Conquistando al chico de mis...

By bewhatyouwant

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Ellos le harán creer a todo el mundo que son novios para conquistar a las personas de sus sueños. Pero... ¿se... More

Sinopsis
#ENERO
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#FEBRERO
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#MARZO
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#ABRIL
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#MAYO
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#JUNIO
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42.
43.
★Nuestro espacio★
Extra: El traidor

17.

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By bewhatyouwant

—¿Qué les atrae a los chicos? —me pregunta lanzando una gominola al aire y encestándola en su boca.

Le observo con la mente totalmente en blanco. Me miro las manos, dudosa.

—¿Que los escuches?

Él emite un sonido similar al que hace una máquina cuando te equivocas: ruidoso y desagradable. Pego un bote del susto.

—¡Error! —exclama y alzo el puño como si quisiera pegarle. Entonces se levanta—. Que nos escuchen está bien, pero nos gusta que nos entren por los ojos.

Camina de un lado para otro frente a mí.

—¿En serio sois tan superficiales? —pregunto asqueada—. ¿No os importa lo que podamos pensar en ese momento?

—No creo que haga mucha falta para...

—Oh dios mío. Como sigas esa frase te estampo el puño en la cara —respondo en tono amenazante y me levanto para estar a su altura—. Necesito que me digas cosas útiles no estupideces como esa.

—Es la base —contesta acercándose a mí—. No pretendas ligar con un chico si llevas el pelo despeinado y la camiseta del revés.

Abro la boca para decir algo y la cierro, enfurecida. Se está refiriendo a mí, está claro por cómo me mira. ¿Quién se cree que es para hablar así las mujeres?

—Te aseguro que una mujer al natural tiene mucho más atractivo... —hablo con rabia mientras me deshago el moño y me revuelvo aún más el pelo. Doy un paso hacia él y bajo el cuello de mi camiseta para que se me vea el hombro. Continúo—: que con veinte kilos de maquillaje encima.

Wade da un paso hacia atrás y aprieta los labios con fuerza. Nos quedamos mirando durante un largo rato hasta que vuelve a abrir la bocaza.

—No estoy de acuerdo.

Su voz es más débil, pero eso solo le hace parecer más idiota. Me separo de él y me vuelvo a recoger el pelo.

—No me extraña que Harper te dejara.

Aprovecho el silencio para sentarme. No me arrepiento de habérselo dicho, es cierto. Quizá no conozca la manera de ligar ni de cómo hacer que un chico se sienta atraído por mí, pero sí tengo claro que no me pienso rebajar. Yo soy como soy, al natural.

—¿Eres consciente de que no vas a conseguir nada si no lo haces como te estoy diciendo?

Se sienta en el sitio de hace un rato.

—Prefiero quedarme sola a estar con alguien que tiene la mentalidad de hombre prehistórico que tienes tú —contesto con indignación. Estoy demasiado enfadada para quedarme quieta, así que me vuelvo a levantar—. ¿Qué es lo que os molesta exactamente? ¿La cara? —Me froto las mejillas con fuerza y luego bajo las manos de nuevo a mi ropa—. ¿La camiseta? Te la puedes meter por donde te quepa.

Esta vez, en vez de bajarla, tiro de ella hasta levantarla con tan mala suerte de que me quedo atascada por culpa de la coleta sin poder moverme. Resoplo avergonzada y escucho cómo se levanta y camina hacia mí. Le veo los pies por un hueco.

—Deja que te ayude.

Me sacudo para que no se acerque y le escucho reír. En vez de bajarla, tira de la tela hasta sacar la camiseta. Suspiro aliviada y en ese momento me doy cuenta de que me he quedado en sujetador. ¿En qué momento se me ha ocurrido esta brillante idea? Wade tira la camiseta al sofá y, en vez de apartarse, se acerca un poco más a mí. Trago saliva y le miro confusa. Entonces recuerdo lo idiota que es y el enfado regresa. Le doy un empujón, pero no se mueve.

—No hace falta que lleve nada bonito para ser bonita.

Se le escapa una sonrisa socarrona.

—No hagas eso.

—Lo que lleve puesto o cómo lo lleve es lo de menos —le intento hacer entender, dándole pequeños toques con el dedo índice—. Si buscas impresionar a una persona debería ser por tu personalidad no por la ropa o el peinado; y menos por el maquillaje.

—Eso ya no existe, Marnie. No existe el romanticismo y el tener detalles. Ni siquiera el amor verdadero que sacan en las películas, al final todo se acaba.

Da media vuelta y siento como todo en él cambia, parece más frío.

—No estoy de acuerdo y te lo demostraré —digo finalmente.

Puede que me esté metiendo en un lío gigante, pero confío mucho en mis palabras. Le voy a callar la boca.

—Y yo veré cómo fracasas —responde cansancio, coge mi camiseta y me la tira—. Póntela.

Me la pongo a regañadientes y él me observa, sentado en el reposabrazos. Su mirada parece triste, pero prefiero no saber por qué. De repente, se empieza a escuchar el llanto de un bebé. Sin decir nada, corro hacia las escaleras y mientras las subo me voy poniendo la camiseta. Cuando entro a la habitación de Dani, veo que está sentada agarrando uno de los barrotes de la cuna con la intención de levantarse. Menos mal que todavía no puede caminar.

—¿Hora de cenar? —la pregunto. Ella me mira, hace un puchero y vuelve a llorar.

La cojo en brazos y me la llevo a la cocina para prepararla el biberón. Al menos ya no llora.

—¿Te ayudo?

—No, puedo yo sola.

Dani vuelve a echar a llorar cuando dejo de mecerla y siento mi tímpano a punto de estallar.

—Son los dientes —comenta Wade centrándose en mi hermana. Ni siquiera le miro. Cuanto antes esté el biberón, antes dejará de llorar.

—Será mejor que te marches.

Cojo el recipiente y lo lleno de agua.

—La están creciendo los dientes, por eso está así.

—¿De qué hablas?

Me giro, pero él ya está de nuevo en el salón. Me quedo mirándole y Dani también lo hace, curiosa. Vemos como alarga el brazo cuando llega a su cuna de juguetes y coge uno. Cuando regresa, mi hermana estira los brazos para alcanzarlo. En cuanto lo tiene entre sus pequeñas manitas se lo mete en la boca y lo muerde.

—A mi hermana le encantaba hacer eso —contesta sonriendo al ver que Dani le ha hecho caso—. Deja que lo muerda un rato.

Sin decir nada, todavía perpleja, camino para dejar a mi hermana en la cuna. Observo, con los brazos cruzados, cómo aprieta ese donut de plástico tan esponjoso. Es increíble. Prefiero no decirle nada, aunque en el fondo se lo agradezco. Regreso a la cocina y cojo la leche para el biberón.

—¿No vas a decir nada?

Resoplo y me concentro en llenar la cuchara, pero escuchar su respiración casi en la oreja me pone nerviosa. Suelto la cuchara y me giro.

—No entiendo cómo se te dan tan bien los niños y luego eres tan neandertal con las mujeres.

Wade suelta una carcajada y se apoya en la encimera.

Vuelvo a coger la cuchara y echo lo necesario y lo agito con fuerza. Tras unos segundos en el microondas compruebo que está lo suficientemente caliente como para que no se queme. En cuanto se lo acerco, me lo quita de las manos.

—Estoy segura de que si dejas de ser un idiota, Harper caerá a tus pies —confieso mientras veo como mi hermana se acaba su cena.

—Harper no es como tú.

Le miro con los ojos entrecerrados.

—Más te vale que no sea otro insulto.

No me contesta. Se levanta y coge a Dani, que ya se ha acabado la cena. Ella empieza a soltar pequeños gritos de emoción cuando él la balancea. Entonces se detiene. Mi hermana empieza a hacer ruidos raros y me acerco a ellos, asustada. Los ojos de Wade están tan abiertos que temo que se le vayan a salir de las cuencas. Acto seguido los cierra con fuerza y Dani vomita parte de su cena encima de él.

Se me escapa una carcajada y me tapo la boca al ver su cara de asco. Eso le pasa por jugar con un bebé que acaba de comer.

—Te lo mereces —digo cuando por fin pude hablar—. Por haber sido tan idiota.

—¿Solo tú puedes insultar?

—Me lo pones tan fácil —añado soltando otra carcajada.

Cojo a mi hermana y la dejo en la cuna. Ella está totalmente limpia, mientras que Wade...

—¿El baño? —pregunta con cara de asco.

Me tapo la nariz y le señalo la puerta donde está. Apesta.

Espero sentada en el suelo frente a la cuna de mi hermana. Está tardando demasiado. Me levanto y camino hacia la puerta.

—¿Va todo bien?

Abre la puerta y veo que se ha quitado la camiseta. Me ignora y sigue frotando la mancha. Aparto la mirada de inmediato y, aunque no puedo negar que no tiene mal cuerpo, prefiero no verlo.

—Necesito una camiseta.

Asiento y me pierdo escaleras arriba. Cuando llego a mi habitación, me apoyo en el marco de la puerta y tomo aire. Cierro los ojos con fuerza para borrar de mi mente la escena de abajo y tomo una gran bocanada de aire. Unos segundos después me doy cuenta de que en mi habitación no voy a tener nada de su talla. Nada mío puede tapar esos... No. Corro a la habitación de mi madre y rebusco en los cajones de George hasta encontrar una que puede quedarle bien. Cuando la tengo, me quedo mirando mi reflejo en el espejo del armario. Tengo el pelo completamente revuelto, la camiseta del revés y la cara como si me hubiesen pegado dos puñetazos en los ojos. Estoy horrible. ¿Es acaso esto a lo que me refería con ser natural? Por dios, parezco sacada de una película de terror. Coloco mi camiseta y me deshago la coleta. Lo cierto es que no tengo tan mal el pelo suelto. Aun así, lo paso por detrás de las orejas. Mejor. Abro el cajón de mi madre y saco un brillo de labios. Asiento a mi reflejo y bajo las escaleras.

—¿Go Marmaid?

Es morada y debajo de las letras tiene una sirena. No le miro mientras se la pone porque de lo contrario esta noche tendría pesadillas.

—La hizo George para mi última competición.

—¿Qué significa? —añade mirándola a través del espejo.

Mermaid en inglés es sirena. Es un juego de palabras con mi nombre.

Me encojo de hombros para restarle importancia y regreso al sofá. Wade se ríe cuando al final lo comprende.

—Oye, creo que has malinterpretado mis palabras —comenta unos minutos después rompiendo el silencio—. Estoy de acuerdo con lo que has dicho, es solo que hoy en día pocas personas piensan como tú.

—¿Estás de acuerdo? —añado escéptica mientras le analizo. Seguro que es un truco—. Wade, es realmente triste que tengas esa concepción tan denigrante de las mujeres. ¿Es que acaso piensas que vas a recuperar a Harper comportándote como un macho con ganas de procrear?

Su sonrisa muestra amargura.

—No la recuperaré si es de otro modo.

—¿Y eso es lo que quieres?

Él se encoge de hombros. En estos momentos, siento un poco de pena por él.

—Harper fue mi primera novia, tenemos una historia.

—Ya, pero tener una historia no es lo único que hace falta en una relación. El amor es importante.

Cruzo las piernas y me como una golosina. Nos hemos sentado en el mismo sofá y la cercanía me hace sentir más cómoda.

—No quiero echarlo a perder.

Suspira y se come una golosina también.

—¿Por qué no intentas ganarte su corazón? Si tu teoría de macho alfa no ha funcionado, deberías probar otras alternativas. Dila que la quieres.

—¿Y si no sirve?

De repente lo veo. A pesar de tener una fachada de chico bromista, oculta una persona con sentimientos, cosa que pensé que nunca llegaría a desarrollar. Me entran unas ganas tremendas de abrazarle, pero me contengo.

—Quien no arriesga no gana.

Sonrío y le doy unas palmadas en la mano a modo de ánimo.

—No te merezco.

—Lo sé —respondo soltando una carcajada tímida. Me echo el pelo hacia atrás para seguirle el rollo.

—¿Qué vas a hacer con Jude?

Cojo un puñado de chuches y me lo meto a la boca para pensar. Quizá no sepa cómo ligar con un chico, pero indudablemente sé cómo no hacerlo. Trago rápidamente y sonrío con satisfacción.

—Tengo una idea.


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