HACKER 2 | jb.

By skynothelimit

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La historia continúa. More

Trailer + resumen
001. "Quiero un trato"

002. "Será como antes"

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By skynothelimit


Seis meses atrás.


Justin no creía en los ángeles, eso era cierto. Pero realmente creía estar viendo uno en ese momento.

—C-Claire...—susurró al verla, puesta de pie en el borde de las puertas de acero. Las piernas del chico temblaron al levantarse con tanta rapidez de su sitio.

Los segundos pasaron y Justin la miró, como si el espacio y el tiempo que los separaban nunca hubiera sido suficiente. No lo era, después de todo. No para ambos. Lo supo cuando observó una inocente y cálida sonrisa curvarse poco a poco en los labios de Claire.

Justin conocía ese gesto de memoria; era su favorito.

Tal vez fue consecuencia del repentino momento, o de los nervios y emociones contenidas que sobrepasaban los límites de lo físico. Quién sabe por qué, pero ninguno de los dos se atrevió a dar ningún paso hacia adelante en ese instante. Ambos conservaron la misma distancia, aquella que ahora parecía solo un obstáculo insignificante que pronto derribarían.

Claire quería decir tantas cosas. Estaba segura de que si hubiera podido hablar en ese momento, no habría dejado de hacerlo. Le bastaba solo mirar a Justin en frente de ella, en cambio, para darse cuenta de que no eran necesarias más palabras de las que ya se habían dicho.

La mandíbula le temblaba, los latidos frenéticos de su corazón dolían, sus manos heladas presionaban el ovillo de su pecho. Aún cuando todo era tan intenso, no podía dejar de esbozar aquella sutil sonrisa mientras respiraba con dificultad. Lo tenía en frente de ella y su cuerpo simplemente no sabía cómo despojarse de esa electricidad de emociones.


Se dio cuenta de que él tampoco sabía qué hacer. Y en medio de ese vaivén de miradas compartidas, llenas de confusión y mejillas ruborizadas, los dos rieron sin saber por qué. Y ese gesto fue suficiente para que tanto Justin como Claire caminaran en dirección al otro. Sin reparar ni un solo segundo en todas las situaciones que los habían llevado a ese momento, a ese lugar, a ese destino.

A los brazos del otro.


~*~


—Así que no estabas bromeando—Harry no podía quitar sus ojos de encima de la cantidad de armas que sostenían los hombres de Norman.

Llevaban fusiles, escopetas, revólveres y además vestián un equipamiento muy sofisticado que los hacía lucir como auténticos robots: tenían el cuerpo revestido de un grueso material antibalas y solo dejaban los ojos y nariz a la vista. Realmente parecía que partían a una guerra sin retorno.

Estar cerca de ellos hizo que el abogado se retorciera de pavor en su sitio; nunca había sido un hombre que gustara de armas de fuego. Aunque estos últimos meses visitando a Justin en prisión las había visto más de lo normal, su mente no terminaba de acostumbrarse.

—Con un par de estos tipos habría bastado—siseó Harry, pasándose un pañuelo sobre la sudorosa frente—. Transportamos a un recluso, Norman. No vamos a la tercera guerra mundial.

—Con tu muchacho nunca se sabe—le respondió el policía, con el pecho hinchado de orgullo al notar lo intimidado que se encontraba Harry ante su sanguinario equipo de caquedetes—. ¿Era esto lo que él quería, no? pues aquí tiene su regalito de navidad adelantado—gruñó, subiendo el volumen de su voz, consciente de que Justin lo escuchaba, aún cuando este se encontraba en una esquina muy alejada del camión blindado.

—Estás exagerando demasiado todo esto—fue lo único que atinó a responder Harry, mirando en dirección a Justin de la misma manera.

No podía percibir ninguna expresión suya a lo lejos; parecía relajado, quizá disfrutaba de los pocos minutos de viaje que le quedaban. De todos modos, hace mucho tiempo que no salía al exterior. Estaba esposado de manos y pies, sin embargo, y en el borde de su tobillo derecho parpadeaba una tobillera electrónica con GPS que no le permitía moverse con libertad. Era como una cárcel portátil.

Los hombres de Norman tenían la orden de apuntarle con sus armas directo a la cabeza si es que notaban algún tipo de actividad sospechosa de su parte. Justin solo estaba autorizado a ir en su sitio durante todo el viaje, casi como una estatua, sin intercambiar palabra, ni siquiera con Harry, hasta que llegaran al destino y recibiera nuevas indicaciones.

—¿Piensas que exagero, abogado?—Norman hundió el rostro; el tono de su voz expresaba un enojo creciente—. Este chico ha asesinado personas, ha hackeado organizaciones impenetrables, es un jodido peligro para la sociedad, ¿te piensas que he montado todo este circo solo porque me da la gana?

—No he dicho eso, es solo que... no tienes nada de qué preocuparte—musitó Harry, encogiéndose de hombros con mucha espontaneidad—. Al menos no esta noche.

—Explícate. Odio cuando dices cosas que no puedo entender.

—Solo digo que pudiste haberte ahorrado todo este equipo de personas. Justin no va a intentar escapar. De eso puedes tener total seguridad.

—¿Y eso tú cómo lo sabes?—el policía frunció el entrecejo.

—Si Justin te ha pedido que vengamos hasta aquí, es porque esto es realmente importante para él. No puedo decirte más porque no me concierne, pero... —aclarándose la garganta, Harry habló por lo bajo—, esta noche verá a alguien muy especial. Y te aseguro que en su cabeza no hay nada más importante que eso ahora mismo.

Norman bufó, con una risita satírica.

—Oh, Harry. Parece que olvidas con facilidad que el chico que está sentado ahí es una de las personas más inteligentes de este planeta. Alguien cuya capacidad de manipular y engañar es muy superior a la nuestra. No me sorprendería para nada que te haya comprado con esa historia barata de amor que me estás contando.

—Justin no me ha contado nada, Norman—el abogado le devolvió la mirada, esta vez colmada de una sinceridad que sobrepasaba cualquier límite. Y por un segundo, Norman se vio tentado a creer en sus palabras—. Yo lo he visto con mis propios ojos.

Hubo silencio entre los dos en ese instante. Y solo en medio de ese lapso, ambos notaron que el camión acababa de detenerse en el camino. Las puertas blindadas se abrieron de par en par segundos después y el chofer del vehículo, igual de protegido que los demás hombres, alzó la voz.

—Hemos llegado al campus, señor—le dijo con mucha rectitud y aplomo—. Los directivos de la universidad saben que estamos aquí, han aceptado que el recluso visite las instalaciones resguardado por nosotros. Pero antes quieren tener una breve conversación con usted, señor. Solo para discutir algunas reglas.

—Eso pensé. Estaré ahí en un minuto—sin decir nada más, el policía se acomodó el nudo de la corbata y descendió del camión blindado—. Tienes permiso para abrir la boca desde este momento, Bieber—decretó con voz firme, señalándalo con su grueso dedo índice—, pero jodidamente nada más. Ya sabes que si te atreves a hacer algo que no te he permitido, uno de mis chicos estará encantado de ponerte una bala entre las dos cejas.

Las palabras de Norman no hicieron más que desencadenar un ambiente tenso entre los restantes. Justin, en cambio, intentó no reír por lo bajo. Aunque el policía insistía en mostrarse como un hombre intimidante y aterrador, carente de emociones, el chico no podía dejar de pensar que las cosas que decía parecían líneas sacadas de alguna película de comedia.

Lo vio bajarse del vehículo e irse y, por el contrario, observó cómo Harry caminaba agachado y buscaba un lugar libre a su costado. Cuando lo vio, admitió para sus adentros la falta que le había hecho hablar con él durante todo el trayecto.

Ese viaje había sido parecido a una eternidad. Largo y con demasiada quietud, la suficiente como para torturarse con sus propios pensamientos. La falta de actividad y el silencio prolongado, últimamente, le abrumaban enseguida. Su mente no lo dejaba en paz en momentos de serenidad y casi siempre llegaba a la conclusión de que en el fondo era su peor enemiga.

—¿Tienes un cigarro?—fue lo primero que Justin le preguntó a Harry al sentirlo cerca.

No entendía por qué tenía la boca con tanta ansiedad de nicotina.

—Aún si tuviera uno, sabes que no te lo daría. Recuerda que un movimiento en falso es suficiente para que una bala...

—Atraviese mi frente. Sí, ya sé. Tengo las palabras de Norman metidas en la cabeza—el chico respiró con pesar. Su gruesa manzana de Adam se movió de arriba hacia abajo. Algo no andaba bien él; le era imposible ocultarlo cuando sus delgadas líneas de expresión permanecían tensas como alambres—. No sé, Harry...—suspiró, con evidente frustración.

—¿Qué sucede? Realmente creí que esto te alegraría...—Harry lo conocía. A veces le sorprendía la habilidad con la que podía decifrar sus emociones sin tanto esfuerzo—. ¿Qué pasa?—volvió a preguntar al no obtener respuesta.

—Esto. Todo esto, ¿crees que estoy haciendo bien?—musitó, casi inaudible, entornando su tímida e insegura mirada hacia Harry—. He venido pensándolo todo el camino. Y tal vez he llegado a la conclusión de que... ha sido un error. Venir aquí ha sido un error.

—¿Por qué lo dices?—el abogado hundió el rostro—. Oye, querías verla ¿verdad? fue lo primero en lo que pensaste cuando supiste que Norman podía ofrecerte algo a cambio—alineando una corta sonrisa, Harry agregó:—Si ha sido así, por supuesto que no puede tratarse de un error, Justin.

—¿Entonces por qué me siento de esta manera?—siseó el chico; los ojos mieles se le iluminaron de un inocente espanto. Podía sentir sus manos heladas unirse por los grilletes de acero—. Me siento tan... nervioso—se sinceró, tragando saliva.

—Bueno, eso puede deberse a que estás a punto de ver a la chica que quieres después de mucho tiempo. Es normal, solo intenta relajarte—lo animó Harry, encogiéndose de hombros—. Además, luces bien, amigo. Unos cuantos moretones en el rostro, pero seguro que ella sabrá reconocerte.

—Sí Harry, qué gracioso—Justin lo miró mal, pero no pudo evitar ladear una corta sonrisa—. ¿Sabes? Te juro que he imaginado este momento cientos de veces en mi cabeza. Y en ninguna ocasión se veía de esta manera. Con un ejército de mastodontes resguardándome, esposado de manos y pies y con un puto uniforme de recluso. Jodidamente romántico ¿no?

—Si me lo preguntas, no suena como el reencuentro de un cuento de hadas, pero... al menos es algo ¿no? muy a tu estilo.

Justin rió bajito. Suspirando, atrapó su labio inferior en señal de ansiedad. Juraba que podía escuchar el pasar de los segundos correr en su mente, y con cada uno de ellos el pecho se le encogía más.

—¿De verdad crees que me veo bien?—preguntó después de un breve silencio, arrepintiéndose a penas esa pregunta salió de su boca. Quiso palmear su frente de puro enojo, pero ni siquiera eso podía hacer—. Joder, me siento tan imbécil.

Harry rió enternecido.

—Creo que cuando Claire te vea lo mímino que le importara será cómo luzcas. Ya sabes lo que dicen, el amor es ciego, sordo y...

—Sí, Harry. Ya entendí. Luzco como la mierda—bramó Justin, poniendo los ojos en blanco—. Ojalá realmente eso fuera lo que más me importa. Pero la verdad es que no puedo dejar de pensar en lo que voy a decirle, en lo que ella me dirá, en su reacción... solo espero que...—sus mejillas se encendieron en un tierno rubor—, que ella también quiera verme.

—Claro que será así. Mira, cuando estén juntos, te darás cuenta de que todo comenzará a tomar forma. Estarán bien. Los dos. Será como antes.

Como antes...—repitió Justin, con la voz profunda y lenta, arrastrando esas palabras que parecieron transportarlo a algún lugar desconocido dentro de su cabeza.

Con la mirada clavada en un punto vacío, su memoria le devolvió cada recuerdo a pedacitos, como una secuencia rápida de fotografías. Recuerdos que permanecían incrustrados en la parte más frágil de su corazón. Esa parte que solo le pertenecía a ella.

Y en cada recuerdo, ahí estaba ella. Claire, su inocente y acogedora mirada seduciéndolo, la calidez que emanaba su cuerpo con suma delicadeza, el tono sincero y fuerte de su voz; cuando reía y sin darse cuenta, su rostro se iluminaba de una alegría contagiosa. Dios, todo de ella le hacía tanta falta y todo de ella parecía doler con una intensidad insoportable.

—Solo espero que haya un como antes, Harry—fue lo único que dijo, frenando todo ese torrente de emociones que ya comenzaba a abrumarlo—. Han sido seis largos meses...

Quiso continuar hablando, pero lo pensó mucho antes de abrir la boca y soltar lo que iba a decir. Sintió cómo las mejillas se le ruborizaban y la piel se le ponía tibia por el simple hecho de develar su corazón. Pero lo necesitaba, era eso o ahogarse entre sus propias reflexiones.

—¿Y si no siente lo mismo por mí?—preguntó finalmente; con sus ojos grandes, marrones y expresivos, iluminándose de angustia—, ¿Y si todo ha cambiado? Harry, ¿qué pasa si ya no me ama?

El abogado se sintió inmediatamente conmovido por lo que escuchaba. Podía ver en el fulgor de la mirada de Justin ese resquebrajo emocional que lo volvía humano. En ocasiones olvidaba que el chico también era capaz de sentir intensamente. Es que eran pocas las veces en las que había presenciado su parte más sensible. Sabía, sin embargo, que aquella dulce y frágil parte albergaba muy dentro de él y que afloraba, casi siempre, cuando Claire emergía en los temas de conversación.

No obstante, cuando quiso decir algo, sus palabras de alivio quedaron tendidas en el aire al escuchar las puertas del camión blindado abrirse frente a ambos.

—Muy bien, andando—Norman apareció otra vez en escena—. ¿No me escuchas? Mueve tu trasero, Bieber. Solo tienes dos horas para hacer lo que sea que has venido a hacer aquí. Y tu tiempo ya empezó a correr.


~*~


Era noche de celebraciones en UCLA. Los eminentes directivos de la prestigiosa universidad californiana organizaban eventos de caridad cada vez que había apertura de semestre; de esa manera, viejos y nuevos estudiantes de diferentes facultades se aliaban para realizar eventos, banquetes, fiestas o cualquier tipo de festejos que ayudaran a recaudar fondos para jóvenes o familias de otras condiciones económicas.

Era una tradición de la institución; tratándose de una universidad tildada de "lujosa" y llena de adolescentes "ricos", siempre intentaban involucrarse en actitvidades de apoyo social para generar otra imagen hacia los demás.

El sábado, último día de las celebraciones, siempre era la noche más concurrida. Era el día en el que las autoridades de la universidad dejaban entrar a chicos y chicas de otros campus, fraternidades e incluso jóvenes que no estuvieran relacionados con la honda intelectual. Era el día en el que más dinero se recolectaba, por cierto. Y era el día en el que los organizadores de cada facultad tenían más trabajo que nunca.

Claire sentía su cabeza a punto de explotar. No quería ser pesimista, pero cuando sus compañeras de habitación le comentaron que el fin de semana de caridad iba a ser lo mejor que había experimentado jamás, no se había imaginado precisamente contando billetes de diez dólares atrás de una gran mesa llena de vasos de cerveza.

Se había perdido gran parte de la diversión del fin de semana, pero suponía que eso era lo que le tocaba a los que, por encargo, habían sido nombrados como cabecillas de facultad. O al menos eso quería pensar.

—Cincuenta, sesenta, setenta, ochenta... quinientos ochenta—contó Sabrina, guardando los billetes automáticamente en el bolso que colgaba en su cintura—. ¿Cuántos tienes tú?—preguntó levantando la voz por encima de la música y bullicio de la gente.

—Hace media hora tenía algo más de cuatrocientos—le respondió Claire, mientras ataba su cabello en una cola y la acomodaba en el orificio de la gorra que tenía "UCLA" en letras grandes—, volveré a contar más tarde, no te preocupes por eso.

—Esta noche ha venido más gente que nunca—Sabrina tenía el cabello largo y negro, con tonos azulados. Morena y de ojos almendrados, era una de los promedios más altos en la carrera de Negocios; una chica muy alegre y parlantina—. Te puedo jurar que en los años que llevó aquí jamás vi tanta gente venir. Es una locura.

—Esa es una buena señal ¿no crees?—Claire le sonrió con entusiasmo.

Ella iba de jeans vaqueros, una blusa negra de tirantes y zapatillas cómodas. Su cabello había crecido hasta la mitad de la espalda, lacio, castaño; muy hermoso. Además, si había algo de lo que podía presumir, era que se había unido a grupos de atletismo en la universidad y no podía mentir, se encontraba en muy buena forma física. Y aunque la mayor parte del tiempo iba vestida con ropa cómoda, nunca hacían falta demasiadas cosas para resaltar los atributos naturalmente atractivos de su rostro y esbelto cuerpo. Esos seis meses le habían caído espectacularmente bien.

Y no era la única en notarlo.

—Así que este es tu primer año en esta universidad—Sabrina la miró con una ceja levantada, ladeando una divertida sonrisa—, ¿qué se siente, eh? ¿ya te invitaron a fiestas de fraternidad? ¿algún loco presumido de años mayores ya intentó meterse en tu cama?

—Uhm, he ido alguna que otra fiesta de fraternidad. Nada en especial, la verdad—contestó Claire, apoyándose en el borde de la mesa con las palmas de sus manos—, pero hasta ahora no me he cruzado con ningún loco presumido y mayor que haya intentado meterse en mi cama. Y honestamente, espero que nunca suceda.

—Bah, sucederá. Los tipos de aquí, en especial los de años mayores, aman coquetear con chicas de primeros años—Sabrina rodó los ojos—, ustedes son como la carne fresca. Y ellos son unos puercos incorregibles.

—Sí, eso dicen...

—Tú solo intenta mantenerte alejada de ellos. Son tan básico y fáciles de indentificar, solo... observa—le dijo y cogió a Claire del antebrazo para que esta se girara sobre sus talones. Ahora ambas miraban en la misma dirección el espectáculo que se formaba frente a sus narices.

El gran jardín interior de la universidad estaba colmado de jóvenes; grupos de chicos y chicas de diferentes edades. Bailaban, bebían, hablaban. Había una atmósfera muy relajada, de música, cerveza y amigos. Se sentía bien.

—Él, por ejemplo—Claire no supo de lo que Sabrina estaba hablando hasta que sus ojos siguieron la misma línea que ella miraba.

Sus mejillas se encendieron en un rojo escarlata cuando notó que, en el fondo del jardín, apartado entre un montón de personas más y bajo la escasa luz de noche, había un muchacho de grandes ojos esmeraldas mirándola en silencio, mientras de su gruesa boca entreabierta brotaba humo espeso de cigarrillo. Lo peor de todo no era su intensa y analítica mirada posándose sobre ella sin permiso; lo peor de todo eran los gestos de su rostro, aquella sonrisa ladina y vanidosa que se ensanchó cuando ambos hicieron contacto. Cuando ambas miradas se tocaron.

Y por algún motivo, esa sensación fue jodidamente electrizante.

Tuvieron que pasar algunos segundos para que Claire reaccionara y desviara la mirada hacia el suelo. Ahora con el rostro humeante en bochorno y cosquillas en el estómago, se giró en su sitio.

—De acuerdo, ya entendí la referencia—agregó por lo bajo, algo sofocada.

—Oh por Dios—incluso Sabrina se había ruborizado—, no deja de mirarte, ¿cuánto tiempo lleva sentado ahí? —musitó y apretó sus labios en una fina línea que pronto terminaría en una risa escandalosa.

— ¿Quién es?

—Te acabo de advertir que no te acerques a esos tipos...

—¿Qué?—las mejillas de Claire ardieron el doble—, no te lo pregunto porque quiera saberlo para otras intenciones. Solo... ¿quién es? por qué está... ¿mirándome?

—No sé quién sea...—Sabrina tragó saliva y mirando a Claire por el rabillo del ojo, cubrió el movimiento de sus labios con la palma de su mano. Muy disimuladamente, masculló:— lo único que sé es que está caminando hacia acá.

Oh no...

—No...—aquella palabra salió abruptamente de los labios de Claire—¿Para qué? yo... uhm, no creo que esto sea una buena idea, de verdad.

—Calma, no te pongas nerviosa. Tal vez solo quiere comprar cerveza, hablar contigo, conseguir tu número, ¡no puede ser tan malo!

—Pero dijiste que me alejara de...

—Sé lo que dije, pero...—abriendo bien los ojos, la morena arqueó ambas cejas—, si vieras lo que yo estoy viendo ahora mismo. Maldición, él es realmente... atractivo.

—Sabrina, yo no...—Claire titubeó—no estoy buscando nada de esto ahora mismo, ¿sí me entiendes? es que... se podría decir que y-yo estoy en una...

—Espera—entonces, Sabrina pareció comprender en el acto y el rumbo de su ánimo dio un giro repentino—, ¿estás tratando de decirme que tienes un novio?

Esa última palabra hizo eco en la mente de Claire. ¿Cómo podría contestar a esa pregunta sin tener que complicarse en el trayecto?

—Uhm...s-sí—musitó por fin, y cuando vio el rostro de Sabrina iluminarse de emoción se arrepintió de haberlo confesado—. Es decir, no. No exactamente. Nos hemos dado un...—no encontró una mejor palabra para describirlo—: un tiempo. Sí, es eso. Así que no me parece adecuado ir por ahí dando mi número, ¿no crees? por más atractivos que sean los chicos de aquí.

—Oh, comprendo. Tú tranquila. Yo te cubriré, a lo mejor y el número lo termino sacando yo—dijo la morena, haciendo un guiño en señal de complicidad—, ¿por qué no vas a dejarle el dinero a las chicas de la otra mesa? yo iré por ahí en un segundo.

Aquellas palabras fueron suficientes para que Claire se lo agradeciera y no lo pensara más para encaminarse lejos de ese lugar. No fue capaz, sin embargo, de retener su natural impulso por darle una última mirada a aquel chico de orbes verdes que tanto había provocado en ella sin ninguna explicación.

En efecto, él continuaba caminando hacia la mesa a pasos calmados. Mientras más se acercaba, la forma imponente de su cuerpo se hacía más visible, dibujándose en una silueta poderosa y varonil. Era alto y corpulento. Y el peso de su mirada seguía recayendo en Claire como un imán. Ya no era más una mirada curiosa, parecía más bien amenazante y acechadora; esos ojos verdes pendían en el límite de lo tenebroso y seductor. ¿Por qué no dejaba de observarla? y por qué... ¿ella se encontraba mirándolo también?

—¡Claire!—fue demasiado tarde cuando Claire notó que alguien caminaba hacia ella con suma rapidez. Su cuerpo y el de la otra chica chocaron de bruces; el impacto dolió un poco—, ¡te he estado buscando por todos lados!

—¿Stacy?—Claire frotó su adolorida frente—, ¿qué pasa?—le preguntó cuando vio que su compañera de cuarto estaba sobresaltada, con la respiración agitada y con una inquietante expresión en su pequeño rostro.

—Me dijeron que vaya a buscarte. Dicen que es urgente, muy urgente—fue lo único que dijo en un primer instante. Y una vez que la velocidad de su respiración se normalizó, logró articular palabra—. Tienes una... visita.


~*~


Quinto piso del edificio principal. Primera puerta a la derecha, oficina de visitas. Eso había sido lo único que Stacy le había dicho.

Claire no dejaba de moverse; jugueteaba con sus propios dedos, caminaba de un sitio a otro por todo el pasillo de oficinas, desataba y ataba su cabello, mordisqueaba el límite de su labio inferior. ¡Dios! la ansiedad estaba acabando con ella. Algo dentro de su corazón pulsaba muy fuerte, una especie de premonición que recorría como electricidad cada extremo de su cuerpo.

Era la primera vez que recibía una visita. Sus amigas las recibían todo el tiempo, de familiares y hasta mascotas. A veces también abandonaban el campus los fines de semana o en fechas festivas para regresar a casa. Claire siempre se preguntaba si ella sentiría lo mismo si alguna vez regresaba a New York para visitar a sus viejos amigos. Aunque su verdadero hogar estaba muy lejos de todo eso, y cada vez parecía más lejana la posibilidad de volver a él.

Mientras esperaba pacientemente afuera de la oficina, el cuerpo de la chica se puso inmediatamente alerta cuando escuchó el movimiento del mango de la puerta desde el otro lado. Segundos después, una mujer adulta y rubia salió a recibirla con una tiesa sonrisa que no hizo más que aumentar el nivel de sus nervios.

—Hola Claire—la rubia mujer, en cambio, estaba muy elegante e impecable. Llevaba un conjunto de oficina y el cabello recogido en un moño enroscado—. Soy Giselle, secretaria general del Decanato de la universidad.

—Mucho gusto—ambas estrecharon manos. Pero el encuentro no disminuía aquella atmósfera de tensión y misterio—, una compañera me dijo que tengo una...

—Visita. S-sí—le habló la mujer, con un semblante neutral, aclarando su garganta—. Antes de entrar, me gustaría poder decirte algunas cosas.

Hubo silencio. Claire sintió que no entendía para nada lo que estaba sucediendo. Esa mujer parecía tener dotes de confianza y mucha seguridad, pero a la vez parecía estar ocultando algo que la hacía temblar interiormente.

Tomando las riendas de la conversación, Giselle encontró serenidad en sus palabras cuando dijo:

—Claire, nadie más sabrá de este encuentro. Será totalmente confidencial. Él ha justificado conocerte, pero realmente no sabemos qué intenciones tiene detrás de todo esto. Así que solo te bastará decir no para que se vaya, nadie te obligará. Pero si por el contrario deseas tener esta visita, debes saber que hay seguridad en cada rincón de este piso. Además, él ha venido resguardado con su propio escuadrón de fuerza, lo están vigilando desde afuera. Así que no correrás ningún peligro al entrar a esa habitación...

Aturdida, Claire sacudió la cabeza.

—De qué... —frunció el entrecejo, podía sentir el pulso a los costados de su sien—, ¿de qué está hablando?

Fue en ese momento donde Giselle, ahora con las manos temblorosas, cogió el mango de la puerta y abrió esta por completo. La oficina de visitas era realmente amplia, con un juego de sofás muy sofistificado, un gran balcón que daba vista al jardín interior del campus y unas elegantes cortinas que cubrían gran parte de este.

A primera vista, Claire no logró ver nada dentro del lugar.

—No entiendo—se quejó, girándose para mirar a Giselle. Empezaba a sentirse abrumada ante todo ese juego de palabras. Podía sentir su corazón apretándose dentro de su pecho, latiendo con desenfreno—. ¿E-esto es una broma?

Supo, sin embargo, que no lo era, cuando los ruidos de unos pasos firmes que provenían del balcón llegaron a sus oídos. Claire sintió su cuerpo entero paralizarse y su corazón hecho un ovillo doler. Ese torrente de sensaciones, ese presentimiento tan electrizante; ese efecto solo era capaz de provocarlo una sola persona en el mundo.

No había nadie que causara lo que él causaba en ella.

—Espero no haber escogido un mal momento.... —fue lo primero que escuchó a sus espaldas. Y Claire habría jurado que se trataba de una broma de muy mal gusto, sino fuera porque aquella grave, profunda y sarcástica voz se le hacía nostálgicamente familiar—. Si hubiera sabido que había una fiesta hoy, probablemente habría escogido una mejor ropa.

Girándose sobre sus tobillos, la imagen de un muchacho de uniforme naranja y camiseta blanca se presentó frente a sus ojos. Y ese rostro ya conocido de ojos almendrados y mirada limpia invadió cada rincón de su alma.

—J-Justin...—musitó Claire, con los ojos muy abiertos. Su boca quedó entreabierta al verlo presentarse frente a ella, tan imponente y naturalmente cautivante. Era y siempre sería un hombre muy atractivo, seductor. No había un centímetro de él que no produjera algún tipo de reacción súbita. A veces Claire olvidaba todo ese poder que tenía; esa combinación entre su voz, su cuerpo y lo que irradiaba con solo estar parado en frente de ella.

Su cuerpo estaba fuerte y trabajado, sus brazos grandes y compactos. Incluso había crecido, estaba segura. El cabello corto como siempre, como a él le gustaba llevarlo. Pero fue la tímida sonrisa que escondía debajo de su rostro herido lo que provocó que las lágrimas fueran instantáneas.

—H-hola Claire...—y cuando el nombre de la chica salió de aquella boca, esa que había besado tantas veces, ninguno de los pudo contenerse un segundo más. 

OK PERDÓNENME, sé que están esperando el momento del encuentro pero les juro que si les ponía esa escena el capítulo iba a hacer muuuy largo, así que tuve que cortarlo sdkjflkjsdlkf u_u. NO SABEN cuánto me costó escribir esto, lo tengo desde hace un mes modificándolo una y otra vez! ha tenido tantos borradores bro, estuve a punto de tener un colapso pero YA ESTÁ. espero les haya gustado y disculpen a mi lazy trasero, de verdad he tenido unos meses complicados pero la historia está de vuelta :)


PREGUNTAS BITCHES


1. ¿Parte favorita del capítulo?

2. Qué opinan del chico que apareció misteriosamente en la fiesta omg

3. Claire y Justin tendrán ESA conversación esperada en el próximo capítulo sSDFSKLG PEEEROO ¿será todo amor y arcoiris entre ellos? ¿SEGUIRÁN JUNTOS?

4. CLAIRE SIGUE AMANDO A JUSTIN?

5. JUSTIN SIGUE AMANDO A CLAIRE? ahre eso sí

El usuario que comente más este capítulo tendrá una dedicación en el próximo <3.

VOTEN Y COMENTEN MUUCHO PARA PODER COLGAN EL SIGUIENTE, LOVE YOUUUUU. S.

Posdata: síganmen en mi instagram _skynothelimit, subo adelantos, edits, videos y cualquier cosa relacionada al fic :)

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