Mi impermeable amarillo {Just...

By biebshelter

1.3K 36 7

More

Mi impermeable amarillo {Justin Bieber}
Prólogo

Capítulo uno:

41 5 1
By biebshelter

Caminé decidido hacia la puerta saliendo del aeropuerto de Detroit y aspiré el aire fresco del lugar. Oh, Detroit, demasiadas memorias, buenas y malas. Por fin salía de ese avión, ya necesitaba tocar tierra firme un rato; no es que me molestara viajar en avión, para nada, era algo genial. Desde la primera vez que me subí a uno, desde que Scoot me descubrió. Mi celular sonó y sonreí, imaginando quien era.

― ¡Bro! ¿Dónde estás? Acabo de llegar junto con Kenny ―hablé antes de que el dijera algo.

―Acabo de llegar, te espero en la puerta ―se quedó un segundo en silencio― y dile a Kenny que Sophie no puede esperar más para verlo.

Sonreí, esa pequeña niña.

― ¿Y a mí no me extrañó? ―Pregunté fingiendo estar ofendido.

―Por Dios, Justin, no ha dejado de hablar de que vendrás desde hace una semana… y creo que piensa hacer una pijamada con sus amigas porque te quieren ver ―reí fuertemente, y escuché como mi guardaespaldas me susurraba que estaba loco. Lo golpeé despacio.

―Vaya, Bieber, golpeas como niña ―me dijo y rió.

―Un segundo, Zach ―levanté mi mano y le di un golpe más fuerte a Kenny en el brazo.

―Vaya, niño, tranquilo ―me dijo levantando las manos y siguió riéndose mientras yo me unía a sus carcajadas.

―Por cierto, dice Zach que Sophie quiere verte.

―Oh, la pequeña Soph, dile que yo también la quiero ver  ―contestó.

Y justo cuando le iba a contestar, lo vi frente a nosotros. Lo abracé con fuerza, hace mucho que no veía a mi amigo, porque finalmente eso era, un amigo… que me había salvado la vida.

― ¿Cómo has estado, Biebs?

···

Finalmente vi la puerta de su casa, y de verdad que me acordaba muy bien de todo. De la puerta de madera marrón en la entrada, los floreros a los lados con montones de flores de colores, y un árbol en el jardín de la entrada, rodeado de piedras que lo protegían, dándole al lugar un aire acogedor.

Toqué la puerta.

― ¡Justin! No vayas a tocar hasta que yo esté ahí quiero ver la cara de mi hermana ―gritó Zach desde el carro bajando las maletas que yo ya no había podido cargar, pero para cuando terminó la oración la puerta se abrió dejando frente a mí a una chica…

¿Soph?

Mis ojos se abrieron tanto que estaba seguro que parecían platos y mi boca estaba a punto de abrirse. Frente a mí no estaba la niña que había conocido, tenía a una chica hermosa, con su cabello largo y desmarañado llegando casi hasta la cintura, de un color natural castaño claro llegando a los tonos oscuros. Su rostro estaba hecho de facciones finas con unas mejillas lindas y sonrojadas, sus ojos marrones seguían siendo los mismos, brillaban emocionados de tenerme de vuelta ahí, como la última vez que la vi y sus labios… sus labios entreabiertos… oh por Dios, ella no puede ser la pequeña Sophie.

― ¿Eres… tú? ―logré decir articulando cada sílaba con dificultad.

― Vaya, ya te olvidaste de mí ―entrecerró sus ojos mirándome fijamente.

―Claro que no, es sólo que ―le contesté rápidamente. ―Cambiaste muchísimo, estás hermosa.

La abracé, me llegaba hasta el hombro, también había crecido en eso,  antes me tenía que agachar un poco para poder abrazarla bien, era bajita, pero las chicas bajitas eran lindas.

―Pensé que no me recordabas, hace tanto que no hablamos ―me susurró y la abracé más fuerte.

―Cómo puedes pensar eso, princesa, eres mi belieber favorita ―ella sonrió mirándome y sus ojos se iluminaron más.

Tenía una sonrisa que podía iluminar el sitio entero, se veía feliz. Alguien carraspeó la garganta detrás de nosotros y por acto reflejo me alejé de ella.

―Mucho cariño, Bieber ―Y el hermano celoso Zach sale en acción.

―Vamos, Zach, no serás uno de esos tipos que andan cuidando a todos lados a sus hermanas ―dije riendo y separándome de ella.

Sophie me volteó a ver seria, y el hizo lo mismo.

― ¿En serio? ¡Qué exagerado! Tienes que aceptar que ya no es una niña.

―Para mí seguirá siendo una niña hasta que tenga dieciocho años ―Y fue ahí cuando me quedé callado, era peor de lo que pensé. Negué con la cabeza.

―Bueno deberíamos entrar ―habló ella después de un rato y me tomó de la mano para entrar a la casa que años atrás me protegió. Pero las pulseras que tenía en sus muñecas se movieran, mostrándome algo que me heló la sangre por unos segundos, dejándome pálido.

Intenté ignorarlo, esperar y hablar con ella después, pero… no.

―Soph, ¿Me podrías ayudar a llevar mis cosas al cuarto? ―pregunté.

― ¿Y si voy yo? ―Me habló su hermano y lo volteé a ver serio.

―No la voy a violar o algo parecido ―intenté sonreír para disimular la tensión que crecía lentamente dentro de mí y todos rieron.

Ambos subimos por las pequeñas escaleras de madera y ella me dirigió al cuarto de invitados, dejando mis cosas a un lado de la cama.

―Mira, aquí en la mesita está el control de la televisión ―señaló una de dos puertas blancas, ―ese es el baño ―señaló la otra. ―y ese el clóset.

Me sonrió tierna, y por un momento olvidé lo que había visto allá abajo, por un momento me concentré en que ella parecía feliz, pero ¿Lo era? La niña que había conocido, se la pasaba sonriendo, corriendo por todos lados, siendo libre. Y ahora, verla así, indefensa, me confundía.

―Bueno, creo que eso es todo ―dijo y se dirigió a la puerta, pero la tomé del brazo jalándola de regreso hacía mí.

― ¿Por qué? ―susurré.

Ella me miró confundida.

Bajé la mano que seguía en su brazo y la bajé lentamente, hasta llegar a su muñeca, tomándola con delicadeza. Su respiración se volvió entrecortada, sabía que ya me había dado cuenta.

―No se lo digas a nadie, por favor, menos a Zach, no lo quiero preocupar ―habló rápido, desesperada y nerviosa.

―Shh.

La callé y con el mismo ritmo de antes fui quitando cada una de las pulseras, dejando a mi vista varias cicatrices, unas ya totalmente cerradas y unas a punto de. Las besé, todas, sin excepción. Y volví a repetir la pregunta:

― ¿Por qué?

―Estaba desesperada.

Me miró a los ojos, que ya habían perdido ese brillo, siendo cambiado por lágrimas a punto de salir y derramarse por sus mejillas. Sus brazos se extendieron hacía mí y me abrazó fuertemente, y yo hice lo mismo.

Las cosas habían cambiado, definitivamente mi princesa Sophie ya había crecido.

Continue Reading