Yakuza, Mi amor

By MystiqueMikikyu

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-¡Hola, Yakov! ¿A que no sabes qué? Cuando el líder de la Bratva rusa es despertado de madrugada por una llam... More

Parte 1
Parte 2
Parte 4

Parte 3

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By MystiqueMikikyu

A veces, Mari Katsuki pensaba que era la única persona cuerda de su familia.

─ Sigo diciendo que hay algo muy raro con él.

Hiroko Katsuki se giró y contempló a su hija con una mezcla de incredulidad y confusión. La menuda mujer se hallaba en la cocina con un cuchillo en la mano, preparando algo de comer para su huésped más reciente.

─ ¡Ay, Mari! Pero qué cosas dices ─expresó con dulzura a la vez que hacía un ademán con la mano sin soltar el cuchillo─ Eres demasiado desconfiada.

La chica arqueó las cejas sin poder rebatirla realmente. Por supuesto que ser desconfiada era algo natural, probablemente producto de crecer en una familia de yakuzas. Aunque desde su punto de vista, el problema era que sus padres eran en extremo considerados y confiados, así que alguien debía encargarse de ser prudente.

─ ¿Un extranjero aparece en Hasetsu por mera casualidad el mismo día en que a Yuuri y a mí nos retan a duelo, y se presenta justo a mitad de la pelea? ─ inquirió en voz alta la chica, cruzándose de brazos ─ No lo creo.

En efecto, había sido demasiado extraño. Algunos días atrás, les llegó el aviso de que un grupo rival iba a visitar su pequeño pueblo con intenciones de desafiar al misterioso guerrero de Hasetsu, el cual resultaba ser ni más ni menos que su hermano menor, decretando que si lograban derrotarlo, éste tendría que unirse a ellos.

A pesar de las recomendaciones de Mari, Yuuri, siempre preocupado de generar algún problema a su familia, acudió a la batalla solo. Eso en sí mismo no representaba motivo de preocupación, ya que si su hermano era bien conocido por algo, era por su habilidad y destreza a la hora de combatir. Era fuerte, cauteloso y ágil. Sabía manejar la katana a la perfección y también las armas de fuego, sin mencionar que era un experto en artes marciales, de modo que era capaz de defenderse por sí mismo inclusive si lo superaban en número, como ocurrió en esa ocasión. El detalle, era que su identidad como hijo menor de los Katsuki, familia de yakuzas venida a menos y sin ninguna relevancia entre los grupos de más poder, debía mantenerse en secreto; lo que desafortunadamente no pudo ser gracias a un cierto testigo imprevisto.

Mari llegó cuando la pelea estaba por terminar. Al igual que en otras veces, Yuuri no requirió de ayuda y se encargó sólo del trío que enviaron a derrotarlo. Hasta allí habría quedado la cosa, de no haber aparecido él.

Resultó que alguien presenció toda la escena. Un hombre que a juzgar por su apariencia era un extranjero, en compañía de un caniche café. Mari supuso que lo más natural para cualquier persona con el mínimo de sentido común e instinto de supervivencia, hubiera sido que, tras observar aquel combate y constatar de lo que era capaz su hermano menor, el fisgón en cuestión se alejara huyendo despavorido, pero no. Aquel extraño le aplaudió emocionado y luego echó a correr justo en dirección a Yuuri, como si fuera un fanático que acababa de visualizar a su ídolo y no perdió tiempo para acribillarlo a preguntas:

─ ¡Eres increíble! ¿Eres un ninja? ¿Sabes utilizar un shuriken? ¿Puedes enseñarme? ¿Tienes una katana? ¿Qué tan larga es?

Todo, mientras violaba el espacio personal de Yuuri, quien estaba tan confundido que ni siquiera se le ocurrió retroceder o apartarlo. Menos mal tuvo la precaución de ponerse una máscara para ocultar su rostro.

Al principio, Mari dedujo que se trataba de otro de los enviados para convencer a su hermano de unirse a ellos y dejar Hasetsu, y justo cuando pensaba intervenir para exigirle una explicación, fueron bruscamente interrumpidos. Uno de los hombres a los que Yuuri derrotó, reaccionó y logró recuperar su arma. Yuuri, siempre alerta, instintivamente jaló al ingenuo desconocido para ponerlo a salvo y así fue como acabó cargándolo entre sus brazos como si se tratara de una delicada princesa; gesto que lejos de perturbar o asustar al extranjero de cabellos plateados, pareció agradarle mucho, puesto que contemplaba a su hermano con la mirada radiante, las mejillas sonrojadas y una inusual sonrisa en forma de corazón, mientras Yuuri hacía gala de su velocidad y agilidad al esquivar los disparos de su enemigo.

De alguna forma, Yuuri se las ingenió para incapacitar al atacante sin soltar al otro, quien hasta había aprovechado la inesperada cercanía para acurrucársele, y entonces lo peor pasó.

Como resultado de la pelea, la máscara de Yuuri, de un kitsune, se le desajustó y por tener las manos ocupadas no pudo reacomodarla. Así que el extranjero no perdió tiempo y ni tardo ni perezoso, tiró de ella para retirársela, dejando escapar una genuina exclamación de asombro al poder admirar el rostro de Yuuri.

─ ¿Te han dicho que tienes bonitos ojos? ─le preguntó, batiendo sus largas pestañas y deslizando su dedo índice en una suave caricia que fue desde la mejilla hasta los labios de un muy incómodo y desconcertado Yuuri.

En ese punto, Mari decidió que ya era suficiente y decidió intervenir. Por fortuna, el desconocido estaba distraído, así que ella pudo acercarse sin problemas y darle un fuerte golpe que lo dejó inconsciente. Aunque ni así perdió su inusual sonrisa.

─ Tiene la cabeza muy dura. ¡Rompió la empuñadura de mi katana!

─ Debe ser cosa de extranjeros ─opinó Hiroko, con total y absoluta calma─ ¿No lo crees, querido? ─cuestionó a un hombre que se hallaba a poca distancia de ellas, limpiando un rifle con un pañuelo.

─ ¡Hai! ─respondió Toshiya Katsuki, la cabeza de familia, en tono alegre.

─ ¿Lo ves? No sé por qué te molesta tanto ─la reprendió Hiroko, ocupada en servir arroz en un tazón─ Seguramente no fue más que un simple malentendido. Además, tienes otras katanas que puedes usar y si quieres, puedes pedirle a tu padre que la repare. Lo hará con mucho gusto. ¿Verdad, querido?

─ ¡Hai! ─respondió Toshiya, alzando la mano.

─ Pero él vio el rostro de Yuuri ─insistió Mari, sin poder comprender cómo su madre estaba tan tranquila ante el evidente problema─ Si es un enemigo, podría delatarlo. Apuesto a que es un espía. ¿No lo crees, papá?

─ Hai... ─asintió Toshiya, con los ojos cerrados y la mano en la barbilla, en actitud meditabunda.

Por esa razón, Mari decidió que no podían dejarlo marchar y terminaron llevándolo a Yutopia, el onsen negocio familiar, para mantenerlo vigilado hasta que pudiera comprobar quién era y qué hacía en Hasetsu. Y aunque esa labor pareció simple en el comienzo, resultó todo lo contrario. No bien volvió en sí, el prisionero... es decir, el distinguido huésped, como Hiroko se refería a él, pidió ver a Yuuri, refiriéndose a éste como su "valiente ninja". También fue más que obvio que poseía un gran carisma y facilidad de palabra, porque con unos cuantos halagos, una sonrisa y un guiño, se echó a los señores Katsuki a la bolsa, cautivándolos por completo para consternación de Mari.

─ Bueno, yo no creo que sea mala persona ─rebatió Hiroko, acomodando el tazón de arroz en una bandeja, junto a otros platos con una ensalada y un pescado asado. Mari arqueó una ceja.

─ ¿Y por qué estas tan segura?

Hiroko sirvió un poco de té y le dedicó una sonrisa.

─ Porque tiene un caniche, justo como Yuuri ─llenó un tazón con sopa de miso y lo colocó en la bandeja─ Y porque también se llama Vicchan.

Mari suspiró con desgano. Justo después de noquear al desconocido y meterlo en la cajuela del coche, un caniche café se atravesó entre ella y Yuuri y entró de un salto. Por unos instantes, la chica creyó que se trataba de un perro guardián entrenado para proteger a su amo de los extraños, hasta que vio que el animal olfateó a su dueño como para comprobar que estaba bien, le lamió la cara, y finalmente bostezó y se tumbó sobre su pecho. Casi parecía como si el can estuviera acostumbrado a dichas situaciones.

─ ¿Vicchan? ─repitió extrañada el nombre de la mascota de Yuuri─ ¿Qué no dijo que su nombre era Viktor?

─ Vicchan, Viktor, son similares. ¿No es así, querido?

─ ¡Hai!

Mari sacudió la cabeza y rodó los ojos. Por lo pronto, sus intentos para interrogar al extranjero resultaron ser infructuosos. Éste era imposible de intimidar. Ni siquiera dudó cuando la chica lo amenazó con su katana. En lugar de eso se mostró entusiasmado y le pidió que se la prestara para verla, a lo que Mari por supuesto que se negó, asumiendo que se trataba de alguna táctica para distraerla y liberarse. De modo que apenas y pudo conseguir datos respecto a él.

─ Tiene que estar fingiendo, es la única explicación ─reflexionó Mari, sin rendirse en sus esfuerzos por convencer a sus padres de que tenían a un peligro potencial bajo su techo─ Nadie con el mínimo de cordura y sentido común estaría tan calmado luego de presenciar una pelea entre yakuzas y ser secuestrado por...

─ ¡Shhh! ¡Mari! ─la interrumpió Hiroko, escandalizada─ No utilices esa palabra, es demasiado agresiva. Mejor di que es nuestro huésped por tiempo indefinido.

Mari requirió morderse la lengua para no alegar. Definitivamente, a veces sentía que era la única persona cuerda de su familia... con una excepción.

─ ¿Dónde está Yuuri?

─ Lo envié de compras. La despensa está casi vacía y estamos teniendo demasiados clientes─ comentó Hiroko con alegría─ No debería de tardar.

En el fondo, Mari comprendía y justificaba su entusiasmo. Su madre vivió la época de oro de Hasetsu y naturalmente, extrañaba la actividad y el bullicio. Sin embargo, a la chica le irritaba que la ola de clientes se debiera a su "huésped por tiempo indefinido". Si algo caracterizaba a su padre, era su tendencia a hablar de más, así que Toshiya se encargó de contarles a todos que sus hijos vencieron a un trío de espías alborotadores y regresaron con un atractivo extranjero como botín de guerra. A raíz de aquello prácticamente todo Hasetsu hacía fila esperando captar un vistazo de la adquisición más reciente de Yutopia, lo que Hiroko como buena mujer de negocios, aprovechó para vender cuantas cenas y bebidas le fueron posibles, por lo que necesitaban reabastecerse con urgencia.

─ ¿Te importaría llevarle esto a Vicchan? ─ pidió su madre, acercándole la bandeja a su hija─ Apuesto a que debe estar hambriento.

─ Se supone que es nuestro pri... ─ Hiroko carraspeó, impidiéndole terminar la frase─ No comprendo porque te tomas tantas molestias por él ─ protestó igualmente.

─ Ante todo, la hospitalidad y la educación van primero─ instruyó Hiroko─ No queremos ser malos anfitriones. ¿Estás de acuerdo, querido?

─ ¡Hai! ─ asintió enérgicamente Toshiya.

A regañadientes, Mari obedeció. Aprovecharía el pedido de su madre para realizar otro interrogatorio. Tal vez pudiera obtener al fin algunas respuestas de su distinguido huésped.

***

Mari se enfrentó a otro motivo de enfado al enterarse que su madre movió al prisionero de la bodega al cuarto más amplio para que estuviera cómodo.

─ Es que la bodega es un sitio muy sombrío y no quería que Vicchan se llevara una mala impresión. Además, lo consulté con tu padre y él estuvo de acuerdo. ¿Verdad, querido?

─ ¡Hai!

Por lo que la chica fue a verlo sin contar con el apoyo extra que un ambiente tétrico supondría en cuanto a la intimidación. Y nada más encontrarse con el distinguido huésped, le quedó claro que necesitaría toda la ayuda posible para arrancarle la información deseada.

El prisionero se hallaba tumbado en el suelo. El tener las manos atadas no representaba ningún inconveniente para que ojeara una revista, la cual si bien estaba en japonés, parecía disfrutar de cualquier forma. Nada más oír la puerta abrirse, se le iluminó el rostro y se apresuró a sentarse y a acomodarse el cabello.

─ Ah, eres tú... ─ expresó sin ocultar su decepción, haciendo un puchero y Mari literalmente se mordió la lengua para no verse molesta ni echarle en cara que en su situación no era conveniente hacerla enfadar.

─ Muy bien, Vicchan. Es hora de que volvamos a hablar ─ ordenó, decidida a mantener la cabeza fría.

Al escuchar su nombre, un pequeño caniche café alzó la cabeza y ladró alegremente. Otro perro de la misma raza pero de mayor tamaño que estaba echado a su lado, se limitó a darle una lamida cariñosa para después seguir durmiendo.

─ Creo que necesitas aclarar con cual Vicchan quieres conversar ─ le hizo notar, divertido.

─ Déjate de juegos ─ decretó ella, dejando caer la bandeja en una mesita, para establecer que iba en serio─ Es hora de que me digas la verdad. De una forma u otra, voy a averiguar quién eres realmente.

─ ¡Pero si ya te lo dije! ─ exclamó sin inmutarse─ Mi nombre es Viktor, sólo Viktor. Tengo veintiocho años, mi cumpleaños es el día de Navidad, soy un simple empresario que vino de vacaciones desde Rusia, soy soltero, me gustan los perros, ir de compras, el patinaje y...

─ ¡No, no, no! ─ se apresuró a intervenir Mari, golpeando con el puño la mesa. El ruido sobresaltó a los perros, por lo que masculló un rápido "lo siento" antes de regresar su atención a su huésped─ Te ordeno que me digas con quienes estás afiliado.

─ ¿Afiliado? No tengo ningún interés en la política ─contestó, encogiéndose de hombros─ Aunque Lilia dice me iría muy bien como político. Dice que sería capaz de convencer al mismísimo demonio de ...

─ No me refiero a eso ─masculló, a punto de perder la paciencia─ Quiero que admitas por qué viniste aquí.

─ Ah, eso sí que puedo hacerlo ─ asintió, complacido─ Verás... todo empezó cuando llegué a Japón y aún estaba en el aeropuerto. Me encontré con unos encantadores folletos con información útil para los turistas, así que decidí tomar uno... ─maniobró para meter sus manos en el bolsillo de su pantalón y sacar un arrugado trozo de papel que puso sobre la mesa. Se trataba de un panfleto que incluía frases en japonés en un lado e imágenes de atracciones: el monte Fuji, platillos típicos, templos, entre otros─ Y de las cosas que describía, ésta fue la que más me atrajo.

─ Es un... ¿ninja? ─cuestionó Mari, observando la imagen que el otro señalaba.

─ ¡Sí, sí! ─asintió, con los ojos brillándole de emoción─ Me puse a investigar y así descubrí Hasetsu. Playa, una pista de hielo, aguas termales, un castillo ninja... ¡Lo tiene todo! Así que obviamente, tenía que venir aquí.

Concluyó su narración esbozando una gran sonrisa, aguardando por la opinión de la chica frente a él. Mari admiró el panfleto, luego al atractivo extranjero y repitió el proceso varias veces.

─ ¿En serio se supone que deba creer eso?

Para su total y completa consternación, Mari reconocía que, si se basaba en lo poco que sabía de su singular prisionero, aquel razonamiento sonaba medianamente lógico.

─ Si ya terminaste con las preguntas, ahora es mi turno ─dijo Viktor en tono alegre─ ¿Cuándo va a venir mi ninja a interrogarme? Si no mal recuerdo, su nombre es Yuuri. ¿O me equivoco?

─ No me cambies el tema ─lo ignoró la chica, alzando la voz. No dispuesta a rendirse, sacó un teléfono celular y se lo mostró─ Mi madre opina que debería dejarte hacer una llamada, y te lo voy a permitir sólo por esta ocasión. Pero la harás bajo mi supervisión, y más te vale no intentar nada raro.

Por la expresión del prisionero, el inesperado acto de bondad no le hizo mucha gracia.

─ ¿No puedo renunciar a ese derecho a cambio de ver a mi ninja? ─la chica le gruñó y Viktor recordó a su hermanito menor. Yuri, por alguna extraña razón, solía hacer lo mismo cuando conversaban─ ¿Y si mejor me amordazas y así estamos a mano?

─Llama. Ahora.

Mari depositó el teléfono en la mesa y Viktor vaciló. Sabía exactamente a quién debía llamar, sólo que no quería. Era cuestión de tiempo para que Yakov se enterara de su escapada y tomara cartas en el asunto. Tal vez, si le informaba de lo ocurrido de una forma seria y madura, su padre adoptivo accedería a permitirle quedarse un tiempo en Japón. De verdad se estaba divirtiendo mucho y no tenía deseos de volver a Rusia tan pronto, no cuando ni siquiera había podido averiguar si su querido ninja Yuuri era soltero, o el largo de su katana.

Marcó el número que conocía de memoria y Mari le ayudó a sostener el célular, ya que se negó a desatarlo. Con suerte, no interrumpiría a Yakov a mitad de algo importante al llamarlo.

─ ¡Hola, Yakov! ¿A qué no sabes qué?

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NOTAS FINALES

Sip, soy yo otra vez. Lamento mucho la tardanza en actualizar. Al fin tenemos la entrada de la familia Katsuki y el encuentro entre Yuuri y Viktor... o algo así. A decir verdad, estuve algo trabada con éste capítulo, llegué a escribirlo 3 veces y al final ésta fue la versión que más me gustó. El folleto que vio Viktor sí existe!!! Me lo encontré por accidente y me encantó XD

Como siempre, la hermosa ilustración en éste capítulo corrió por cuenta de la talentosísima @qorisheep . Gracias!!!! Sin ti éste fic no sería lo mismo.

Si leyeron hasta aquí, muchas gracias!!!

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