The scent of your skin || Ome...

By birdyfics93

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Ser beta no es fácil. No cuando estás obligado a obedecer a los alfas. No cuando eres un esclavo. Jimin y Tae... More

~ Primera parte ~
~ Ser un beta ~
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19. ~El beta que decidió quedarse~
• Segunda parte •
• Conflicto Beta •
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Taehyung no podía dejar de mirar a Seokjin mientras cocinaba. Apenas habían hablado desde que compartieron el beso y el omega se había escapado de sus brazos, diciendo que iba a cocinarle algo para comer. Ahora, se encontraba mirando como Jinnie se movía con maestría por la cocina, mezclando su aroma a flores con el rico sabor de las verduras que movía dentro de la olla. Se le hacía agua la boca. No estaba muy seguro de si era por la comida o por el omega. Seokjin tenía los labios todavía hinchados, porque habían pasado un buen rato besándose, sus mejillas seguían teniendo ese suave tono rosa y sus ojos aún seguían ligeramente cristalinos.

Taehyung no pudo evitar soltar un quejido. ¿Cómo era posible que una persona fuera tan hermosa?

—Deja de mirarme así—le pidió Seokjin, cohibido, notando la mirada constante de Tae en él.

—Es tu culpa—se quejó el beta, todavía mirándole desde la puerta de la cocina. El omega enarcó una ceja en su dirección. —Te ves tan bonito.

Seokjin dio un ligero respingo.

—Aishhhh—se quejó el omega de nuevo, dando un paso hacia el beta y escondiendo el rostro en su hombro. Taehyung podía ver que el rubor cubría parte de su cuello también y le parecía muy adorable que Seokjinnie se pusiera así alrededor de él—. Deja de decir esas cosas, beta tonto. Me estás poniendo de los nervios.

Las manos de Tae viajaron hasta la cintura del omega, acariciando distraídamente. No estaba seguro de si Seokjin notaba la forma en que se estaba pegando a él, impregnándolo de su olor.

—Lo siento—susurró Tae—, no lo hago con mala intención—. Una sonrisa atontada se instaló en su rostro al tomar el mentón del omega para dejar un beso suave en sus labios.

Las mejillas de Jinnie volvieron a ponerse ligeramente rosadas.

Ay, santa Luna, pensaba Tae. La sensación de cosquillas en su estómago no se iba y una mezcla de ansiedad y emoción le impedían quitar sus ojos del omega.

—Creo que a esto de los besos sí podría acostumbrarme mucho—confesó Seokjin, con una media sonrisa entre tímida y coqueta, acariciando la mano de Tae ligeramente—. Me gusta cómo se sienten tus labios contra los míos.

Dejó varios besos pequeños en sus labios, una y otra vez, hasta que el omega comenzó a reírse suavemente.

Taehyungie...

—No. No, no hagas eso. He querido besarte desde hace mucho tiempo. No puedes impedírmelo ahora—murmuró todavía mirando sus labios prominentes con ansiedad.

El omega alzó sus ojos hasta los del beta, con curiosidad. Tae se encogió, arrepintiéndose un poco de lo sincero que había sido sin intención.

—¿Ah, sí?

Taehyung desvió la vista, sintiéndose repentinamente tímido. El rubor traidor en sus mejillas le delataba. Aish, no quería ser parecer el chico desesperado que estaba enamorado en secreto. Rehuyó la mirada de Seokjin y se encogió de hombros.

—Sí.

Vio la ligera sonrisa de diversión en los labios de Seokjin.

—También quería besarte desde antes—confesó el omega, como quien no quiere la cosa.

Taehyung alzó los ojos con sorpresa.

—¿En serio?

Seokjin dejó la cuchara que aún sostenía sobre la mesa de la cocina y posó ambas manos en las mejillas del beta.

—Me gustas, ¿sabes? Porque... porque eres Taehyungie. Eres un beta y siempre me has respetado y tratado bien por quien soy y no solo porque soy un omega. Además... siempre me haces reír—murmuró, soltando una risa adorable y luego, repentinamente hizo una mueca—. Pero no creí que t-tú también...

Taehyung lo agarró de la cintura y lo alzó del suelo. La risa cantarina de Seokjin se dejó escuchar en toda la cocina.

—¡Suéltame!

—No, no lo haré. No lo voy a hacer nuuuuuuunca—canturreó Tae con una de sus hermosas sonrisas cuadradas, emocionado por las palabras del omega, completamente—. Me gustas, me gustas, me gustas.

Seokjin se agarró fuerte a Tae, cuando este empezó a saltar por la cocina, juguetón. Los dos reían como dos niños demasiado felices. Cuando Tae se detuvo, dejó al omega en el suelo y este se deslizó por la cocina hasta llegar a las ollas. El omega siguió revolviendo las verduras, incapaz de dejar de pensar en la confesión de Tae.

Algo en su corazón se llenaba de emoción al saber que el beta gustaba de él desde antes.

—¿Cómo es que yo pude gustarte? —le preguntó, sintiéndose tímido y prestando demasiada atención al trozo de pollo que estaba cocinando—. No soy una beta a la que puedas conquistar y... y tampoco una omega.

Taehyung soltó un resoplido, posándose tras Seokjin y abrazándole por la espalda.

—¿Cómo no ibas a gustarme? —repuso como si fuera lo más obvio del mundo el que sí lo hiciera—. Eres la persona más interesante y hermosa que conozco, Jinnie. Además... te preocupas por mí y me gusta mucho como hueles—dijo el beta, con los ojos cerrados y dejando ligeros besos en la suave piel del cuello del omega.

Seokjin se dio vuelta en el círculo de sus brazos, quedando de frente a él. Taehyung volvió a buscar el aroma que provenía desde su cuello y casi dio un respingo cuando Jinnie instintivamente expuso su cuello para él, en un signo universal de confianza de los omegas.

El olor a flores de Seokjin le encantaba, porque le recordaba a los prados, a las mariposas y a cosas cálidas.

Jinnie y él se habían conocido por las casualidades de la vida. Había encontrado al omega solo en la noche y Tae, pidiéndole que no se asustara, lo había acompañado de vuelta a la perfumería. Incluso él sabía que no era seguro para los omegas estar solos por las noches, porque había muchos alfas de mala muerte rondando por todas partes. Increíblemente, Jin le permitió acompañarlo -para la sorpresa de ambos, porque era obvio que él era un beta- y le invitó también a entrar a la perfumería a beber algo de té caliente. Se habían llevado bien desde el momento en que se habían visto y Taehyung todavía no podía olvidar la primera impresión que tuvo del omega. Era la persona más linda que había visto en su vida y tenía una risa muy contagiosa. Era adorable. Así que, con el tiempo, el beta se había dejado caer cada vez más en la perfumería y terminaron convirtiéndose en amigos. Y en ningún momento al omega pareció importarle que Tae fuera un beta.

Desde entonces, Jin significaba hogar en la vida de Taehyung.

Con cariño renovado por los recuerdos, acarició el cuello del omega otra vez. Pasado un rato, las caricias de Tae se volvieron más apremiantes y, mientras su boca daba besos a la parte del cuello del omega de donde emanaba su aroma, sus manos fueron hasta la cinturilla del pantalón del omega, deslizándose por debajo de su camiseta hasta rozar la piel desnuda de su espalda. Por la Luna, la piel de Seokjinie era tan suave que sus dedos rogaban por tener más contacto con él. Además, podía sentir como Jin se acercaba más, tratando de pegarse a las formas de su cuerpo. Se sentía bien, tan placentero...

Tae—gimió de pronto Seokjin, y ambos se tensaron repentinamente, quedándose completamente quietos.

El beta sintió cómo sus mejillas se enrojecían, porque hasta el momento no sabía qué tanto placer le estaba causando al omega con sus caricias. Incluso él mismo sentía que una extraña corriente viajaba desde su estómago hasta su entrepierna.

—La comida se está quemando—exclamó el omega, escabulléndose de entre sus brazos y corriendo a observar las verduras. El rostro de Seokjin había tomado un tono de rojo que Taehyung no creía posible y aun así, le parecía completamente adorable que se avergonzara de esa forma—. Esa parte de mi cuello es muy sensible—atacó Jin con brusquedad, como tratando de justificarse.

—Me gusta esa parte de tu cuello—murmuró Tae, queriendo calmarle, pero parecía que el omega no tenía intenciones de escucharlo. Seguía revolviendo la comida con fuerza, con la vista fija en lo que hacía.

—Además—continuó hablando Jin—, mi celo está cerca y todo me afecta cien veces más.

—A mí me gustó tu reacción, Jinnie.

—No es como que yo siempre reaccione así, es que mi ce-... ¿Cómo dices? —Jin dio vuelta la cara, mirando a Tae completamente sorprendido.

Algo de esa vulnerabilidad hizo que Tae atrajera al omega hacia sí y le besara en los labios con suavidad y ternura, tratando de calmarlo.

—Me gustan todas tus reacciones, Jinnie—dijo Tae, con la voz ronca sobre sus labios. Jin tenía la mirada cristalina, aunque seguía mirándole con desconfianza—. Tengo dieciséis, ¿sabes? He descubierto varias otras funciones de mi mano derecha—le dijo, sonrojándose un poco y soltando una risita. Jin le correspondió y se sintió como un triunfo en su interior— Se sintió bien que hayas dicho mi nombre de esa forma. Muy bien, de hecho. Y si te soy sincero, me gustaría mucho que lo hicieras otra vez.

El omega se alejó abruptamente, apuntándolo con la cuchara de palo que utilizaba para revolver.

—Tú, beta tonto, eres muy, muy malo para mi salud.

Taehyung soltó una risita, acercándose a él.

—Y aun así piensas que soy adorable, ¿no es así, Seokjinie?

—Feo eres, muy feo.

Jin continuó cocinando durante ese momento, pero Taehyung era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el celo del que había hablado el omega. Ahora que se habían besado, ¿él tendría que acompañarlo durante esos días? ¿Cómo se tomaría el omega el que Taehyung era completamente inexperto en esos temas? Un sonrojo se instaló en las mejillas del beta. Él podía ser naturalmente descarado y decir cosas aún más descaradas, pero al final del día, era un adolescente sin experiencia alguna.

A pesar de que Jinnie tuviera dos años más que él, se veía igual de inexperto, pero Jin era un omega... Su cuerpo le pedía cosas que el cuerpo de Tae no hacía. Y, sin embargo, ahí estaba, pensando en lo que le habían enseñado en el Internado con respecto a los omegas, sintiéndose excitado de solo pensar en ver Seokjinie desnudo, en su cama, probablemente rogando por tenerle a él entre sus... Uf. El beta se removió, tratando de ocultar del omega el creciente bulto que se dejaba entrever en sus pantalones.

Malditas hormonas.

Tratando fuertemente de pensar en otra cosa que no fuera el cuerpo del omega, Taehyung finalmente recordó por qué había ido a verlo.

—Hoy llegó un nuevo beta a la Madriguera—comentó a Jin—. Dijo algunas cosas que todavía me tienen pensando un poco.

El omega volteó la vista hacia el beta, ladeando la cabeza con confusión.

—¿Dijo algo malo?

Tae soltó un suspiro. Ojalá solo hubiera sido eso. El beta todavía se sentía crispado con lo que había hablado ese tal Minseok. Pero sobre todo, le ponía los pelos de punta que Channie se hubiese creído cada una de sus palabras.

—Dijo que en Seúl la gente se está reuniendo para exigir la libertad de los betas.

Hubo un momento de silencio hasta que Seokjin fue capaz de hablar de nuevo. Se giró levemente hacia Tae, pero no lo miró.

—Eso es bueno—asintió, pero sonaba ligeramente como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo—. ¿Te unirás a ellos?

El beta se encogió de hombros, volviendo a tomar al omega desde la cintura y a colocar el mentón en su hombro, en aquella posición que comenzaba a tornarse su favorita. Olió una vez más el aroma de Seokjin y se obligó a no pensar mucho en eso. No era el momento para que sus problemas de adolescente en pleno descubrimiento de su sexualidad le afectaran. En cambio, sus pensamientos se dirigieron a Jimin y a su nueva responsabilidad de cuidarlo.

—No estoy seguro de ello todavía.

Otro silencio.

—¿Por qué?

—Tengo a Jimin conmigo y no voy a exponerlo a nada. De todas formas, ¿qué vamos a ganar? Morirán muchas personas. O al menos, eso me contó el señor Min el otro día, cuando me habló sobre las revoluciones para derrocar a las Manadas de Linaje. —Hizo una pausa, en la que solo se escuchaba el crepitar del fuego de la cocina—. Además, tengo muchas razones por las cuales querer vivir—susurró.

«Como tú, por ejemplo», quiso decir. Pero sabía que Jin estaba viviendo él mismo alguna especie de batalla interior. Su cuerpo se veía tenso y llevaba demasiado tiempo revolviendo la sopa de verduras como para ser algo normal.

—¿Channie se va a unir? —preguntó Jin, alejándose de Tae para tomar platos en uno de los muebles.

Los brazos de Tae se sintieron muy vacíos sin Jin entre ellos.

—Es muy probable que lo haga. Channie hyung se veía muy impresionado con las palabras del beta nuevo. ¿Qué opinas tú?

Jin, de pronto, apoyó ambas manos en el mueble de la cocina. Se veía cansado y a Tae empezaba a molestarle que no lo mirara. ¿Estaba enfadado con él? Seokjin dejó escapar un largo suspiro antes de decir:

—Quiero que seas libre, Taehyung. Sería muy egoísta no desearlo. —Su voz sonaba temblorosa y cuando se dio la vuelta sus ojos se veían brillantes y asustados—. Pero eres tú quien tiene que desearlo lo suficiente como para unirse a los rebeldes. ¿Estarías dispuesto a eso?

Taehyung cruzó la zancada que los separaba y tomó las manos del omega.

—No necesito pensarlo ahora—susurró él, acercando sus labios a los del Seokjin—. Por ahora solo quiero disfrutarlos a Jimin y a ti. Con ustedes me siento lo suficientemente libre.

Seokjin entonces lo besó con necesidad, pasando sus brazos por el cuello de Tae.

Sí. Todo lo demás podía esperar.

Por ahora, solo quería sentir al omega entre sus brazos.

🐺🐺🐺

—¡Channie! ¿Todavía estás despierto? —preguntó Taehyung, mientras caminaba hacia la Madriguera por la noche.

Chanyeol estaba de pie, al lado de un árbol, observando la luna menguante que se colaba por entre unos grandes árboles. El mayor se dio la vuelta en cuanto escuchó la voz de Tae y esbozó una gran sonrisa juguetona hacia el menor.

—¿Y tú? ¿Recién vienes llegando? ¿Estuviste muy ocupado con Seokjin?

Taehyung soltó una gran risa y corrió los pasos que lo separaban de Channie, hasta darle un golpe en la nuca, infantilmente.

—¡Cállate, hyung! —le decía Tae, sonrojado.

—¡Auch! —Rio el mayor, sobándose el cuello—. Tenemos que decirle a Seokjinie que te enseñe a no ser tan violento.

—Basta, Channie—pedía el menor, todavía entre sonrisas cómplices—. ¿Cómo está Chimchim?

—Está durmiendo abajo—dijo el mayor, apuntando hacia la tierra. Taehyung asintió, sin decir una palabra—. Te estuvo esperando, pero le dije que estabas mojando la salchicha con Seokjinie y decidió que claaaaramente no ibas a volver en un buen rato.

Taehyung abrió los ojos como platos, antes de resoplar:

—¡Eres un idiota! ¡No puedes andar diciendo eso a Jimin!

—Soy tu hyung, mocoso, no deberías hablarme de esa forma—comentó el mayor, sin estar verdaderamente enojado—. Además, Chimchim ni siquiera entendió cuando hablé de la salchicha, no tienes de que preocuparte. —El mayor comenzó a caminar decidido hasta un pequeño claro, que colindaba con el subterráneo de la Madriguera, y ahí se sentó, mientras miraba a la luna. Taehyung le siguió, obviamente—. ¿Me vas a contar qué pasó que demoraste tanto? ¿A Seokjinie le vino el celo? —preguntó y soltó una risotada enorme, feliz con su propia broma.

Taehyung soltó un suspiro cansino, dejándose caer al lado del mayor.

—Realmente no puedo creer que seas mi mejor amigo, hyung—dijo rodando los ojos.

El mayor se encogió de hombros y le miró con una sonrisa traviesa.

—Supongo que son las circunstancias. Era eso o ser mejor amigo de Kyungsoo.

Ambos se dedicaron una mirada y sonrieron al mismo tiempo, conscientes de que Kyungsoo jamás dejaría que ellos fueran sus mejores amigos. El beta líder solía tener poco sentido del humor y sobre todo, poca paciencia con los risueños Channie y Taehyung.

Se quedaron un rato en silencio, escuchando los sonidos de los grillos y las hojas meciéndose con el viento. Hasta que Taehyung escuchó un gran suspiro de parte de Chanyeol.

—¿Qué sucede? —preguntó el menor observando el perfil de su mejor amigo.

La luna iluminaba la mitad de su rostro y los ojos siempre inquietos de Channie estaban opacos.

—Es todo esto de la libertad de los betas y ese tal Minseok—dijo el mayor, recostándose en la hierba. Miro hacia la luna, soltó un suspiro y luego miró al menor—. ¿Sabes cuál es mi propósito en la vida?

Taehyung ladeó la cabeza, confundido.

—¿Beber un barril de cerveza en solo una noche?

Chanyeol dejó escapar una risa suave.

—Además de ese, Tae-tae.

El menor se quedó pensando en ello, pero a su cabeza simplemente no venía nada.

—Yo... n-no lo sé—tuvo que admitir, sintiéndose ligeramente como un mal amigo.

Chanyeol asintió, posando sus manos en su estómago.

—Exacto. Ni yo sé cuál es mi propósito para esta vida. Nací como beta y siempre pensé que mi mayor logro iba a ser no verter el vino fuera de la copa de mis dueños, Tae-tae. Pero luego me di cuenta de que no quería eso para mí. Tan así que terminé escapándome de la manada que me compró para venir a vivir aquí, con ustedes, contigo. —La voz de su amigo era tan suave que Taehyung terminó por recostarse a su lado, imitando su postura para poder escucharlo. —¿Sabes qué he estado pensando estos días? Que siempre supe qué era lo que no quería, pero no tengo idea de qué es lo que sí quiero de mi vida. ¿Quiero esconderme hasta el fin de los tiempos? ¿Robar toda mi existencia y rogar por no morir mañana? —Hizo una pausa donde solo escuchaban a los grillitos a su alrededor—. Minseok al menos me está dando un propósito, ¿sabes?

—No conocemos a Minseok de nada—le soltó Tae, con la voz un poco áspera—. No veo bien nada de esto. ¿Liberarnos? ¿Sabes cuánta gente tiene que morir para eso, Channie? Muchísima. Muchas personas.

—¿Te quedarás de brazos cruzados, entonces?

—Tengo que proteger a Jimin—dijo Tae, sentándose en la hierba y abrazándose las piernas, enfurruñado—. Y también a ti, idiota, y definitivamente no voy a exponer a ninguno por un sueño que solo va a traer muerte.

Channie suspiró y cerró los ojos.

—Sí. Tener una vida libre como la tendrían un alfa o un omega parece un sueño muy lejano.

Volvieron a quedarse en silencio hasta que Tae volvió a hablar:

—Ni siquiera confío en Minseok, de todos modos.

Channie soltó una risa cansina.

—Tú tienes a Chimchim y a Seokjin—susurró el mayor—. ¿Qué tengo yo?

—Me tienes a mí—rezongó Tae, como si fuera lo más obvio.

—Te tengo a ti, que eres un beta con una familia. Somos mejores amigos, sí, por mucho que quieras, yo no entro en esa categoría. Cuando Seokjinie y tú se conviertan en una familia y cuiden de Jimin. ¿Qué me va a quedar a mí? Nada. No tengo un omega que está secretamente enamorado de mí y ni siquiera tengo un niño que está esperando ansiosamente por mi llegada. —Taehyung se sonrojó, removiendo sus pies de manera incómoda, sin responder nada—. Quiero algo más que estar sobreviviendo día a día. Quiero poder caminar por la calle sin pretender ser invisible. Tú tienes a tu extraña familia, pero yo tengo un sueño y espero que puedas respetarlo, ¿sí?

Tae resopló, a pesar de sentirse culpable con las palabras del mayor.

—Estás siendo un tonto, Channie hyung, quiero que lo sepas. Unirse a los rebeldes es una idea estúpida y te quiero demasiado como para que pongas en juego tu propia vida.

El interpelado dejó de hablar mirando el cielo de manera pensativa.

Taehyung se sentía enojado. ¿Es que Chanyeol de verdad no comprendía los riesgos que suponía embarcarse en un sueño como ese? ¿La libertad de los betas? Sí, seguro. Años y años de esclavización no iban a terminar si un grupo de tontos arriesgaba sus vidas. Taehyung de verdad no quería que Channie fuera ese tonto. porque se conocían desde el tiempo suficiente como para ser los mejores amigos del mundo. Su hyung siempre había estado ahí para él. Lo había salvado en varias ocasiones en que casi lo habían atrapado robando y le había dado de su comida robada en los días en que era muy difícil conseguir algo para llevar a la Madriguera. Channie siempre estaba ahí para poner su sonrisa en los días en que su relación con Seokjinie no avanzaba de nada y Taehyung estaba demasiado triste y enfurruñado como para sonreír. También lo regañaba cada vez que se le ocurrían ideas demasiado tontas y temerarias como para llevarlas a cabo. Así que ahora era su turno de protegerle; Tae no pensaba abandonar a su amigo. Si tenía que amarrarlo a un árbol para hacerle cambiar de opinión, entonces lo haría.

—Te noto muy enfadado—murmuró Channie de pronto, observando a Tae de reojo. El interpelado resopló.— Creo que lo mejor será que cambiemos de tema. Así que..., ¿me contarás finalmente que estabas haciendo con ese omega, Taehyung-ah?

El menor volvió a enrojecer. Odiaba que Channie tuviese ese don de cambiar de tema y de hacerle sentir de la nada profundamente avergonzado. Sin embargo, aunque trató de mantener su ceño fruncido, no pudo evitar que una tonta sonrisa extendiera las comisuras de su boca y es que estaba feliz. Todavía sentía cosquillas en su estómago y no podía borrarse de la mente la preciosa sonrisa de Seokjin.

Podía recordar lo suave de los labios de Jinnie, su cuerpo tibio entre sus brazos y las risitas que soltaron cada vez que se sentían demasiado avergonzados por todo lo que estaba sucediendo. ¿Cómo podía ser tan afortunado de que alguien como el omega se hubiera fijado en un beta descartable como él?

—Ahm... nosotrosnosbesamos—murmuró como si fuera una palabra, veloz, después de unos segundos de indecisión.

Chanyeol se levantó de golpe, con los ojos muy abiertos y con las cejas tan arriba que parecía que saldrían disparadas al cielo.

—¡¿O sea que sí mojaste la salchicha?! —preguntó con mucha sorpresa en la voz.

—¡Chanyeol!

—¡Estoy muy sorprendido! ¡En serio! Ese omega te gusta, así como desde siempre. ¡No puedo creerlo! Jamás pensé que viviría para escuchar que al fin pisaste el palito.

—¿Que pisé el palito? —tuvo que preguntar el menor.

Chanyeol le restó importancia con una mano.

—Nada, yo me entiendo. ¡Felicitaciones, Tae-tae! —dijo, soltando una risotada feliz y alzándose para alcanzar a Taehyung en un abrazo torpe, pero muy emocionado—. Finalmente.

Se abrazaron durante un rato hasta que ambos comenzaron a sentirse incómodos con tanto afecto.

—¿Y qué dijo Seokjin de todo? —preguntó el mayor.

Taehyung se sonrojó, pero no pudo evitar sonreír.

—Que le gusto de hace un tiempo.

—¡Te lo dije! ¡Siempre supe que le gustabas a Seokjin! Cuida a ese omega porque es oro. —Chanyeol miró a su amigo con severidad.

Taehyung, luego de eso, tuvo que responder un montón de preguntas incómodas de parte de Chanyeol, que estaba igual de emocionado que un niño: «¿Cómo besa?» «¿Introdujiste su lengua hasta su garganta?» «¿Se te paró cuando lo besaste?».

Tahyung soltó un suspiro aliviado cuando el mayor parecía satisfecho con toda la información que le había sacado, a pesar de que el menor había respondido a regañadientes.

—Vamos adentro, que ya es tarde—dijo Channie, finalmente—. Si Chimchim se despierta y no nos ve puede asustarse. —Luego palmeó la espalda de Tae—. Mira que andar conquistando omegas. Eres un campeón, beta. Un campeón.

Taehyung le gruñó apenas, porque estaba sonriendo.

El camino hacia la Madriguera fue extrañamente silencioso. Cada uno iba sumido en sus propios pensamientos hasta que llegaron a la puerta. Taehyung iba a moverla, pero Channie le tocó el hombro, deteniéndolo.

—Me olvidé de decirte algo, Tae-tae. Kyungsoo y yo iremos a Seúl mañana. Minseok nos llevará a y estaremos unos días por allá. Quiero ver con mis propios ojos qué es lo que está pasando, ¿sí?

Tae esbozó una mueca de desagrado.

—¿Estás pidiendo mi opinión? —preguntó.

—No—respondió el mayor, inexpresivo—. Solo te estoy aviso.

Taehyung soltó un largo suspiro.

—No voy a fingir que me parece bien, hyung, pero tampoco te voy a detener en lo que quieras hacer. Lo mejor será que vayamos a dormir—dijo con decepción.

Entonces, cada uno fue hasta su cama sin decir una palabra más.
🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸

Les digo altiro que anticipen el capítulo 12. *guiño guiño*

~Bird.

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