—Y ¿cómo te va? Ya sabes, con Harry ahí.
Louis levanta la vista de donde ha estado mirando fijamente un punto sobre la mesa en la cocina de Brooke.
No vino a visitarla para quedarse en silencio, pero no ha tenido mucho qué decir, y ahora tampoco sabe qué responderle.
¿Cómo se supone que responda a esa pregunta?
"Oh, sí, todo muy bien, ya sabes, anoche vi cómo le hacían una mamada".
Totalmente normal.
Elige responder con un simple—:Bien.
Ella frunce el ceño. —¿Hay algún problema?
—No, ¿por qué?
—No lo sé—, dice encogiéndose de hombros. —Solo me parece que te comportaste raro cuando lo mencione. Es porque todavía te atrae, ¿verdad?
La vergüenza le inunda, provocándole un vuelco en el estómago.
—No me atrae—, insiste y se endereza en su silla. —Deja de decir eso.
Ella lo considera por un largo momento.
—Está bien mirar—, dice suavemente, envolviendo ambas manos alrededor de su taza. —Tienes ojos, y eres un humano como cualquier otro. Pero, no vayas a...
Traga saliva. —A... ¿qué?
—Hacer algo.
Casi quiere reír a carcajadas, pues el pánico aumenta cada vez más en su pecho.
—No hay nada como para hacer algo—, afirma con firmeza. —Él no me gusta. Y no está interesado en mí. Así que ¿puedes simplemente dejar el tema ya?
—Está bien—, dice levantando ambas manos en un gesto de sumisión.
Pero él sabe que ella no está convencida, y lo odia.
—Lo que digas.
Hay una pausa mientras lo estudia, y él se muerde una uña al sentirse sofocado por su acusación implícita, y al mismo tiempo desesperado por hablar de ello y poder averiguar qué es eso que está retorciéndose en su interior.
—Entonces cuéntame cómo van los planes para la boda.
Él se enfoca en el nuevo tema, cualquier cosa que evite hablar de lo que realmente está sintiendo y le cause problemas.
—No hay mucho que decir en realidad. El martes iremos a recoger los anillos.
—Eso es lindo—, dice sonriendo. —¿Qué pasa con las flores y todo lo demás? ¿La música?
—No tengo listo nada de eso todavía—, responde con un encogimiento de hombros.
Con tan poco tiempo restante para la boda, debería poner más empeño en organizar las cosas.
—Bueno, pues necesitas hacer más, ¡Louis! Solo falta un mes.
—Lo sé—, dice apoyándose hacia atrás en su asiento.
El dobladillo de su camisa sube un poco con el movimiento provocando un escalofrío a través de su piel. Se estremece.
—Hace frío aquí. ¿No tienes encendida la calefacción?
Ella hace una mueca. —No calienta mucho.
—¿Necesitas que te ayu...
—No—, dice con firmeza, sin lugar a discusión. —Yo me encargo.
El ojiazul mira alrededor de su antiguo hogar, el papel pintado despegándose y moho sobre los rodapiés, las cortinas rasgadas y el sofá chirriante.
Ella tiene lista la caja con viejas decoraciones de Navidad, la ha puesto junto al televisor, listas para ser colocadas.
—Echo de menos este lugar—, dice con melancolía en su tono. —Tuvimos buenas Navidades aquí, ¿verdad?
—Oh, sí—. Rueda los ojos—. Congelándonos, muertos de hambre, sin dinero para conseguir regalos que poder intercambiar.
—No me vas a dar nada por Navidad, ¿verdad? Sé que el dinero te hace falta.
—No importa—, replica ella, y lo mira con seriedad.
—Porque es suficiente con que vengas a pasar el día de Navidad con nosotros.
Ella sonríe, con calidez y alegría.
—Dónde si no, ¿eh?
Él devuelve la sonrisa, y de pronto es golpeado con una punzada de nostalgia por perder no sólo este antiguo basurero, sino también a ella, y la relación que compartían cuando vivían juntos.
Cuando se despide en la puerta principal, murmura—: Te extraño—, en su oído.
Ella aprieta sus brazos a su alrededor y apoya la barbilla en su hombro.
—No me he ido a ninguna parte.
—Lo sé pero...
—Sabes que eres bienvenido aquí en cualquier momento.
Ella se aleja, coloca sus manos a cada lado de su cara para conseguir que la mire a los ojos.
—Éste siempre será tu hogar, Louis...
Y de alguna manera, eso le provoca dolor, como un agudo pinchazo a su intestino.
*
Harry llega pasada la medianoche, cuando Louis, una vez más, está sentado mirando el televisor, solo en la oscuridad.
Louis no lo ha visto desde el incidente en el baño del club, Harry desapareció poco después, y está contento por ello.
No habría estado listo para enfrentarse a él esta mañana, no habría sido capaz de mirarlo a los ojos sin querer morir, o desear que la tierra se abriera y lo tragase entero.
Pero ha tenido un día completo para procesarlo, y no está tranquilo, en absoluto, pero ahora puede hacerle frente.
Harry se detiene en la sala de estar, mira el televisor. —¿Come Dine With Me?
—Sí.
—¿Quieres una taza de té?
—Sí, si vas a preparar una para ti.
Harry va a la cocina, pone el agua a hervir, y las cosas se sienten casi normales.
Y mientras Louis sabe que se está mintiendo a sí mismo, es un mecanismo de defensa así que sigue la corriente.
—Aquí tienes—, le dice a Harry un minuto más tarde, entregándole una taza de té caliente.
—Gracias.
Harry se sienta junto a él, pone sus pies sobre la mesa de café y sopla el vapor de su taza.
—¿Dónde estamos hoy?—. Pregunta, señalando el televisor.
—Southampton.
—Fuimos allí en vacaciones una vez.
Louis vuelve la cabeza para mirarlo.
—¿Cuándo eran niños?
—Sí—, dice Harry , moviendo la cabeza. —La familia de Braiden tenían una casa allí. No estoy seguro si aún la tienen.
Louis resopla y sonríe.
—Parece que tienen casas en todas partes.
—Bueno, al menos sabes que nunca te quedarás sin casa—, dice Harry con una sonrisa.
Permanecen en silencio, y así se mantienen a través de la mitad del episodio antes que el mecanismo de defensa de Louis se venga abajo.
Él estuvo bien mientras que Harry no estaba aquí, y estuvo bien mientras Harry le estaba hablando, pero ahora están aquí sentados, y no se dicen nada.
Y el elefante en la habitación continúa creciendo hasta que Louis no tiene que mencionarlo, no puede simplemente esconderlo bajo la alfombra, como tanto lo desea.
Respira profundo para darse valor.
—Mira, sobre lo de anoche...
—No hay nada de qué hablar—, dice Harry al instante, interrumpiéndolo como si hubiese estado esperando.
Su tono es bajo y oscuro, con un toque de advertencia.
Sin embargo, Louis no puede dejarlo pasar, porque es un idiota tenaz, y Harry no puede verse afectado por lo ocurrido.
Nunca ha estado en ese tipo de situación antes.
Mirando algo que no debía, algo peligroso, incapaz de apartar la mirada.
No puede quitárselo de la cabeza, y no quiere que Harry piense que no le importa, que no siente culpa o incomodidad por haber invadido un momento tan íntimo.
No sólo lo invadió, se quedó ahí mirando.
—No fue mi intención encontrarte ahí.
—Es un baño público, Louis— dice Harry llanamente. —¿Cómo podrías haberlo hecho a propósito?
—Tú, quiero decir...
No puede creer que esté a punto de preguntar esto, pero tiene que saber, ha tenido la pregunta dando vueltas en su cerebro durante todo el día.
—¿Es algo que haces comúnmente?—, agrega Louis.
Harry se toma unos minutos para responder.
—Un hombre tiene necesidades—, dice lentamente con tono medido.
Harry mira su taza mientras sigue hablando.
—Pero por lo general no soy tan... Me gusta pensar que tengo más dignidad que eso.
—Entonces, ¿por qué lo hiciste anoche?
—Supongo que simplemente no tuve la paciencia para ir a un lugar más privado.
Sonríe irónicamente, y luego mira a Louis, y es el primer contacto visual adecuado que han tenido desde que abordaron el tema.
—Estaba demasiado... animado.
Excitado, es la palabra que está buscando.
Louis se lame los labios, quiere presionar para que le diga más, busca algún indicio de algo más en la cara de Harry.
Pero no sabe cómo puede hacer más preguntas sin que sean inadecuadas, por lo que con un suspiro de decepción decide no hacerlo.
—Bueno, aun así. Lo siento.
Harry aún no ha apartado la vista, y las luces del televisor están reflejándose en sus ojos mientras mira fijamente a Louis.
Y una vez más observa la boca de Louis, sólo que no ha bebido ni una gota de alcohol en este momento y no tiene ninguna excusa para su comportamiento.
—Si por algo vas a disculparte, Louis...—, dice casi en un susurro, o entre dientes sería más adecuado. —No es por mirar cuando me encontraste ahí.
Louis traga, y trata de nivelar su respiración.
—¿Entonces por qué?
Harry lo mira directamente a los ojos, Louis no tiene la capacidad o el deseo de evitar su mirada cuando Harry dice, lentamente y con toda intención—: ¿Qué piensas que me puso tan animado en primer lugar?
—¿Fue... —, se le quiebra la voz, y su estómago se retuerce, quiere alejarse de esta conversación casi tanto como quiere acercarse al calor corporal de Harry.
—No puedes decir que fue porque yo estaba bailando para ti—, la voz de Louis suena como un graznido. —Me veo muy estúpido cuando bailo.
Los ojos de Harry brillan con algo oscuro e irreconocible, y tuerce los labios como si quisiera hacer una mueca, sonreír, o solo demostrar lo que acaba de cruzar a través de su cabeza.
—No, no te ves estúpido—, dice con voz entrecortada. —Y no dejes que Braiden te oiga decir eso.
—Él ya sabe que no bailo bien.
—No—, Harry lo mira enérgicamente, y ya no hay nada encubierto.
Louis puede verlo todo ahora.
—Que estabas bailando para mí—, agrega Harry.
Las palabras quedan en el aire entre ellos, y se miran el uno al otro, en esta oscuridad.
Este manto de la noche, se siente como si sólo ellos dos existieran.
Braiden no está en la habitación de al lado, no hay nada que impida a Louis de expresar esos pensamientos peligrosos que acechan en los bordes de su conciencia.
—No fue mi intención decir eso—, dice sin negar lo que dijo Harry, pero tampoco lo admite.
Terreno seguro y muy alejado de lo que realmente quiere decirle.
Harry sonríe, pero lo hace sin alegría alguna.
Entonces aparta la mirada, se acomoda en el sofá, y acerca su taza a los labios.
—Y no fue mi intención mirarte cuando bailabas—, dice antes de tomar un sorbo. —Todos hacemos cosas que no debemos, a veces.
Hay tanta verdad velada en las palabras y el tono de Harry que la cabeza de Louis da vueltas.
Todo lo que puede hacer ahora es alejarse y pronto.
—Tengo que irme a la cama.
—Sí—, dice Harry, con la mirada firmemente fija en el televisor. —Buenas noches, Louis.
No se siente como el final de la conversación, en absoluto.
Se siente como el comienzo de algo que va más allá de las palabras.
Louis no puede dormir hasta cerca del amanecer.