Saga Elementos III: Agua

Mysagy tarafından

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El chico agua nos sorprenderá por su carácter y por su fuerza. Un rebelde sin causa que se ve en medio de un... Daha Fazla

Prólogo.
Capítulo 1: Nadie sabe nada de mí.
Capítulo 2: Vacaciones obligatorias.
Capítulo 3: ¿Cómo puede haber una fiesta en mi honor?
Capítulo 4: Podría haber sido una noche prometedora.
Capítulo 5: No consigo centrarme.
Capítulo 6: Necesito saber de ti.
Capítulo 7: Necesito ayuda.
Capítulo 8: Me siento inútil.
Capítulo 9: La búsqueda
Capítulo 10: Sentimientos confusos.
Capítulo 11: Mentiras forzosas.
Capítulo 12: El juego de las preguntas
Capítulo 13: ¿Estás loca?
Capítulo 14: Bella desconocida.
Capítulo 15: Descubrimientos y planes.
Capítulo 16: Una visión clara.
Capítulo 17: Lo que parece olvidarse con los años.
Capítulo 18: Errores y mentiras del pasado.
Capítulo 19: Ir en contra de mis principios.
Capítulo 20: ¡Vamos, piensa!
Capítulo 21: Aprender a defenderse
Capítulo 22: Tristes despedidas.
Capítulo 23: Bolas de fuego.
Capítulo 25: Momento inoportuno.
Capítulo 26: Esta vez sí, ¡Feliz cumpleaños!
Capítulo 27: Viajes a lugares imposibles
Capítulo 28: Una visita esperada.
Capítulo 29: Planes y peleas.
Capítulo 30: La huida.
Capítulo 31: La persecución y las promesas.
Capítulo 32: Tú lo has querido.
Capítulo 33: Tienes elección.
Capítulo 34: La llegada.
Capítulo 35: Obviedades y muerte.
Capítulo 36: Olas de fuego y engaño.
Capítulo 37: La espera y una horrorosa sala.
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS Y NOTAS DE AUTOR

Capítulo 24: Más mentiras en mi vida.

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Mysagy tarafından

KAI

“Corría, algo me perseguía y no me atrevía a echar la vista atrás. Las calles eran estrechas y lo que fuera que me perseguía me alcanzaba con rapidez.

Pasé por un escaparate y aproveché el cristal para ver qué era eso que me perseguía. El corazón se aceleró de inmediato haciendo que bombeara más sangre y llegara con más fluidez a cada parte de mi cuerpo. Era una ola, en medio de la ciudad, pero no una ola cualquiera, esta era de fuego.

La ola de fuego arrasaba con cada cosa que se cruzaba, los coches explotaban como había explotado el coche de Samantha y Alexa.

“El agua apaga el fuego, pero no olvides, que el fuego evapora el agua – resonaron en mi cabeza las palabras que Eve me había dicho en la cueva”

Eso debería ser fácil, yo era agua, debería poder apagar este fuego que me persigue.

Pero hasta que se me ocurriera la forma de crear una cantidad de agua suficiente para apagar lo que me perseguía, debía seguir huyendo. Giré por una calle y me encontré en la quinta avenida de Nueva York, la reconocía de las películas, está completamente desértica, lo que me permitió correr con mayor libertad.

Ponía la vista al frente, no quería volver a ver esa espantosa ola que me iba achicharrar vivo. Pero había algo enfrente de mí, algo que brillaba y que hacía que la tierra templase. Seguí hacia delante esperando que lo que fuese que brillase me salvara, pero estaba lejos de hacerlo, cuando estuve lo suficientemente cerca vi lo que era, una ola de agua que se movía en mi dirección. Me iban hacer un sándwich y yo era el relleno.

Pero una esperanza brotó de mí, si yo era el elemento de agua, debía ser capaz de controlar esa ola y hacer que apagara el fuego sin matarme.

Usaba todas mis fuerzas para intentar controlar el agua, pero me sentía como un estúpido que intenta doblar las cucharas con su mente, imposible.

Ya no había nada que pudiera hacer, me paré en seco y los oídos me pitaron debido al bombeo de mi corazón. Una ola me venía por un lado y la otra por el otro y justo cuando ambas colisionaron…”

- ¡NOOO! – grité mientras me incorporaba de la cama empapado de sudor.

Tuve que pensar varias veces “solo es un sueño” para poder relajarme. La estrecha habitación estaba completamente vacía y dado que aún estaba algo adormilado, no me di cuenta hasta al cabo de un rato,  de que Eve no estaba.

Fui corriendo hasta el baño con la esperanza de que estuviera cerrado con ella dentro, pero no había nadie. Cuando regresé hacia la cama vi un papel, lo cogí de inmediato.

“No te tenses, salí un momento. Intentaré regresar antes de que despiertes. Te quiero, Eve”

No pude dejar de leer las tres últimas palabras, se habían quedado gravadas en mi cabeza y en mi corazón. ¿Hacía cuanto que alguien no me decía que me quería? Bueno, Eve me lo ha escrito, pero ahora no podía dejar de pensar en sus labios pronunciando esas palabras.

La puerta se abrió de repente y Eve entró con una bolsa en la mano y una mochila al hombro. Me miró algo preocupada por mi extraño comportamiento, estaba en medio de la minúscula habitación y con el papel en la mano.

- ¿Te acabas de despertar? – preguntó ella mientras cerraba la puerta con el pie y dejaba la bolsa en la mesa. – Traje algo de comer, iba a prepararte un almuerzo. – su sonrisa iluminó toda la habitación.

Eso fue lo que me hizo espabilar, me acerqué a ella y la besé con todo el agradecimiento que podía darle después de sus palabras escritas.

- Gracias – dije en un susurro.

- Feliz cumpleaños – contestó ella malinterpretándome.

Hoy era mi cumpleaños. Miré el reloj y apenas faltaban unos minutos para la una. ¿Unos minutos? No estaba preparado, no, todavía no.

- Eve, el reloj. – dije casi sin voz.

Ella no necesitó verlo para saber que era la hora, me miró a los ojos y me besó dulcemente en los labios. Por un segundo se me olvidó todo lo que había a mí alrededor, pero ese segundo pasó y todo volvió a mi cabeza.

Nadie dijo nada más, me senté en la cama derrotado y ella se colocó justo enfrente de mí, animándome a lo que fuera que me iba a pasar en unos minutos.

Ya no miré el reloj, decidí que era mejor no hacerlo ya que me parecía que el tiempo no avanzaba, que no iba a llegar ese temido momento. Así que decidí no dejar de mirar el rostro que me había traído tanta felicidad, un rostro que había conseguido sacar lo mejor y en ocasiones, lo peor de mi.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, ni tampoco sé cuando mi conciencia sobre lo que me rodeaba dejó de importar, lo que sí sé es que la una del medio día había pasado y yo no me sentía diferente.

EVE

Me perdí en el azul cielo de sus ojos, era como nadar en aguas cristalinas, podía ver el temor a lo desconocido ahí dentro. No sé cuánto tiempo pasó, pero la postura que había cogido no era nada cómoda y las rodillas empezaron a dolerme, miré el reloj para ver cuanto más tendría que aguantar y el corazón se me detuvo.

- No ha pasado nada. – dijo Kai imitando la confusión que sentía yo en estos momentos.

- ¿Cómo es posible? – dije más para mí que para él. - ¿Estás seguro de que era a esta hora?

- Solo te dije lo que me contó mi madre, ¿por qué iba a engañarme en algo así? – no tenía respuesta para esa pregunta.

Decidimos esperar unas horas, por si la hora no había sido del todo concreta. Le obligué a no salir de la cama por si pasa algo, pero al final, se hizo las dos y media de la tarde y no había pasado nada.

- ¿Qué hay en la mochila? – dijo Kai con voz de enfadado.

Ni siquiera le había dejado ir al baño solo, estaba siendo demasiado protectora y aunque él no se había quejado, vi su disconformidad en sus ojos.

- Cuando he ido a por comida, he visto un banco abierto y he cobrado el cheque de tu padre. – dije mirándole con ojos de disculpa.

- ¿Por qué has hecho algo así? – ahora si estaba enfadado.

- Si no lo cobrábamos, sospecharía o se preocuparía por ti, por si te podría haber pasado algo. – hice una pausa para comprobar que me estaba escuchando ya que parecía estar apunto de estallar. – Y si esperábamos hacerlo en Estados Unidos, él podría seguir el movimiento del cobro y encontrarnos.

Con cada explicación su cara se iba relajando, no había pensado en que podría no gustarle el hecho de cobrar el cheque, solo he pensado que era el mejor plan.

- Lo entiendo. – dijo volviendo a poner su cara de enfado disconforme – Pero la próxima vez lo hablamos.

Acepté con la cabeza y eso me dio una idea, hablar, debía hablar con Ralph. Salté de la cama y fui a la mesilla de noche donde había dejado el móvil, él me diría lo que tendríamos que hacer.

- ¿Eve? ¿Estáis bien? ¿Qué ha pasado con Kai? ¿Se ha activado? – demasiadas preguntas.

- Se empieza por un hola, Ralph. – me quejé – No, no se ha activado, para eso llamaba.

- ¿Cómo no se ha podido activar? – oí la duda en su voz, estaba pensando en que nos habíamos equivocado con el chico, pero yo sabía que no.

- Simplemente no debemos saber exactamente cuando nació. – dije para quitarle esa estúpida idea de la cabeza.

- Pues solo os quedan dos opciones. – eso era lo que quería oír, mis opciones. – O esperáis hasta que suceda o averiguáis donde nació y cogéis su partida de nacimiento. Y date prisa, el avión sale a las cinco.

- Bien, lo hablaremos y decidiremos. – hice una pausa esperando a que dijera algo, pero no lo hizo, seguía pensativo – Te mantendré informado, ¿de acuerdo?

- Espera – dijo corriendo por si colgaba – Hay algo más. Encontramos a una de las mujeres, la mayor, está muerta. Pero la otra se escapó y creemos que está en Londres. Unos miembros de la comunidad destinados ahí, dicen que están haciendo barridas por todas las calles en vuestra búsqueda.

- Entendido, tendremos cuidado. – y la conversación se cortó, típico en Ralph, irse sin despedirse.

Había conseguido mi objetivo con la llamada, que me abriera los ojos y me hiciera salir de mi dormida mental. Pero no podía dejar de sentir enfado hacia él, por su duda acerca de Kai. ¿Cómo ha podido dudar de que es él? Vale, sé que no me lo ha dicho con palabras, pero lo he notado.

- Bueno dime, ¿qué te ha dicho? – me dijo Kai que se había quedado mirándome impaciente.

- Que tenemos dos opciones, esperar aquí hasta que pase o ir al hospital donde naciste y ver tu partida de nacimiento.

Me arrepentí de decirlo en el momento que lo dije. Sabía cuál de las dos opciones era la que iba a elegir, estaba harto de estar aquí y acaba de proporcionarle una salida. ¡Seré estúpida!

- Bien, pues vamos. – dijo dando un salto y saliendo de la cama. – El avión sale a las cinco, son casi las tres. Al hospital llegamos en media hora, más otra media hora del hospital al aeropuerto, nos deja con unos quince minutos para entrar, bajar al sótano donde tienen los archivos, encontrarlo y salir de ahí.

- Imposible. – sentencié mientras me sentaba en la cama y cruzaba los brazos en señal de que no me iba mover.

- Sabes que voy a ir y no solo por salir de aquí, necesito saber si me mintieron. – eso sí era capaz de entenderlo y sabía que no iba a ser capaz de negarme.

Recogimos la habitación rápidamente, me armé el cinturón de cuchillos y metí el mechero de mi padre en el bolsillo de mi pantalón. También repartimos el dinero entre la mochila, mi bolsa de viaje y la de Kai, así no sospecharíamos tanto.

Llegamos al hospital antes de lo previsto, el taxi era un camicace y por la hora que era, el tráfico era muy fluido. Era un edificio antiguo, del mismo tono marrón que la mitad de los edificios de esta ciudad pero con acabados góticos, si no leías el letrero pensarías que era una iglesia cristiana.

Por el camino, Kai me contó que todos los miembros de sangre “azul” nacen en este hospital, el Sant. Juan Bautista, nombre digno de iglesia cristiana.

En el lateral de la iglesia había un pequeño callejón con una anchura no más grande de medio metro, apenas cogía una persona si no iba de lado. A nuestros pies, había una pequeña ventana de ventilación que daba al sótano del edificio, era la mejor manera de entrar solo que Kai no cogía por ella.

- No pienso entrar sin ti. – dije en susurros pero con voz dura.

- No tendrás que hacerlo, solo tienes que entrar y abrirme esa puerta. – dijo señalando una pequeña puerta que estaba camuflada con el mismo color que la pared.

- ¿Cómo sabes tanto de este lugar? – dije realmente asombrada, pero a la vez asustada.

Él me echó una de esas sonrisas maliciosas que me volvían loca y me dijo:

- Cuando vivía aquí vine a buscar pruebas de que mi padre no era realmente mi padre, le odiaba y deseaba alejarme de él. Pero me pillaron y me llevaron al cuartel de la policía. – dijo rememorándolo con la mente.

Igual que en una ocasión me había parecido raro que Sussan viera a Kai como alguien violento, ahora me resultaba raro ver al padre de Kai como un mal padre, como alguien que abandona a su hijo y lo manda a otra ciudad con una niñera.

No me demoré más, no había tiempo para palabrerías. Abrí la ventana sin dificultad y entré por el estrecho agujero. Metí primero los pies, luego la cadera, la parte del torso pero sin brazos, ya que las dos cosas no cogían, y así hasta que me hallé en una sala llena de papeles y con la única luz que entraba por la ventana.

Lo primero fue ir abrir la pequeña puerta de emergencia para que entrara Kai, no me gustaba que estuviera ahí solo, me ponía ansiosa.

- Bien, busquemos la sección de nacimientos. – dijo una vez entró y me dio un fugaz beso en la mejilla.

Hice lo que me dijo sin protestar, me daba la sensación que empezaban a cambiarse las tornas en esta relación, ¿no se supone que soy yo la experta?

La sala no era muy grade pero estaba repleta de estanterías y cajoneras llenas de papeles e informes. Kai fue hacia una zona de cajoneras y yo hacia las estanterías, se movía con gran soltura por la sala, se notaba que ya había estado aquí antes.

- Aquí – dijo sacándome de mis pensamientos. – G G G G, Giffard, aquí.

Sacó la carpeta y en ella encontramos todo el informe médico de Kai, se había roto un brazo a los tres años, un constipado a los seis que le hizo tener que usar un inhalador, otro hueso roto a los diez. Eso en cuanto a enfermedades comunes y accidentes, luego llegamos a la parte de los ingresos y ahí solo figuraba uno, el de su nacimiento.

Un papel con pinta de antiguo, con sus bordes doblados y su color amarillento, indicaba:

“William Kai Giffard, nacido el 12 de Julio de 1994 en el hospital Sant. Juan Bautista a las 13:00 pm. Atiende el parto el Doctor Michael Fost”

Miramos el papel una y otra vez, lo miramos por delante y por detrás, buscamos entre el resto de papeles por si pudiéramos encontrar algo, pero nada. Todo indicaba que Kai ya había cumplido sus dieciocho cumpleaños.

- Tenemos que irnos. – dije al cabo de unos minutos. – Tenemos que coger un avión.

- ¿Para qué? Es obvio que no soy quien decís, os habéis equivocado y habéis perdido el tiempo conmigo. – dijo mientras tiraba la carpeta contra una estantería.

- No es cierto, tiene que haber otra explicación pero no tenemos tiempo para averiguarlo. – él empezó a mover la cabeza en señal de negación. – Moviste el agua, Kai. La noche de la cueva lo hiciste, dos veces. Hueles a brujo como nadie ha olido. Es solo que no entendemos lo que pasa.

No obtuve más palabras de él pero yo necesitaba moverme, este sitio me ponía algo nerviosa y necesitábamos llegar al aeropuerto antes de que nos cerrasen la puerta de embarque.

Abrí con cuidado la pequeña puerta y entró un poco de corriente en la habitación. El ambiente estaba húmedo, hacía algo de fresco para ser junio pero sobre todo, olía a sombra.

Volví a entrar y cerré con cuidado la puerta.

- Pero, ¿qué… - le tapé la boca con mi mano y le obligué a moverse y colocarse debajo de la ventana.

Afiné mis oídos e incluso me puse de puntillas para llegar bien con la oreja a la ventaba.

- ¿Hueles eso? – dijo la voz de un hombre. – Debemos comprobarlo antes de llamar a la jefa. Ustedes dos, quédense aquí, el resto del grupo peinaremos la zona.

Eran sombras, sin dudas. Oímos unos pasos alejarse y pude ver por la ventana como aquellos sombras que les habían pedido que se quedaran, se colocaban en la entrada del callejón impidiéndonos la salida.

Cogí la mano de Kai y le hice un gesto para que no hiciera ruido. Busqué por toda la habitación, memoricé cada esquina y me concentré en cada objeto que pudiera ser una posible arma. Hice un reconocimiento exhaustivo y encontré la puerta que daba al interior del hospital, tenía llave y estaba cerrada.

- ¿Qué hacemos ahora? – dijo Kai en susurros.

- Perder un avión, eso sin dudas. – usé un poco de humor negro para intentar mantener la calma. – Esperaremos a ver qué pasa, no hay mucho que podamos hacer.

Pero yo tenía otra esperanza, esperaba que el momento de activación de Kai llegara y nos ayudara a salir de esta situación.

KAI

Por lo poco que había vivido de lo que iba a ser mi nueva vida, no hacía otra cosa que esperar encerrado en algún sitio. Anhelaba mi moto y la sensación de libertad que esta me producía, quería poder cogerla, con Eve detrás de mí y conducir por todas las carreteras del país. Pero debía empezar a asumir una cosa, yo no era un elemento y ella se iría en cuanto se enterase de donde está el verdadero.

Con esto no quería decir que dudara de su amor, sino que su responsabilidad de proteger y salvar este mundo iba a ser más grande que ella y que yo.

La tarde se fue pasando y ya solo quedaban minutos para que se acabara mi cumpleaños. No era como había pensado pasarlo, una fiesta en la playa, falsos amigos que me traían regalos por compromiso y sí, Eve dándome besos por todos lados. Ese era un mejor cumpleaños que estar encerrado en un almacén de un hospital.

No pude soportarlo más, no podía seguir mirándola a la cara y ver como no sentía ni una pizca de duda hacia mí, yo dudaba de mi mismo a cada segundo, pero ella parecía tan convencida de llevar la razón que no podía ni imaginarme la decepción que se llevaría al darse cuenta que no soy yo al que busca.

Me levanté y comencé a caminar entre los pasillos, leyendo cada caja por puro aburrimiento. Hasta que encontré una, escondida entre otras y con demasiado polvo para haberse movido hace poco, en el lomo de la caja ponía King’s house.

La saqué con cuidado de no tirar las que estaban a su lado y la llevé donde estaba Eve. La abrimos juntos sin necesidad de que le explicara el porqué lo hacíamos, ella estaba igual de aburrida que yo.

Pero dentro había otra caja, una metálica y con cerradura. Eve la sacó del todo y se puso a estudiar la cerradura. Fue simplemente impresionante, con dos pequeños alambres consiguió abrirla en un segundo.

Lo primero que vimos fue una gran carpeta que ponía “CONFIDENCIAL” en letras rojas y grandes. La abrimos y comprobamos que todos los nombres pertenecían  de alguna manera a la realeza. Busqué el apellido de mi familia y lo encontré.

Al parecer, mi padre había tenido algún problema de joven, uno de esos de malas compañías, demasiado dinero, demasiado poder, y acabó en urgencias con un lavado de estomago.

- Son informes médicos que podrían dañar el nombre de la casa real. – dije en susurros para que Eve supiese que era lo que veíamos.

Entonces lo encontré, vi mi nombre entre todos los papeles y ahí estaba, igual que el que habíamos visto antes, o casi.

“William Kai Giffard, nacido el 13 de Julio de 1994 en el hospital Sant. Juan Bautista a las 01:00 am. Atiende el parto el Doctor Michael Fost”

- ¿Mi cumpleaños es el 13? – dije más alto de lo que debería.

- Eso no es lo más importante, haces dieciocho años exactamente en media hora. – miré el reloj y efectivamente, tenía razón.

Pero ya no tenía miedo, después de haber sentido la decepción de no ser el elemento, sabía que sí lo era y que lo esperaba, es más, lo necesitaba.

- He oído algo. – dijo una voz en la ventana – Viene de ahí dentro.

Una linterna iluminó el pequeño almacén y al ir apartarnos para que no nos vieran, unas cajas se cayeron en nuestros pies.

- Están ahí. – gritó el que había hablado antes.

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Sé que he tardado más de lo normal en subir este y que he estado algo ausente... pero me ha sido muy difícil de escribir, falta de inspiración (Hugo te necesito como mi muso...jajajaja!!)

No, ahora en serio, capítulo más que dedicado a Leia, si no llega a ser por ti... no sé que sería de mí :D :D Te quiero más de lo que puedo expresar con palabras y cada vez que hablamos, sonrío como una tonta por cada cosa que dices, me haces así de feliz... :D :D

Un saludo enorme a la gente de Foro que también me ha estado apoyando estos días... os quiero!!

Y bueno, sé que es un capi muuuuyyyy raro así que si tienen alguna duda, aquí estoy para lo que deseen. Espero que les haya gustado y no se olviden de votar y comentar. Besos

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