No puedo dejarte solo - Tsukk...

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Tsukishima siempre ha tenido una idea muy clara y es que: No puede dejar solo a Yamaguchi. Para: @AngieBright... More

Capitulo único.

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Tsukishima siempre ha tenido una idea muy clara y es que: No puede dejar solo a Yamaguchi.

Al principio, cuando su amistad recién comenzaba esto se debía a que Yamaguchi seguía siendo el objeto de burlas y golpes. Una vez Tsukishima se iba por un corto período de tiempo, al regresar solía encontrar a su amigo con ojos llorosos e inclusive golpes. Como a Tsukishima le dolía ver a su único amigo en aquel débil estado, le surgió la necesidad de protegerlo.

Lo acompañaba a todas partes y de vez en cuando se tomaban de la mano para ir a casa juntos. El rubio aprovechaba lo alto que era para intimidar a cualquiera que se atreviera a molestar a Yamaguchi.

A medida que su niñez fue avanzando, Tsukishima se encontró con otro problema y es que, el pecoso solía ser torpe.

Esta torpeza podía ir de tropezarse con sus propios pies, asustarse fácilmente o bajar la mirada y desorientarse. Cosas como esas hicieron que a Tsukishima le surgiera la tierna necesidad de cuidarlo. Él curaba sus heridas si se caía, por no decir, intentaba evitarlas primero.

Jugaban voleibol en el patio trasero y luego a algún videojuego en su pieza, Yamaguchi pasaba en la casa ajena y para Tsukishima la escuela se hacía divertida con el pecoso. Luego vino un tiempo, donde Yamaguchi se convirtió en su única fortaleza y la palabra voleibol ya no estaba en su vocabulario.

La verdad es que no sabe por qué cuando entraron a preparatoria, ambos se inscribieron al club de voleibol si ambos habían jurado el no volver a mencionar el deporte de nuevo. O por qué siempre se siente a la espera de algo. No sabe por qué Yamaguchi se esfuerza tanto, pero quiere apoyarlo de todas maneras.

Un tiempo después, Tsukishima comenzó a pensar sobre su amistad.

Pensaba sobre cada vez que pasaban el tiempo juntos, en el entrenamiento de voleibol, en la escuela y se preguntaba si tal vez no se estaba preocupando demasiado por Yamaguchi. La mirada de Tsukishima solía descansar demasiado tiempo el pecoso, analizando cada detalle, sobre pensando cada movimiento suyo hacia él. Por momentos pensaba que su pecho iba a estallar. ¿Era algo que los amigos hacían?

Yamaguchi siempre había sido su único amigo por lo que nunca pensó siquiera en cuestionar si era normal los acelerados latidos en su pecho, esa siempre había sido la forma en que conocía la amistad. Pero una vez dentro del club de voleibol, encontró más personas a las que podía llamar su amigo. Y con ellos no sentía nada de lo que Yamaguchi le hacía sentir.

¿Era tal vez él el raro? Tsukishima rememoró una de esas teleseries que a su madre tanto le gustaban... Tal vez él estaba... ¿Enamorado?

...

Vio de reojo, al chico a su lado, que le respondió en una simple sonrisa confundida que estalló su corazón a tope. No es como si fuese la primera vez, pero el haberse hecho consciente hace unos segundos de aquél fuerte sentimiento no ayudaba.

-Tsukki, ¿Estás bien?

Lo preguntaba con una sonrisa tonta en la cara y no es que Yamaguchi sea tonto, sino que cuando esta con el rubio se suele relajar demasiado y hace estas sonrisas que se parecen más a una mueca adorable. Tsukishima no puede evitar reír un poco y el pecoso siendo habitual, no puede evitar tropezarse.

El rubio le agarra de la cintura y le da la vuelta. Ha ido agarrando práctica en eso, Yamaguchi gira su cara y cuando va a agradecerle, descubre que solo balbuceos salen de su boca ante la cercanía de sus rostros.

Tsukishima siente su cara calentarse ante lo tierno que es, su corazón se acelera.

-Cállate Yamaguchi.- Dice en un susurro ante los balbuceos, disfrutando de su mirada perdida.

-Lo siento, Tsukki.- El pecoso responde embelesado y casi automáticamente.

Al soltarle, Yamaguchi vuelve a casi caerse.

El agarrón no se hizo esperar, pero esta vez Tsukishima le envolvió con ambos brazos en su cintura.

"Realmente... No puedo dejarte solo"

Y con esto en mente, Tsukishima besó a Yamaguchi. Un pequeño beso, inocente e impulsivo en su mejilla mientras cerraba los ojos y el contrario los abría, ambos sonrojados.

Yamaguchi abrió la boca cuando el rubio se separó para decir algo y pequeños sonidos salían hasta que con ambas manos se cubrió el rostro.

-¿¡Tsukiiiiiii?!

La voz que salía de su cuerpo era extraña y Yamaguchi mismo se sentía extraño. Un cosquilleo recorría su cuerpo y se sentía tanto nervioso como emocionado, la idea de aquél pequeño beso lo ponía cada vez más colorado.

Tsukishima en cambio, había cerrado su boca fuertemente. Cambiaría su nombre, se iría de la casa y del país para enterrarse a sí mismo en una tumba 8 metros bajo tierra donde en traje de funeral gritaría a los cuatro vientos inexistentes desde el subsuelo su vergüenza, que llegaría a los cielos y Dios mismo se apiadaría de él, de haberle puesto semejante impulsividad para besar al tierno chico frente suyo sin pensar que haría después. Diosito se apiadaría de él y devolvería el tiempo a algún punto donde Tsukishima se podría parar a sí mismo antes de cometer aquél acto.

-T-Tsukki... ¿Qué fue eso?

El rubio se vio obligado a volver a la realidad y en el momento en que abrió los ojos para enfocarse en la situación actual, no lo lamentó. Yamaguchi tenía la mirada baja, se le veía nervioso, pero entre todo su sonrojo había una pequeña sonrisa que lo impulsó a dejar a sus sentimientos hablar.

-Yo realmente no lo sé.- Dijo Tsukishima con honestidad.- Solo sé que cuando estoy contigo tengo este raro sentimiento en el pecho que me hace querer cuidarte y acariciarte. Me pone nervioso cuando nos acercamos demasiado y quiero estar contigo todo el tiempo... Creo... No... Estoy enamorado de ti, Yamaguchi.

Un fuerte suspiro salió de la boca del rubio y miró la expresión del llamado, era indescriptible. Más que nada porque Tsukishima no podía verla, el pecoso había bajado la cabeza ante las últimas palabras y Tsukishima comenzó a sentir algo quebrándose dentro de él a medida que sus esperanzas empezaban a ser destruidas ante el silencio ajeno. Yamaguchi levantó la cabeza, sus ojos llenos de decisión.

-Mira, Tsukki... -El pecoso tomo la mano ajena y la coloco en su pecho, donde Tsukishima se asustó ante el pensamiento de sentir el corazón de Yamaguchi latir calmadamente o una expresión de disgusto en su rostro. Ante su sorpresa, no. Fuertemente, un golpeteo constante justo debajo de su mano, Tsukishima levanto la cabeza para ver la expresión sonrojada, segura, completamente embobada en él, que Yamaguchi estaba haciendo.- Yo no soy muy bueno con las palabras como tú... Pero estoy más que seguro que siento lo mismo.

La mano que sostenía a la otra, la soltó y los brazos de Yamaguchi lo envolvieron en un fuerte abrazo donde murmuró en su oído.

-Te quiero, Tsukki.

Tsukishima devolvió el abrazo y repitió las últimas palabras. Pasó un buen tiempo para que ambos se soltaran y decidieran volver a casa. Yamaguchi ofreció su mano tímidamente y Tsukishima la aceptó con gusto.

-¿Esto nos hace novios?

Preguntó Yamaguchi, dándole un apretón a la mano ajena.

-Claro que sí.

Respondió Tsukishima con una pequeña sonrisa, devolviendo ese apretón.

Esa fue la primera vez que ambos se sintieron llenos de ellos mismos. Felices, ojos brillantes de amor.

Compartieron más que eso, fueron su primer amigo, su primer beso, su primera pareja, su primera cita, su primer amor, su primera pelea, su primera reconciliación y su primera vez.

Lo que empezó como una relación "de niños" se transformaba con el pasar del tiempo en una relación cada vez más estable.

La torpeza de Yamaguchi había disminuido notablemente gracias al aumento de su confianza en su nueva relación y en sus logros en el deporte. Siendo sincero, Tsukishima aún extrañaba esos momentos en donde se tropezaba y tenía una excusa para tenerlo en sus brazos, pero prefería mil veces más el verlo así de feliz y seguro de sí mismo. El mismo Tsukishima había cambiado también, ya no era tan antipático y podía entablar una conversación sin molestar a la gente (a menos que así él lo quisiera, el sarcasmo era algo que nunca se le iba a poder quitar) y gracias al pecoso, que le había gritado en medio de cierto pasillo, el rubio había espabilado y comenzado a gustar de nuevo del deporte. Había comenzado a sentir que quería ser mejor en el juego junto a su novio.

Aun así, seguían siendo adolescentes, hormonales y llenos de inseguridades. Tsukishima ayudaba a calmar a Yamaguchi cuando la ansiedad de situaciones pasadas le carcomía y el pecoso le ayudaba a él, cuando todos en el mundo le parecían una mierda y tenía días en los que no quería hablar con nadie.

Con cada día más, la atención de Tsukishima se centraba en Yamaguchi y viceversa. Se querían más de lo que cualquier palabra puede decir. Mas no fue hasta sus últimos años de adolescencia cuando Tsukishima se dio cuenta, que todas las experiencias vividas le habían llevado a tener otro sentimiento. Y es que, no era que solo le gustara, él amaba a Yamaguchi. Fue ahí, cuando algo cambió. Más que haber cambiado, se dio cuenta de aquello que siempre debió haber sido.

Estaban en su casa disfrutando de una tarde juntos cuando se dio cuenta de esto y en un momento de distracción, besó a su novio que feliz correspondía mientras pasaba sus manos entre su cuello. Un dulce beso, una tierna movida de labios, era todo lo que necesitaba para sentirse a gusto. Miró a los ojos verdosos de Yamaguchi, que brillaban mirándole como si fuera lo más preciado en el mundo y en el fondo supo que en su reflejo él se veía de la misma manera. El pecoso era todo lo que necesitaba para sentirse a gusto.

"No puedo dejarte solo" no era más que una excusa para no tener decir en voz alta lo que realmente significaba, "No quiero separarme de tu lado".   

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