—¿Y qué pasa con el chico de internet? —pregunto cuando entramos a mi habitación, no quiero que mi madre empiece a cotillear, estoy segura de que ella también nos ha visto.
Me quedo mirando a mi amiga durante un instante. ¿Por qué me dice eso? La he mandado un correo contándoselo todo. ¿Está bromeando? Debe ser eso.
—¿Has mirado tu correo hoy? —pregunto y ella niega sin comprenderme.
Entonces una bombilla se enciende en mi cabeza. Quizá no ha leído el mensaje.
Abby se lleva la mano al bolsillo donde tiene guardado el teléfono para comprobarlo. Esto me da una ventaja. Si tengo que fingir que estoy saliendo con Wade no puede saber que me gusta su hermano y lo que he descubierto sobre mi amigo de internet. Tengo que borrar el mensaje como sea.
—¿Por qué?
—Curiosidad —respondo mirando el teléfono que acaba de dejar sobre la mesa—. Era por los deberes de física, ¿los has hecho ya?
—¿Marnie? ¿Qué ocultas?
—Nada —contesto con rapidez y se me escapa una pequeña carcajada.
Ella desbloquea el teléfono y me doy cuenta de que no tiene ningún mensaje pendiente de abrir en el correo. Me mira con más confusión. Qué raro.
—Estás muy rara —me mira frunciendo el ceño—. Primero lo de Wade y ahora esto.
—Wade siempre me ha gustado —añado para excusarme y no puedo evitar arrugar la nariz al decir eso.
Mentir a mi mejor amiga en la cara me hace ser una malísima persona. No tengo otro remedio, ¿cómo voy a dejar que este indeseable le enseñe el correo a todo el instituto? Una cosa es que lo vea Abby y otra que lo vea todo el mundo, sería el hazmerreír durante semanas... ¡Qué verguenza!
—No me lo creeré hasta que no lo vea.
—¿Qué quieres ver? —pregunto algo a la defensiva. Ella se cruza de brazos.
—Que os queréis.
Nada más decir eso, se tira en mi cama y empieza a cantar algo sobre el amor. Ella es así, podemos estar hablando de cualquier cosa que lo transforma en canciones. Me parece una habilidad asombrosa, pero a veces siento que no le importa nada de lo que le digo.
El resto de la tarde la pasamos acabando los deberes. Mientras cenamos, George nos cuenta los planes sobre la fiesta sorpresa a la madre de Abby.
—Marnie va a traer a su novio.
—¿Novio? —pregunta mi madre con emoción.
Lanzo una mirada de odio a mi amiga e intento salir de la encerrona como puedo.
—Es... complicado —balbuceo—. No sé si podrá venir, tiene muchas cosas que hacer.
—Seguro que puede sacar un rato, ¿verdad? —añade Abby sonriendo.
—¿Quién es? ¿Es el chico de esta tarde?
—¿De quién estáis hablando? —interviene George.
Lo que me faltaba, ¿va a ser el tema del año?
—Wade, un chico de nuestro instituto —explica mi amiga a su tío.
—Es muy simpático, debería venir —comenta mi madre sabiendo que estas situaciones me avergüenzan bastante.
—¿Y desde cuándo lleváis saliendo?
No había pensado en los detalles. Teníamos que haber acordado una historia. No sé nada de él. ¿Y si me preguntan? ¿Qué clase de novia soy si no sé sus gustos? Una pésima, pero ¿qué esperar de alguien que jamás ha salido con un chico? Mi primer novio y encima falso.
—No mucho —contesto dando largas, copiando la contestación que él había dado a Dylan en la piscina.
Me meto un trozo enorme de pan en la boca deseando que la conversación acabe con mi respuesta, pero siguen comentando como si yo no estuviera. Ahora, aparte de fingir que estamos saliendo, también tengo que conocer lo que le gusta. ¡En qué lío me he metido!
Cuando Abby se marcha, corro a mi habitación para ver qué ha ocurrido con el correo. No aparece en la carpeta de enviados. Extrañada, miro en la de borradores y ahí está. No lo había enviado. Después de todo, una parte de mí se alegra bastante de este error.
❤❤❤❤❤
—Tenemos que hablar —le digo una vez entré en el coche.
—¿Tan pronto me quieres dejar?
Le miro sin comprenderlo y cierro los ojos para tratar de tranquilizarme. Por las mañanas tengo poca paciencia.
—Hay que acordar ciertas cosas. ¿Y si nos preguntan sobre cómo empezamos? ¿O si quieren saber algo de ti?
—A nadie le interesa saber eso.
—A mi madre sí y a Abby —resoplo—. Querrán saber los detalles.
—¿Ya se lo has dicho? —contesta perplejo y algo molesto.
—No me quedó otra después del numerito de ayer —espeto con indignación.
—Vale, está bien, diles que... —Se echa el pelo hacia atrás, nervioso—. Diles que te gustaba desde hacía mucho tiempo y que en el pasillo me besaste.
—¿Perdona?
—Vamos, sé que te gustaba, eso no me lo vas a negar.
Obviamente lo voy a negar.
—Te aseguro que de todos los chicos del instituto, jamás me fijaría en ti —respondo y luego cierro la boca apretando fuerte los labios—. No eres mi tipo.
—Cierto, te gustan los rubios de pantalones apretados —bromea, lo cual me enfada aún más.
Claramente se está refiriendo a Jude de una manera un tanto despectiva. No puedo evitar darle un golpe en el brazo.
—¿Qué te parece una cita? —vuelve a hablar mientras se frota la zona golpeada.
—¿Una cita? ¿En qué parte de que esto no es real te quedaste tú?
—Eres muy cabezona —contesta negando con la cabeza—. Me refiero a cómo empezamos. Te pedí una cita.
—¿Y a dónde fuimos? Tiene que ser creíble para que...
—¿Hoosier?
Es mi cafetería favorita. Omito ese detalle. No le interesa saberlo.
—¿Es lo suficientemente romántico para una cita? —pregunto un poco confusa.
No es que sea un lugar donde la gente vaya con normalidad. Es anticuado y no tiene muchas variedad. Aun así, lo que tiene está espectacular.
—No, que si quieres un café.
Detiene el coche y me quedo mirando a mi alrededor. Estamos justo en frente de la cafetería.
—¿Qué hacemos aquí?
—Tener una cita no cita para que sea creíble.
Resoplo con desesperación.
—Vamos a llegar tarde a clase, Wade.
—Nos saltaremos la primera. ¿No querías saber más de mí?
Me desabrocho el cinturón con torpeza y me bajo por dos motivos. El primero es que no puedo negarme, allí tienen el café más delicioso del mundo. El segundo, que muy a mi pesar tiene razón.
—Quiero uno con vainilla, leche desnatada y un poco de canela —digo con amabilidad y Wade se queda mirándome—. ¿Qué?
—Nada —contesta y se ríe, luego pide un café con leche normal y un poco de nata encima.
Ignorarle es la mejor opción.
—Se me ha ocurrido algo —expongo y él me mira con curiosidad.
—Soy todo oídos.
Se acomoda en su asiento, observándome con atención.
—Nuestra primera cita fue aquí. Tú me pediste ayuda con una asignatura y...
—Y tú llena de bondad ayudaste al chico en apuros, ¡una heroína! —responde burlón.
—Hablo en serio —Cojo un poco de canela con la cuchara y me lo meto a la boca—. Al menos es creíble.
—Puede colar —contesta colocando los codos sobre la mesa y juntando sus manos.
—Entonces quedamos varias veces y un día me invitaste a salir.
Esto último lo digo sin mirarle a la vez que cojo un poco de líquido y bebo un sorbo de la cuchara.
—¿Un bombón? —pregunta la camarera acercándonos una bandeja repleta de dulces.
Después del café, esto es lo segundo mejor que tiene esta cafetería. Cojo uno sin dudarlo y la mujer se queda mirando a Wade, quien parece estar dudando.
—Están deliciosos, deberías probarlos —le animo y él, desconfiado, se lleva uno a la boca.
Sus ojos se abren con sorpresa cuando da el primer mordisco. La camarera se marcha riendo al ver su reacción.
—Creo que me he enamorado —habla él aun con la boca llena y no puedo evitar reírme también.