Con el portátil entre las piernas, me recuesto en la barandilla de la entrada de casa. Mi madre está insoportable hoy, así que es imposible estar dentro de casa. Resoplo y miro la lista que escribí en mi libreta. Tengo que empezar a descartar nombres si quiero resolver este dilema antes de que él me encuentre a mí y me pille por sorpresa. Abro la web del instituto y miro las fotos de todos los jugadores. Dieciséis nombres. Dieciséis caras. ¿Quién es Skyhitter?
—Esto va a ser imposible —me digo a mí misma mientras miro al cielo. Resoplo para liberar tensión y devuelvo la mirada a la pantalla.
Entonces mis ojos se desvían al número 6. Los números no están dados por orden, por lo que parece, por lo que me sorprendo al ver la cara de Wade ahí plantada con una sonrisa de oreja a oreja. Ya sé que juega al futbol, pero tener que meterle en mi lista me da mucha rabia.
Me trago mi orgullo y sigo con mi plan. Abro la web y busco todos los datos importantes que me haya dado como sus gustos, sus miedos...
Tiene miedo a las alturas y a los fuegos artificiales. Cualquiera puede ser.
Se le dan bien las ciencias y odia la asignatura de arte porque dibuja fatal. Aquí puedo tachar a uno que va a mi clase, ya que la profesora un día puso su proyecto de dibujo como ejemplo para mostrar cómo se deben hacer las cosas. He de decir que hizo un dibujo maravilloso de la Torre Eiffel con todos y cada uno de los detalles que tiene.
Desde pequeño, su sueño es ir a la luna. Ni idea de quién.
No lleva ningún piercing y no piensa hacerse ninguno. Tendré que fijarme mejor de ahora en adelante.
De mayor le gustaría ser veterinario, aunque nunca ha tenido mascota. En esta ronda puedo borrar a muchos. Sé de algunos que son alérgicos a los pelos de animales, sobre todo de los gatos y perros, y eso para una persona que se va a dedicar a cuidarlos no es muy beneficioso. También descarto a Wade porque cuando estuve en su habitación vi que tenía una foto con la que debió ser su mascota cuando era más pequeño: un perro.
El último dato es sobre los problemas familiares. En este punto, por desgracia, tengo que tachar a Jude. También tacho a los gemelos Evans, cuyos padres hace una semana vinieron al colegio a hablar de un proyecto que van a comenzar. Parecían bastante felices.
—Ah, Patrick Donovan —murmuro para mis adentros mientras tacho su nombre.
Él no tiene madre. Murió el año pasado en un accidente de tráfico. Pobre.
Con eso me quedan ocho, entre ellos Cory.
¿Cómo voy a averiguar cosas sobre ellos si nunca hemos hablado? ¿Cómo voy a saber cuál era su sueño de pequeño? Desesperada, cierro el ordenador y escondo la cabeza entre las piernas.
—¿Te encuentras bien?
Alzo la cabeza bruscamente y me encuentro con Jude frente a mí tan guapo como siempre. Suspiro, sonrío y asiento.
—Estoy un poco cansada.
Se sienta a mi lado y se me corta la respiración. El Harry Styles de cualquier chica se ha sentado a mi lado... ¡A MI LADO! Suelto el aire contenido lentamente y trato de calmarme. Vale, ha llegado el momento de poner en práctica todos los trucos que Wade me ha enseñado. Aunque no esté en la lista, Jude siempre será el chico de mis sueños.
—Si necesitas ayuda, cuenta conmigo.
Definitivamente estoy soñando.
—Gracias —digo y, tratando de sonar segura, continúo hablando—. ¿Qué tal llevas las clases? ¿Ya tienes plan para el verano?
Bien. Tengo que seguir así.
—Me quedará alguna así que supongo que tendré que quedarme a estudiar.
—Yo te puedo echar una mano, llevo todas bastante bien —sugiero con amabilidad.
—Ya me he fijado en que a Campbell le ayudaste mucho.
Su sonrisa se esfuma y parece que hay enfado en sus ojos. No es por ser creída, pero... ¿puede que sea por mí? ¿Está celoso? Creo que estoy hiperventilando mentalmente. No puede ser. Es una locura.
—Sí, bueno aquello fue algo... —No sé qué decir de algo que jamás ha ocurrido, así que trato de fingir lo mejor posible—. Wade es buen estudiante, solo que es un poco vago.
Me río, pero Jude se mantiene serio.
—Oye, ¿vas a venir a la fiesta en la casa de Harper?
Mejor, que cambie de tema. No quiero hablar de Wade precisamente con él.
—¿Cuándo es?
—El finde que viene —contesta mientras se levanta. Se da la vuelta para mirarme y veo que vuelve a ser el mismo de siempre.
Le miro, callada. Las fiestas de Harper son conocidas por ser bastante exclusivas. Solo vas si ella te invita.
—No me ha invitado.
—Lo estoy haciendo yo —añade y me guiña un ojo—. Espero verte por allí.
Se marcha dejándome sola con mi lista y un montón de dudas.
❤❤❤❤❤
Skyhitter (11:22): ¿Manfield? ¿Cómo no me lo has dicho antes?
Leo mientras camino hacia mi taquilla. Antes de poder alcanzarla, me choco contra alguien que pasaba a mi lado.
—Perdón —digo rápidamente mientras guardo el teléfono en la mochila.
—A ver si miras por donde vas —contesta el chico.
Es Kevin, uno de los de mi lista. Entonces me doy cuenta de lo que tiene en la ceja derecha, la única que en ese momento se ve debido a la perspectiva: un piercing. Imagino que para las fotos de la web le hicieron quitárselo. Automáticamente tacho en mi mente su nombre de la lista.
De repente Abby me intercepta. Me coge del brazo para llevarme a otro lugar un poco más alejado de la gente.
—¡¿Has visto tu taquilla?! —habla casi sin respiración.
—No, ¿qué ha pasado? ¿Qué han hecho? —pregunto un poco asustada. A lo mejor alguien ha decidido gastarme una broma y llenarla de porquerías. No sería la primera vez, así que me espero lo peor.
—Vas a alucinar.
Tira de mí por el pasillo hasta llegar al sitio donde un corrillo de personas observa con detenimiento. El corazón se me acelera bruscamente y no es hasta que veo lo que ha pasado cuando suelto a mi amiga.
Mi taquilla es azul, como todas las del instituto. Hace tiempo decidí poner una pegatina fuera, pero esa era toda la decoración que tenía... Hasta ahora. Han colocado decenas de post-its de color rosa fuerte haciendo con ellos la figura de un corazón. Además, enganchada en el candado hay una rosa de las de verdad, no de esas de plástico, sino de las de pétalos suaves y con un aroma tan delicado como embriagador.
La mayoría de los que están viendo lo que pasa son chicas pues, para ser sinceras, somos las únicas que vemos el romanticismo como algo bonito y no como aburrido o pasado de moda. Cojo la rosa con cuidado y uno de los papeles se cae. Me agacho para recogerlo y veo que tiene algo escrito. Me levanto lentamente y leo lo que pone.
—Eres increíble, Marmaid —murmuro y se me escapa una pequeña carcajada al ver el juego de palabras que ha utilizado. Las chicas me miran extrañadas y Abby vuelve a tirar de mí para ver de qué se trata.
—¿Por qué te llama así? —me pregunta en voz baja.
—¿Recuerdas la camiseta?
Mi amiga se sorprende al recordarlo y se tapa la boca, pasmada. Me guardo la nota en el bolsillo y al girarme veo que las chicas siguen mirándome. Resulta algo incómodo.
—Qué suerte tienes —afirma una de ellas. Debe ser de primero o segundo.
Yo simplemente sonrío y me marcho de allí con mi amiga sin poder evitar sonreír. Ha sido un detalle precioso. Huelo la rosa mientras caminamos a clase. Ya nadie me mira mal por culpa de la lista, ahora todos sonríen cuando pasan a mi lado. He de admitir el detalle de la taquilla ha tocado mi fibra sensible, pero la amarga realidad es que nada de esto es real. Es un paripé que tarde o temprano acabará. Cada uno seguirá con sus vidas como si nada hubiera ocurrido entre nosotros. Prefiero no acostumbrarme a estas cosas.