LA ALPHA

By amarna20

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Un aroma a chocolate y vainilla me hizo detenerme, invadió mis sentidos, tenía un ligero toque a menta y dura... More

EL COMIENZO...
CAPITULO 2.
CAPITULO 3.
CAPITULO 4.
CAPITULO 5.
CAPITULO 6.
CAPITULO 7.
CAPITULO 8.
CAPITULO 9
AVISO
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULO 28
CAPITULO 29
CAPITULO 30
CAPITULO 31
CAPITULO 32
CAPITULO 33
CAPITULO 34
CAPITULO 35
CAPITULO 36
CAPITULO 37
CAPITULO 38
CAPITULO 39
CAPITULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPITULO 43
CAPITULO 44
CAPITULO 45
CAPITULO 46
CAPITULO 47
CAPITULO 48
CAPITULO 49
CAPITULO 50
AGRADECIMIENTOS.

CAPITULO 1.

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By amarna20

(Arcadia en la imagen)


20 años después...

Siento mis pulmones arder, sin embargo no podría sentirme más libre como ahora.

Mi pelaje blanco se mueve al ritmo de mi velocidad y mis ojos, dos grandes luces plateadas reflejan el brillo de la luna llena. Sé que mi hermano Héctor viene detrás de mí.

Llegue al río que cruza el bosque de nuestro territorio, tome impulso y de un solo brinco logre atravesarlo.

Al cumplir los quince años, todo licántropo realiza su primera transformación, sellando el vínculo entre su alma humana y su alma lobuna. Conoce por primera vez a su lobo.

Cuando se está en forma lobuna nos podemos comunicar con los demás lobos de la manada de manera telepática, como si se tratara de una sola conexión entre cientos de individuos, lleva tiempo poder dominarlo, tener el control y decidir con quien hablar, pero cuando lo logras, es increíble.

A mi loba la escuché a temprana edad, tenía doce años, era como si hablara con otra persona dentro de mi mente, sin embargo no la conocí hasta llegar a los quince. Su nombre es Hazel y es preciosa. El lobo de mi hermano se llama Darius, es negro con dos grandes ojos amarillos que parecen tener fuego dentro cuando te miran.

-No es justo.- habla Darius, el lobo de mi hermano.

-Qué?.- pregunta Hazel, mi loba.- Sé buen perdedor Darius.- pude notar como el pelaje negro de su lomo empezaba a erizarse, sé que se molestó, ese era el punto. Hayzel sacudió su melena, deshaciéndose del rocío nocturno, mojándolo a él también.

Se lanzó sobre mi loba, directo a su cuello, pero sus reflejos interrumpieron su acción. Se hizo a un lado rápidamente y le propino un golpe con la cabeza en su costado, por lo que va a dar directo contra un árbol, partiendo su tronco por la mitad.

Mi loba empieza a mover la cola como si fuera una cachorra, quería jugar con él. Escucho la carcajada de mi hermano.

-Feliz cumpleaños!.- digo divertida. Hoy cumplimos veinte años mi hermano y yo. Somos mellizos, soy mayor que el por dos minutos, pero a pesar de ser mellizos e hijos de un Alpha de linaje puro, solo uno de nosotros heredo esa característica. Yo.

Padre nos ha dicho que un lobo alcanza su madurez física, emocional y sexual al cumplir los veinte años, es decir, habrá alcanzado su máxima fuerza.

En mi caso, por ser Alpha seré mas fuerte, rápida y grande que el resto de la manada, incluso que otros Alphas. Eso se debe a que mi padre es descendiente de la línea directa del primer hombre lobo "Licaón", que habito en Grecia hace miles de años.

-Algún día hermana... algún día te venceré y no será jugando.- contestó mi hermano enseñándome sus colmillos, haciendo caso omiso a mi felicitación. Si hay algo que siempre ha reprochado a nuestra familia, es el hecho de que él no pueda ser el líder de la manada.

Iba contestarle cuando nos alcanzó el Beta de mi padre, Cicero, seguido por los demás guardias.

-Elena, Héctor.- saludo agachando la cabeza, evitando el contacto visual con nosotros.-Debemos volver a la ciudad, su Padre ordena su presencia de inmediato.

Mi hermano me mira y sin pensarlo dos veces echamos a correr con dirección a casa.

La salud de nuestro Padre había decaído en los últimos días, unos cazadores lo hirieron de gravedad en la frontera de nuestra ciudad con el territorio de los humanos, no solo era plata lo que tenía la bala que lo hirió cerca del corazón también tenía arsénico y aceite de madera. Al ingresar la bala exploto, haciendo imposible extraerla, esa combinación evito su transformación a humano... no pudo sanar de inmediato, teniendo como consecuencia que se viera infectado su sistema. No importaba lo que hiciéramos, ni siquiera la intervención de la magia, sus órganos empezaban a fallar.

Me sentía inquieta, tenia la corazonada de que algo malo pasaría, por lo que acelere el paso dejando a los demás.

Al llegar pude ver las luces de nuestra ciudad Arcadia.

Somos una de las manadas más grandes, alrededor de veinte mil individuos, todos bajo el cuidado y mando de su Alpha Erick, mi padre.

Adopte mi figura humana detrás de los árboles, tomando un poco de ropa de los cestos que dejaban los omegas, para todos los que regresaran después de una transformación.

-Lo siento Hayzel.- hable con mi loba.- Pero tengo que ver a Papa.

-Lo se.- me contestó.- Ve cariño.

Me dirigí a la mansión, atravesando la recepción y las escaleras lo mas rápido que pude. Antes de entrar a la habitación de mis padres me mire en el espejo que estaba sobre el pasillo.

Mire mi reflejo. Mi cabello negro, largo por debajo de los hombros había perdido toda ondulación debido a la carrera en el bosque, la piel canela de mi rostro tenia manchas de tierra por lo que con las mangas de la blusa, las limpie lo mas rápido posible dejando pequeñas marcas rojas. Por ultimo mis ojos plateados, herencia de mi padre, se veían aun mas grandes gracias a las largas pestañas heredadas por mi madre.

-Mejor.- asentí con la cabeza sin dejar de mirarme.

Empecé a caminar hacia su habitación, intentando regular mi respiración cuando sentí un cuerpo chocar con el mío, provocando que casi cayera de boca sobre el piso.

-Perdón.- dijo mi hermano con media sonrisa.

-Idiota.- lo mire de reojo.

Toque la puerta del cuarto de mis padres.

-Adelante.- escuche a mi madre decir desde el otro lado.

Al entrar la luz tenue de la habitación le daba un aspecto melancólico, al acercarnos a la cama pudimos ver mejor a Papa y no pude evitar tragar saliva, sintiendo un hueco en el pecho, parecía haber envejecido diez años desde la última vez que lo vimos y había sido esta mañana.

-Padre.- dije con un susurro, hincándome a un lado de la cama, sintiendo la mano de mi papa acariciar suavemente mi rostro. Lagrimas se empezaron a formar en mis ojos.

-Hijos.- hablo papa lentamente, le costaba hablar, incluso respirar.

Mi hermano se acercó un poco más y pude notar el brillo de sus lágrimas bajo la suave luz de la alcoba.

- Vaya forma de verme en este día.- suspiro.- Feliz Cumpleaños hijos.- sentí mi corazón detenerse.

Mamá empezó a llorar en voz alta, sus grandes ojos verdes, carecían de esa luz que tanto la caracterizaba.

-No papa.- dije apretando su mano con tristeza.- No puedes irte, aún no....

- Lo vi sonreír, sin embargo una mueca de dolor invadió su semblante.

-Eres la siguiente al mando hija.- dijo mi padre entre jadeos.-Tienes un poder que ni siquiera puedes imaginar.- Sonrió.- Serás una Alpha excelente.

Asentí, cerré los ojos sintiendo las lágrimas caer por mi rostro y bese su mano delicadamente.

Miró a mi hermano quien estaba junto a mí.

-Héctor...cuida de tu hermana, no podría ayudarla alguien mejor.- tomo la mano de mi hermano, apretándola con amor.

-Tranquilo viejo.- dijo mi hermano.- Así será.

Volvió a mirarme con lágrimas en los ojos.

-Harás historia hija.- su voz era cada vez más débil.- Ustedes tres son mi mas grande logro.- y cerró los ojos para no volver a abrirlos.

Mi madre empezó a llorar de manera desconsolada, mi hermano se acercó a ella y la abrazó sin decir palabra.

Después de unos minutos escucho hablar a Cicero, ahora mi Beta.

-Alpha, es hora de presentarla ante su pueblo.

-Sí.- contesté limpiando mis ojos, contando hasta diez en un intento de tomar compostura.

Mi madre aun con lagrimas en los ojos me tomo de la mano y me llevo al baño para tomar una ducha rápida, al salir las omegas me ayudaron a vestirme con los atuendos de la ceremonia de presentación.

Un vestido en mi caso, de color negro, tan largo que me cubria incluso la punta de los pies con encaje en el pecho y mangas largas, ceñido al cuerpo como una segunda piel. Peinaron mi cabello ondulado, me colocaron labial rojo y una ligera capa de sombra y delineador negro en mis ojos, que lucían mas plateados que nunca.

Me mire en el espejo al terminar.

-Te ves hermosa.- la voz de mi madre se escuchó apagada.

Le sonreí sin ganas.

Mi Beta, toco a la puerta indicándome que ya era el momento.

-No podemos decir de que murió Erick.- dijo antes de que abandonáramos la habitación.

-Que?.- empecé a retroceder ante lo que escuchaba.- Mi padre murió protegiendo a esta manda, no podemos actuar como si nada hubiera pasado!.- grité. Sentía la rabia crecer en mi pecho.

-El consejo hablo con tu padre antes de morir.- Escuche a mi mama detrás de mi.- Acordaron que sería lo mejor hija, la manada ya ha tenido suficiente como para espantarlos con cazadores cerca.

-Pero esto va a investigarse Elena.- dijo Cicero interrumpiendo a mi madre.

-Vas vale que así sea.- dije amenazante pasando junto a él.

Al llegar al Balcon de Presentacion, mi Beta me indicó que esperara.

Ahí nos presentaron a mi hermano y a mi cuando nacimos... ahora anunciaran la muerte de mi Padre y a mí como su nueva Alpha...vaya ironía.

-Miembros de la Manada Luna Llena.- escuche a Cicero hablar, la mayoría de los presentes estaban llorando, como si supieran cual sería la noticia.- El día de hoy treinta y uno de Octubre, nuestro Alpha, Erick Samaras ha muerto debido a causas naturales. Sabemos que fue un líder como ningún otro que deja un gran vacío en cada uno de nosotros que jamás podrá ser llenado.- Su voz se quebró.- Sin embargo, nuestra Diosa Luna nos ha demostrado una vez más su bondad, pues el legado de nuestro Alpha sigue con nosotros.

Me miro y con su mano me indico que me acercara.

-Manada.- dijo tomándome de la mano.- Saludemos con respeto a nuestra nueva Alpha, Elena Samaras.

Todos empezaron a aplaudir y a gritar en modo de celebración, intenté sonreír pero solo podía sentir a Hayzel, nuestro dolor nos pedía correr lejos de ahí.

Después de unos minutos, ya no podía mas. Por lo que me di la media vuelta y empecé a correr quitándome la ropa en el camino, al atravesar la puerta trasera de la casa deje que Hazel se apoderara de mi.

Corrimos tan rápido como podíamos, sentíamos al Beta y a mi hermano detrás nuestro, pero habia cumplido ya los veinte años, por lo que tenía más fuerza que ellos y sin esfuerzo fue fácil dejarlos atrás.

Llegamos al río en pocos minutos y corrimos colina arriba sin mirar atrás, corrimos hasta que las almohadillas de las patas sangraron, y al no escuchar a nadie detrás de nosotras nos detuvimos...

Y aullamos....

De coraje...

De rabia...

De dolor...

De tristeza...

Algo dentro de mí se había quebrado. Estaba rota. Quería que el mundo entero me escuchara, quería que la luna misma sintiera mi dolor. Habian asesinado de la manera mas cobarde a mi padre, hiriéndolo por la espalda.

Y prometí esa noche, con el bosque y la luna como testigos, que encontraría a los responsables, aquellos que me habían arrebatado a mi padre y los haría pagar.

En medio del llanto sonreí...

Era hora de que los humanos conocieran a la nueva Alpha.


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