Saga Elementos III: Agua

By Mysagy

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El chico agua nos sorprenderá por su carácter y por su fuerza. Un rebelde sin causa que se ve en medio de un... More

Prólogo.
Capítulo 1: Nadie sabe nada de mí.
Capítulo 2: Vacaciones obligatorias.
Capítulo 3: ¿Cómo puede haber una fiesta en mi honor?
Capítulo 4: Podría haber sido una noche prometedora.
Capítulo 5: No consigo centrarme.
Capítulo 6: Necesito saber de ti.
Capítulo 7: Necesito ayuda.
Capítulo 8: Me siento inútil.
Capítulo 9: La búsqueda
Capítulo 10: Sentimientos confusos.
Capítulo 11: Mentiras forzosas.
Capítulo 12: El juego de las preguntas
Capítulo 13: ¿Estás loca?
Capítulo 14: Bella desconocida.
Capítulo 15: Descubrimientos y planes.
Capítulo 16: Una visión clara.
Capítulo 17: Lo que parece olvidarse con los años.
Capítulo 18: Errores y mentiras del pasado.
Capítulo 19: Ir en contra de mis principios.
Capítulo 20: ¡Vamos, piensa!
Capítulo 21: Aprender a defenderse
Capítulo 22: Tristes despedidas.
Capítulo 23: Bolas de fuego.
Capítulo 24: Más mentiras en mi vida.
Capítulo 26: Esta vez sí, ¡Feliz cumpleaños!
Capítulo 27: Viajes a lugares imposibles
Capítulo 28: Una visita esperada.
Capítulo 29: Planes y peleas.
Capítulo 30: La huida.
Capítulo 31: La persecución y las promesas.
Capítulo 32: Tú lo has querido.
Capítulo 33: Tienes elección.
Capítulo 34: La llegada.
Capítulo 35: Obviedades y muerte.
Capítulo 36: Olas de fuego y engaño.
Capítulo 37: La espera y una horrorosa sala.
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS Y NOTAS DE AUTOR

Capítulo 25: Momento inoportuno.

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By Mysagy

EVE

¿Tenía que ser justo ahora, no? Llevamos todo un día esperando, cualquier momento de este dichoso día hubiese sido perfecto, cualquiera menos ahora.

Los sombras estaban viendo la manera de entrar por una ventana que hasta a mi me había costado, la puerta seguía cerrada y ya había roto dos juegos de ganzúas intentando abrirla. Pronto los sombras descubrirían una buena manera de hacernos salir y no íbamos a poder resistirlo.

- Podrías fundir la puerta. – dijo Kai al ver mis intentos desesperados por abrirla. – O dejarlo estar, ellos no pueden entrar.

- Si intento fundir la puerta y una chispa salta hacia alguna caja, saldremos  ardiendo. Y si no hago nada, estos sombras mandaran fuego, o lo que se les ocurra, y nos quemarán vivos. – dije algo enojada.

Y debieron oírme, porque uno de los sombras lanzó una pequeña bola de fuego al interior del almacén. La bola chocó contra una caja que prendió al instante, esta incendió otra que estaba a su lado y pronto la sala se llenó de humo y llamas.

Busqué por el techo, debía haber alguna cañería o algún sistema contra incendios, al fin y al cabo esto era un hospital. Y lo encontré, una cañería cruzaba todo el techo y se perdía por detrás de la puerta que daba al hospital.

- Kai, necesito que me ayudes. – él me cogió de la mano y me miró esperando mis instrucciones. – Te acuerdas como me ayudaste a mover el coche, pues necesito… que hagas lo mismo para romper… esa cañería. – tuve que parar la frase en dos ocasiones porque el humo se me metía en los pulmones.

Él aceptó con la cabeza y cerró los ojos para concentrarse y yo me concentré en esa tubería.

“El agua circula por ahí, concéntrate en el agua y hazla crecer, haz que la tubería estalle por no ser capaz de soportar tanta agua. – me decía a mí misma”

El agua era el elemento que más me costaba, pero tenía al mismísimo elemento cogido de mi mano, no debía de ser tan difícil.

Y no lo fue, solo nos costó unos segundos hacer que el agua saliera por las soldaduras del tubo. La cañería se movía con violencia y yo no hacía otra cosa que hacer que el agua creciera más y más. Pero la dificultad vino cuando mis pulmones empezaron a quemarme, sin darme cuenta me había puesto a hiperventilar y dado que la sala estaba llena de humo, tenía los pulmones ardiendo.

Al fin la cañería explotó y la sala se llenó de agua, apagando todo el fuego a su paso. Ahora si era importante salir de aquí o nos ahogaríamos dentro.

Miré el reloj desesperada, solo quedaban diez minutos para la una. Aporré la puerta y grite por si alguien nos oía. Sé que es una medida poco profesional, pero ya no me quedaban más ases en la manga, necesitaba que alguien nos abriera la puerta.

Y por fin la suerte se puso de nuestro lado, un guarda de seguridad nos oyó y bajo a ver qué pasaba. Me sabía mal lo que le iba hacer al pobre guarda, pero no podía dejar que nos detuviera.

- Pero, ¿qué ha pasado aquí, mocosos? – dijo en plan despectivo.

- Yo… él… me obligó – tartamudeé mientras me acercaba a él y le lloraba fingidamente en el hombro.

El guarda se confió y me arropó entre sus brazos, momento en el que aproveché para darle un golpe fuerte en la nuca y dejarle sin sentido.

- ¿Te obligué? – dijo Kai mirándome con una ceja levantada y con esa pose que tan loca me ponía.

- Cógele, le subiremos arriba y le dejaremos en algún lado. – dije mientras le guiñaba un ojo.

Hizo lo que le pedí, yo cogí las llaves del guarda, cerré la puerta de nuevo y me las guardé en el bolsillo, intuía que las íbamos a necesitar más a delante.

Unas escaleras oscuras subían al nivel superior, yo iba corriendo por delante mientras Kai me seguía a duras penas ya que iba cargado del guarda de seguridad. La siguiente puerta que nos encontramos estaba abierta, empujé con cuidado y comprobé que no hubiese nadie vigilando o que nos pudiera delatar, no quería volver a dejar a un inocente sin sentido.

Pero no había nadie, era una sala donde guardaban las sillas de minusválidos, camillas en mal estado, ropa sucia y demás… Dejamos al guarda entre unos contenedores de ropa sucia, lo más apartado posible de la puerta del archivo.

- ¿Crees que estará bien? – dijo Kai cuando lo dejó bien apoyado en el suelo.

- Se despertará en unos minutos. – dije mientras le cogía de la mano y buscábamos otra puerta por la que salir de este lugar. – Minutos que nosotros no tenemos, Kai. Hay que encontrar algún sitio seguro donde refugiarnos hasta que te actives.

- ¿Cuánto nos queda?

- Seis minutos. – el estomago me dio un vuelco al ver lo poco que faltaba.

Encontramos la puerta y esta vez no fui tan minuciosa, la abrimos de par en par y salimos corriendo por un pasillo.

Esto ya pertenecía al hospital, el pasillo era excesivamente blanco, las batas de los médicos no hacían contraste con la pared, las camillas estaban arropadas con sabanas del mismo blanco.

- Es el pasillo de urgencias. – me dijo Kai mientras corríamos hasta una puerta metálica con botones, el ascensor.

Ya se me había ocurrido el plan, estaba claro que las puertas a la calle iban a estar vigiladas, así que debíamos salir por el aire.

Llegamos al ascensor y pulsé el botón unas cien veces para intentar, inútilmente, que llegara antes. Y justo cuando las puertas se abrieron oímos.

- ¡Que alguien detenga a esos dos! – era una voz masculina.

Me giré mientras entrabamos en el ascensor, le di a la planta superior y las puertas se iban cerrando lentamente. Aquél hombre cada vez estaba más cerca, pero no iba a llegar, le iba a faltar muy poco, pero no lo iba a conseguir.

- ¿Era un sombra? – dijo Kai una vez se cerraron las puertas.

- Sí, he visto en su mirada la intención de matarnos, un guarda no nos miraría así. – dije mientras le abrazaba y miraba el reloj. – Te quedan tres minutos, deberíamos llegar a la azotea antes de esos tres minutos.

Estaba casi segura que la azotea iba a estar cerrada con llave, si conseguíamos llegar y abrirla antes de tres minutos, Kai podría activarse ahí. Y si los sombras llegasen mientras él estaba en proceso, se encontrarían con una puerta cerrada.

Pero el ascensor no era excesivamente moderno y su velocidad dejaba mucho que desear. Tuvimos suerte que no hicimos ninguna parada extra por el camino, nadie llamó al ascensor mientras subíamos.

Al fin las puertas se abrieron y dieron paso a un pasillo oscuro y deshabitado, era obvio que esta planta no se usaba desde hace mucho, la única iluminación que había era la procedente de las pocas ventanas abiertas de las habitaciones.

Al lado del ascensor estaban las escaleras de emergencia, salimos por ellas y oímos como unos pasos a la carrera ascendían desde varias plantas más abajo. Ellos ya llegaban.

Subimos el piso que nos quedaba y como había predicho, la puerta estaba cerrada. Cogí las llaves que le había robado al guarda y fui probando una por una.

- Eve. – dijo Kai a mis espaldas.

- Ahora no, Kai. – dije sin ni siquiera mirarle mientras probaba una llave tras otra.

- Eve, es la hora. – la llave que acababa de meter abrió y me giré justo para ver como Kai se desplomaba al suelo.

Le cogí antes de que su cabeza se estampara contra las escaleras y le lleve arrastras hasta el exterior de la azotea. Volví a cerrar la puerta con llave, pero esta vez desde fuera, y me arrodillé junto a Kai.

- Kai, cariño, todo saldrá bien. – dije mientras le cogía de la mano y le daba fuerzas.

No pasó mucho tiempo cuando noté, de la mano que tenía cogida, una energía tan poderosa que me hizo soltarla de golpe. Había sido demasiado para mí, mi cuerpo no estaba preparado para tal cosa.

Entonces sus ojos lanzaron una pequeña luz azul, como un reflejo de algo que estuviera mirando, solo que no había nada parecido por nuestro alrededor. ¿Dónde estaba? Nadie que conozco ha viajado a ningún lado cuando se activaba y él parecía estar en algún otro lugar, un lugar donde había un rayo azul que se reflejaba en sus ojos.

Pero él despertó poco a poco y parecía el mismo pero a la vez diferente, como si un aura de poder le rodeara, como si lo que acaba de pasarle le hubiese activado en más de un sentido. Yo tenía razón, Kai era un elemento.

KAI

Eve probaba cada llave con excesiva prisa, pero sabía que no nos iba a dar tiempo, mi estomago parecía caer algún sitio y no sabía cómo frenarlo.

Una extraña energía ascendía de mis pies a mi cabeza provocándome un mareo y un malestar que apenas me mantenía en pie. La energía era demasiado abrumadora.

- Eve. – dije algo agotado de tanto intentar no dejarme llevar por esa caída.

- Ahora no, Kai. – me contestó ella sin ni siquiera mirarme.

Pero ya no podía más, la visión empezaba a fallarme y todo lo de mí alrededor empezaba a desaparecer.

- Eve, es la hora. – conseguí decir entre susurros.

Y según dije eso, el suelo desapareció para convertirse en un césped perfectamente cuidado, la pared se desdibujó para convertirse en una pradera llena de árboles y Eve se esfumó justo a tiempo para verla abrir la puerta que ahora no estaba.

El paisaje cambió de manera radical, ya no estaba en una oscura escalera, ni siquiera parecía estar en el mismo horario. Se suponía que era la una de la madrugada y era de día, aunque no podía ver el sol ya que el cielo estaba tan encapotado como Londres en invierno. La pradera dejaba un olor a césped húmedo y los árboles del fondo delimitaban lo que parecía ser un claro de un bosque.

A pesar de todo lo extraño del asunto, no sentía miedo. Sentía que estaba en el lugar que debía estar.

Me giré para ver toda la pradera con exactitud y tres caras desconocidas me miraban y se miraban entre ellos. Había dos chicas y un chico, todos parecíamos de la misma edad y todos parecíamos igual de desconcertados por lo que estaba pasando. Pero de alguna manera, a pesar de que eran completos desconocidos, los sentía como de mi familia, como mis hermanos.

La chica que más llamó mi atención era la pelirroja, sin duda ella era el elemento del fuego. Su pose y su mirada felina la hacía ardiente y hermosa, pero sobretodo, la hacía peligrosa. Su mirada era como dos llamas clavadas en sus ojos y su esbelta figura era como una hoguera ascendiendo hacia lo más alto.

La otra chica era todo lo opuesto, parecía una princesita solitaria en busca de alguien que la proteja. Pero en cuanto nuestras miradas se cruzaron, descarté toda la primera impresión, ella parecía tener un poder oculto, una furia salvaje aun por descubrir. Ella era aire, sin duda. Sus ojos grises le daban esa fuerza oculta y su cabello castaño hondeaba al viento como si fuese ahí donde perteneciera.

Y el chico, algo más bajito que yo y con pose de niño rico y popular, era sin duda tierra. Parecía recién salido del equipo de fútbol de su instituto, uno de esos chicos que las niñas suspiran cuando pasa cerca ellas. Pero igual que con aire, había algo más bajo esa fachada de niño rico y popular y ese algo más eran sus ojos, eran tan verdes como el mismo césped que pisábamos, sin duda el pertenecía a ese lugar.

Sin darme cuenta, habíamos formado un círculo entre los cuatro. Enfrente de mí tenía a Fuego, a mi izquierda a Aire y a mi derecha a Tierra.

Entonces una fuerza extraña nos obligó a mover nuestra mano derecha y juntarlas en el centro del círculo. En cuanto nos tocamos, cuatro focos de luz ascendieron hacia el cielo, cada uno del color característico de su elemento. Él mío era de un azul tan intenso que solo se podría ver en las aguas del Caribe, el de tierra era del mismo verde que sus ojos e igual con Fuego y con Aire.

Todos nos quedamos momentáneamente mirando al cielo y viendo como esos rayos de luz se perdían entre las nueves. Y ahora si podía sentirles como si fuesen mi familia, podía sentir una conexión hacia estas tres personas que tenía delante, nuestro destino era encontrarnos y ahora solo nos quedaba juntarnos en la vida real.

Poco a poco fuimos separando nuestras manos y en cuanto dejamos de tocarnos, esa sensación de caída volvió a posarse en mi estomago, el suelo empezó a desaparecer, los árboles se desdibujaron y todo se quedó oscuro.

- Vamos Kai, regresa. – oí la voz de Eve.

Abrí los ojos y el paisaje se hizo completamente diferente, los árboles habían sido sustituidos por edificios y por chimeneas. ¿Chimeneas? ¿Dónde estaba?

Me costó varios segundos recordar a los sombras, al sótano del hospital, a la carrera para que estos no nos cogieran, a la azotea, Eve.

- Venga, Kai, levanta. – me decía Eve mientras cogía mi mano y hacia fuerzas para levantarme.

- ¿Qué ha pasado? – pregunté confuso.

Entonces oí como alguien aporreaba la puerta por la que debíamos haber entrado y como intentaban echarla abajo.

- Es curioso que me hagas tú esa pregunta, pero da igual, hay que correr. – me dijo Eve con una media sonrisa.

Vi también el pánico en sus ojos y empezó a correr. Llegamos al final de nuestra azotea y saltó a la otra sin ni siquiera mirar abajo, yo la imité aunque con algo de flojera en mis piernas. Cada azotea que saltábamos se iba haciendo más y más difícil, no conseguía seguir el ritmo de Eve que parecía no querer para nunca.

Entonces vi algo que reconocí, una calle, una casa, nuestra salvación.

- Eve, para. – dije parándome en seco en una azotea que tenía más chimeneas negras que sitio por donde pasar.

Era muy típico de Londres, todas las casas tenían un sistema de calefacción por chimeneas por lo que las azoteas estaban llenas de cilindros negros por donde salía el humo.

- ¿Qué pasa? No podemos parar. – me dijo mientras recuperaba un poco el aire.

- Se me ha ocurrido donde escondernos. – dije mientras señalaba una casa con la mirada.

- Nos encontraran en cuestión de segundos. Hueles tanto que hasta mareas. – dijo mientras arrugaba la nariz.

- Ya cariño, tú tampoco hueles a rosas. – dije con una sonrisa cómica. – Confía en mí, los despistaremos.

Empecé a descender por una escalera de incendios que iba a parar a otro callejón minúsculo, uno que conocía muy bien. Una vez abajo, fui directo a la alcantarilla que tantas veces me había proporcionado libertad en el pasado.

- Las damas primero. – dije haciendo un gesto galán, pero indicándola que se metiera por la alcantarilla.

Ella me miró con superioridad y se lanzó al interior. Yo me reí de mi mismo, había esperado que protestara como una princesita. Pero así no era mi chica, a ella no le importaba lanzarse a una alcantarilla maloliente con tal de salvarnos.

Eve sacó una linterna de su mochila y yo la fui guiando por el laberinto de pasillos. Hacía muchos años que no pasaba por aquí, pero las marcas que fui haciendo cuando era niño seguían ahí, guiándome de camino a casa.

- ¿Cómo sabes por dónde ir? – preguntó Eve desconcertada.

Yo no contesté de inmediato, llegamos a unas escaleras y subí por ellas, quité la alcantarilla que daba a la calle y salí. Entonces fue cuando la contesté.

- Esta era la manera que usaba para salir de casa. – dije justo cuando ella se quedó con la boca abierta admirando la casa de mi padre.

ALEXA

- ¿Cómo se os han podido escapar? – dije casi gritando y realmente desquiciada.

- Esa chica sabe lo que hace, señora. – me dijo uno de mis súbditos.

Cogí una daga con la que estaba jugando y se la calvé entre ceja y ceja. Todos se sobresaltaron de repente pero pronto agacharon la cabeza y me mostraron su completa lealtad.

Fui hasta el lugar donde se perdía el rastro, la gente no se esfumaba así como así y menos ese chico, ya debía haberse activado y su poder era mucho más fuerte, igual que su fragancia.

Llegué a ese pequeño y minúsculo callejón y el olor me echó para atrás. Era como oler a un ejército de brujos de la luz, era asquerosamente empalagoso.

- La fragancia se pierde aquí, mi señora. – dijo ahora una mujer.

- ¿Te crees que no soy capaz de percibir donde acaba el rastro? – la miré con rabia y ella reculó unos pasos hacia atrás.

No volvió a decir nada y casi mejor, no había nada que pudiera decir para arreglar su incompetencia.

Odiaba estar rodeada de tanto imbécil, era lo peor de ser una sombra, aquí nadie mostraba ni un poco de interés en aprender más ni en ser el mejor. Eran unos vagos.

Inspeccione la zona y pude sacar más de lo que me habían dicho. Ya sé como habían llegado hasta aquí desde el hospital, por los tejados. La fragancia venía claramente desde arriba, de eso no tenía dudas. Pero una vez llegaba al suelo, el olor se expandía por todo el callejón y de repente se perdía.

Era imposible, nadie podía desaparecer así como así.

- Quiero que peinen toda la zona, que busquen la fragancia por cada puerta y ventanas que encuentren.  Hagan el rastreo más exhaustivo que jamás hayan hecho. – hice una pausa para ver sus estúpidas caras mirándome con desgana. – No hace falta que os diga que no pueden cometer errores y que morirán si así lo hacen.

Eso pareció hacerles entrar en razón, no hay nada como una amenaza de muerte para levantar los ánimos de un equipo.

Pero el temor estaba en mi estomago, el chico ya se había activado y pronto correrá a reunirse con el resto. No puedo dejar que eso ocurra.

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Dedicación especial para Javitalol84_a, que sé que le encanta esta parte y que la lleva esperando muchos capítulos. Gracias por tu constante apoyo.

Y la verdad, siento algo de pena al escribir este capitulo, es la tercera vez que escribo la activación y ya no volveré hacerlo :(

Espero que les haya gustado, y por favor, sigan tan estupendos como hasta ahora con sus votos y comentarios, me dan la vida :D :D

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