La historia puede variar dependiendo del lugar en donde se la cuente, pero en esencia todas relatan lo mismo.
Una noche de llovizna y niebla intensas, un joven conducía su auto por una carretera desconocida. La visión a causa de la neblina era escasa, por lo que el muchacho avanzaba con mucha cautela. No obstante, a pesar del limitado campo de visión, logró divisar a un lado de la calzada a una muchacha vestida de blanco en su totalidad. La joven estaba toda mojada y estática, sin embargo, dado el lugar y la hora avanzada de la madrugada, el conductor entendió que estaba haciendo autostop, razón por la cual se detuvo para que subiera al vehículo.
Sin decir nada, la mujer subió y se ubicó en el asiento trasero del auto. Sin éxito alguno, el hombre intentó entablar conversación con ella, mas ella permaneció callada todo el tiempo.
De pronto, la dama rompió el silencio y dijo: "cuidado con la curva, ahí es en donde morí". Creyendo que era una broma, el muchacho bajó la velocidad y volteó hacia atrás, con sorpresa y horror, descubrió que el asiento trasero del coche estaba vacío, solo quedó una mancha de humedad en donde antes se había sentado la mujer con sus ropas mojadas. Cuando volvió la mirada hacia la carretera, en efecto, ahí estaba la curva, tan cerrada como mortal para cualquiera que no la viera.