Amor por Contrato[SAV #3] ©

By andreawoon

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[Libro #3 de la serie amores verdaderos] Nota: Las cinco historias están relacionadas pero ninguna es secuela... More

Personajes
Prólogo (*)
Uno (*)
Dos (*)
Tres (*)
Cuatro (*)
Cinco (*)
Seis (*)
Siete (*)
Ocho (*)
Nueve (*)
Diez (*)
Once (*)
Doce (*)
Trece (*)
Catorce (*)
Quince (*)
Dieciséis (*)
Diecisiete (*)
Dieciocho. (*)
Diecinueve (*)
Veinte. (*)
Veintiuno. (*)
Veintidós (*)
Veintitrés (*)
Veinticuatro (*)
Veinticinco (*)
Veintiséis (*)
Veintisiete (*)
Veintiocho (*)
Veintinueve (*)
Treinta (*)
Treinta y uno (*)
Treinta y dos (*)
Treinta y tres (*)
Treinta y cuatro (*)
Treinta y cinco. (*)
Treinta y seis. (*)
Treinta y siete. (*)
Treinta y ocho. (*)
Treinta y nueve. (*)
Cuarenta. (*)
Cuarenta y uno (*)
Cuarenta y dos. (*)
Cuarenta y tres. (*)
Cuarenta y cuatro. (*)
Cuarenta y cinco. (*)
Cuarenta Y Seis. (*)
Cuarenta y Siete. (*)
Cuarenta Y Ocho (*)
Cuarenta y nueve (*)
Cincuenta (*)
Cincuenta y uno (*)
Cincuenta y tres. (*)
Cincuenta y cuatro. (*)
EPÍLOGO
Agradecimientos & Aclaraciones
AVISO
Extra "Especial de San Valentín"
¡Aviso Super Importante!

Cincuenta y dos (*)

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By andreawoon

WILLIAM

Todo ocurrió tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar, mi cabeza dolía, las voces alrededor se escuchaban, pero no era capaz de entender algo, ni siquiera la más pequeña parte.

—Está embarazada, necesitamos a un especialista ¡Ahora, el bebé corre peligro! —mi cuerpo entero reacciona, abro los ojos, las luces blancas y el rápido movimiento de lo que sea que es donde me encuentro consiguen aturdirme más.

Varios rostros me rodean, ninguno conocido.

—Ha despertado —intento incorporarme, pero un par de manos lo impiden. —Tranquilo muchacho, estás en buenas manos.

—Mi esposa —gimo con dolor cuando intento incorporarme una vez más —mi esposa está...

—La están ateniendo —informa el médico. Los movimientos se detienen. Es en ese momento en el que consigo mirar a mi alrededor. Estoy en un hospital.

Mis sentidos de alarma se disparan, el sentimiento de preocupación me invade porque no veo a Anna por ningún lugar.

—No, espera, muchacho no puedes...

—Mi esposa, ella está...

—La están atendiendo, tendrás noticias pronto, pero necesitas tranquilizarte —pide —estás herido, necesitamos asegurarnos de que estés bien.

Hago una mueca cuando alguien toca mi ceja, parecía ser que mi cuerpo era por completo ajeno al dolor, hasta este punto.

—Tuvieron un accidente, los trasladaron en una ambulancia —informa el doctor —tranquilízate y podrás ver a tu esposa pronto.

—¿Ella está bien? ¿Mi bebé está bien?

—No podemos decirte nada ahora —intento apartarme, consiguiendo que el par de chicos a mi costado me sostengan.

—Necesito verla, necesito saber que está bien —pido con desesperación. Me libero del agarre de las enfermeras cuando intentan recostarme de nuevo, mi cuerpo duele, pero necesito verla. Necesito saber que no corrían peligro.

—Hay que sedarlo, la herida en su frente es seria, necesitamos asegurarnos que no hay daños internos y...

—¡No! —mi grito suena desesperado —¡Solo necesito saber si están bien!

Mi cuerpo tiembla, la desesperación me llena por completo mientras intento apartarme, mientras ruego porque alguien me diga que carajos ha ocurrido con Anna y con mi hija.

El piquete en uno de mis brazos me hace entender que han hecho lo que el doctor ha pedido.

—¡Solo necesito saber si están bien! —repito, pero parece ser que nadie tiene la intención de decirme que ocurre, así que el medicamento hace su efecto y pronto, todo se apaga.

(...)

Para cuando despierto otra vez, mi madre se encuentra a mi costado.

—¿Mamá? —inquiero débilmente. Cierro los ojos al sentir una punzada de dolor en la cabeza.

—Cielo, has despertado —ella se incorpora, camina hasta conseguir colocarse a mi lado y acaricia mi rostro.

—¿Dónde está Anna? —inquiero, trato de levantarme, pero ella lo impide. —Mamá ¿Dónde está Anna? ¿Está bien?

—Cariño...

—¡Con un carajo, necesito saberlo! —exijo. Gimo cuando el dolor en uno de mis costados se hace presente. —Mamá, dime de una maldita vez lo que sucede. ¿Por qué nadie me dice en donde está o como se encuentra? Es mi esposa, se trata de mi familia ¿por qué nadie puede decirme nada? —inquiero con desesperación.

Ella suspira, acomoda un mechón de su cabello detrás de su oreja mientras me observa.

—No ha despertado —murmura.

Niego, intentando procesar lo que ha dicho.

—¿No ha despertado? —inquiero —¿Cómo que...? —el terror me llena —Mamá ¿Cómo que no ha despertado?

—El auto impactó más de su lado, que del tuyo —informa —El cinturón no fue suficiente para evitar que se golpeara la cabeza, además el bebé entró en crisis y...

Dejo de escuchar cuando ella dice aquello, mis oídos zumban, lo hacen de una manera que no me permite prestar atención a nada más.

"El bebé entro en crisis" "Ella no ha despertado"

—William, cariño, necesitas estar tranquilo —pide con suavidad —va a estar bien, ella despertará pronto y han conseguido estabilizar a tu hija. Aún sigue con vida, ambas están con vida. Cielo, tranquilo.

Cierro los ojos, sintiendo la daga de culpabilidad clavarse en mi pecho con fuerza, si tan solo hubiese sido un poco más cuidadoso, si hubiese prestado atención al camino, nada de esto estaría ocurriendo.

—Fue mi culpa —un susurro aterrorizado brota de mis labios —mamá, fue mi culpa.

—No, cielo, claro que no —asegura —el otro auto invadió el carril, tú solo intentaste esquivarlo. No fue culpa tuya.

Mi visión se hace borrosa y pronto, me siento tan jodidamente asustado.

—Necesito verla —suplico —mamá, por favor.

—Hablaré con el doctor ¿de acuerdo? haré todo lo posible para que la veas.

Acaricia mi rostro una vez más antes de marcharse. Cuando me quedo solo en la habitación, el dolor y la culpabilidad parecen estallar en mi pecho. De una manera exponencial, de una forma tan aterradora que no sé qué hacer.

No me perdonaría jamás perderlas, no conseguiría vivir tranquilo el resto de mi vida si ellas se iban.

Jamás volvería a ser feliz, y no importaba lo que dijeran porque cargaría con el peso de la culpa hasta mis últimos días.

(...)

No estaba listo para verla así, tan frágil, conectada a cables que monitoreaban sus signos vitales.

Un suspiro tembloroso brota de mis labios cuando me acerco, mi madre empuja la silla de ruedas en la que me encuentro hasta conseguir dejarme a un costado de la cama.

—¿Mi hija está bien? —inquiero hacia la enfermera que se encuentra en la sala.

—Hacemos todo cuanto está a nuestro alcance para garantizar su bienestar, si se presenta alguna complicación recurriremos a cesárea de emergencia, pero por ahora, están estables, solo esperamos que su esposa despierte pronto —informa. Me dedica una sonrisa comprensiva antes de marcharse.

Muerdo mi labio inferior con fuerza, al mismo tiempo que extiendo una de mis manos para conseguir tomar la suya.

Mi corazón se estruja con violencia, mi visión se vuelve borrosa y tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no romperme aquí.

—Lo siento, Ann —susurro con voz rota —lo siento tanto, mi amor.

Afianzo mi agarre en su mano. Esperando por alguna respuesta, por algún indicio.

—Tienes que despertar, amor, tienes que hacerlo porque de lo contrario, voy a volverme loco, Anna, no puedo tolerar perderte ¿escuchas? Te necesito conmigo. Así que, por favor, te suplico que despiertes.

La mano de mi madre se coloca sobre mi hombro, y su tacto me hace romperme por completo.

No podía verla así, era demasiado para mí. La culpa, el dolor, todo absolutamente todo estalla en mi pecho, el nudo en mi garganta me impide hacer algo más que no sea mirarla y rogar al cielo porque despertara.

Joder, la amo, la amo con una locura tan grande que no podría tolerar una vida sin ella a mi lado.

Anna no despierta en las horas siguientes, John ha venido al hospital junto con Kate, Montserrat también estaba aquí acompañada de un chico al que nunca había visto con ella, los padres de Anna también, los míos no se han ido en ningún momento, pero ninguna de las personas que aguardan en la sala, consiguen causar confort en mí.

Solo ella. Solo la necesito a ella.

—Necesito que despiertes —acaricio su cabello, esta vez me encontraba solo en la habitación, había conseguido que los doctores me permitieran quedarme con ella, me rehusaba a apartarme. —no puedes seguir así, Ann, te necesito conmigo.

Una de mis manos viaja a su vientre y la fragilidad me envuelve en el segundo en el que lo toco. Los doctores decían que no había peligro, que mi pequeña estaba bien pero no sabían decir sobre el estado de Anna, no sabían si el golpe en la cabeza había ocasionado más daño del que habían previsto.

Esperaban que despertara, yo lo esperaba. Necesitaba que lo hiciera.

Jamás me sentí tan angustiado, nunca sentí la impotencia y desesperación como en estos momentos. Estaba aterrado, aterrado de que ella no despertara, de que todo se complicara, que nuestra hija no lo consiguiera.

Estaba jodidamente aterrado de perderlas.

—Necesitas comer algo —la voz de John se escucha en la habitación —amigo, no imagino lo complicado que es para ti, pero necesitas estar fuerte.

—¿Cómo? —inquiero —Mírala, John. ¿Qué tal si no despierta?

Él se acerca, toma uno de mis brazos y prácticamente me arrastra hacia fuera de la habitación en la que nos encontrábamos.

—Ella va a despertar ¿de acuerdo? Lo hará ¿y qué crees que pensará al verte en ese estado? Necesitas estar fuerte, para lo que sea que pueda ocurrir. No has dormido, no has comido lo suficiente, si sigues así vas a estar tan débil que no podrás hacer nada por ella —sus palabras son firmes, y solo ocasionan que quede más ansioso.

Pese a eso, me veo en la necesidad de hacer lo que pide. John me lleva a casa, no me demoro demasiado, tomo un baño tan rápido como puedo e intento comer algo, el apetito había desaparecido de mi sistema.

La casa se sentía vacía, la extrañaba y si algo pasaba, no sabía cómo carajos iba a seguir viviendo. Me obligo a permanecer en cama por un par de horas, intentando recuperar las energías hasta que una llamada consigue arrebatarme todo el control que había recuperado.

No dejo terminar de hablar a la madre de Anna, tan pronto como dice que necesito volver al hospital cuelgo la llamada y hago lo que dice.

—¿Qué fue lo que ocurrió? —la ansiedad se refleja en mi tono de voz. —¿Ella está bien? ¿Hubo alguna complicación? —inquiero.

Mi madre niega.

—No, cariño, ella ha despertado —es extraño como tu cuerpo puede aliviarse de manera tan inmediata, como si de pronto, alguien retirara toda la carga que había llevado conmigo durante todo este tiempo.

No escucho lo que tiene por decir, corro, tan rápido como no lo he hecho hasta llegar a la habitación, los sentimientos estallan en mi pecho cuando la miro. Ella aún se encuentra recostada, sin embargo, ahora sonríe.

—Hola, mi amor —pronuncia débilmente.

No me resisto, mis pasos son rápidos hasta que consigo abrazarla. La estrecho contra mi cuerpo y mi fortaleza se esfuma, se hace polvo. Me permito llorar abrazado a su cuerpo.

—Mi amor, estoy aquí —susurra con suavidad —estamos bien. Cariño, estamos bien —asegura.

—Estaba tan aterrado, Ann —confieso con voz rota —tenía tanto miedo de perderte, de perderlas.

Limpio con rapidez las lágrimas que han conseguido escapar antes de poder mirarla de nuevo.

—Tenía tanto miedo de que te fueras —susurro —no lo soportaría, Anna, te amo. Y no toleraría ni por un segundo el perderte.

—No voy a irme a ningún lado, ninguna de las dos lo hará —asegura colocando una mano al costado de mi rostro —porque te amamos, lo hacemos completamente.

No retengo las ganas de besarla, así que lo hago, luego la abrazo tanto como me es posible, confirmando que está bien, que es real, que mi mente no me está jugando ninguna broma y que ella, Anna Blake, la mujer de mi vida, sigue aquí, conmigo, diciendo lo mucho que me ama también.

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