Habían pasado ya unas cuantas semanas sin que nuevos rumores sobre él y Kenma rondaran por los pasillos de la universidad de Navatsy, así que Kuroo se sentía más tranquilo ahora que caminaba en dirección a la habitación de Kenma luego de que sus clases terminaran, sabiendo que el chico estaría allí, tirado en su cama sin hacer nada.
La habitación de su mejor amigo se encontraba en un edificio alejada de la suya, pero no importaba mucho si podía pasar un buen rato molestándolo. A veces solo necesitaba hablarle para sentirse mejor luego de un largo día de clases horribles con profesores aún peores.
─¡Kenma!─ llamó a la puerta, recostándose contra la pared un par de segundos antes de que Hinata saliera de la habitación dando pequeños saltos eufóricos.
─¡Felicidades, Kenma-san!─ se despidió el chico, topándose con él al momento─ Oh, ¡felicidades también, Kuroo-san!
Kuroo no consiguió articular palabra antes de que el pequeño sol saliera corriendo por el pasillo, seguramente en dirección a la habitación de Kageyama, que se encontraba un piso más arriba en el edificio.
Sabía que no se trataba de nada bueno mientras ingresaba al cuarto, viendo a Kenma congelado sobre la cama, su rostro pálido adornado con una mueca de asco mientras observaba algo en su teléfono.
─¿Qué es ahora?─ preguntó, acercándose a zancadas luego de cerrar la puerta, echando el pestillo de forma automática.
Kenma subió la mirada lentamente, sus ojos vacíos, mientras giraba el teléfono en su dirección.
─¿Quién demonios hizo eso?─ fueron las palabras que alcanzó a pronunciar por el impacto que provocaba en él la imagen que se encontraba frente a él.
Kuroo no recordaba haber besado nunca a Kenma, pero la fotografía frente a él mostraba claramente que eso se encontraba haciendo.
─Hinata me envió esto.