Ya habían pasado horas desde que Peter había dejado de nuevo solo a Loki, la luz del sol había sido sustituida por la luz de la luna. El pelinegro sentía los ojos pesados, acompañados por un bostezo. Tenía sueño pero quería esperar a Thor. ¿Razón? Ni el mismo sabía pero ver al rubio se había vuelto algo cotidiano.
Y justo cuando estaba apunto de rendirse aquel hombre rubio entro por la puerta, empezó a quitarse su armamento. Loki escuchaba hecho un ovillo sobre la cama.
-Se que estás despierto.-Loki no respondió.-Y también se que saliste, te dije que no lo hicieras.
Thor miró hacia la cama y Loki pudo sentir esa mirada, por reflejo se cubrió aún más con las sabanas.
-¿No responderás?.-Se fue acercando cada vez más, el sonido de los pasos alteraban al menor.-Responde cuando se te pregunta algo.
-Me aburro de estar aquí, de ver cómo el día pasa a noche, de comer despacio para desperdiciar el tiempo, de ver el techo, de ver la maldita puerta esperando verte pasar por ella.
Loki sintió cómo las cobijas se iban despojando de su cuerpo, Thor lo miraba sin expresión cómo siempre.
-¿Todo el día esperas por mi?
-No era exactamente lo que quería decir.
-Aún eres niño.-El rubio acercó las comisuras de sus labios al fino cuello de Loki.-Uno que se porta muy mal.
Loki sintió un ligero dolor en su cuello, una mordida y no de las ligeras, mas bien cómo si Thor quisiera marcarlo al igual de que lo hacen los animales. Las mordidas fueron por todo el cuello hasta las clavículas y a pesar de que el menor se quejaba no paraban, sangre salía y era limpiada por una lengua.
Thor sujetaba a Loki de ambas manos, el cuerpo del rubio era pesado y este no se detenía, las marcas pasaron al vientre, cada vez más fuertes y bruscas. Sin cuidado alguno de lastimar pues esa era la intención.
-Entiende Loki, tú eres mío y harás lo que yo te ordene ¿De acuerdo?
El joven asintió aún con lágrimas en las mejillas y los labios temblando.