Simplemente Camren

By angelXXVII

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Ciertas cosas simplemente suceden, sin pedir permiso o preocuparse por lo que pensamos. Simplemente. Lauren e... More

Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capitulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 (Part. 1)
Capítulo 19 (part. 2)
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo Final
Epílogo

Capítulo 09

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By angelXXVII

POV LAUREN

- La italiana de Lauren es muy hermosa, ¿Lo viste Brandon? - Matías comentó mientras llenaba el vaso con cerveza.

Puse los ojos en blanco. No era mía... Todavía. No exactamente. Era finalmente domingo por la tarde. Chris, que había dormido en la casa de un amigo, ya había llegado y como ninguno había almorzado todavía, habíamos emigrado a la casa de Mati y Brandon para comer una barbacoa improvisada en el patio trasero.

- ¿Están hablando de Camila? - Chris me lo preguntó con una sonrisa. - ¡Me cae bien! ¡Ella se fue a la escuela e hizo temblar a los profesores!

- Ya está defendiendo a su novia, que lindo. - Brandon me provocó riéndose.

-¡No es mi novia! Todavía... Pero no lo es. Creo que... no sé, creo que nos estamos conociendo. - traté de explicarlo.

Apenas había terminado de hablar y mi celular vibró, era un mensaje de Camila: "Acabo de llegar a casa, ¿ya te has despertado?". Sonreí de lado y cuando escuché la risa burlona de Brandon le mostré la lengua, pero aun así le respondí: "Sí, estoy en una barbacoa improvisada en la casa de Mati". Puse mi celular sobre la mesa de plástico y continué mi juego de caza-palabras con Chris, él era un chico del tipo que le gustaba hacer de todo, mientras estuviera haciendo algo. Brandon vino con algunos trozos de carne e intentó despeinarme, pero pronto se alejó cuando lo amenacé con el cuchillo. Chris apenas contenía la risa. Mi teléfono volvió a vibrar y lo tomé rápidamente para ver el mensaje de Camila: "Quiero llamarte". Sonreí de lado y di la excusa de que iba a la cocina, pero probablemente nadie me creyó. Le envíe un mensaje con un simple "llámame" y no pasó ni un minuto antes de que sonara mi celular.

- ¡Buon pomeriggio! - Camila me saludó alegremente y pronto lo tradujo. - Buenas tardes.

- Buon pomeriggio para ti también. - Bromeé, apoyándome contra la mesa de la cocina. - ¿Dormiste bien?

- Ni un poco, Dinah trató sacarme cada detalle. - suspiró exasperadamente. - A veces lamento tener una amiga tan curiosa.

- Ah, ¿le dijiste que me devoraste hasta que perdiera el control? - provoqué en un tono más bajo.

¡Non! ¡Certo che non! - respondió rápidamente. - ¡Io no lo hice!

- Oh, ¿así que me mordiste y me chupaste la lengua hasta que me rindiera? - continué provocando sin vergüenza alguna.

- Ragazza stupida! ¡Io no estaba en mi normalidad! - Camila trató de defenderse - ¡Deja de presumir!

- No puedo, todavía lo siento en la boca, italiana. Y es muy bueno. Incluso echo de menos tu olor. Es muy rico, ¿ya te lo he dicho?

- Esto es acoso telefónico.

- Cuando te esté acosando, lo sabrás.

- Tengo ganas de golpearte y besarte, ¿eso es normal?

- No lo sé, pero me parece divertido. Hm, me están llamando aquí, hablaremos más tarde, ¿vale? O te veré mañana en Lyon.

- Va bene. Cuídate, ¿vale? Hasta mañana.

Me despedí y sonreí como una tonta mientras regresaba al patio trasero. Ellos no dejaban de molestarme sobre mi italiana. Pero ya no me importaba, me gustaba como eso sonaba eso. Por muy molesta que fuera... Camila no tuvo que besarme para que le gustara, ni pensó dos veces antes de defenderme. La barbacoa duró hasta el comienzo de la noche, no teníamos nada que hacer ni de qué preocuparnos. Fue un verdadero momento familiar, aunque no tuviéramos ninguna conexión sanguínea.

Durante la noche le ayudé a Chris con sus trabajos escolares y revisé algunos temas. A mí me gustaba porque me recordaba pequeños detalles que a veces olvidábamos porque ya no usábamos. Mantenía mi mente activa y lista para cualquier respuesta. Era cerca de la medianoche cuando me fui a la cama, pero mi celular sonó anunciando un mensaje. Camila me envió un simples "buenas noches", pero que me decía que estaba pensando en mí antes de dormir. Le contesté que yo también estaba acostada y otro buenas noche, ella todavía bromeó diciéndome que no llegara tarde a clases.

Y realmente no me atrasé. Esta vez tenía una razón a más para llegar a tiempo. Cuanto antes llegara, más posibilidades tengo de ver a Camila antes de que empiece las clases. Sin embargo, le había tomado tiempo entrar en la clase de biología, otra clase que teníamos en común. Tan pronto como me vio, la italiana se detuvo, sonrió y apartó la mirada tímidamente, pero pronto me miró nuevamente. Dinah venía un poco atrás y su grupo pronto se cerró a su alrededor. Ciertas cosas ni yo ni ella podíamos cambiar. Aunque quisiera estar a su lado todo el tiempo, la semana se pasó así. Intercambiando miradas, mensajes, llamadas. Ella seguía siendo una mimada, a veces haciendo berrinches por quererme por cerca y no tener, llegando a ser un poco molesta, pero yo era paciente. Me parecía gracioso cuando me preguntaba cuántas me coquetearon en el trabajo. La acusaba de celosa y ella cambiaba de tema diciendo que era sólo curiosidad, y luego se enojaba si yo insistía con el tema. Y por supuesto, yo continuaba insistiendo.

Por fin era viernes y estábamos en la hora del almuerzo. Esa vez estaba almorzando sola porque lo aprovechaba para estudiar. La semana había pasado rápidamente y contaba los minutas para tener mi fin de semana. No tendría trabajo el sábado ni el domingo, pensaba salir con Camila a algún lugar donde nadie fuera a molestarnos.

- ¡No Austin! ¡Devuélveme el celular!

El grito de Camila me hizo saltar de la silla y buscarla. Ella saltaba para poder quitarle el celular de la mano de Austin quien se reía como un idiota. Él levantaba cada vez más alto el celular y amenazaba con leerlo. Mi cuerpo se congeló por unos momentos. Su celular debe estar lleno de mensajes para mí, y yo no era muy discreta. ¿Qué pasaría si todos se enteraran que estaba saliendo conmigo? Camila no soportaría tal humillación, ¡estaba segura de eso! Así que actué por puro impulso, tomé mi vaso con soda, me acerqué y tan pronto como pude lo arrojé en la cara de Austin con un placer oculto.

- Devuélvele el celular. - dije con frialdad y con una falsa calma.

- ¿Pero qué...? ¡Lauren! ¡Pagarás por esto! ¡Ya me harté de ti, puta lesbiana!

Él saltó sobre mí y yo lo golpeé con todas mis fuerzas, esquivé un puñetazo bajando el cuerpo y luego aplicando un gancho. Había cosas que se aprenden cuando una está sola. Una de ellas era pelear con personas mucho más grandes que tú. Cuando tomé el celular, se lo tiré a Dinah, ella estaba más cerca. Y ese fue mi error. Pude salvar el celular, pero no a mí misma. Austin se lanzó sobre mí, derribando y aplastándome. Peor aún, él se rió de forma espantosa, me agarró la cara con fuerza y ​​juntó sus labios sobre los míos, besándome a la fuerza y ​​brutalmente. El asco que sentí fue indescriptible. Le mordí el labio tan fuerte que sentí el sabor metálico de la sangre, él gritó e intentó apartarse, pero por mí, le arrancaría la boca a ese estúpido chico. Harry se acercó y me lo quitó de encima y cuando intenté levantarme, sentí el dolor abrazarme el cuerpo nuevamente.

-¡¿Que está pasando aquí?! - La Sra. Moore finalmente había llegado.

Obviamente fue una confusión al principio. Camila y Dinah me ayudaron a levantar. Camila estaba muy seria y enfadada, pero era su silencio lo que me preocupaba. Ellas me llevaron hasta la dirección, les dije que estaba bien y que no necesitaría irme a la enfermería. Era sólo un dolor muscular y un inmenso deseo de cepillarme la boca con alcohol. En el interior, Dinah fue testigo de todo. No me atreví a decir nada, temblaba de miedo por dentro, de lo que podría sucederme.

- ¡Estás siendo injusta, directora! ¡Sólo porque es una becaria! - Austin la acusó cuando se enteró que lo suspenderían por una semana.

- Estás siendo suspendido después de tres advertencias. - la Directora fue irreductible. - Y por lo que me enteré, les has causado daños a la Srta. Cabello y un caos en la cafetería. ¡Una vez más! Sal de aquí antes de que me hagas llamar a tu padre.

Austin tuvo que tragar seco y salir enojado. Dinah también se retiró y sólo quedamos Camila y yo. La directora miraba de una a otra, ambas en silencio. Pero cuando la directora finalmente abriría la boca para decir algo, Camila explotó.

- ¡Sua stupida! - ella se levantó de la silla casi gritando, señalándome con el dedo. - ¿Está loca? ¿Pazza?! ¡Podrías haberte lastimado seriamente! Peor, ¡podría tener tu registro manchado! ¡Io no puedo creer que hayas hecho algo tan estúpido como eso!

- ¿Qué? ¡Estaba tratando de protegerte! Él tomó tu teléfono y si llegara a ver lo que estaba dentro, ¿Qué crees que pasaría? ¿Quieres tener una vida así? - no pude contener mi enojo, levantándome también. - No lo pensé, ¿vale? ¡Sólo quise protegerte, italianita! Puedo soportar cualquier humillación, crecí escuchando esas cosas, aprendí a ser fuerte con ellas. ¡Pero tú no!

- ¡Ya cállense ustedes dos, siéntense!

Ahora entendí cuando Camila dijo que quería golpearme y besarme al mismo tiempo. Sentí ese sentimiento consumiéndome por dentro, mi cara estaba roja por la rabia, pero al mismo tiempo queriendo protegerla. Me senté casi tirándome, lo cual fue mi error. Hice una mueca de dolor y aparté la mirada de Camila, que ahora estaban preocupados. La directora respiró profundamente y juntó las manos sobre la mesa.

- Lauren, no constará nada en tu registro. Fue en defensa propia podemos usar el prejuicio de Austin contra él. - la directora empezó a hablar y luego sonrió. - ¿Cómo les va la redacción?

Miré a Camila un poco asustada.

- ¡Olvidé que debía escribirlo!

- ¡Io también! ¿Cuánto tiempo falta directora?

- Ninguno. - La directora finalmente suspiró con alivio. - Era sólo una manera de hacer que las dos se entendieran. Y aparentemente funcionó, ¿no es así?

Permanecimos en silencio. Quería decirle que funcionó demasiado bien, pero la Sra. Moore pareció entenderlo y luego hizo un movimiento con la mano para que saliéramos, pero diciendo a Camila que me llevara a la enfermería sólo para asegurarse de que todo estaba bien. Caminamos en silencio y así permanecimos hasta que la enfermera empezó a hacer preguntas sobre dónde me dolía y todo eso.

- Todo lo que necesito hacer es limpiar mi boca. - dije con asco. - Dios, ¿por qué no me dejaste arrancarle la boca a ese chico?

Sólo entonces Camila se rió un poco. La miré un poco más relajada y ella respiró profundamente, acercándose y tomando mi mano. Que prácticamente aplasté cuando la enfermera tuvo que pasarme una pomada para los dolores musculares en la cintura. Pero así fue como descubrió que tenía un tatuaje en el costado de mi cintura. Una rosa con un ramo artístico.

- Es hermoso. - Camila murmuró cuando lo vio.

- Sí, es muy hermosa. - la enfermera comentó, pero mirándome a mí.

- Io creo que ya está bien. - Camila la cortó en seco.

- Sí, descansa Lauren, estarás libre en treinta minutos. - la enfermera se rió bajito y se alejó.

Me acosté en la cama de la enfermería y miré a Camila que todavía estaba celosa. Dios, había arriesgado prácticamente todo por ella. ¡Fue como un instinto tan poderoso! La tomé de la mano y la acerqué. Ella pronto se acercó y se sentó en la silla al lado de la cama. Nos quedamos allí, tomadas de la mano y en un reconfortante silencio.

- ¿Dónde aprendiste a pelear? - Camila finalmente preguntó.

- Bien... Es un poco complicado. No sabes toda la historia. - me encogí de hombros al recordarlo.

- ¿Hay más? - me miró sorprendida.

- Por supuesto. Nada es fácil cuando se trata de mí. Bueno, trataré de resumirlo. Cuando era pequeña, me dejaron en un refugio para niños, algo abandonada. Una familia me adoptó, pero sólo para quedarse con el dinero del gobierno. Pero a veces una asistente social nos visitaba y ellos pensaron que sería bueno que en el papel constara que yo practicaba algún deporte. Elegí una de pelea de inmediato. Necesitaba ser fuerte y estaba cansada de que me golpearan. Pero eso también fue bueno para aprender a tener autocontrol y canalizar mi ira.

- Pero... ¿Dónde están?

- No tengo idea y no me importa. Cuando dije que quería independizarme, me emanciparon a los 15 años y a los 16 conseguí mi propia casa. Fue sólo eso, la casa. Yo me encargaría de las facturas, la comida, manutención y ellos continuarían recibiendo el dinero del gobierno.

- Y aún está Chris... ¡Mio Dio!

- Oye... Puedo soportarlo. No te preocupes.

- ¡Vete al infierno! ¡Por supuesto que no lo soportas! - Camila estaba muy enfadada, más que antes. - ¿Es que no te das cuenta? Proteges a todo el mundo. ¡Excepto tú misma! Sufres en silencio, te vuelves fuerte en silencio. Pero sigues siendo humana, y por Dio, eres la persona más fuerte que conozco, ¡lo que significa que también eres la más débil!

La miré sin aliento. Era como si tocara en una herida tan vieja y profunda que al mismo tiempo que dolía ella me lanzaba un bálsamo. ¿Cómo se había dado cuenta de todo eso en tan poco tiempo? Camila me tomó la cara con ambas manos y me miró seriamente. Debería sentir un alivio de que alguien me entendiera y lograra descifrarme. Pero lo que se apoderó de mi ser con una fuerza violenta, fue el miedo. Miedo de volverme frágil, de no saber qué vendría después, miedo de esa sensación que sentía y que no podía controlar. Y perder el control era la última cosa que podría hacer. ¡No, no y no! Y la culpa era de esa italiana, ¿qué sabía de la vida? ¿Decir unas cuantas palabras bonitas en el momento adecuado sin saber que eso me asustaba? ¿Quién se cree que era para invadir mi vida de esa manera? No estaba lista para que me expusieran de esa manera. Entonces lo peor ocurrió, me encerré completamente por dentro.

- Io te protegeré. - dijo en tono bajo, pero completamente decidida. - Y ni siquiera tú me detendrás. Te cuidaré, besaré, abrazaré, y dejaré que llores.

- No sabes lo que estás diciendo Camila. - lo negué con la cabeza, sintiendo las lágrimas en los ojos, era tan difícil luchar contras ellas en ese momento - No sabes nada de mí.

- ¿No? Me acabas de contar todo.

- ¡Y dije que puedo soportarlo! ¡No te necesito!

- ¡Cállate, stupida! - dijo enojada. - Io no me iré de tu lado hasta que te des cuenta de que me necesitas.

- No te creas. Besas bien, eres amable y todo eso. Pero eso es todo. Sólo eres una chica mimada que está viendo algo roto y decidió arreglarlo. Pero no soy un juguete que tiene arreglo. Puedo lidiar con mis cicatrices mientras que tú no tienes ninguna. ¿Sabrás manejar a alguien así?

La estaba lastimando. Lo sentí con cada palabra dicha con rabia. Estaba temblando, pero temblaba de miedo. Traté de detenerme, pero no pude. La quería lejos, muy lejos, por haberme expuesto de esa manera. No quería ser una debilucha, ¡no podía!. Y Camila me estaba convirtiendo en una, abriéndome tan fácilmente en tan poco tiempo.

-Io ahora tengo una herida. - ella dijo con rabia contenida, pero no pudo contener sus lágrimas. - ¡Estás siendo un idiota! Te arrepentirás de esto.

- Sal de aquí. - le imploré luchando contra mi propio llanto. – No te quiero. No quiero esto. No. Te. Quiero.

Resultó que eso, había sido la herida final. Solamente cuando la vi salir, que me entregué al llanto. Lloré por lo que había hecho, por lo que era. Por dejar ir a la única persona que quería cuidarme de una manera especial. Pero mi voz murió en la garganta. No tuve el valor para enfrentarme a mí misma. No cuando el asunto era yo mismo.

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