Pláticas monótonas, ausencias , conversaciones truncas, garabatos inconclusos, atardeceres melancólicos, melodías efímeras, compañías insuficientes, rutinarios anocheceres, filosas interrogantes.
Todas ellas incubando falta de profundidad, carencia de sentido, la enloquecedora sensación de una herida que no sangra ni cicatriza. Aletean en mi interior laboriosas, y pican un poco en cada lado infectándome el alma. Dejando tras de si el eterno patógeno del vacío.
Siempre el insaciable vacío.