Amor De Cristal

By Temoltzinmaria1

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En edición Helena Hamilton es una chica tierna e inteligente. Sin embargo odia la vida social a la que esta s... More

Nota De Autor
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
capitulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo final
Epílogo
Aclaración

Capítulo 40

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By Temoltzinmaria1

—Tu me hiciste sentir especial cuando a nadie le importaba. Tu me diste amor y con amor debía regresarlo, yo soy tu reflejo y mientras tú me ames yo te amaré.

Me recoste sobre su pecho escuchando su respiración, pero su voz volvió a romper la tranquilidad que su respiracion me generaba.

—Esta mañana fui a ver a ileana.

Su revelación me hizo levantarme bruscamente para mirarlo de frente.

—¿Porque?

—Porque necesitaba hablar con ella, saber que es lo sabe sobre lo quiere su hermano.

—El consejero Burckhardt ya la interrogó, no había necesidad de que fueras a verla— interpuse disgustada.

—No es lo mismo que yo lo haga a que el consejero Albrecht lo hiciera—expreso con firmeza— me habló sobre la ideología psicópata que tiene en mente su hermano. Pretende conquistar nuestro reino, asesinarnos y darle como obsequio de bodas nuestras cabezas a su prometida.

—¿Porque haría eso?—cuestione perpleja.

—No lo sé, eso fue lo que dijo Ileana, intentó justificar las acciones de su hermano diciendo que esa mujer le envenenó la mente y le llenó de ideas extrañas para atacarnos, pero estoy seguro que Dimitri lo tenía planeando de hace mucho tiempo, sólo necesitaba un incentivo para hacerlo. Ya no reconozco a ese hombre.

—Ahora que me dices eso, tengo miedo de que vallas y lo enfrentes

—Helena— dijo acercándo mi cuerpo hacia su pecho— no tengas eso en mente, sólo olvidate de la guerra en este momento.

***

Un mes despues, una vez que William se sintio en condiciones de partir, se organizo una ceremonia con tal solemnidad y magnificencia en la cual hombres, jóvenes, ancianos, niños y mujeres de toda índole se reunieron para despedir al rey con la elegancia que merecía tal celebración y con la esperanza de que venciera en la batalla. Hubo entonces demasiadas cortesías, complacencias y demostraciones de respeto, los ancianos tan generosos así como los jóvenes tan afables. Sin embargo mi corazón se sentía abrumado, temeroso y angustiado. No había ninguna certeza segura de que William y su ejército vencieran, pero él estaba determinado a hacer lo que fuera para no defraudar a ninguna persona que depositaba en él todas sus esperanzas. Entonces trate de mantenerme fime y dejar que el tiempo corriera, trate ante todo recurrir a la seguridad que William parecía transmitir. Procure adoptar una actitud más serena confirmando a todo el que me llegara a mirar que no había nada de que preocuparse sosteniendo una sonrisa en mis labios. Este día era memorable pues el reino no había presenciado un día tan alegre desde que la guerra comenzó, y efectivamente había tanto fervor a las convicciones y anhelos de todos,que no podíamos permitirnos fallar.

Me permití admirar las sonrisas de mis súbditos y entre la multitud noté rostros muy familiares que me llenaron de más alegría y aquellas angustias que apretujaban mi corazón, desaparecieron.

-Su majestad- entonaron en coro haciendo conforme a la ocasión una señorial reverencia. Mi madre se mostraba orgullosa y por supuesto Lady Katherine acompañada de su esposo sir Archer, también se notaban alegres.

-Ha pasado tanto tiempo sin vernos querida Helena- se atrevió a decir Katherine olvidándose de la formalidades- Es tan agradable verte de nuevo y tan feliz.

No me sentía tan feliz, podría serlo si está guerra terminara y William no tuviera que marcharse, pero si tenía la obligación de hacer algo ese día seria mantener la calma y contagiar de mi serenidad y sonrisas a todos a mi alrededor.

-Ha sido un largo tiempo, el palacio no sido el mismo sin ti.

-Estoy segura que tú presencia le ha dado más vida al palacio que la mia- giro la vista hacia donde se encontraba William charlando con algunos generales y caballeros de la corte- notó a mi hermano diferente y todo es gracias a ti, desde que te conoció su carácter ha cambiado.

-Eso mismo le iba a expresar yo- dijo sir Archer interrumpiendo a su esposa- creo que todos en este salón podemos notar que sus Majestades parecen estar hechos el uno para el otro a pesar de no conocerse debidamente antes de contraer nupcias.

-Habrá bastante tiempo para que se conozcan mejor-aseguro la voz de mi madre haciendo acto de presencia en nuestra pequeña conversación- cuando termine esta absurda guerra podrán tener más tiempo para tratar temas que sólo un matrimonio debe tener, como por ejemplo el concebir un heredero al trono.

-Me temo querida-dijo lady Katherine- que tú eres la única que no se ha dado cuenta cuán enamorados están, estoy completamente seguro de que en cuanto nuestro rey vuelva, habra muchos pequeños que cuidar.

-Les agradezco que nos visiten ahora que William debe irse- dije un tanto entristecida, en ese momento note que todos se miraban entre sí.

-Estamos seguros que el rey tiene ya la victoria asegurada, confiemos en él y en los generales que lo acompañaran.

Quería tener fe como todos los demás, creer en una victoria, pero había algo, un extraño sentimiento que no me dejaba tranquila, tal vez era porque William había descrito a su antiguo amigo como un hombre sanguinario.

Repentinamente el sonar de unas trompetas nos indicó que era la hora en que William tendría que partir al frente de su ejército. Los invitados se apresuraron a llegar a los balcones y ventanas para despedir al rey.

Mi familia y amigos esperaron a mi lado hasta que William llegara por mi. Vestía un uniforme militar de color negro, su espada y una capa roja además de su corona, entonces una vez que llegó frente a mi, él se arrodilló.

-Mi reina- exclamó con cierto aire de respeto con el que jamás me había hablado antes- pido su bendicion para proteger a este pueblo de la injusticia y la traición que ha cometido nuestro aliado, el pueblo de Cromenia. Hoy prometo firmemente ante sus pies que volveré con la cabeza del traidor en una bandeja de oro puro en compensación por la vidas que ha arrebatado. Debo ir en busqueda del honor y la libertad que nuestro pueblo clama, te suplico que en mi ausencia consueles a nuestro reino, lo protejas y ampares de cualquier mal que amenace sus vidas, te pido que gobiernes y demuestres a las grandes naciones la gloria que por derecho nos pertenece.

Inmediatamente los hombres que lo acompañaban se arrodillaron frente a mi agachando la mirada hacia el mármol pulido.

-Reciba mi bendición,majestad, que Dios todopoderoso los proteja y guíe en la batalla para alcanzar la victoria y que se apiade de ustedes para regresar a salvo a su hogar.

Hice una señal bendiciendolos, todos los presentes aplaudieron y el rey en ese momento levanto la orilla de la falda de mi vestido y la beso.s segundos después él y sus generales se levantaron.

William sonrio complacido y me tomo de la mano. Todos hicieron una reverencia mientras caminábamos hacia la salida del gran salón, me percaté de la grandeza del gran ejército real del reino. Éste ejército se había mantenido al margen de la batalla que se estaba librando en Hofburg ya que este gran ejército sólo podia avanzar por orden y compañía de William o mia, si así fuera requerido.

Sobre el camino que llevaba hacia la ciudad había miles y miles de hombres a caballo y cientos de ellos a pie con estandartes de color azul con el escudo de la familia real.

-Te escribiré- susurro muy cerca de mi- te mantendré informada de lo que sucede.

-Te voy a extrañar- le contesté apretando la mano con la que me sujetaba.

Se detuvo imprevistamente y los generales que nos seguían hicieron lo mismo.

-Siento que estoy dejando parte de mi corazón contigo, estare en el campo de batalla, pero mis pensamientos siempre estarán aquí, siempre pensando en ti-dicho esto se acercó y colocó un beso en mi frente. Avanzamos hacia las escaleras, los generales se adelantaron en ese momento tomando sus caballos y esperando al rey a que se despidiera de mí.

Dos sirvientes acercaron su caballo, un semental negro que traía ya la silla de montar del mismo color que su pelaje, William tomo las riendas y giro hacia mí.

-Procura mantenerte feliz- dijo-si tu estás feliz las personas supondrán que todo marcha bien. Necesito mucho de ti ahora, desearía que estuvieras conmigo siempre pero ahora debo marchar.

En un precipitado movimiento me beso, fue un beso dulce y amargo a la vez, aquello no duro mucho porque su deber clamaba por él. Subió al caballo, me miro melancólicamente desde aquella altura y vi sus labios articular la palabra "Te amo" nadie más se dio cuenta de ello.

Miro a su alrededor y luego me miro, antes de que marchara saque un pequeño pañuelo blanco y comencé a ondearlo mientras su caballo avanzaba rápidamente por el camino donde su ejército esperaba. Mis lagrimas afloraron porque no sabía el destino que tendríamos.

Los generales avanzaron detrás de William e hicieron una formación admirable. Inmediatamente se escucho una ovacion, todos festejaban mientras yo sufria con su partida.

Cuando su figura desaparecio de mi vista, subí las escaleras y lady Katherine se aproximo para tomar el lugar a mi derecha que William había dejado vacío.

-No llores Helena- trato de consolarme- confía en él, lo prepararon toda su vida para situaciones como ésta, tal vez nuestro padre no fue excepcional, pero mi hermano tiene la determinación y la fuerza para cumplir con la promesa que te acaba de hacer. No regresara hasta que termine con su cometido.

-Confío en él, pero tengo miedo.

-Todos lo tenemos, pero no podemos demostrar debilidad, tu más que nadie debería saberlo. Si amas a tu esposo, escucha sus palabras y sus consejos, si te ha pedido proteger a su reino hazlo, y por ti misma, hazlos creer en el valor para superar sus miedos porque siempre habrá algo más importante que el miedo.

Lady Katherine limpio mis lágrimas, me miro con firmeza, tal vez en toda mi vida jamás me había mirado de esa manera.

-Se fuerte, sé fuerte por tu esposo y sé fuerte por todos nosotros.

Habían transcurrido tres semanas sin ver o escuchar a William, pero los rumores de la guerra habian llegado hasta mi. Gracias a la participación del gran numero de soldados que habian partido en compañia de William, el enemigo habia retrocedido.

Tal y como lo habia prometido, William me escribió cartas, una cada tres o cuatro días dependiendo del avance del mensajero. Aveces en sus cartas ni siquiera me informaba de lo que sucedía, eran más bien cartas de amor y consuelo, a lo cuál yo respondia de la misma manera, sin embargo, solía hacerle algunas preguntas sobre cómo se encontraba y sobre el avance de nuestro ejército. William se limitó a no responder mis preguntas y eso me frustraba, luego comprendí que tal vez no deseaba preocuparme, pero los periódicos eran una gran fuente de información que las palabras del rey mismo.

Crei que estaba preocupandome demasiado, ya que ocasionalmente me daban leves dolores de cabeza antes de dormir. Seguramente se debia al estres acumulado por mis nuevas obligaciones a causa de la ausencia de William, sin él dirigiendo el reino debia ser yo la cabeza de todo, no podíamos dejar que el reino se paralizará por completo debido a la guerra. Gracias a la ayuda de los pocos políticos que aún permanecían fieles a mi y a William pudimos rehabilitar las actividades cotidianas de algunas partes del país.

Aveces me sorprendia a mi misma el cansacio de mi propio cuerpo, llegué a quedarme dormida a la hora del té mientras la condesa me daba su reporte cotidiano sobre los acontecimientos que ella consideraba relevantes. Estaba tan agotada que a veces dejaba de escuchar las quejas y sugerencias de los parlamentarios que usualmente acudian a mi con problemas. Mi mente viajaba lejos de estos muros y buscaba en lo más lejano del reino el lugar donde se libraba la batalla, en mis pensamientos yo estaba con William, en la tragedia y en la más terrible perdida.

Mi madre considero quedarse en el palacio, al igual que Katherine y su esposo, al menos con ellos a mi lado, los dias ya no eran tan largos y mis obligaciones menos tediosas. Katherine me acompañaba a dar paseos por el jardín, su conversación me hacia olvidarme de todo, contándome siempre de lo hermoso que se habían vuelto los jardines de su casa gracias a un par de árboles de durazno que habían mandado a plantar, esperaban que diera frutos la siguiente primavera. Aunque cada tema, por así decirlo, era insignificante ante los problemas que me aquejaban, disfrutaba de su compañía.

Descubri que mi madre había ocultado que habia dejado de recibir cartas de jane y mi padre, excusaba a mi hermana culpando a la guerra. En su estadia en el palacio, se molestaba en llevarme una tazas de leche caliente cada noche, aunque era un tanto extraño recibir atención maternal de su parte, para agradecer su gesto de amabilidad, innecesaria, pero no mal recibida, aveces le comentaba los atuendos que había usado la condesa y algunas de mi damas en la semana. Mis temas de conversación le generaban alegría instantánea, aveces se quedaba hasta una hora y media criticando a las mujeres que veía a su paso por el palacio.

Finalmente Sir Archer, era un hombre menos conversador, pero solía hacerme algunos cumplidos y sugerencias durante los desayunos. No me sentía tan sola con ellos siempre a mi lado, inclusive la cartas de William, aunque me preocupaban de cierta manera, nunca olvidaba decirme cuánto me ama y cuánto me extraña.

La duquesa Sofia se había vuelto más y más lejana a mi persona, siempre estaba indispuesta a la hora de los desayunos, comidas y cenas. A pesar de la insistencia de mi madre, no acepto ninguna de las invitaciónes para tomar el té juntas, se había vuelto una mujer tan apática y uraña que apenas podía reconocerla. Me sorprendió tanto no verla en una de las reuniones que los consejeros habían solitado para la familia real, es decir, ella y yo. Por alguna razón que no lograba comprender, la duquesa había olvidado el amor que le profesaba a su amado protocolo.

Cierta mañana, mientras desayunaba, me llegó un aroma que me resultó desagradable, tuves nauseas que me hicieron perder el apetito, lamentablemente ya no pude quedarme a platicar un poco con Sir Archer. Intenté sentirme mejor llendo como siempre al jardín con Katherine, pero una vez ahí, el olor del césped acrecentó mi malestar. Katherine se dio cuenta de ello, pues mi rostro había palidecido por completo y no podía ocultarlo.

-¿Quieres ir a dentro?- sugirió tomandome del brazo y llevándome directamente hacia donde la condesa nos esperaba. Por supuesto, en cuanto me vio igualmente se alarmó por mi aspecto.

-Deberiamos llamar a un médico- dijo alarmando a todo el mundo.

-Estoy bien- dije tomando una gran bocanada de aire del interior del palacio. El olor que había a mi alrededor era un aroma a rosas y eso no me provocaba ningun malestar- sólo necesito descansar.

-¿Lo cree conveniente, majestad?

-Por supuesto- dije tomando la iniciativa de caminar hacia la gran escalera que llevaba hacia mis aposentos. Todas las mujeres se quedaron viéndome desde lejos extrañadas de mi actual estado de salud, pero lo que menos quería era preocupar más a la gente a mi alrededor, con la guerra era más que suficiente.

Repentinamente al pisar el primer peldaño me invadió una extraña sensación de mareo, caí sobre el escalón esperando se terminará la sensación.

-¡Majestad!- alguien grito asustándome. Rapidamente, como si estuviera un gran arsenal de mujeres cerca de mi, oí el sonido de sus tacones aproximándose. Una vez que el mareo se disperso note que un guardia habia evitado que cayera, la condesa angustiada le ordeno llevarme a mis aposentos.

Pocos segundos después llegó la Condesa y Katherine.

-Gracias- le dije al hombre. Él se ruborizo e hizo una reverencia antes de marcharse.

-¿Como se siente?- cuestióno la condesa con obvia preocupación en su expresión acercandose a mí.

-Mejor- admiti encogiendo los hombros esperando un regaño de su parte.

-No se preocupe, el médico vendra en poco tiempo ya hemos mandado a un guardia por él

Asentí y me recoste sobre uno de los grandes almohadones. cerré lo ojos y esperé. Poco tiempo despues el médico, aunque claro esta, se trataba de mi, la reina y el hecho de caerme era un hecho trágico para cualquiera en el palacio.

Era un hombre de mediana edad, era uno de los médicos que había tratado a William cuando llegó herido. Por lo que podía dejar mi salud en sus manos, hizo un chequeo minucioso, concentrándose en mi estómago, ya que le había mencionado que mis malestares habían comenzado desde el desayuno.

El médico aún no había determinado que era lo que me sucedia, y entonces pidió que desistieran y me colocarán la bata de dormir para que tuviera mejor acceso a mi estómago. La condesa se apresuró en su tarea, no costo más de diez minutos, volví a la cama y me recoste. El médico tocó mi vientre, alejándose del área de mi estómago, posteriormente tocó mi muñeca tratando de encontrar mi pulso y luego observo su reloj bolsillo e hizo una mueca extraña.

Segundos después, guardo todo en su lugar y se reservó el diagnóstico hasta que la condesa pregunto por mi estado de salud.

-¿Es algo grave?

-No, por supuesto que no, nuestra reina esta en cinta.

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