Conquistando al chico de mis...

By bewhatyouwant

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Ellos le harán creer a todo el mundo que son novios para conquistar a las personas de sus sueños. Pero... ¿se... More

Sinopsis
#ENERO
1.
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#FEBRERO
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13.
#MARZO
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18.
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20.
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#ABRIL
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26.
27.
#MAYO
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30.
31.
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34.
35.
36.
37.
38.
#JUNIO
39.
40.
41.
42.
43.
★Nuestro espacio★
Extra: El traidor

14.

17.7K 1.5K 74
By bewhatyouwant

Nunca he podido dormir con luz y menos con la luz del sol. En cuanto se ha empezado a colar por la ventana, me he despertado. Me ha costado unos largos minutos darme cuenta de donde estoy. Mierda. Intento levantarme y noto algo pesado sobre mis piernas. Me froto los ojos y veo que se trata de Wade, ¿qué hace sobre mí? Entonces un hedor espantoso sube hasta mi nariz: el vómito.

Trato de quitarle de encima, pero no se mueve. Apenas respira. Por un segundo temo que esté muerto, así que le empujo con todas mis fuerzas para comprobarlo.

—Déjame en paz —dice en un gruñido y se agarra más a mi pierna como si fuese un koala.

—Wade, despierta —me quejo, moviendo la pierna.

Al menos la opción de muerto queda descartada. De repente abre los ojos y me mira. Parece asustado o tal vez sorprendido por verme en su cama. Sí, yo también lo estoy.

—¿Qué haces aquí? ¿Qué ha pasado? —empieza mientras se sienta en la cama, al moverse tan bruscamente se lleva la mano a la cabeza por el dolor—. ¿No te habrás aprovechado de mí?

—Estabas borracho, imbécil —contesto lanzándole un cojín. Me da igual que le duela la cabeza. Me levanto, dispuesta a marcharme, y escucho un ruido en el piso de arriba. Le miro asustada—. ¿Cómo me voy a marchar?

—Por la puerta, ya sabes dónde está —repone tumbándose de nuevo.

—Estúpido, me vas a llevar a casa ahora mismo —añado tirando de su brazo para que se levante—. No he cuidado de ti toda la noche para que ahora me dejes tirada.

—Espérate un rato más —responde y se gira. Con el movimiento, me lleva a mí con él a la cama y acabo cayendo a su lado.

—Wade, levántate o llamo a la policía y digo que me has secuestrado —le amenazo, pero él no me suelta la mano. Sigue con los ojos cerrados, así que le doy una pequeña bofetada. Ni se inmuta.

—¿No te puedes ir sola?

—Mi casa está lejos.

Vuelve a gruñir, se da la vuelta y resopla, pero acaba levantándose.

—Dame un minuto —dice y se mete en el baño.

Al instante escucho el agua correr, supongo que para lavarse los dientes. Cuando sale con una toalla alrededor de la cintura y el pelo mojado me doy cuenta de lo que verdaderamente hacía.

—¡¿Te estabas duchando?!

Me quedo mirándole, tal vez más de lo debido, mientras él se echa desodorante, dejando toda la habitación perfumada. Me giro con una mezcla de vergüenza y enfado y espero a que se vista.

—¿Querías haber entrado? —contesta en tono burlón. No vuelvo a mirarle, pero procuro que uno de los cojines le golpee.

Coge algo de ropa y vuelve a meterse en el baño. Al menos tiene decencia.

Mientras se viste, observo las fotos que están colgadas en la pared. En ellas sale con sus padres y su hermana pequeña. También hay algunas de él solo y con sus compañeros de equipo. En una de ellas aparece con un perro, un precioso pastor alemán con el pelo muy oscuro.

—No hay nadie en casa así que no habrá problemas para salir —dice una vez se ha vestido. Lleva un pantalón de deporte y una sudadera. Ojalá fuese yo tan cómoda.

—He escuchado ruidos antes —respondo mientras subimos las escaleras.

Se queda parado un momento y se gira para mirarme.

—Sería la madera, a veces cruje.

No le doy mucha importancia, ya que lo único que me preocupa es que sus padres piensen cualquier cosa de nosotros y que se hagan una idea equivocada de mí. Yo no paso la noche con chicos y mucho menos con él.

—¿Qué le ha pasado al coche? —pregunta parándose en seco antes de entrar. Yo no veo nada extraño—. ¿Conduje yo anoche?

—No, lo hice yo —contesto un poco confusa.

Es normal que no se acuerde, pero ¿a qué viene?

—¿Aparcaste tú así de mal?

Se empieza a reír mientras camina hasta la puerta del conductor, pero quien ríe el último ríe mejor.

—Prepárate ahora —digo tapándome la nariz.

Nada más entrar, el olor le golpea en la cara. Lo sé porque hace que le dé una arcada. Yo, por suerte, no huelo nada. Enfadado, se sube conteniendo el aire y arranca el coche. No dejo de reír en todo el trayecto. Unos minutos después me doy cuenta de que está yendo hacia el lado contrario de mi casa.

—¿Qué haces yendo por aquí?

—Me apetece un café.

Le miro como si me hubiese hablado en otro idioma y le pido que me lo repita. Sí, he entendido bien.

—Wade, tengo que ir a mi casa.

—Compraré el café y te llevaré. Prometido.

No me fio ni un pelo de él. Y menos de su sonrisa.

Cuando para el coche me doy cuenta de que estamos en una tienda de lavado. Nos bajamos, esperando que me lo explique, y veo que paga por un lavado íntegro del interior.

—Un café, ¿no? —le recrimino, cruzándome de brazos.

Pocas veces alguien consigue enfadarme, con él es un estado constante. Me desespera como nadie. Entonces señala a una de las zonas del local y leo en el letrero: cafetería.

—No te engañaba —explica con una sonrisa y camina hasta una de las mesas.

Lo odio. Mucho. Pero no me queda otra que esperar, ahora sí que estamos lejos de mi casa. Juraría que ni siquiera estamos en la ciudad.

A falta de un café rico, me pido un chocolate caliente.

—¿Qué pasó anoche? ¿Por qué te quedaste a dormir conmigo?

Evito su mirada, avergonzada. Se supone que intentaba cuidarle para que no se ahogara, no pretendía quedarme dormida.

—Me obligaste, ¿no lo recuerdas?

Él me mira sorprendido. En realidad, puedo decir cualquier cosa y se la creería.

—¿Usé la fusta? —añade divertido, apoyando los brazos sobre la mesa.

—Y las esposas, me ataste a la cama —respondo para seguirle el juego.

Wade sonríe y nos quedamos en silencio durante unos segundos. No me creo ni yo lo que estoy diciendo.

—¿Te van esas cosas?

En mi cara empieza a subir a gran velocidad el rubor de la vergüenza.

—No querrás saber lo que escondo en mi habitación —digo alzando las cejas, pero nada más abrir la boca me arrepiento. Wade, en vez de reírse, se queda completamente serio y mudo—. ¿Te lo has creído? —pregunto al ver que no reaccionaba. Su boca se abre ligeramente. No quiero ni imaginarme lo que está pensando—. Por dios, era solo una broma. Me quedé dormida en tu cama.

—O sea que querías dormir conmigo y no sabías que excusa poner.

Y ahí está el Wade que conozco. El idiota de siempre.

—¿Preferías ahogarte con tu propio vómito?

—Qué asco —contesta sacudiendo la cabeza. Da un sorbo a su café.

Cuando acaban de limpiar el coche, Wade me lleva a casa. Conozco a mi madre lo suficiente como para saber que está enfadada por no haberla avisado. Entro y me la encuentro junto al sofá de brazos cruzados.

—Castigada, ¿verdad? ¿Cuánto tiempo? —añado con dejadez.

Estoy agotada y lo último que quiero es un sermón.

—¿Dónde demonios has estado? ¡Te he llamado y no respondías! —Se acerca a mi llena de ira. Me huele—. Apestas a alcohol, ¡¿has bebido?!

—Se me acabó la batería del móvil —respondo sacándolo y me huelo la camiseta—. No, yo no... Bueno...

—Claro que vas a estar castigada y mucho tiempo —añade cortándome. En el fondo, sé que se pone así para disimular lo preocupada que ha estado y no puedo culparla, me lo merezco.

Entonces entra Abby en casa. Mi madre la pide que no intervenga, pero ella no puede mantener la boca cerrada. Está en su naturaleza.

—Marnie estaba conmigo, Juls. —Mi madre la mira confusa al igual que yo, pero trato de disimular—. Me pidió que te lo dijera, pero se me olvidó. Ya sabes cómo soy.

Mi madre me mira y esbozo una sonrisa inocente. Abby sonríe también y entonces veo que mi madre se relaja. Admiro el poder que tiene con la gente.

Aun así, mi madre ha prometido que me iba a castigar solo por el susto que se ha llevado. Ha estado a punto de llamar a la policía. Sí, a veces es un poco exagerada, pero las madres son así. Al menos esta vez me he librado de una buena... Más o menos.


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