Godfather [Terminada].

By itsrame

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❝Louis está a punto de casarse tras un arrollador romance con un irlandés que conoció una noche en un bar... More

Sumario.
Chapter 1.
Chapter 2.
Chapter 3.
Chapter 4.
Chapter 5.
Chapter 6
Chapter 7.
Chapter 8.
Chapter 9.
Chapter 10.
Chapter 11.
Chapter 12.
Chapter 13.
Chapter 15.
Chapter 16.
Chapter 17.
Chapter 18.
Chapter 19.
Chapter 20.
Chapter 21.
Chapter 22.
Chapter 23.
Chapter 24.
Chapter 25.
Epílogo.

Chapter 14.

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By itsrame

Es agitado suavemente, y despierta recuperando la conciencia lentamente, parpadeando en la penumbra y luego encuentra la cara de Harry, quien se encuentra sentado en el borde de la cama.

La camiseta blanca que lleva puesto expone sus músculos a la vista de Louis, también los tatuajes en sus bíceps.

Es demasiado temprano para encontrarse con esta imagen, Louis arruga la cara y se frota los ojos con los dedos.

—Vamos—, dice Harry en voz baja.

Louis bosteza. —¿Qué... qué hora es?

Su cerebro está luchando para enfocar correctamente, ya que está enfocado en la forma en que se siente al despertar con Harry a su lado, mirándolo a la cara y a los ojos.

—Casi las nueve. Tienes que levantarte ya.

—Dios—, dice resoplando. —¿Dónde está Braiden?

—Salió temprano. Toma.

Y de repente hay una taza de café frente a él.

Se sienta, sin darse cuenta la manta cae hacia abajo para mostrar su pecho desnudo, atrapa a Harry mirando.

—Gracias—, dice Louis mientras toma el café.

—Tienes diez minutos—, dice Harry, levantándose. —Y luego voy a entrar aquí con una cubeta de agua.

Frunciendo el ceño, Louis dice—: Ni siquiera tenemos una cubeta.

—¡Voy a encontrar una!—, Harry responde mientras se dirige a la sala.

Louis se une a él en la cocina unos diez minutos más tarde, y Harry, ahora está completamente vestido para salir, viste una camiseta negra, pantalones vaqueros rasgados ingeniosamente cuelgan bajo en sus caderas.

Louis pasa junto a él, que está apoyado en la barra de desayuno haciendo algo en su teléfono.

—No estás usando un traje hoy.

—Qué habilidades de observación tan estelares tienes.

Viéndolo de frente ahora, la V en su escote deja al descubierto su piel y algo de vello, también un pequeño vistazo a sus pectorales.

Louis mira fijamente mientras toma un par de uvas del racimo.

—¿Qué?—, dice Harry de repente.

Louis se sobresalta y lo mira a los ojos.
—Nada.

—Ajá—, dice Harry, claramente divertido. Guarda su teléfono en su bolsillo y alcanza su chaqueta de uno de los taburetes. —Bueno, cuando hayas terminado de contar los vellos en mi pecho, tal vez podamos irnos.

—No estaba contando tus... Ugh, vete a la mierda—, dice Louis, poniéndose rojo, y Harry ríe.

*

Se meten en el coche y salen de la pequeña ciudad, Harry enciende la calefacción para contrarrestar el aire frío de diciembre.

No es hasta que van cruzando la autopista que Louis tiene una idea repentina.

—Deberías darme tu número de teléfono.

Harry lo mira con el rabillo del ojo.
—¿Crees que es necesario?

—Bueno, ¿y si nos separamos en Londres?

—¿Por qué nos separaríamos?

—No sé. Nunca se sabe. Tal vez te distraigas con algún sexy jovencito y vayan a un baño cercano.

—Estoy bastante seguro de que seré capaz de controlarme el tiempo suficiente para decirte a dónde voy—, dice Harry, sonriendo.

—Apesar de saber qué—, Harry añade arrastrando las palabras. —Seguro vas a estar en allí mirando.

Louis se sonroja de nuevo, pero se ríe.
—Cállate.

Harry saca su teléfono y se lo entrega.
—Ten.

Louis marca su propio número en el teléfono y se llama a sí mismo para obtener el número de Harry.

Vuelve al menú del teléfono y está a punto de bloquear la pantalla pero el icono de mensaje está ahí, mirándolo, tentándole.

Hace clic en él.

Sólo hay un mensaje, enviado de Harry a su amiga Lonnie.

Todos los demás mensajes, ya sean enviados o recibidos, han sido eliminados.

El mensaje se envió hace menos de una hora y decía:
No sé, pero estoy jodido si no tengo cuidado.

Podría ser cualquier cosa, y no hay razón para tratar de averiguar, aunque no puede dejar de preguntarse cuál es la situación que tiene a Harry tan preocupado.

—¿Qué estás haciendo?—, Harry le pregunta con algo de curiosidad.

—Leyendo tus mensajes—, murmura.

—¿Algo interesante?

—No—, dice Louis, cerrando el cuadro de mensajes. —Eres aburrido a morir.

Abre la cámara y posa con el brazo extendido delante de su cara, Harry lo mira de lado mirando.

—¿Y ahora que estás haciendo?

Deja sobre su regazo el teléfono y toma el suyo, abre la cámara y la apunta a Harry.

—Sonríe.

Harry le muestra el dedo medio. Louis captura la foto de todos modos.

—Qué lindo—, dice asignando la foto a la información de contacto. —Habla por sí misma.

En el momento de su llegada a Londres, Louis y Harry mantienen una profunda charla acerca del pasado de Harry.

Él le cuenta a Louis de su hermana.

Una chica brillante y burbujeante que obviamente él extraña, y las cosas que solían hacer juntos cuando eran niños, metiéndose en problemas con su padre, Harry a menudo tomando toda la culpa.

Él le cuenta de sus días en el muelle con sus amigos, y de vagar por las calles de Holmes Chapel en busca de problemas, siendo atrapado por los guardias al menos una vez cada fin de semana porque con el robar y el vandalismo era cómo se ganaba el respeto en aquel entonces.

Louis le pregunta por su madre, la escuela, y qué tipo de música creció escuchando.

Y no es hasta que llegan a King Cross que Louis recuerda la razón de ir a Londres, que se da cuenta de que no le preguntó a Harry una sola cosa sobre Braiden.

La única persona que debería haber provocado su curiosidad.

Harry creció con Braiden; él sabe cosas de Braiden.

Esta es una oportunidad pérdida para conocer más de él, pero no se siente tan mal por ello como debería.

Dejan el coche estacionado, van dentro y compran sus entradas.

El tren se detiene casi inmediatamente y lo abordan, está lleno, caliente y horrible dentro de éste.

Louis está presionado contra Harry por delante y contra un hombre viejo, sudoroso y maloliente a su espalda, se empuja hacia delante para tratar de escapar del mal olor y sudor, solamente que no hay ningún lugar a donde moverse.

De repente Harry se apodera de él y lo lleva a un rincón junto a la puerta, están a solo dos pasos de distancia, lo arrincona evitando que otras personas y su suciedad lo toquen.

Lo único que Louis puede ver ahora es a Harry, y puede sentir su calor, y su suave aliento en el costado de su cara y mira los ojos de Harry.

Envueltos en la sombra de este tren, siente calor al saber que es Harry quien lo protege, quien cuida de él, evitando que los demás lo toquen.

Cuando se bajan, Louis es casi aplastado por la avalancha de la multitud y es presa del pánico, va encorvando los hombros y agachando la cabeza mientras trata de abrirse paso.

Entonces la mano de Harry se cierra alrededor de su muñeca y por instinto, Louis envuelve su otra mano alrededor de los bíceps de Harry, aferrándose a él y dejando que Harry lo lleve hacia fuera, al frío y la luz del día.

—Te dije que podía perderte aquí—. Louis dice sin aliento cuando siente que puede hablar de nuevo.

Harry aprieta suavemente su muñeca para tranquilizarlo, frotando con el pulgar la palma de Louis.

—Yo no permitiría que eso suceda.

Pasan uno o dos minutos antes de que Harry lo suelte.

Van a la joyería, donde les son entregados los anillos de diseño personalizado, dentro un estuche negro.

—Son bonitos—, dice Harry, y Louis asiente con la cabeza, no siente nada en realidad.

Están bien, supone Louis.

Los anillos son anillos.

Cierra el estuche y se dispone a pagar.

Harry lo detiene.
—¿No quieres comprobar si te ajusta bien?

—No lo sé...

Mira a su alrededor con torpeza, al asistente de ventas que le sonríe con amabilidad y luego la mueca de tristeza en el rostro de Harry.

—¿Se supone que deba hacerlo?

Harry rueda los ojos. —No, Louis, espera hasta que estés de pie ante el altar y diciendo tus votos antes de comprobar que es la talla correcta.

—De acuerdo—, dice Louis con sonrojo.

—Permíteme—. Harry toma la caja de la mano de Louis y la abre, sostiene el anillo más pequeño.

Luego levanta la mano de Louis en su cálido agarre suave, le coloca el anillo, deslizándolo lenta y cuidadosamente por el dedo de Louis.

Louis contiene la respiración. No se atreve a mirar a Harry a los ojos.

Cuando Harry habla, su voz suena rara.
—Se ve bien.

Louis traga, asiente y retira su mano de las manos de Harry, rápidamente se quita el anillo y lo pone en la caja.

Es una muy extraña sensación, que Harry haya sido la primera persona en poner el anillo en su dedo.

—¿Qué pasa con el anillo de Braiden?

—Vas a tener que arriesgarte—, dice Harry, y luego se aleja para mirar los relojes, mientras que Louis paga con el cheque que Braiden le dejo.

Le entrega la caja a Harry una vez que están fuera, y él la guarda en el bolsillo interior de su chaqueta, sus cejas se unen en su frente como si estuviese pensando en algo desagradable.

—¿Tienes hambre?—, le pregunta Harry.

Es visible cómo se distrae de aquello que le provocó dicha reacción.

—Sí, ¿quieres ir a ese restaurante que dijiste?

—No, vamos a cenar allí—, dice Harry. Mira hacia arriba y abajo de la calle. —Podemos comprar algo ligero ahora.

—Pero entonces, ¿qué vamos a hacer el resto del día?

—Esto es Londres, Louis.

Harry le sonríe, sus ojos se han iluminado ahora. —¿Qué hacen todos cuando vienen aquí?

—¿Pasear?

—Pasear. Vamos—, dice tirando del brazo de Louis. —Vamos a comprar unos pases de turista.

Ellos compran sus pases y luego se detienen en un pequeño café para comer sándwiches tostados y café antes de sufrir de nuevo dentro del metro.

Harry mantiene a Louis protegido de las multitudes.

Hacen paradas para ver el palacio de Buckingham, la Torre de Londres y hasta el London Eye.

Louis toma fotografías de todo, cientos de ellas.

Trata de capturar a Harry en tantas como puede, pero es un cabrón escurridizo y siempre se las arregla para hacerse a un lado.

Luego, Harry sorprende a Louis cuando al llegar a la cima dentro del London Eye, pone su brazo alrededor de su hombro, y con Londres como telón detrás de ellos, toma una foto de ambos con su propio teléfono.

Van al museo de Madame Tussauds y Louis consigue que Harry le tome algunas fotos de pie junto a Britney, Beyoncé y Tom Cruise.

Más tarde afuera en un puesto, Louis compra llaveros, y engancha uno a la presilla del cinturón de Harry.

Se dirigen de nuevo rumbo al río cuando el sol cae en el cielo y caminan a lo largo por treinta minutos.

Harry va hablando de las otras veces que ha estado en Londres, los lugares que ha visitado, sus museos favoritos, el verano memorable que pasó cuando administraba un club en el Soho.

Él le dice a Louis que un algún día volverá y entonces lo llevará a los lugares que los turistas no conocen, las joyas ocultas de Londres que descubrió por sí mismo o con amigos.

Louis acepta ir, sus entrañas se sacuden con anticipación.

No mencionan a Braiden.

Y cuando sus manos se rozan mientras caminan, Louis no es el único que se da cuenta, los ojos de Harry parpadean mientras se miran.

Se sientan por un rato en un banco en un pequeño parque, viendo pasar a la gente bajo el dosel del crepúsculo.

Es más tranquilo aquí, lejos del bullicio de los turistas y el aire huele menos a gases de escape y es más limpio gracias a la naturaleza.

Harry esta relajado y callado a su lado y cuando Louis se estremece por el frío, Harry se acerca más, presionando el calor de su cuerpo al de Louis y le pregunta por Brooke, y Liam, y sobre cómo era su vida antes de conocer a Braiden.

—Es una pena que Braiden no pudo estar aquí hoy—, dice Louis durante una pausa en la conversación.

Se siente obligado a hablar de él ahora, porque apenas lo mencionó en todo el día, y siente un poco de culpa.

Harry se desplaza un poco más cerca, pero no habla o se aleja.

—Quiero decir, no es que tú no fueras...—, añade. —Lo pase muy bien contigo hoy.

Harry lo mira y sonríe, tiene los ojos muy abiertos y brillantes, él es diferente aquí, lejos del apartamento.

Menos reservado.

—Bueno, todavía no se ha acabado—, dice en voz baja. —Hora de cenar.

Se levanta, y lo mismo hace Louis, estirándose para aliviar el dolor de espalda.

—Más vale que ese lugar sea increíble, por la forma en que lo alabas.

—Lo es—, pone una mano en la parte baja de la espalda de Louis, guiándolo hacia adelante.
—Es tan bueno que si no te corres dentro de tus pantalones en el momento en que...

—Oh Dios, cállate.

Regresan nuevamente por metro, y Harry lo lleva a una calle tranquila, y escondido en una esquina hay un pequeño restaurante, sin lujo.

La comida es increíble, como Harry prometió, pero no mantiene la atención de Louis tanto como la cara de Harry cuando está iluminada por la luz de las velas.

—En serio—, dice Harry, y Louis piensa que no es totalmente ajeno a la atención. —Prueba esto.

Ofrece su tenedor a Louis, con pasta enredada alrededor, y Louis se inclina hacia adelante y se lo lleva a la boca sin apartar su mirada de la de Harry que brilla con la luz de las velas.

Ordenan postre, y Harry decide pedir un expreso, y a mitad de terminar con el tiramisú, Louis le pregunta—: ¿Qué es realmente lo que haces en América?

Harry está a medio proceso de verter más azúcar en su pequeña taza de café.

—Tenía un contrato de arrendamiento por seis meses en un teatro en Las Vegas.

—Wow—, dice Louis, impresionado.

—Sí, el contrato de arrendamiento terminó justo cuando Braiden llamó para pedirme que fuera su padrino—, sonríe. —Realmente en el momento preciso.

Hay una posibilidad de que Louis pueda creer en el destino.

—¿Y ahora qué?—, le pregunta.

—Todavía no estoy seguro. Tomaré una decisión después de la boda.

Louis vacila.
—Pero, ¿vas a volver a Estados Unidos?

—Sí—. La mirada en sus ojos es cuidadosamente reservada.
—En realidad no hay nada aquí para mí.

—Tienes a Braiden.

Harry hace una pausa, y luego dice—: Braiden te tiene ahora.

Su tono suena con pesadez.

Empieza a llover tan pronto como salen del restaurante, cae una lluvia fina y ligera, lo suficientemente ligera para que caminen a través de ella mientras se dirigen de nuevo al metro.

Pero incrementa hasta volverse un aguacero en cuestión de momentos y Louis tira del cuello de su chaqueta para taparse la cabeza, la estación no está lo suficientemente cerca como para que logren llegar sin quedar empapados.

Harry tira de él hacia la puerta de una oscura tienda que ya se encuentra cerrada, lo empuja hacia la esquina para protegerlo contra la lluvia.

Siempre protegiéndolo.

Louis lo mira.

Hay una pequeña gota de lluvia en sus pestañas, y su pelo está un poco mojado, sus ojos brillan en la sombra, y es tan hermoso que a veces Louis no puede pensar claro.

—Yo lo pase muy bien hoy—, murmura Louis.

Suena como si le contase un secreto, aquí, en este rincón apartado, escondidos del resto del mundo.

—También yo—. Harry sonríe, pero no se ve feliz. —Sin embargo es hora de volver a la realidad.

—¿Qué quieres decir?

Harry levanta una mano a la cara de Louis, vacila un momento antes de colocar las puntas de los dedos contra su mejilla, los arrastra hasta su mandíbula y frota con su pulgar a lo largo de la misma.

—Es mejor que no lo sepas—, dice.

Louis tiene el aliento atrapado en su garganta y se levanta de puntillas antes de poder detenerse a considerarlo mejor y Harry traga saliva, baja la cabeza poco a poco y entrecierra los ojos.

El estruendo de un relámpago se escucha haciendo saltar a Louis y dejando escapar un pequeño gemido.

Harry se aparta de él, mira a la calle y luego hacia el cielo.

—Vamos— dice, tomando la mano de Louis. —Enfrentemos la lluvia ahora, mientras que no es demasiada.

Tira de Louis para separarlo de la puerta y caminan bajo la lluvia, se dan prisa para llegar a la estación.

Esta vez el tren viene bastante vacío cuando abordan y por eso logran tomar un asiento; Louis tiembla de frío y Harry lo observa con el ceño fruncido, antes de quitarse su abrigo y colocarlo alrededor de los hombros de Louis, se acerca para tratar de entrar en calor juntos.

El viaje en coche de vuelta a casa lo realizan en silencio y es algo incómodo con todo lo no dicho entre ellos, y, finalmente, Louis se queda dormido, las farolas y la lluvia le dan una sensación de calma.

Cuando estacionan el auto cerca del apartamento, la lluvia ha cesado, y Louis da a Harry su abrigo.

—Aquí tienes— dice, y los dedos de Harry cubren los suyos cuando lo toma.

—Gracias.

Se miran el uno al otro, dándose un último momento antes de volver al mundo real.

Harry le sonríe de manera cálida, como un secreto compartido solo entre ellos, y finalmente se alejan del coche para volver a casa.

Braiden ya está ahí, sale de la habitación, bostezando y frotándose los ojos.

—Hola, al fin volvieron—, dice dándole un beso a en la mejilla. —¿Los tienes?

—Son realmente bonitos. Harry los tiene en su bolsillo, si quieres verlos.

Se siente agotado de repente, y con algo de melancolía en su corazón, sólo quiere ir a dormir y poder dar este día por terminado.

—Me voy a la cama, fue un largo día.

Intercambia una mirada con Harry antes de irse.

No cree estar imaginando el mismo toque de melancolía en su mirada.



Sin duda, mi capítulo favorito ❤️.

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