté una buena acción, no funcionó, seguí adelante. Ahora es tu turno, confiésame un secreto del mismo valor.

—La logia tiene una habitación infinita conteniendo un reloj de arena por cada ser vivo que existe, así controlan el tiempo y saben cuándo llega a su fin para quién. Estantería tras estantería llenas de esos relojes. Se supone que tenemos prohibido vigilarlos, solo los guardianes del duodécimo orden pueden, pero de nuevo nunca fui de prestar mucha atención cuando recitan las reglas. Tampoco es como si fuera a ver el reloj de James o de mis padres, por eso se supone que no debemos verlos, para no vernos tentados de romper las reglas si queremos agregarle más tiempo a otro. Solía sentarme en el suelo durante horas solo para vigilar el tuyo.

—Mi tiempo debe ser bastante miserable comparado con el de los demás.

—Cada vez que la arena estaba por acabarse el reloj se daba vuelta por sí mismo. Felicidades, eres capaz de hacer trampa incluso cuando se trata del tiempo.

—Si no fuera capaz de burlar a la muerte no estaría aquí. Soy una alimaña difícil de matar.

—Loki no pudo haber hecho solo mal, nadie es tan oscuro ni malvado como pinta la imagen de villano —dijo Robin y sacudió su cabeza—. Los cambiaformas son travieso, y problemáticos, pero no son crueles por naturaleza. ¿Entonces cómo Loki podría serlo?

—Dicen que tenía debilidad por los niños, sin importar de qué raza fuera —admití—. Hay una canción, Loka Tattur, que cuenta de sus buenas acciones. Había una pareja cuyo hijo un gigante deseaba matar. Primero le pidieron a Odín que lo salvara, pero Odín no pudo ocultarlo del gigante. Tampoco Hoenir. Cuando finalmente le pidieron ayuda a Loki, él no solo ocultó al niño exitosamente para que el gigante no pudiera encontrarlo, sino que también mató al gigante para que la vida del niño nunca más se viera amenazada.

En realidad, hacer la vigilia a pesar de su presencia no fue tan torturante como debería haber sido. Por más que me hubiera gustado echarlo de una patada sabía que era un caso perdido intentar deshacerse de Robin si él no deseaba partir. Hacer la vigilia de a dos... Era una suerte que él no supiera lo que significaba o estaría insoportable con sus burlas. Esto de que nuestras culturas fueran tan diferentes terminaría por volverme loca también. A este ritmo terminaríamos casándonos por accidente según las reglas de uno, o jurando matarnos. No sería muy difícil empujarlo ciegamente a lo segundo, quizás de ese modo pudiera deshacerme de él...

Sacudí la cabeza negando la idea, lo último que necesitaba era un guardián del tiempo habiendo jurado matarme o viceversa. Sí, sería divertido, pero también podía conseguir un Nintendo y hacer todo eso mientras tomaba sol en Hawai sin tener que preocuparme por reales amenazas además de las típicas. ¿Porque qué chica no tenía que preocuparse por un asesino maníaco con recursos ilimitados de plata y un cruel ingenio? Al diablo Jigsaw, este sujeto lo superaba por mucho y apenas estaba empezando.

Lo ignoré lo mejor que pude mientras él parecía más concentrado en escribir en su libreta tras haber aceptado que no conseguiría nada más que silencio de mi parte. La vela se consumió por completo para las tres en punto, solo entonces me permití dormir un poco. Maldita sea, no podía recordar una sola vez que mi cuerpo se hubiera sentido tan exhausto. Si esto continuaba tendría que empezar a preocuparme, la falta de energía no era conveniente cuando debías correr por tu vida. De momento, un techo y kottbullar eran más de lo que había esperado por cómo había comenzado el día, o para ser sincera por cómo había sido mi noche anterior.

¡Incluso pude cargar mi móvil y tomar una ducha! Bendita hospitalidad de cambiaformas. Aún así arrastré a Robin fuera tan pronto como fue de día, a pesar de los lloriqueo del beagle por tener que despedirse o cuánto hubiera disfrutado ver por unos minutos más las reacciones de Kail y Mica luego que les dijera que era una Loksonn. La identidad solo se revelaba al momento de despedirse. Pero no tenía tiempo que perder, estando a un rápido viaje en tren de encontrarme con Holland y finalmente recobrar mi vida normal, o tan normal como pudiera ser, no quería retrasar esto mucho más.

Por supuesto, diez minutos en tren es un período de tiempo insoportable para un brujo que no está acostumbrado a vivirlo de un modo lineal ni sabe lo que es esperar por algo. ¿Y si lo noqueaba, lo metía en una caja y lo enviaba de regreso a Venecia? Seguía sin ser algo dañino por lo cual podrían acusarme y tener consecuencias políticas inimaginables. ¿De todos modos cuál era la obsesión del brujo con asegurar mi vida? Resoplé y eché la cabeza hacia atrás. ¿Y si lo dejaba en una perrera? Al menos allí sería feliz, y estaría lo suficientemente distraído como para que yo partiera sin que me siguiera. Pero, de nuevo, otro plan frustrado por la cuestión temporal. Tan pronto como descubriera el engaño podría saltar al pasado y atraparme abandonando el lugar, o simplemente congelar el tiempo y buscarme solo para dejarlo correr de nuevo cuando me encontrara. Debía ser bastante genial poder controlar el tiempo, todos los problemas que podría causar...

Y cómo no, llovía en Bristol. De pronto recordaba por qué había abandonado el horrible clima del Reino Unido por las soleadas playas de Australia. ¿Y si intentaba luego empezar una vida en Saint Barth? La maldita isla era un paraíso tropical, merecía un buen descanso de esos luego de haber tenido que trabajar durante tres días y entre brujos. Sin contar que entre todas las islas en medio del caribe cualquiera tendría un buen rato intentando descubrir en cuál estaba. ¡Era una buena idea! De hecho, era una muy buena idea.

Robin me siguió hasta el hotel donde Holland me había dicho que tenía una habitación. En momentos así agradecía que ella fuera la de las buenas ideas, o la que administraba el dinero, o la que se ocupaba de las relaciones públicas por empezar... ¿Yo? Bien, supongo que las apuestas para aumentar nuestros fondos y los engaños eran suficientes para explicar mi rol en nuestra relación. Había una razón por la cual ella tenía el dinero y nunca me dejaba apostar más que lo que tenía en mi bolsillo, no era como si no fuera capaz de ganar miles a partir de unas miserables monedas. Mejor no mencionar los fraudes con tarjetas de crédito...

Me detuve en el corredor dispuesta a deshacerme de Robin de una buena vez cuando la música viniendo de la habitación me detuvo. Ella tenía que estar bromeando. Al diablo el brujo, la integridad de Holland era mucho más importante. Irrumpí en el cuarto sin siquiera molestarme en llamar. Holland era un desastre emocional en el suelo, recordándome que quizás había sido demasiado suave al momento de planear mi venganza de James. Bien, me tragaría mi orgullo, llamaría a Bass para escuchar todas sus palabras respecto a cómo lo había abandonado de nuevo, y me aseguraría que hiciera algo de modo que los gritos de James pudieran escucharse hasta aquí.

—¿En serio? ¿Miley Cyrus? —exclamé indignada y furiosa, ella me miró a pesar de sus lágrimas—. Te toleraré tu obsesión con el teléfono como si él fuera a llamar, la música deprimente y que mires esos malditos animés a pesar que esas malditas voces agudas en japonés me vuelvan loca. Pero lo que no te toleraré es que toques fondo al escuchar Wrecking ball pensando en él. ¡Menos de una semana te dejé sola! Así que, o lo superas, o juro que yo iniciaré una guerra pero lo haré pagar por esto.

—¡Es que no entiendes! —respondió ella en medio de su llanto—. ¡Tuxedo Mask y Sailor Moon están destinados a estar juntos!

—Loki, apiádate de mí por un miserable segundo o sino creo que mataré a alguien —mascullé antes de clavar mi mirada en Holland—. ¡No me importa! Escúchame bien, o te recompones por ti misma o yo tendré que hacer algo al respecto y créeme que no me importarán las consecuencias.

Lo mataría con mis propias manos por haberse aprovechado de esta hermosa chica y haberle roto el corazón. ¿Quién demonios podía ser tan cruel como para aprovecharse de Holland? La bruja era vegetariana, se inscribía en cada maldito evento de caridad que encontraba, ayudaba con una sonrisa a cualquier miserable que encontrara, era el único motivo por el cual todavía no había terminado en la cárcel o metida en serios problemas. Maldita sea, si no fuera por ella estaba bastante segura que ya llevaría unos buenos años muerta o sería la villana de esta historia. ¿Y un imbécil se había atrevido a hacerle daño? Yo sería una perra sin corazón, pero no permitiría que nadie dañara a Holland, no cuando ella era lo único bueno que tenía y lo único bueno que había logrado en esta vida.

Por supuesto todo este discurso hubiera tenido un efecto impresionante, si la sincronización no me hubiera jugado en contra. Jadee tan pronto como sentí el intenso dolor y me llevé una mano al pecho. ¿Seguía latiendo? Sí, maldita sea, sería estúpidamente imposible un paro cardíaco. No, no era eso lo que dolía, era el objeto de plata sobre el corazón que lo estaba quemando hasta atravesarlo lo que estaba matando. Realmente odiaba a esa hija de puta. Diez puntos para el enfermo mental que se había tomado el trabajo de abrir una caja torácica para depositar un objeto de plata sobre un corazón latiente.

Mis piernas cedieron al instante, apenas pude mantenerme de rodillas para ver la sangre derramándose en el suelo. El servicio de habitación no estaría nada contento. Escuché el grito de preocupación de Holland cuando finalmente caí al suelo. Ella estuvo junto a mí más rápido de lo que hubiera imaginado mientras yo apenas lograba lidiar con la agonía interna. Esto era demasiado. ¿Plata directa sobre el corazón y dejar que quemara lentamente? ¿Qué demonios tenía este sujeto contra el viejo y clásico apuñalamiento con un cuchillo de plata para rematar el asunto rápido? Debía contar con unas buenas orejeras al menos.

Quería gritar. Maldita sea, por cada vez que sucedía esto estaba más cerca de romperme y gritar. Las lágrimas quemaban en mis ojos pero no podía hacer otra cosa que retorcerme de dolor mientras Holland se hacía cargo de la situación. Ella empujó lejos a Robin tan pronto como se acercó y le advirtió con una feroz mirada de la cual hubiera estado orgullosa... ¡Si no estuviera experimentando una tortura insufrible! Oh, los chinos se habían quedado por mucho atrás con sus milenarias torturas comparadas con lo que este sujeto estaba haciendo.

—Nin. Nin. Calma, ya se pasará —dijo ella sosteniendo mis hombros contra el suelo para que no pudiera lastimarme al moverme—. ¿Qué nivel?

Apenas fui capaz de mostrarle cinco dedos. Eché la cabeza hacia atrás sin poder resistirlo mucho más. Quería gritar. Maldita sea, estaba dispuesta a hacerlo. Holland soltó sorprendentemente una maldición al comprender y fue rápida en desatarse el pañuelo que llevaba al cuello. No había lágrimas o dolor alguno en su expresión, nada más que pura seriedad mientras le hacía un nudo y me lo metía en la boca para asegurarse que no soltara sonido alguno. Ella me miró a los ojos un instante y comprendió la súplica en mi mirada. Puso una mano sobre mis ojos y murmuró una rápida disculpa antes que la inconsciencia me noqueara.

Regla n°53: Holland siempre se disculpaba, incluso cuando era yo quien le pedía que me dejara fuera de combate.

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