El sonido de las ruedas del carro machacando la, ya de por sí, fina arena, el aire seco y cargante, el sol azotando directamente en sus ojos y esos murmullos que parecen sólo surgir de su cabeza. Es una maniobra ideal para despertarse en la completa confusión y en un paraje completamente desierto. Al abrir los ojos el sol llegó como un tonel justo a su cara, le hizo ver pequeños puntos de colores que nublaban su visión y durante un segundo se tapó la cara para protegerse. Hacía tanto que no veía el sol que su cuerpo estaba tratando de salir de ese estado de hombre-topo gigante que le han hecho ser los últimos tres años.
— ¡Clancy! —Exclama en un alarde de nerviosismo una vez se da cuenta que no está en el mismo cuarto de siempre.
El carro donde va, tirado por una yegua joven y negra se para en seco, con ella todos las demás personas que viajan junto a él las cuales se han puesto en estado de alerta por tan abrupto despertar que ha tenido su invitado.
— ¡Calmaos! —Espeta uno de los hombres que va tapado con una bandana amarilla que sólo deja ver sus ojos, finos y negros.— No pasa nada, ¿recordáis? es inofensivo.
Aquel hombre se empezó a acercar a la carreta y el recién despertado, mientras espera que su visión se vuelva más clara, ha empezado a temblar. Nadie puede culparle de tener miedo por despertarse en mitad de un desierto rodeado de gente que no tiene ni idea de quienes son y, encima, no podría verle la cara a ninguno aunque pudiera dado que van todos cubiertos.
— ¿Estás bien? —Realmente la voz de aquel hombre es bastante agradable, casi le calma un poco además parece el único que no quiere rajarle la garganta.
— Donde... Do-onde... ¿Dónde estoy?
— A salvo, es lo único que importa ¿Cuál es tu nombre? ¿Clancy?
— No yo... yo soy Tyler...
— Genial, pues Tyler ahora vamos al campamento ahí po-
— ¡Nico! Tenemos que seguir. —Le interrumpe una de las chicas que conforman ese grupo de nueve personas, sin incluir al llamado "Nico".
— Deb, no le pongas más nervioso.
— No tendríamos que haberlo traído. —Refunfuña la chica antes de apoyarse en el carro y esperar a que acaben su charla.
— Cómo te decía vamos a llevarte al campamento para que comas algo y... nos expliques tu situación.
— Pero... —Mira de reojo a la chica, no se siente precisamente bien recibido.— ¿Qué situación? No lo entiendo. Yo estaba.. estaba en... —Se lleva una mano a la cabeza.— Tengo migrañas... —Murmura muy bajo al no conseguir recordar absolutamente nada ha aparecido un punzante dolor en el lado izquierdo de su cabeza.
— No tienes que hacerlo ahora. ¡Vamos!
El carro donde va Tyler vuelve a moverse, puede ver como aquel al que llaman "Nico" no se separa de este, no sabe si es casualidad o realmente se está preocupando de su estado. De todos modos no entiende nada, mira hacia las marcas que dejan al pasar en la arena y al horizonte, por donde se supone que han venido ¿De donde se supone que han venido? Puede ver, muy a lo lejos, una figura que se deshace con la arena del aire. Como una torre, está demasiado lejos para poder describirla con exactitud. Se encoge, abrazado a sus piernas para concentrarse en recordar; ¿Quién es Clancy? Tiene que ser alguien importante si es lo único que recuerda... Pero solo es un nombre, tal vez ni siquiera tenga algo de sentido en toda aquella historia.
— Soy el único que conozco... —Piensa para sí mismo.
Estar rodeado de gente desconocida es, entre muchas cosas, lo peor. Te sientes pequeño, vulnerable y desconcertado.
A medida que el tiempo pasa el camino de tierra se convierte en rocas y el carro donde va subido comienza a ser lo más incómodo del mundo. Así que trata de llamar la atención de Nico, para que le haga caso a una única petición.
— Puedo... ¿Puedo bajarme? —Como un niño pidiendo permiso para ir al baño. Es el hombre quien alza más la voz para que detengan un segundo el carro e incluso le ayuda a bajar.
Tyler está muy débil y nada más poner un pie en el suelo se tambalea un poco, Nico, quien parece el jefe de todo aquel grupo, le ofrece su hombro para los próximos minutos hasta que parece ser que puede valerse por sí mismo. No dice nada, apenas cruzan dos palabras corteses en todo el camino. No sabe de qué hablar, cómo romper el frío silencio entre ambos. Todos allí parecen conocerse bien, hablan de cosas distintas que él no puede escuchar bien por la lejanía, pero parecen entretenerse. Sin embargo él y Nico.. Silencio.
El más bajo trata de decir algo pero solo salen pequeños balbuceos de su boca que hacen girar al otro para mirarle un segundo y consiguen que la sensación de vergüenza emane de él. Unos minutos después de la catástrofe puede conseguir decir una frase.
— ¿Te llamas Nico?
— No, pero puedes llamarme así, casi todos lo hacen.
— Vale... Eh... Antes has dicho que estoy a salvo... ¿De qué exactamente?
Parece ser una pregunta difícil, entiende que tenga dudas sobre todo después de ese dato de que no recuerda absolutamente nada. Ellos han pasado un infierno solo para sacarle pero no recuerda nada... es realmente trágico. Tal vez tenga que ver con todo lo que se hace en aquel sitio, lleva pensando en ello desde que su invitado despertó.
— Es algo complicado y largo de explicar, prometo que te lo explicaré... pero no ahora. No es buen momento, estamos todos cansados.
Va a tener que tragarse el resto de preguntas al respecto.
— Una última cosa.. la gente te trata como si fueras el líder...
Se escucha una pequeña risa, infantil, dulce, Tyler está impresionado y anonadado... ¿Hace cuando que no escucha una risa? Ni siquiera la propia. No.. está seguro que la felicidad no ha sido típica de su día a día aunque no consiga recordarlo.
— No, no. No soy el líder, nadie lo es. Nos mantenemos entre nosotros, cada uno tiene una responsabilidad, la nuestra son las cosas peligrosas. —Le acaba de dar una pequeña pista con lo que divagar el resto del viaje ¿peligrosas? eso significa que ha estado metido en un lió interesante.— Lo entenderás mejor cuando lleguemos.
Lo entendería cuando llegasen ¿Cuándo serían eso? Podía contar horas simplemente desde que se despertó ¿Imaginarse cuando debían haber estado caminando antes de eso? No, le dolía siquiera planteárselo. Mejor estar en un completo silencio.
La arena, que antes se había vuelto piedra, ahora empezaba a verse verde y mullida, se acercan a un terreno boscoso que es bastante más agradable que el cálido y solitario desierto. Puede escuchar algunos pájaros y está fascinado por el sonido que hace la brisa entre las ramas de los árboles. Mira hacía arriba para ver como la luz intenta colarse entre las ya mencionadas ramas. Nico le observa de vez en cuando, le crea una sensación de tortura. Se ve tanto como un niño explorando por primera vez el bosque, pero eso solo le hace pensar en cuánto tiempo llevará encerrado para emocionarse por algo tan normal como la naturaleza.
— Ya hemos llegado. —Anuncia.
Detrás de unos grandes árboles puede verse unas tiendas de campaña del mismo color que la vestimenta que llevan aquellos que le guiaron hasta ahí. Parece que todo tiene una misma temática. A medida que se acercan puede ver a más gente, siempre lo mismo, ropa vieja y de colores oscuros en su mayoría verdes con unas extrañas cintas amarillas que desentonan demasiado.
— ¿Por qué las cintas? —Pregunta Tyler mientras todos los residentes de aquel campamento se van acercando anunciando la llegada de aquel equipo.
— Es para diferenciarnos... algo que nos distingue de los otros.
Cada vez que le habla suena más enigmático, es como si le hubieran dado un puzle que tiene que resolver sí o sí. Se siente un intruso y esa sensación aumenta cuando la gente se acerca a recibirles, todos actúan como una gran familia y él... él está solo. Se queda en un segundo plano sin entender nada, esperando que alguien le explique o le diga cualquier cosa.
— ¿Tyler? Ven. —Al fin, la llamada que necesitaba.
Sigue a Nico hasta donde le indica, una pequeña tienda de campaña donde, según le explica, va a dormir él. Quiere dejarle para "acomodarse" pero la realidad es que no tiene nada con lo que hacerlo. Osea, salvo él mismo y no se va a sentir cómodo entre esa gente por mucho que lo intente.
— ¡Oye! —Es la primera vez, y posiblemente última, que alza la voz de esa manera.— Me dijiste que me... me explicarías.
— Oh.. es verdad pero.. tengo que hacer unas cosas antes. Luego... volveré.
— No...
Pero era un poquito tarde porque ya se ha alejado de él, vuelve a estar solo aunque nunca lo ha estado realmente se siente como tal.
Suspira.
Mira la tienda.
— No entiendo nada. —Se dice para sí mismo.
Pasan las horas y lo que hace Tyler es intentar pasar desapercibido entre el resto de la gente, es fácil porque lleva una parka del mismo color que el resto solo que no sabe cuándo es que se puso aquella ropa. No sabe muchas cosas y tampoco es plan de darle vueltas ahora mismo, más tarde tendrá respuestas o eso espera.
Ve cómo la gente hace sus distintas tareas. Hay quienes recogen leña, otros se ocupan de mantener la ropa o a los caballos, siente interés por esos animales porque le gustan más que las personas al menos de momento, siente un vínculo especial e instantáneo con estas criaturas. La noche llega y tiene suerte de no haberse alejado demasiado porque con lo poco que se ve en el bosque... no sabría qué podría haber sido de él. Seguro que hay osos o cualquier animal carnívoro que quiera usarlo de cena.
Hay una hoguera gigante justo frente al campamento, posiblemente sea eso lo que espante a los depredadores, se acerca despacio buscando a la única persona con la que ha tenido unas palabras pero se encuentra alguien muy distinto.
— ¿Qué pasa contigo, niño perdido? —Era la chica que antes había interrumpido a Nico, tampoco recuerda el nombre por el cual le llamo.
— Yo... no... iba a...
— Haznos un favor a todos y pierdete, solo nos vas a traer problemas.
— Yo no quiero...
— ¡Deb! —Suena la voz del chico detrás de Tyler, lo cual le hace ponerse completamente recto.— Déjale en paz. Ven, hay algo de comida para ti.
La chica no le hace ninguna gracia la actitud de su compañero y menos la presencia de aquel chaval en el campamento, con un movimiento de mano, atusándose la melena, se aleja de ambos hombres.
Tyler sigue a Nico hasta un tocón con unos platos improvisados de madera donde han puesto la comida, él la mira intensamente porque no sabe si fiarse muy bien de lo que le den de comer aunque siente como si no hubiese comido los últimos tres años... es como si hubiera un vacío, no solo en su memoria.
— Puedes comer, lo hice yo mismo.
— ¿Co...cocinas?
— Aquí todo el mundo lo hace.
Tiene cierto sentido. Acaba acercándose la cuchara que también es de madera, espera no tragarse ninguna astilla. Saborea el alimento que.. no está mal, no sabe a veneno... o igual sí sabe pero no se da cuenta. Hay muchas posibilidades y todas parecen factibles en su imaginación.
— Creo que es hora de contarte todo.
— ¿En serio?
— Quiero que confíes en mi, en nosotros, solo pretendemos protegerte.
— Pero de qué...
— Ahora voy, primero hay unos... protocolos.
— Cada vez entiendo menos. —Se lleva una mano a la cabeza para poder tirar un poco de su pelo como si eso le dejase comprobar que todo aquello no es una pesadilla.
— Se que estás impaciente pero quiero explicartelo bien dame... un momento.
Eso ya le interesa más. Alza la cabeza hacía él, con los ojos muy abiertos y con ese brillo lleno de curiosidad pero también de miedo. Nico se toma unos momentos para ordenar todo lo que hay en su cabeza y, con ello, la historia que está apunto de contar.
Toma aire.
— Nosotros, yo y la gente que te ha traído hasta aquí nos llamamos "Niners". Nuestro grupo se ocupa de incursiones peligrosas, ya sea por comida o por... rescate como hicimos contigo.
— Suena un poco... un poco raro.
— Lo sé.
— ¿De qué me habéis rescatado? ¿Por qué no recuerdo nada? ¿Quién es Clancy y porque no puedo parar de pensar en él?
— Te hemos rescatado de DEMA.