Habían pasado dos semanas desde mi graduación y la llegada de mis padres. No podía recordar cuando fue la ultima vez que pasaron tanto tiempo en casa, y aunque en un principio estaba realmente disgustada con ellos por la disparatada idea del compromiso, ahora no lo pensaba demasiado. En cambio, las clases de cerámica me tenían totalmente distraída. Apenas era mi tercera clase y al igual que la vez anterior, me planteaba seriamente dejarlas. Alan parecía disfrutar de mi sufrimiento. Al contrario de mis patosos intentos en clase, él se manejaba a la perfección con el torno y la arcilla. No podía parar de preguntarle en cada lección como era posible que un principiante hiciese las cosas tan bien. El maestro también estaba muy complacido de su trabajo y Alan, bueno, él por supuesto rebozaba alegría de hacer lo que le gustaba.
Desde el lunes, no había tenido contacto con Lautner. Luego de que llegase a rescatarme de mi "hundimiento sentimental" mis pensamientos hacia él había mejorado. Pensé que tal vez tenerlo de amigo era una buena idea. Pero el pelinegro no me había escrito o llamado en tres días y yo me negaba a hacerlo, por supuesto.
Justo a la salida de las clases de cerámica recibí un mensaje, saqué el móvil de la cartera y camino al carro fui leyendo, era de Carl— ¿Pasa algo? — me pregunto Alan.
—¿No por? — le contesté luego de bajar el teléfono.
—No lo se, pareces contenta por algo. Pensé que tendrías nuevas noticias para mi.
—¿Contenta? ¿Qué te hace pensar que lo estoy?— le miré confundida.
—La sonrisa que se te dibujó cuando miraste la pantalla ¿Tal vez? O tal vez la cara de " feliz cumpleaños" que tienes ahora— respondió con una sonrisa.
—Estas ciego— comenté disgustada.
—¿Era tu prometido?
—Si— volví a responder sin animo.
—Me alegra que las cosas vayan bien entre ustedes, Kate. No podría soportar que mi mejor amiga sufriese por otra persona. No querría ver eso jamás— agregó. Sabía que en Alan no había una pizca de maldad. Pero si alguien me estaba haciendo sufrir en aquel momento, no era más que él con cada puñal disfrazado de Friendzone que me lanzaba. —¿Y? ¿Van a quedar?
—Creo. No lo se— suspiré. Al levantar la mirada que había dejado caer unos minutos atrás, me encontré con Carl esperándome un par de pasos más allá. Estaba recostado sobre su auto y comenzó a agitar su mano en cuanto me vio. Traía unas gafas negras polarizadas, a juego con su pantalón, sus zapatos y su cabello. Los primeros botones de su camisa blanca estaban desabotonados y dejaban ver su clara piel detrás. Me di cuenta de que no tenia pelo en el pecho y me gustaba. Nunca había sido muy fan de los hombres con vello en el torso, aunque no negaba que algunos lo lucían bien— ¿Qué tal chicos? — saludo en cuanto nos aproximamos. Le dio la mano a Alan y me agarro de la cintura antes de darle un par de besos en cada mejilla. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Pensé que me besaría delante de Al.
—Muy bien Lautner— respondió mi amigo como siempre, con una sonrisa en el rostro sin muestra de antipatía— Justo estábamos hablando de ti.
—Alan...— susurré rogando que se callase.
—¿Ah, si? Supongo que sería algo bueno— averiguó él pelinegro.
—A decir verdad, si. Le estaba comentando a Kate que me alegraba ver que las cosas respecto a vuestro compromiso se habían calmado un poco. Ya no le veo tan reacia a tener contacto contigo.
—Alan, por favor...— volví a insistir entre dientes que cerrase la boca.
—¿De veras?— sonrió Carl complacido— Me alegro— me tomo del hombro— Me preocupa que no pueda llegar a llevarme bien con ella.
—¿Con Kate? Si es la chica mas dulce del mundo. No hay manera de que alguien tenga mala relación con ella— comentó orgulloso Alan y nuevamente sentí un puñal en el pecho. Cada una de sus palabras amables tiraban de las cuerdas que mantenían elevado mi amor por él— Bueno, muchachos— metió la mano en su bolsillo izquierdo del pantalón y saco las llaves del auto— Creo que no hará falta que te lleve a casa hoy ¿No? — me miro. Carl asintió— Pues entones espero que tengan una buena cita. Luego te llamo para que me cuentes que tal fue— hizo un gesto con la mano formando un teléfono con su dedo pulgar y meñique. Se acerco a mi, me dio un beso en la frente como siempre y la mano a Carl antes de entrar al auto y alejarse de nosotros.
—No hay nada de malicia en él. Eh— comentó Lautner encendiendo el carro, luego de abrir la puerta del copiloto por mi y volver a su lugar.
—Para mi desgracia, no— suspiré por enésima vez y me hundí en el asiento del copiloto con los ojos cerrados. Carl encendió la radio. Tenia una emisora que solo ponía música desde los setenta a los noventa, aunque de vez en cuando ponían algo de otra época. Sonaba Take a chance on mede Abba.
—¿Qué tal vas con las clases de cerámica? — cambio el tema aposta. Sabia que lo hacia.
—Ni me lo recuerdes— contesté frustrada.
—¿por?— preguntó sorprendido, dirigiéndome una pequeña mirada de reojo, pero volviendo de inmediato la vista al frente.
—Solo ha habido tres cosas en la vida en las que me he dado por vencida, una de ellas es la cerámica. Aunque no comprendo como es que al final termine volviendo a tomar clases— Carl se rió.
—Y ¿Las otras dos cosas?—curioseo.
—¿De verdad quieres saberlo?— asintió— La segunda es a tener algo mas que una amistad con Alan— movió ligeramente sus cejas, parecía arrepentido de mi respuesta— Y la tercera— dije— A detener mi compromiso contigo. Pero bueno, esta ultima es solo de momento. Dejare que las cosas progresen un poco más para ver como nos va.
Volvió a sonreír —¿Cómo nos podría ir aparte de súper bien? Estamos hablado de Carl Lautner, linda. Nunca te arrepentirás de estar conmigo— garantizó de manera exagerada. Sabía que me hablaba así para hacerme reír y lo conseguía.
—A veces me pregunto de donde sacas tanta seguridad— dije poniendo los ojos en blanco luego de reírme.
—Fuera de broma, Kate. Y como un consejo para tu vida, no solo sentimental si no también profesional, tienes que llenarte de orgullo de ti. Si no tienes seguridad de ti misma nadie lo hará. Y solo tu puedes darte esa confianza. ¿Entendido?
—Entendido, Carl. Gracias.
❖
De vuelta en casa, subí las escaleras a prisa y me encerré en la habitación. Había ido a almorzar con Lautner a un restaurante de carne, de los que puedes asar tu propia comida en la mesa. Me había llevado allí para compensarme por la carne que habíamos desperdiciado en nuestra primera cita. Se notaba que se había esforzado en encontrar un buen lugar, lejano a todos los lujos a los que estaba acostumbrado a tomar. Agradecí que se estuviese acomodando a mi estilo, aunque fuese solo para complacerme. Durante la comida estuvimos hablando de cualquier tontería, pero me gustaba cuando de vez en cuando tomaba algún gesto de seriedad para darme algún consejo. El resto del tiempo se la pasaba bromeando como un niño pequeño, enfrascado en el cuerpo de un adulto.
La primera vez que le vi, en aquella cena quince días antes, nunca hubiese imaginado que él tendría ese tipo de personalidad tan juguetona. Tampoco, que en tan poco tiempo llegaría a agradarme. Y solo nos habíamos visto en 6 ocasiones. Tal vez mis padres tenían razón al pensar que nos llevaríamos bien, a pesar de que seguía estando en contra del compromiso. Darle una oportunidad ahora no parecía tan descabellado, siempre y cuando no intentase propasarse conmigo como las primeras citas, lo cual no había vuelto a hacer y muy, muy en el fondo me decepcionaba. La carne es débil, suelen decir, y confieso que nunca había escuchado algo mas acertado.
Un par de horas después, mis padres volvieron a casa. Bajé a tomar la cena con ellos. Sus miradas parecían más hambrientas de saber lo que sucedía entre Lautner y yo, que de la misma cena— ¿Qué? — dije cansada de que me estuviesen mirando como animal de exposición.
—¿Cómo vas con Carl? — se animo mamá a preguntar.
—Bien. Mejor de lo esperado— admití.
—Te dijimos que era un buen partido— tomo un primer bocado mi madre. Parecía complacida con mis palabras.
Papá aclaro la garganta para llamar mi atención— La verdad es que yo ya lo sabia— dijo y dio un sorbo a su vaso de agua. Parecía nervioso— Tim me había comentado que Carl parecía muy contento últimamente. Supusimos que se trataba de algo relacionado con los dos— seguí comiendo mi avena.
—¿Ah, si? — dije con falso interés.
—Si— afirmó él— Y ya que tu madre y yo nos iremos pronto, pensamos que lo mejor seria que te mudaras a vivir a solas con Carl. De esa manera los dos podrán conocerse aun mejor antes del matrimonio.
—¿Disculpa?— bajé los cubiertos. Estaba atónita.
—Bueno, también tomamos la decisión pensando que tu ibas a alejarte de Carl en cuanto nos fuésemos— agregó mamá, intentando apoyar a mi padre— No queremos que-
—Ya esta ma. Ya entendí— le interrumpí y me puse de pie
—Kate...
—No, ma. No pasa nada— dije irritada— de cualquier manera la decisión ya esta tomada ¿No? Igual que con el compromiso y el resto de mi vida. ¿verdad? — suspiré— Buenas noches— dije antes de marcharme del comedor dejándoles a los dos con la palabra en la boca.