LA ASISTENTE ©

De NinaColman

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Alex es un exitoso empresario, millonario y casado con la mujer perfecta o eso creía hasta que la encuentra e... Mais

LA ASISTENTE ©
Elenco
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capitulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
NOTA
Capitulo 42
Capítulo 43
capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
NOTA IMPORTANTE SOBRE LA AUTORA
Capítulo 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
Capítulo 56

CAPÍTULO 55

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De NinaColman


Jenna sintió lastima por la situación, lo había estado deseando y fantaseando por tanto tiempo el "casarse" con Alex y ahora él se lo soltaba en esas circunstancias. Se quedó mirándolo sin expresión alguna; quería saltar a sus brazos y decirle que ella también quería casarse con él, pero algo no la dejaba y ese algo era "Angelina"; Emma y Roberts simplemente permanecieron en silencio al igual que el viejo chismoso que la había regado como a una planta.

-¿Sabes lo mucho que había estado soñando con este momento? -Jenna le sonrió con sinceridad mezclada con tristeza -pero tu propuesta no hará cambiar las cosas, no puedes comprobar la certeza de tu historia con simples palabras.

Alex suspiró y miró el techo con fastidio y luego a ella. -¿Cómo quieres que te haga creer en mi historia? Ya te he explicado mi parte y es la que cuenta -se encogió de hombros, restándole importancia al asunto. Ya estaba cansado de andar dando explicaciones a cada rato, él tenía un hijo enfermo que lo necesitaba, no podía seguir con los dramas. -; si quieres creerle a Emma... -la nombrada lo miró con los ojos bien abiertos, dispuesta a saltarle encima como una fiera -o a mi hermano o incluso a mi hijo -soltó una risa seca mientras jugaba con el pie en el piso -es tu problema, yo no puedo demostrarte lo contrario... ¿Cómo lo haría? ¿ir a buscarte a Japón?

-¿Japón? -cuestionó Jenna, confundida. No sabía de que estaba hablando ¿por qué Japón?

-Si, en lo de tu prima...

Jenna indagó entre sus recuerdos ¿Japón? ¿Japón? ¿en que momento le había dicho que iría a Japón? Había dicho tantas mentiras hoy que ya ni recordaba cual era cual.

-; además de eso tengo a mi hijo muriendo de cáncer, Jenna -dijo con dolor volviendo a mirar el suelo con una sonrisa triste. -. No puedo ir hasta tu puerta con ramos de flores, regalos y serenatas para hacerte cambiar de opinión teniendo que ocuparme de mi hijo y de mi empresa.

Nuevamente Jenna se sintió como una maldita hipócrita, realmente estaba esperando que Alex hiciera todo eso para hacerle creer su historia; que infantil. Todo lo que él estaba pasando y ella cargándole con más problemas innecesarios.

Era simple: no creerle y alejarse de él o creerle y permanecer a su lado con Fede y su futuro bebito.

Alex levantó la mirada hacia ella, con un nudo en la garganta, le dolía toda aquella situación, no quería perderla, no quería que se fuera de su vida en el momento que más la necesitaba. Soltó otro suspiro y sintió como la garganta le raspaba. -Si quieres irte no tengas miedo de quedarte en la calle, porqué te alquilaré un departamento, hasta que encuentres otro trabajo o si prefieres volver a la mi empresa.

Los ojos de Jenna se cristalizaron, él se estaba ofreciendo en pagarle el alquiler si se decidía ir de su lado. Él era un buen hombre, no había dudas de eso. Si decidía marcharse por no creer en su palabra, estaría perdiendo un gran hombre.

"Jenna deja los dramas por un momento" escuchó su voz interna hablarle.

-Me siento como una perra hipócrita -Jenna bajó la cabeza, avergonzada -. Te estoy causando tantos problemas por nada -su voz tembló, mierda, tenía unas ganas inmensas de llorar nuevamente.

Alex la miró por un segundo; Jenna estaba sufriendo con sus problemas internos y a él le dolía, no le gustaba verla mal. Se acercó y la tomó de la barbilla, levantándole el rostro y haciendo que sus miradas se cruzaran. Él se perdió por un momento en su mirada.

-Aún eres una "niña" -dijo con dulzura -pero puedes cambiar, puedes madurar y yo te ayudaré, pero solo si quieres cambiar realmente.

-No quiero que Angelina sea un problema entre los dos -confesó dolida, aún tenía dudas sobre lo que había visto pero necesitaba creer en su palabra.

Alex negó con la cabeza. -Ya me ha dado el divorcio, ya no será un problema.

-¿Ya no la quieres? -preguntó, necesitaba asegurarse. Necesitaba ver en su mirada la verdad.

-Ya no la quiero.

-¿Lo juras?

-Lo juro.

No había culpa en la mirada de Alex, no había remordimiento, no había mentiras, le estaba diciendo la verdad. Ella sonrió con alegría, al fin tendría una familia; Alex, Fede y su futuro bebé.

Alex miró aquella sonrisa hermosa que tanto adoraba. Acercó sus labios a los de ella y se fundieron en un romántico beso, olvidándose de los presentes.

-Emma... -dijo Roberts.

La mujer lo miró y él atrapó su rostro entre sus manos y le robó un beso. Ella simplemente se encogió de hombros y le siguió el beso. El anciano hizo un ademan con la mano y se metió dentro de su casilla.

***

Zoey estaba de brazos cruzados y con el entrecejo fruncido, con la cadera y el hombro derecho pegados al marco del portal de su casa; estaba molesta por la situación. Les había contado a sus padres sobre su embarazo, estaban contentos por la noticia, pero su padre le había pedido que trajera a Ryan para cenar, lo querían conocer y amenazarlo con que se hiciera responsable de la criatura. Además, estaba preocupada por Jenna, había ido hasta el lugar de encuentro y ella no se encontraba ahí, le había dejado un par de mensajes y una llamada perdida.

Ella rodó los ojos y resopló histérica. -¿Quieres quitar esa cara de idiota? -no estaba de buen humor, estaba preocupada por como Ryan fuera a reaccionar.

-Es que no me lo puedo creer... -dijo Ryan con la boca abierta y recostado por el barandal que rodeaba la casa, bajo el porche. -¿Tus padres quieren conocerme? Eso significa que les has hablado de mi -los ojos le brillaron de la ilusión -¿bien o mal? -se preocupó de repente, conociendo el temperamento de Zoey no sería una sorpresa.

Zoey cerró con fuerza los ojos, estaba aterrada, no sabía como darle la noticia a Ryan, no quería que lo tomara mal y se fuera, dejándola sola, convirtiéndola en madre soltera; si se atrevía a sacar un pie fuera de su casa tenía que tener por seguro que ella lo arrastraría de los testículos.

Se acercó a Ryan con desesperación y lo tomó de los brazos. -Ryan, tu no entiendes... tengo que decirte algo importante -se mordió el labio inferior, completo, con fuerza.

Ryan la tomó por los hombros y ella a él. Le sonrió con inseguridad y con el entrecejo fruncido, no entendía por qué ella estaba actuando de esa forma y le causaba intriga eso tan "importante" que tenía que decirle. Además, seguía consternado con la sorpresa de que sus padres lo querían conocer ¿no era ella quien dijo que, primero se irían conociendo y ver que sucedía en el tiempo? Después que ella no le contestase los mensajes por unos días, no esperaba recibir su llamada, lo había tomado muy de sorpresa aquello y sin decir cuando le dijo lo de sus padres.

-¿Ya... somos novios? -se adelantó en preguntar antes de que ella soltara ese tema "importante".

-No, Ryan...escúchame.

Él borró su sonrisa y la miró con los ojos entrecerrados y confundido. Estaba totalmente perdido en el tema. -Entonces... ¿por qué me quieren ver tus padres? -arrastró las palabras con cierta desconfianza.

Zoey agachó la cabeza y respiró profundo, sin soltarle de los hombros ni él a ella. Había tenido una hora de tiempo antes de que Ryan llegara hasta su casa más cinco minutos desde que había llegado para imaginarse en la forma en la que le podía dar la noticia: estoy embarazada. Era sencillo pero las palabras parecían estar estancadas como un nudo en su garganta.

-Ryan yo estoy...

La puerta se abrió de golpe sobresaltando a ambos, Zoey giró la cabeza hacia la persona que acababa de salir y tragó duro.

-Papá -dijo, dejando los hombros de Ryan y encarando a su padre. Lo miraba con miedo de que le soltara la noticia. No les había comentado a sus padres que Ryan no estaba enterado aún de la noticia.

-¿Ryan? -preguntó su padre, sonriendo amablemente.

Ryan miró al hombre de pelo blanco con una alopecia en medio de la cabeza y algo panzón, su sonrisa le dio algo de confianza, aún así no sabía qué diablos estaba haciendo ahí. Estaba nervioso y un poco asustado ¿para que mierda lo citaron? ¿le cortaría los testículos por gustarse de su hija? ¡¿Qué estaba sucediendo?! Se aclaró la garganta antes de hablar.

-Señor Mayer... -sonrió y dio algunos pasos para quedar frente a él, tendiéndole la mano -. Es un placer conocerlo... -dijo aturdido, mirando sobre su hombro a Zoey en busca de "ayuda" mientras el hombre apretaba su mano. No sabía que más decirle a su padre: ¿Qué estaba flechado por su hija? ¿Qué era un pretendiente? ¿si quiera era válido hablar sobre los encantos de Zoey?

-El gusto es mío ¿Cómo estuvo tu viaje? ¿hubo mucho tráfico?

Con cada palabra que daba el hombre, se sentía más nervioso, como si en cualquier momento le preguntaría algo del cual no conocía la respuesta.

-Nada, las calles están casi muertas, ya no es horario laboral así que es más tranquilo manejar así.

-Entiendo... -dijo cruzándose de brazos y borrando lentamente su sonrisa.

Si Ryan se había sentido nervioso antes...ahora estaba malditamente aterrado ¿Por qué demonios el hombre le miraba con esa expresión? El hombre apenas sonreía, mostrando los tres dientes del costado ¡esa no parecía una jodida sonrisa! Y la de él se había convertido en una de terror. Miró nuevamente hacia Zoey ¿Por qué no se movía la condenada? ¡Se estaba cagando en los pantalones y ella que solo miraba! Ella lo miró y él aprovechó para hacer un leve gesto señalando con la boca y los ojos hacia su padre...y ella pareció reaccionar "¡Alabado sea el cielo!" se gritó mentalmente.

-Em papi... -Zoey lo llamó con cautela y se colocó a su lado, eliminando aquel silencio incómodo y tratando de apaciguar el ambiente pesado.

Su padre parpadeó un par de veces antes de volver a la realidad y Ryan al notar aquella expresión imaginó que el hombre estaba perdido en sus pensamientos de como ofrecerlo para la secta satánica.

Su padre soltó una carcajada. -Disculpen, tengo muchas cosas en la cabeza. Pasemos, por favor, la cena está servida -dijo señalando hacia la puerta abierta.

Zoey expulso el aire contenido por la nariz. Estaba jodida, no jodida, jodidisima... no le había podido decir a Ryan sobre su embarazo.

-Ryan... -Zoey señaló la puerta para que entrara primero.

Él la miró con advertencia antes de atravesar la puerta, no sin antes dedicarle una sonrisa casta y forzosa al hombre. Zoey se colocó a lado de él mirando como su padre cerraba con lentitud la puerta.

-¿Por qué quiere asesinarme tu padre? -masculló en susurro, tomándole del brazo a Zoey. Sin apartar la mirada del hombre.

Ella le dio un suave codazo en las costillas para que le soltara y lo hizo cuando su padre se giró hacia ellos. Ambos le regalaron una enorme sonrisa forzada.

El hombre frunció el entrecejo. -¿Todo bien chicos?

Ryan asintió un par de veces antes de responder. -Excelente, señor... ¡Mmm! Eso huele exquisito -se refirió al olor que venía de la cocina mientras se tocaba en círculos la pansa, trataba de ser cortés.

Zoey lo miró de reojo y se dio mentalmente una palmada en la frente, él estaba haciendo el ridículo y la estaba avergonzando.

-Seguro que si -dijo el señor Mayer -. Pasemos... -señaló hacia el comedor de la casa.

Ryan y Zoey no evitaron darse una ultima mirada antes de girar sobre sus talones y caminar por el corto pasillo hasta llegar a la entrada del comedor, seguidos por su padre desde atrás.

Entraron a la cocina y vieron a su madre de espaldas, frente a la cocina, forzando algo.

-Jodida mierda... -su mamá masculló.

Zoey se aclaró la garganta haciendo notar su presencia.

-Mamá -la llamó en un hilo de voz.

La mujer de cabello blanco con peinado voluminoso, se giró con una olla y una espátula en mano, se quedó boquiabierta cuando se dio cuenta de que ya había llegado el muchacho.

-¿Qué... te has hecho? -preguntó Zoey, con los ojos entrecerrados. Antes de salir a recibir a Ryan su madre estaba vestida con otro atuendo y no con el pantalón y la chaqueta blanca que estaba utilizando ahora, y ni que decir de su peinado voluminoso.

-Me he arreglado un poco -dijo sin pestañear - ¿Eres Ryan?

-Si, señora Mayer. Un placer conocerla -sonrió al otro lado de la mesa redonda, el cual se encontraba en medio del comedor.

Su madre le dirigió una sonrisa coqueta a Ryan y luego a su hija a quien miró de pies a cabeza de forma picara.

-Zoey... que suerte tienes. Es guapísimo el joven.

-Mamá... -gruñó avergonzada. ¿Por qué le insinuaba eso ahora? Le había dicho que no eran pareja ¿Por qué le avergonzaba así?

Ryan sonrió orgulloso. -Ya vi de donde ha sacado Zoey toda su belleza... -dijo entrando en confianza, rodeando el hombro de la chica con un brazo.

Zoey se quedó tiesa con el acto de Ryan ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿se había olvidado acaso que su...?

El señor Mayer aclaró la garganta a sus espaldas y Ryan inmediatamente liberó el hombro de Zoey y dio un paso hacia el costado, dando paso al hombre.

El hombre pasó en medio de ellos dos. -Monika ¿Qué pasó con la cena?

La mujer lo miró con los ojos entrecerrados, dejó la espátula dentro de la olla y llevó la mano a la cadera. -¿No te he dicho que te quedaras unos minutos cuidando los macarrones?

El hombre miró con vergüenza a Ryan y a su hija y luego el suelo.

-Y-yo... salí a recibir al muchacho -se excusó.

Monika negó con la cabeza y frunció el ceño mirando dentro de la olla. -Bueno, ni que se haya quemado tanto... -se encogió de hombros.

Ryan trataba de calmar su tos con el vaso de agua que le habían servido; demonios, prefería pasar un mes sin sexo que comer eso, no podía soportar el sabor a quemado en su paladar. Los padres de Zoey lo miraban atentos y con curiosidad ¿Cómo demonios ellos podían comer tranquilos sin sentir asco?

-¿Estás bien, cariño? -la mujer le preguntó, preocupada.

Ryan se dio unos puñetazos en el pecho para calmar la tos y poder hablar. -Si, se me fue un trocito quemado en la garganta, nada de que preocuparse -dijo con ironía disfrazada.

-Bien -sonrió la mujer -¿Cómo conociste a nuestra hija? Ryan -preguntó interesada.

Ryan le miró a Zoey, quien estaba sentada su lado; preguntándole con la mirada si podía hablar, ella afirmó con la cabeza.

-Bueno... -dijo mirando a la mujer, que estaba sentada frente a él, a lado de su marido quien estaba sentado en la punta -. Ella trabaja en la empresa de mi amigo y pues me acerqué para preguntar por mi amigo y ahí fue donde -no sabía que decir -formamos una amistad.

-¿Hace cuánto se conocen?

-Hace pocos meses, dos o tres.

El señor Mayer ahora comenzó con un ataque de tos y Ryan se tapó la boca con la mano disimuladamente para que no vieran su sonrisa "seguramente se atragantó con un trozo quemado" pensó; no debía, pero le alegraba que sintiera ese pedazo quemado por el odio sin sentido que su padre le había cogido.

-Tome agua, le ayudará -dijo Ryan, cogiendo su vaso y bebiendo lentamente mirando como la mujer le daba pequeños golpecitos en la espalda a su marido, este no dejaba de mirarlo.

La mujer miró a Ryan con una sonrisa sin dejar de golpear la espalda de su marido.

-¿Y cómo te sientes Ryan, por el hijo que esperan? -preguntó emocionada.

Se atragantó con el agua que comenzó a derramar por la boca, por la nariz y hasta por el culo, por si no fuera poco.

***

Chicas las quiero *-* ya está llegando a su final la historia...

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