The scent of your skin || Ome...

By birdyfics93

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Ser beta no es fácil. No cuando estás obligado a obedecer a los alfas. No cuando eres un esclavo. Jimin y Tae... More

~ Primera parte ~
~ Ser un beta ~
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19. ~El beta que decidió quedarse~
• Segunda parte •
• Conflicto Beta •
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By birdyfics93

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Tanto Taehyung como Seokjin observaban cómo dormía Jimin en la cama del omega. Le dieron un baño para quitarle toda la suciedad del incendio y Seokjin le prestó una camiseta suya (que le quedaban graciosamente enorme) para que pudiera dormir. Luego, lo acostaron en la cama del omega, donde Jimin se acurrucó y terminó por entregarse a los brazos de Morfeo al cabo de unos minutos. El niño debía estar exhausto después de tantas emociones por un día, pensó Seokjin. Jimin relató todo por lo que había pasado mientras le bañaban, desde la llegada del comprador al Internado hasta la causa del incendio. El omega estaba seguro de que un niño no debía pasar por nada de eso, fuera de la casta que fuera. Incluso su lobo estaba de acuerdo con él, exigiéndole desesperado que cuidara de aquel pequeño de cabellera rubia, expeliendo aquellas feromonas calmantes que solo los omegas poseían. Tanto Taehyung como Jimin tenían ojitos adormilados y Seokjin sabía que era el efecto de su propio lobo tratando de calmarles. 

La luz de la lamparilla de gas iluminaba el rostro de Jimin apenas. Se abrazaba al muñequito que le había regalado el beta mayor, con el ceño fruncido, teniendo sueños intranquilos. Seokjin suspiro, apoyado contra el umbral de la puerta de su habitación. Su lobo seguía inquieto.

—¿Qué harás ahora que Jimin está contigo? —preguntó al beta en un susurro.

Escuchó un sonoro suspiro de Taehyung tras él. 

—Cuidarlo. No lo devolveré al Internado para que ese bastardo se lo lleve. —Seokjin se giró y vio a Taehyung pasándose las manos por la cara con cansancio—. ¿Sabes lo que significa que esos desagradables alfas compren niños betas? Solo malas noticias. Muy malas noticias. Chimchim no puede volver a estar expuesto a eso. 

Seokjin miró al niño otra vez, sintiendo una tristeza muy profunda por la vida que le tocaba a los betas solo por no haber nacido con un lobo presente como ellos. Jimin era un niño igual a cualquier alfa u omega. Inocente, vivaz, deseoso por explorar. Le parecía increíble que alguien quisiera hacerle daño a alguien tan vulnerable. No entendía por qué la sociedad castigaba a las personas.

Era un pensamiento usual que tenía desde que había comprendido los sentimientos que albergaba por Taehyung. 

—Entonces, hiciste bien en traerle—murmuró con suavidad, para no despertar a Jimin. 

—El problema es que solo tiene ocho años—dijo Taehyung. Seokjin podía escuchar sus pasos acercándose tras él y se tensó cuando sintió como las manos del beta pasaban por su cintura y apoyaba el mentón en su hombro, abrazándole desde atrás. A pesar de que lo había tomado por sorpresa, no quiso alejarlo. La calidez de Tae se sentía muy bien. Su lobo creía lo mismo. —No sé cómo voy a cuidar de un niño si apenas puedo cuidarme a mí.

—Y-yo podría ayudarte—balbuceó el omega, todavía tenso, pero acariciando ligeramente una de las manos de Taehyung—. Quizá Jimin pueda quedarse aqu-...

—No, Seokjin—El beta era tajante. —No puedo exponerte a eso. Si encontraran a un niño beta sin manada contigo, los dos correrían peligro.

—No es así—replicó Jin, frunciendo el ceño a pesar de que Tae no podía verle—. Solo tenemos que ser cuidadosos, por la noche él podría venir a quedarse aquí y-...

—No. Podemos cuidarlo ambos, pero él tiene que venir conmigo a la Madriguera. Los chicos no estarán felices de tener un niño entre nosotros, pero no van a abandonarlo. Es más seguro para todos.

Seokjin soltó un gran suspiro, resignado. El beta podía ser muy cabezota cuando quería.

—Les conseguiré comida, entonces—dijo al fin.

—Gracias—susurró Tae, acomodando la cabeza de tal forma que su nariz quedó rosando el cuello del omega.

Seokjin volvió a tensarse, porque esa zona de su cuello era muy sentible y susceptible a los roces. Taehyung le estaba olfateando, lo sabía. Así que se lo permitió, porque su lobo estaba en otro mundo con las caricias recibidas. Le agradaba mucho que Taehyung se le acercara de la forma en que lo estaba haciendo. Así que se quedaron así un rato, solo acariciándose las manos. Seokjin se relajó entre los brazos del beta y terminó apoyando su peso ligeramente en él.

Luego, el omega recordó algo. 

—El perfume de alfa que hice funcionó—comentó.

Tae abrió los ojos, observando el perfil de Jin con curiosidad.

—¿Ah, sí?

—Sí. Todos allá en la colina decían que un alfa desconocido había entrado al fuego y que no había salido. La gente estaba como loca. Pensaron, o más bien, pensamos que estabas muerto. —El agarre de Jin en las manos de Taehyung se hizo más fuerte.

Había sentido tanto miedo. Taehyung había corrido como una exhalación después de enterarse de que había un incendio en el Internado de Betas y él se había quedado atrás, sin la posibilidad de decirle que le acompañaría siquiera. Seokjin había corrido tras él, tan rápido como pudo y cuando al fin llegó a la colina, lo vio entrar al fuego, con tan solo una estúpida frazada que no le iba a ayudar en nada. Le gritó que no lo hiciera, pero el ruido se había tragado sus ruegos y Taehyung había entrado de todos modos. La gente estaba como loca, gritando hacia todas partes que un alfa había entrado al fuego, que alguien debía sacarlo de ahí, pero nadie lo hizo. Nadie entró, porque las vigas caían como una lluvia siniestra que impedía a cualquiera que quisiera vivir meterse ahí. Seokjin había esperado, con el corazón en la mano, sollozando por el tonto beta al que quería demasiado como para soportar perderlo, pero no lo vio salir jamás. Y su corazón se destruyó en ese mismo momento.

Sintió como Taehyung afianzaba su agarre en su cintura, apretándolo contra él.

—Pero estoy aquí, vivito y contigo—dijo el beta—. Quiero decir, con ustedes. Con Jimin y contigo—se corrigió rápidamente.

Seokjin soltó una risa cálida y suave.

—Y ahora ya no hueles a alfa—murmuró, olfateando el aire hasta terminar oliendo la mejilla del beta—. Hueles de nuevo a Taehyung.

—¿Tengo aroma?

El omega podía sentir la curiosidad palpable de Tae.

—No a algo definido, si soy honesto, y es muy suave—contestó—. Hueles simplemente a ti.

—Hmm—Taehyung no parecía satisfecho.

—Es un buen aroma—agregó el omega, con una sonrisa y ladeando un poco la cabeza para encontrarse con el perfil de Tae. Luego, hizo una pequeña pausa: —Creo que la fórmula que logré solo dura una hora. Una hora y media a lo sumo.

—Pero eso es bueno—le dijo Tae, haciendo cosquillas a Seokjin, arrancándole suaves risitas—. Hiciste un gran trabajo, Jinnie. No necesito mucho tiempo para conseguir comida. Una hora me basta y me sobra.

El omega suspiró.

—Yo estaría más tranquilo si no te expusieras tanto, Taehyungie.

El omega se giró entre el círculo que hacían los brazos del beta hasta quedar de frente con él. Los dos se miraron con sonrisas avergonzadas, porque estaban demasiado cerca y ya no estaban bajo la desesperación de sus impulsos. Ahora eran otra vez ellos mismos, en sus cinco sentidos. Sin embargo, se notaba que algo había cambiado.

Taehyung también lo había notado. Durante ese abrazo que Seokjin le había dado al volver a verlo, sintió toda la necesidad del omega tenía por él. La misma que Taehyung sentía por Seokjin. Pero era muy diferente ponerlo en palabras, porque, aunque sabía que algo había cambiado, no estaba seguro del todo si el omega lo había sentido de la misma forma que él.  

Así que decidió arriesgarse un poco.

—¿Tan triste te puso pensar que podría haber muerto? —preguntó en un susurro íntimo, que era juguetón y coqueto al mismo tiempo, pero lleno de nerviosismo también.

El omega bajó la vista, sonriendo. Hermosamente sonrojado. Por todos los lobos, Seokjin era precioso. Las cosquillas en el estómago del beta volvieron con fuerza ante la simple vista de ese omega que se había preocupado por él desde que se conocieron.

—Estaba muy asustado—respondió Seokjin, bajando la mirada, con un hilillo de voz.

Taehyung, entonces, sintió una fuerza en su pecho, que lo llevó a ponerse serio y a permitirse tomar el mentón del omega y alzar su rostro, hasta que sus ojos no pudieran mirar a otra parte que no fueran los suyos. Quería que Seokjin le viera, le viera a él, al beta que sentía cosas extrañas cada vez que le miraba.

Al beta que podría dar su vida por Seokjin.

—Si algo te pasara, me moriría—susurró mirándole a los ojos, con intensidad.

Los ojos del omega subieron hasta los suyos. Dos pozos oscuros, brillantes y sinceros le observaron vulnerables. ¿Su corazón estaría latiendo de la misma forma en la que lo hacía el de Taehyung? Rápido, desesperado y nervioso. Sus propios ojos bajaron hasta los labios del omega esos prominentes y hermosos labios que humedeció con su lengua, inconscientemente.

Seokjin alzó el mentón, esperando.

Y, entonces, un repentino nerviosismo hizo que el beta se acobardara por completo.

Quería besarlo, tenía unas ganas como el infierno de besarlo. Pero Taehyung solo tenía dieciséis años, era un beta y jamás había besado a nadie. Seokjin era un omega, un hermoso omega que estaba destinado a hacer todas esas cosas: los besos, las caricias, los encuentros. Estaba en su naturaleza.

Pero Tae no sabía qué hacer.

¿Y qué si al omega no le gustaba su forma de besar? ¿Y qué si Seokjin no estuviera esperando un beso de él? ¿Qué pasaría si lo besara y Jinnie lo alejara por ser un beta?

Se inclinó hacia el omega, pero, acobardado, solo dejó un beso en su mejilla y lo abrazó con fuerza para ocultar su rostro completamente sonrojado de la vergüenza. Seokjin estaba tenso bajo sus brazos. 

—Realmente me moriría sin ti—puntualizó otra vez, y solo entonces, el omega afianzó el abrazo.

Estuvieron así abrazados, por un tiempo tan largo que se les hizo indefinido hasta que Seokjinie se separó de él y le acarició la mejilla.

—Vayamos a dormir, beta tonto.

🐺🐺🐺

Taehyung sostenía la mano de Jimin con fuerza, mientras miraba la puertecilla improvisada que los separaba de la Madriguera. La madera estaba raída y envejecida y se sostenía solo de la parte superior, por lo que había que tener mucho cuidado al abrirla o de lo contrario, se caía y había que hacer esfuerzos sobrehumanos para volver a colgarla.

Llevaban un par de minutos ahí, Jimin a la espera de que el mayor hiciera algo más que observar la puerta.

—¿Vamos a entrar, Tae-tae hyung?

—Claro que sí—respondió el interpelado, relajando su mano. Sabía que podía estar haciéndole daño al menor, pero este no se quejaba. Sus ojillos de cachorro se mostraban atentos a cualquier cosa que dijera—. Cuando entremos, no digas ni una sola palabra—advirtió el mayor—. Yo hablaré hasta que estemos seguros. Las personas que viven aquí no van a estar felices, Jimin, pero te aceptarán. ¿De acuerdo?

El menor asintió una vez, con esa expresión determinada que le caracterizaba a pesar de ser tan pequeño. Tae estaba nervioso, porque, a pesar de que los betas jamás abandonarían a otro beta, el llevar a un niño más que cuidar a la Madriguera ponía en peligro no solo la vida de Jimin, sino la de todos los que vivían ahí. Eran más bocas que alimentar y más personas a las  que proteger.

Taehyung tomó la puerta y la movió hacia un lado. Caminaron lentamente por el pequeño pasillo que los separaba de la habitación principal del lugar. Ahí dentro, la mayoría de las personas estaba recién despertando (habían tenido que salir muy temprano de la casa de Seokjin para que su jefe no los viera), por lo que miraban adormilados al recién llegado. El lugar estaba ubicado en el subterráneo de una casa antigua y abandonada a las afueras de Busán. De la casa apenas quedaban los cimientos, pero el subterráneo se había convertido en el hogar de muchos betas que no tenían manada a la que servir.

Kyungsoo, un beta bajo, pero de buena complexión y el líder de la madriguera, se acercó a paso raudo hasta Taehyung cuando lo vio. Su vista viajó con rapidez de Tae hasta Jimin, un ojo comenzando a palpitarle. 

—No me digas lo que creo que es, Tae—dijo Kyungsoo con un tono de advertencia.

El beta removió los pies, incómodamente, sintiendo cómo Jimin le apretaba la mano, tratando de infundirle confianza. Al echarle un vistazo al más pequeño, este le sonrió.

—Si lo que crees es que traigo a este niño a vivir con nosotros, sí. Es así—se envalentonó Tae.

Kyungsoo miró al niño otra vez y Jimin casi pudo sentir el creciente enfado en el interior del beta.

—Es un cachorro, Taehyung—dijo en una voz suave y muy controlada.

Estaba a punto de decir algo más, cuando otro beta, mucho más alto y sonriente se les acercó.

—¿Qué pasa aquí? —dijo alegremente, hasta que miró hacia abajo observando al niño que alzaba la cabecita altivamente hacia los dos betas desconocidos. Su sonrisa se descolocó un poco y frunció el ceño—. ¿Es rubio?

Kyungsoo rodó los ojos, pasándose una de sus manos por la cara.

—Sí, Taehyung se atrevió a traer a un niño aquí, Chanyeol.

—Oh, eso pinta bastante mal—respondió el beta a Kyungsoo.

Tae le echó una mirada llena de enfado a Channie, como diciéndole: "necesito que me apoyes", pero su mejor amigo solo se encogió de hombros.

—¡Ni siquiera han escuchado por qué lo traje! —se defendió Tae al fin, frunciendo el ceño—. ¡Están comprando niños en el Internado! Y ayer el lugar se incendió, así que tuve que ir a sacar a Jimin de ahí. ¡Tuve que hacerlo, no podía dejarlo a su suerte, Kyungsoo!

—¡Pero antes pudiste avisar! —contestó el líder.

—Claro, ¡porque obviamente yo sabía que el Internado se iba a incendiar!

Chanyeol observó a los dos betas que iban alzando cada vez más la voz, así que tomó al niño por un brazo y lo alejó un poco de ahí.

—¿Así que te llamas Jimin, pequeño? —preguntó Chanyeol, agachándose frente a Jimin. Él asintió, sin decir una palabra. Restregaba sus manitos la una con la otra, notoriamente incómodo, echando miradillas a los dos betas que seguían peleando. —No te preocupes. Satansoo es así. Muy alterado. Pero se le pasará y entonces podrás estar bien entre nosotros. ¿Ya viste todos los betas que hay? —El niño asintió, observando hacia todas partes. Estaba lleno de camas improvisadas y había alrededor de veinte betas más de todas las edades dispersos por la habitación. —Esta es la Madriguera, Tae ya te lo había dicho, ¿no? Aquí nos refugiamos. Hay gente que terminó en la calle por sus manadas o algunos como Tae, que nos escapamos de los Internados. Yo estuve en un Internado de Seúl y llegué hace un par de años aquí.

—A-ayer hubo un incendio en la colina—susurró Jimin, un poco más tranquilo por el tono amable de Chanyeol—. Tae-tae fue a buscarme.

—¡Él me ha hablado mucho de ti, pero nunca me dejó ir a conocerte! Vaya que es un mal amigo —El niño soltó una risa de campanitas tintineantes. Algo de eso le causó ternura al mayor—. ¿Qué edad tienes, Jimin?

—Tengo ocho años—dijo, mostrando ocho deditos.

Chanyeol soltó una risotada.

—Qué adorable.

Jimin se sonrojó ligeramente. El beta que estaba frente a él era muy alto, pero tenía una sonrisa muy amable, la que le instó a confiar en él. Además, tenía una risa graciosa.

Quería seguir conversando con Chanyeol, no obstante tuvo que desviar la mirada cuando escuchó que Kyungsoo le gritaba cada vez más fuerte a su hyung. El beta líder lo miraba con los ojos bien abiertos, con aquella expresión que asustaba a todos los betas y bien podría asustar a un alfa.

—¡Tú te harás cargo de él!—le decía a Taehyung, apuntándolo severamente con un dedo. El menor se veía muy cabreado, pero no decía nada. — Todo lo que haga ese cachorro es de tu absoluta responsabilidad. ¿De acuerdo?

—Sí, Kyungsoo, lo sé.

—Si el niño se hace un herida, tú lo curarás. Si el niño se caga mientras duerme, tú lo limpiarás. Y además tendrá que aprender igual que los todos. Es un cachorro, pero no podemos permitirnos tener tratos especiales. Vivir aquí cuesta la comida, eso ya lo sabes de sobra, así que tendrás que enseñarle.

Tae resopló, sintiéndose ofuscado por el tono mandón de Kyung.

—Y, sobre todo—articuló el líder en una voz controlada, pero con el filo suficiente para cortar—, la próxima vez piénsalo dos veces antes de venir aquí con un niño y ponernos en peligro a todos.

Las orejas de Tae estaban rojas y sus manos picaban por golpear a Kyungsoo, pero sabía que no estaba en la mejor posición para reclamar algo, mucho menos con Jimin en la habitación, así que asintió soltando un resoplido por la nariz.

—Yo me haré cargo de él.

—Genial—soltó el líder con ironía, dándole dos palmaditas a Tae en la mejilla.

Taehyung le lanzó una mirada asesina, pero no dijo nada. Todos los betas de la habitación estaban atentos a la reprimenda.

—Ahora preséntalo—finalmente gruñó Tae.

—Con gusto.

Lo voy a matar, pensó Tae con disgusto.

Jimin estaba medio retraído, porque no podía evitar que el beta líder le diera miedo debido a la severidad de su voz. Además, Taehyung se veía completamente cabreado y parecía estar a punto de echar humo por las orejas.

—Ven aquí, Chimchim—le llamó el mayor, con la voz baja y gruesa, como si estuviera controlando la rabia con todas sus fuerzas.

—No estés enojado, hyung—le pidió el niño, tirando su manito.

Tae terminó suspirando, mientras le acariciaba el cabello. No podía resistirse a Jimin. Lo bueno de todo era que, al menos, Chimchim ya no tendría que volver a ese Internado del demonio.

Acercó más al cachorro a Kyung.

—Tienen que presentarte a la gente de la Madriguera—le dijo con una voz más suave y resignada.

Kyungsoo se subió a una silla que estaba cercana a una de las paredes de pintura raída y todos los betas que estaban ahí comenzaron a reunirse alrededor de él. Era unos veinte y todos miraban a Jimin, con curiosidad. Taehyung se acercó más a él, tratando de protegerle y Chanyeol, como su mejor amigo, hizo lo mismo.

Le sonrió al niño y le guiñó un ojo. Jimin le devolvió la sonrisa, sonrojándose ligeramente.

—¡Buenos días, Madriguera! Como todos verán, tenemos un nuevo beta entre nosotros. Saluden a Jimin. Desde hoy comenzará a quedarse aquí. —Luego, apuntó a Tae, que se hizo más pequeño en su puesto—. Agradézcanle la buena nueva a Taehyung. 

Murmullos comenzaron a recorrer todo el lugar, mientras todos alternaban la vista entre Jimin y Tae. Conversaciones bajas que iban desde la sorpresa hasta el enfado, pasando por preguntas acerca del cabello rubio y la edad de Jimin. Taehyung lanzó miradas llenas de advertencia a todos los que se atrevían a observar a su Chimchim. 

—¡Pero es un niño! —gritó un beta moreno, que estaba más atrás.

—Sí es un niño, pero qué vamos a hacer. ¿Piensas dejarle tirado en la calle? —preguntó Chanyeol con un tono hosco, muy diferente al tono amable que había utilizado con el cachorro.

El beta que había hablado gruñó, echándose hacia atrás y quedándose en silencio.

—¿Tener un niño no nos pondrá en peligro? —preguntó una beta de ojos celestes, que estaba a un lado de Kyungsoo—. Pensé que los cachorros de beta tenían que permanecer en los internados hasta que decidieran escapar.

Tae se adelantó.

—Ayer hubo un incendio en el Internado de Betas—relató otra vez. Escuchó respiraciones ahogadas de muchos de los que estaban ahí—. Y están comprando niños. Todos aquí sabemos lo que eso significa. Alguien quería llevarse a Jimin, así que lo salvé.

La beta que había hablado asintió con gravedad. Suspiró y terminó por encogerse de hombros.

—Pues, si no hay más remedio, bienvenido Jimin—le dijo al niño, con una media sonrisa.

El menor abrió los ojitos con sorpresa y, sintiendo las mejillas rosaditas, asintió.

—G-gracias.

Uno a uno de los betas que estaban ahí en la habitación se acercaron a él, a saludarle y darle la bienvenida. Le acariciaron el cabello y apretaron sus mejillas, arguyendo lo bonito y adorable que era. Le desearon buena estadía y le aconsejaron qué cosas podía hacer y no en la madriguera. Jimin estaba seguro de que no iba a poder recordar tantos nombres y consejos a la vez.

Un rato después, Kyungsoo volvió a subirse a la silla.

—El show ya terminó. Dispérsense. Es hora de salir a buscar comida.

Algunos de los betas se despidieron de él, incluso el que se había enojado porque él fuera apenas un niño, y salieron en grupo, bromeando y riéndose entre ellos, hasta que solo quedaron Taehyung, Channie, Kyungsoo y él.

El líder se giró hacia Tae y volvió a apuntarle con un dedo.

—Empezarás a enseñarle hoy mismo, ¿de acuerdo?

Taehyung asintió, desviando la mirada. El líder sonrió satisfecho otra vez y caminó hasta la salida de la Madriguera sin volver a mirar atrás. Chanyeol, que estaba observando la escena, caminó hasta Taehyung y colocó una mano en su hombro.

—Tranquilo, Tae. Sabes que Kyungsoo es un idiota, pero es un idiota justo.

—Lo sé, hyung, lo sé—dijo, pasándose las manos por el cabello con frustración—. Es solo que no quiero que nadie haga sentir mal a Jimin. Ya tiene suficiente con todo lo que tuvo que pasar ayer.

—Nadie lo hará, te lo aseguro. Si quieres yo podría ayudarte a enseñarle por hoy. ¿Te parece?

Jimin, que ya se encontraba un poco enfadado por estar siendo ignorado, tiró del pantalón de Taehyung.

—Hyung, ¿qué es lo que tienen que enseñarme?

El interpelado soltó un largo suspiro, mientras escuchaban a Chanyeol soltar una risita divertida. Taehyung le gruñó, antes de aclararle al menor:

—A robar, Chimchim. Tienes que aprender a robar.

🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸

Chanyeol es un personaje MUY importante en este fic. Denle mucho, mucho amor. 💖

~Birdie.

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