Querida esposa.
Recuerdo la primera vez que te vi. Recuerdo perfectamente oír una pequeña risa tuya cuando me tropecé al subir al metro. Recuerdo tu cara sonrojada cuando te hablé por primera vez.
Recuerdo cuando nos poníamos a hablar de ningún tema en particular o cuando me inventaste esa excusa de las nueces. Nunca supiste mentir, ¿lo sabías?
Recuerdo cuando convencí a Cris y a Franco de hacerte una sorpresa. Recuerdo cuando me dijiste que sí en esa feria. Ese día fue el segundo mejor día de mi vida. El primero fue cuando dijimos el sí ante el altar y te convertiste oficialmente en mi esposa. En el amor de mi vida. La mujer que ame, amo y amaré toda mi vida.
Te cuento que nuestra nieta hermosa logró hacer esa voltereta que tanto practicaba. Nuestro hijo consiguió ese aumento y que aún Cris no soporta a Franco cuando se pone a bailar en plena oficina, pero igual lo ama.
Han pasado muchas cosas en este año sin ti, pero no te preocupes que ya falta poco para que nos volvamos a encontrar y sigamos amándonos como siempre lo hemos hecho. Sé que me estás cuidando desde donde estés.
Te amo muchísimo amor de mi vida. Volveré a visitarte el próximo domingo para dejarte otra rosa hermosa como tú.
Atentamente,
Tu esposo.