Guerra de Capitanes (Editando)

By SofiiGennero

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-¿A qué te refieres con que quieres ser jugadora? Nena, te romperás las uñas -Oh, discúlpame bonito. A mi esa... More

Guerra de Capitanes
"Mejores amigas con planes de guerra."
"El equipo e invitaciones "
"El baile, rubios y venganza "
"El peor beso de mi vida"
"Día de peleas"
"Vete al diablo. PD: Si quieres te acompaño"
"Citas y momentos incómodos"
"De metiches a acosadoras"
"What is the problem?"
"Primeros partidos y Orangutanes mutantes"
"Reina de los idiotas"
"Apuestas, venganzas y nuevos vecinos"
"Metidas de pata, YOLO'S y trampas"
"Castigos, ahogados y... ¿Celos?"
"Tareas, elecciones y, ¡BESOS Y MIEL!"
"Besos pegajosos y... me gustas, mucho"
"Chiles, amigas y canciones"
"Pijamada y DEMASIADA INFORMACION"
"Presentaciones y... Oh Ashley, me tienes de rodillas"
"Aquí narran dos" Parte 1
"Aquí narran dos" Parte 2
"Aquí narran dos" Parte 3
"Ven y bésame"
"Una Sandy Olsson para dos Danny Zuko"
"Pensamientos de un Noviembre invisible"
"Navidades perfectamente imperfectas"
"Del NO amor y otras cosas"
"Consejos, mejores amigas y, ¡Dios, no ayudas!"
"Run Bitch, Run"
"¡Estamos en semifinales, zorras!"
"Motivos para AMAR"
"Perderás la cabeza, Jayden"
"San Valentín, baby"
"Todo lo que bien empieza, mal termina"
"Hola, soy Leslie" Parte 1
"Hola, soy Leslie" Parte 2.
"Baile de Primavera" Parte 1.
"Baile de Primavera" Parte 2
"Emma, te toca narrar"
"Volvimos a lo normal, ¿No?... No"
"¿Normal? Lo siento, me confundí de palabra"
"Ideas, miradas y problemas"
"Había una vez..."
"Recuerdos de años anteriores"
"Todo vale la pena"
"¿Hasta cuándo vamos a disimular?"
"Adiós, guerra"
Epilogo

"Escuela nueva, personas nuevas, mismas idioteces"

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By SofiiGennero

 Editado✔ 

Nota: Muchisimas gracias a Angela Poveda por el trailer. 

***

Até mi cabello, solté una larga respiración y comencé a correr.

Soy Ashley Kaufman, tengo 17, vengo de Arizona y nos mudamos a Seattle porque mis padres querían, mi madre es médica clínica y mi padre es abogado, quisieron un gran cambio y... Aquí nos encontramos. Tengo una hermana, Raven, ella tiene 7 y es parecida a mí físicamente, psicológicamente la pequeña es una demente.

Tengo cabello castaño, ojos verdes y cuerpo normal sin atributo en especial, hago mucho ejercicio, pero no soy delgada... Como dije, normal. 

Seattle es la novena ciudad a la cual nos mudamos. ¿Por qué? Porque a mis padres les gusta renovar el ambiente, además de que fui expulsada de algunas escuelas... Bien, fueron 27, tres en cada ciudad, pero quiero testificar que ninguna me gustaba y menos aún cuando me mandaron a terapia... Oye viejo, no estoy loca sólo que en todas siempre había alguien que me sacaba de quicio. Aunque no había sido mi decisión mudarnos, en realidad yo no quería, pero nadie va contra sus padres... Ellos ponen las reglas y tú las cumples, bueno, cuando se trataba de escuelas no.

Apenas había despertado mi madre había comenzado a gritar "A ordenar", "Ashley, a empacar", "Raven, suelta ese jarrón" y había decidido ir a ver los alrededores de nuestro nuevo "hogar". Y claro, como es lunes algo siempre debe salir mal; de repente me estrelle contra algo o más bien alguien y terminé en el césped. Sentí un sonido de queja y abrí mis ojos, a unos pasos de mi se encontraba un chico sobándose el brazo.

-¿Qué sucedió? –Gruñó y yo rodeé los ojos seguidamente me levanté y continué mi camino, pues no me apetecía lidiar con nadie.- ¡Hey, espera!

Comencé a escuchar sus pasos detrás de mí y aceleré mi marcha.

-¡Maldita sea, muñeca! ¡Espera!

ME ACABA DE DECIR MUÑECA... Hey tú, aprende halagos para el futuro.

Traté de correr aun más rápido pero estaba exhausta. Sentí unas manos en mis brazos que me halaron y caí sobre el cuerpo del chico.

-¡Que me dejes! –Al mirarlo esté me guiño el ojo, yo gruñí y me levanté.

Wow... Tranquila Ash, que con esta actitud nunca tendrás a alguien que te quiera... O te soporte.

Me volteé y comencé a caminar.

-¡Espera! –Lo miré mal y el chico pareció entender que se tenía que alejar o lo mataría.

¿Es que no entiende que no estoy de humor? ¿Quién rayos tiene buen humor a la mañana?

Cuando llegué a mi casa me volteé notando que ya no había nadie. Entré a mi casa y me chocaron una oleada de gritos.

-¡Por Dios, Ashley! –Gritó mi madre- ¡Debes estar en menos de una hora en el instituto! –Yo pasé de ella y seguí mi camino a la cocina- ¡Ashley!

Ignoré a todos mientras me servía un vaso de agua fría.

Genial... Salí para despejarme y volví con un humor el doble de malo. Gracias chico pesado, gracias.

-¡Relájate, amor! -Exclamó mi padre- Ella llegará a tiempo.

-¡Quiero chocolate!- Gritó Raven

¿Ahora se entiende por qué me quiero despejar? ¡Es una familia de locos!

Bufé y entré al baño para ducharme; me tomé mi tiempo, al menos en la ducha nadie me molestaría, es el momento sagrado de todos. Al salir me sequé y me puse lo primero que encontré; shorts, blusa y zapatillas.

-¡Ya estoy! –Grité y salí de mi habitación. Me dirigí a la cocina y tomé la primera fruta que vi, en este caso una banana.

-¿Dónde está tu bolso? –Preguntó mi madre.

-No lo sé... La tenía papá.

-Yo la dejé en la entrada junto a Raven... -Mi madre abrió los ojos como platos y mi padre abrió su boca.- Mierda.

Mis padres corrieron a la sala y segundos después se escuchó el grito de mi madre.

-¡Raven! ¡¿Cómo puedes vaciar un bolso en 30 segundos?!

-Yo no hice nada.

Reí mientras me dirigía a la sala y me encontraba toda mi ropa tirada.

-Lo tomas, lo abres y lo das vuelta –Le respondí a mi madre, ésta me miró furiosa- Buen trabajo, enana. –Reí y choqué nuestras manos.

-Ambas. Auto. Ahora –Gruñó mi madre y corrimos fuera.

Subimos al auto y minutos después llegaron mis padres con mi bolso y con el de Raven.

-No quiero que ninguna diga una palabra –Gruñó mi madre.

-Anna, cálmate y déjalas en paz.

-¡Leo! –Gritó ella, mi padre nos sonrió por el retrovisor.

-Amor, si no te calmas deberemos entregarte al loquero.

Todos reímos.

-Lo siento, estoy nerviosa. –Suspiró- Los primeros días de las mudanzas me ponen así.

-Dime Ash... ¿Qué harás? –Preguntó mi padre.

-Entrar al equipo.

Mi madre bufó.

-Ashley, sabes que te apoyo en todo pero... ¿No sería mejor dejarlo?

-Mamá, acaso cuando tú elegiste medicina... ¿Tus padres quisieron?

Mi madre suspiró. –No.

-Entonces ¿Es necesario que te responda?

-No. Pero en el próximo instituto no habrá más opciones y harás otras cosas.

El auto se detuvo, al mirar por la ventanilla noté que habíamos llegado.

-Siempre dices lo mismo y mírame, aquí sigo.

Saludé a todos y me bajé del auto observando el gran edificio que se alzaba frente a mí. Tomé una larga respiración y me giré hacia mi padre, este me entregó mi bolso.

-Cuídate y si necesitas algo no dudes en llamarnos.

-Ya vete, papá. –Le dije y bese su mejilla, luego me volteé.

Observé las paredes de ladrillo visto y enredaderas, los arbustos a los costados y me hizo recordar a mi antiguo instituto... Bueno, a uno de ellos.

Entré y me encontré todo vacío, y en silencio. Si sabía me mudaba a aquí antes, ¡Paz, al fin!

Caminé hacia donde un cartel me indicaba que estaba la administración y al llegar me encontré a una mujer de mediana edad mirando aburrida la computadora. Tenía el cabello castaño menos una mecha blanca que caía en su frente, ojos azules y era delgada.

-¿Hola?

La mujer me estudió por un momento y luego me regalo una sonrisa.

-Hola, bienvenida al instituto Hoffmansey –Me observó pensativa- ¿Tú eres Ashley Kaufman?

Fruncí el ceño.

-Sí, ¿Cómo lo sabes?

-Me llego tu papelerío hace una semana. –Me contestó mientras tecleaba en su ordenador.

-¿Y me recuerdas? Eso es raro, la mayoría de las jefas de administración ni me registran.

-Cariño, tengo buena memoria. Nada pasa por aquí... –Señaló su cabeza- y se olvida.

-Oh...

Buena memoria... Por el momento eso me vendría bien, para los exámenes sirve.

Ella continúo tecleando y yo comencé a estudiar mí alrededor, pero mi mirada se centro en un cuadro de un equipo de fútbol americano.

-¿Hay un equipo de fútbol americano? –Ella me miró y luego miró el cuadro.

-Sí, lindos chicos –Alzo los hombros- Pero demasiado presumidos. También está el "equipo femenino" –Dijo haciendo comillas con los dedos.

-¿Por qué las comillas?

-Porque lo único que hacen es ver a los jugadores y animadoras... La mayoría apuntan hacia el otro lado.

-Oh, gracias por la información. –Murmuré más para mí que para ella.

-Bueno, ya están tus papeles.

-Genial –Miré a mi alrededor notando que el lugar seguía en silencio- ¿Dónde están todos?

-Oh, es el primer día de clases pero como es un internado los chicos suelen demorar dos días en venir.

-O sea que estaré sola por un día más.

¡SI, una cosa buena al fin!

-No sola, hay chicos que ya llegaron.

Maravilloso... Nótese el sarcasmo.

-¿Quiénes?

-El equipo de Fútbol Americano.

Genial.

-¿Cómo te llamas?

-Sandra, pero todos me dicen Sandy.

-Bien, Sandy... Iré a mi habitación y luego estaré por ahí.

-Bien, no te pierdas... Si lo haces este es el número de la administración –Escribió en un papel y me lo entregó- Cuídate, niña.

Sonreí y me alejé. La verdad era que no me molestaba que ella me llamara niña, y eso era extraño.

Comencé a estudiar el instituto a medida que caminaba por los corredores. Las paredes eran azules, rojas y blancas y tenían carteles que decían ¡Arriba Seattle Bulls!; los casilleros eran blancos con rayas azules... Bueno, no había mucha variedad de colores.

Miré mis papeles y busqué la habitación a la cual pertenecía... 315. Genial, si veía la lógica de las cosas la habitación quedaba en el tercer piso.

Tomé el ascensor y efectivamente los números correspondían a mi piso. Llegué a la puerta y leí el cartel.

"Como en todas las habitaciones del Instituto Hoffmansey se les pide a los alumnos tener cuidado con todo, cuidar los bienes y mantener el lugar limpio. La limpieza se hará los martes... Bla, bla, bla.

Las alumnas de esta habitación son: "Ashley Kaufman."

Me quedé mirando el cartel por dos razones. Una, decía mi nombre completo. Dos, solo decía mi nombre.

¡Genial, estoy sola!

-No festejes, todas son individuales. –Me sobresalté a un grado que casi se me sale el corazón.

Me volteé para encontrarme a una chica con cabello rubio oscuro, ojos grises y lindo cuerpo mirándome sonriente.

-Eso para mí es motivo de festejo.

-Eso dices ahora, pero luego cuando quieran hacer una pijamada escucharás los pasos de las chicas corriendo por los guardias y después de un tiempo te vuelven loca.

Abrí la puerta de la habitación y entré, ella como si estuviera invitada también lo hizo.

-Oh, pues tímida no eres –Susurré por lo bajo, ella rió.

-No, y tampoco soy una zorra. –Habló mientras estudiaba mi habitación.

-Yo creí que lo eras... -Murmuré mientras la miraba observarme- Te pareces a ellas. –Ella rió.

-Costumbre, después de tanto tiempo en este instituto te pegan algunas cosas.

Miré la habitación y quedé sorprendida por lo grande que era. Había una cama en el centro, un escritorio, un televisor, un sofá, una lámpara de lava y una puerta que llevaba al baño.

-Tienes suerte, esta es la mejor del piso... La reclamarán, pero no te hagas problema, nadie puede quitártela.

-Aunque yo con una cama y un baño estaría genial, no se las daré, amo joder personas.

La chica rió.

-Soy Emma Bower, dime Em, así me llaman mis amigas.

-Soy Ash Kaufman, dime Ash. –Nos dimos un apretón de manos y ella me miró divertida.

-Oye, ese no es un nombre, te dije el mío, dime el tuyo.

-Te lo diré solo porque me caíste bien... Ashley.

Ella rió a carcajadas

-Que fresa... Cool.

-¡Cállate! A ti te podrían decir Emmilulu –Su risa se detuvo y me miró mal.

-¡Antes me pongo un tutú y no me quedaría para nada bien, no me depilo hace meses! -Ambas reímos.

-Escucha, iré a correr y tal vez a jugar... ¿Cuál es tu habitación?

-La 303, espera... ¿Qué juegas?

-Fútbol Americano.

Ella me estudió con los ojos muy abiertos y luego me miró como si estuviera loca.

-¿Tú estás loca?

-Un poco, ¿Por qué?

-Tú estás completamente loca... En este instituto las mujeres no juegan Fútbol Americano.

-¿Por qué? –Fruncí el ceño- Hay un equipo...

-Sí, pero los anteriores equipos fueron arruinados por los chicos, ellos arruinan todo.

La miré confundida.

-¿Cómo?

-Son casi el mejor equipo de Seattle, por lo tanto todos los fondos van a ellos. Y las chicas que juegan pues... Lo hacen muy mal, por lo tanto no consiguen fondos.

-¿Quién es su capitana?

Comencé a armar un bolso con todas mis cosas de entrenamiento.

-No tienen, terminó el año anterior.

-Pues entonces haré como las películas, me disfrazaré de chico y entraré al de los hombres.

Ella rió fuertemente.

-Avísame cuando eso funcione, ya sabemos cómo ha acabado Mulan.

Salimos de la habitación, cada una por su lado. Baje hasta el último piso y por los grandes ventanales se veía el campo de deportes por lo que no se me hizo difícil encontrarlo y al llegar lo vi vacío. Me fui debajo de las tribunas y me coloqué el uniforme que mi padre me había comprado hace tiempo, era de chicos, pero era cómodo.

Escondí mi bolso al costado de las tribunas y sin tener nada en mente comencé a correr. Estaba algo cansada, había dormido poco los últimos días y la mudanza no había sido cosa fácil. Luego de unos minutos corriendo sin contar el tiempo escuche unos silbidos y al mirar a mi alrededor encontré a un montón de chicos corriendo hacía donde me encontraba.

-¡Atrápalo! -Escuché el grito y me volteé tan rápido como pude viendo el balón y saltando para atraparlo.

-¡Corre, rápido! –Obviamente hice lo que me dijeron, no quería ser pisada por un montón de chicos fortachones y sudorosos.

Unos segundos después estaba sobre el área de anotación por lo que me lancé al suelo.

Todos aplaudieron.

-Muy bien, muchacho. –Me felicitó un chico mientras me daba palmadas en la espalda.

¡DIOS, ESO DUELE, "SEÑOR MUSCULITOS"!

-Vengan todos –Gritó un chico. Yo abrí mis ojos como platos y me alejé un poco del centro del grupo, pero aún así me quedé cerca.

Aunque el casco cubría mi rostro y mi uniforme cubría mi cuerpo, me sentía desnuda bajo sus miradas... Y eso que eran tan idiotas como para no notar que era una chica.

-¿Estáis todos? –Gritó la voz que me sonaba conocida.

-Sí, eso creo... Cuenta.

¡RAYOS! Díganme que no saben contar porque si no voy mal.

Comenzó a decir los apellidos y cuando terminó todos me miraron.

-¿Eres nuevo?

Asentí.

-¿Quién eres?

-Kaufman –Hablé como hombre.

Eres genial, debería aplaudirte... Me decepcionas, Ashley. Te creí inteligente.

-¿Y tu nombre?

Intenté pensar por unos segundos pero los nervios me jugaron una mala pasada.

-Yo...

Todos me observaron mientras mi cerebro estaba en blanco.

-Quítate el casco. –Habló el chico mientras se acercaba a mí.

Tú sola te la buscaste.

-¡Cálmate, Jay! ¡Deja al pobre chico entrar al equipo!

-¡No! –Gritó él. –Quítate el casco

-No –Hablé tratando de hacer voz de hombre

-Quítate el casco.

-No.

Sonrió de costado y negó con la cabeza.

-Bueno chicos, hoy les daré una clase de anatomía... –Todos inclusive yo lo miraron raro- Como habrán notado los hombres tenemos caderas más grandes que las mujeres, espaldas más anchas –Siguió hablando mientras yo entendí lo que decía y me iba alejando.

Él me miró.

-¿A dónde vas?... ¿Nena?

Abrí mis ojos como platos y comencé a correr en dirección contraria a ellos. Escuché los pasos de alguien detrás de mí pero antes de poder correr más rápido me encontraba en el suelo de espaldas. Sentí un peso en mi trasero por lo que comencé a removerme incómoda.

-¿Estás incómoda? –No respondí y seguí agitándome- Habla y te dejaré irte para que no vuelvas... JAMÁS –Remarcó la palabra con fuerza.

No hable y a los segundos me encontraba mirando su rostro, más bien el casco y unos ojos.

-Como veo que no hablarás... -Sus manos viajaron a mi cuello y sentí como el casco dejaba de sentirse firme.

Lentamente fue subiendo el casco pero lo detuve.

-Está bien. –Él sonrió.

-Me parecía que esa marcha me era conocida –Fruncí el ceño- Soy el chico de esta mañana... -Alcé una ceja- El que te chocaste.

-Oh –Él asintió- Sí, el pesado que me chocó esta mañana.

Su sonrisa coqueta se borró.

-Tú eres la que me choco mientras coqueteaba con una chica.

-Lamento haber arruinado tu vida –Murmuré con sarcasmo pero él no me escucho. Ambos nos pusimos de pie.- Ya que estamos, quiero ser jugadora

-¿A qué te refieres con que quieres ser jugadora? Nena, te romperás las uñas.

Agárrenme que lo mato, ¡Lo mato!

-Oh, discúlpame bonito. A mi esas cosas no me interesan, solo quiero jugar –Él ya me estaba cabreando, pero paso por completo mi cara de enfado.

-Perdóname, pero no.

-¿Por qué? No digas algo como... Porque eres mujer.

-Lo siento, bonita. Es exactamente por eso.

Ya está, si no fuera porque me expulsarían de aquí en este momento alguien tendría la nariz sangrando.

-Vete al diablo.

-Espera, podrías ser animadora... Yo dejaría que me animes todo el día.

-Lamentarás todo. Absolutamente todo.

-¿Es una amenaza?

-Tómalo como quieras, solo recuérdalo. Lo lamentarás.

Me volteé y comencé a caminar lejos de ellos, pero cuando sentí un tirón en el cuello de mi camiseta, me volteé frustrada y lo primero que encontré fueron un par de ojos grises a centímetros de mi rostro y una boca sobre la mía.

Levanté mi mano y golpeé su mejilla con fuerza.

-¡¿Estás loco o tienes un problema en la cabeza?!

-Ninguno, pero es preferible tener una causa para poder lamentar luego.

-Oh –Asentí con la cabeza- Hablando de luego...

Subí mi rodilla y la enterré en su fabricador de testosterona, seguidamente él cayó sobre el césped.

-Luego era demasiado tarde, era mejor ahora.

-Lo lamentarás, muñeca. –Susurró como pudo, yo reí.

-No tanto como tú.

Miré a sus amigos que miraban la escena con miedo.

-¡Ustedes también están avisados!

Me volteé y me fui caminando sonriente a buscar mi bolso, luego de tomarlo me dirigí a mi habitación. Pero unos segundos después de pasar la puerta principal un grito me hizo gruñir.

-¡Espera, muñeca! –Ignoré su voz y me mantuve tranquila.

Un tirón en mi brazo me hizo voltear, encontrándome frente a él.

-¿Y ahora qué?

-Tú y yo el sábado en mi casa.

Sonreí y tomé un mechón de mi cabello mientras pestañeaba repetidas veces.

-Yo... -Él se acercó a mí- ¡NO!

-Vamos, muñeca. Olvida lo de antes.

-Mmm, ¿Dejarás que entre al equipo? –Le sonreí "amablemente".

-¿De animadoras? Claro.

-Oh, ¿Eres animador? Lo noté, ya me parecías metrosexual.

Hizo una mueca, al parecer no se había esperado mi respuesta.

-Muy graciosa, pero no soy animador, yo elijo a las nuevas. –Me guiñó el ojo y rodé los míos.

-No me importa, nunca seré animadora, hablaba de Fútbol Americano.

-Ohh, entonces... No. –Me giré para irme pero él me volvió a voltear.- ¿Saldrás conmigo?

-¿Tanto te gusté? –Era sarcasmo, sabía que sólo estaba caliente.

-Eres perfecta –Me guiñó el ojo y reí.

-Oh, muñeco... Yo no soy como tus zorras, yo no caigo con halagos. Y no, no saldré contigo.

Antes de voltearme tenía sus manos en mis hombros.

-¿Y si hacemos una apuesta?

Alcé una ceja.

-Te escucho.

Él sonrió.

-Mañana en el campo. Sí logras hacerme un Touchdown te dejaré en paz y si yo lo logro sales conmigo.

Lo pensé mientras estudiaba su rostro. Tenía cabello castaño, piel bronceada, ojos grises oscuros y facciones definidas, siendo sincera no era un chico feo.

-Acepto.

Estiré mi mano pero él no la tomo.

-Yo no cierro los tratos así, yo lo hago a los viejos tiempos.

Se acerco a mi rostro pero me alejé.

-Si te sigues acercando te dejaré sin día del padre.

Él sonrió y estrechó mi mano.

-Me quedo claro.

-Que gane el mejor.

-Pues entonces elige la ropa, tendremos una linda cita.

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