Mejor que la ficción.

By Ross_N

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Charlie Prescott tiene diecisiete años y una capacidad de redacción maravillosa; escribe en anonimato para e... More

Mejor que la ficción.
Nota de autor
1. El comienzo del fin
2. Silencios incómodos y peticiones vergonzosas.
4. Identidad descubierta.
5. Un gran favor.
6. Tu secreto por el mío.
7. Miércoles nudista.
8. Rowan's Antiques.
9. Asesino.
10. Mía mientras...
11. Recuerdos y una musa.
12. Horarios de trabajo.
13. ¿Lo conoces?
14. Lo que trajo la mentira
15. No es el nombre...
16. ¿Exactamente por qué?
17. Como quieras
18. No me cites.
19. La fiesta de Poppy.
20. La búsqueda de Libby.
21. Rimas, e-mails y disculpas.
22. Ay Julia.
23. Masacres clichés.
24. Presión.
25. Estamos listos.
26. Charlie Rotherham.
27. Experimento 007.
28. Noticia de encabezado.
29. Vestidos y tarjetas de negocio.
30. ¿Qué haría yo sin ti?
31. Gracias.
32. Operación rescate.
33. El amanecer.
34. Maldita suerte.
35. Preguntas cortas.
36. Solo hoy.
37. Julia.
38. Atrapados.
39. La manera que quieras.
40. Siempre la misma pregunta.
41. No te alejes.
Epílogo.

3. Cursilerías.

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By Ross_N

El desayuno fue incluso peor que la cena; solo éramos Julia, la abuela y yo. Mamá y el señor Hazard tenían que estar muy temprano en el hospital. La abuela hizo panqueques, puso tres en un plato para mí y otros tres para Julia. Yo tenía miel de maple, crema batida y fresas cortadas para mi desayuno, pero Julia lo miraba con desaprobación.

—¿Vas a comerte todo eso? —me preguntó ella haciendo un mohín mientras yo le echaba más crema batida a mis panqueques.

—Sí —asentí—. ¿No te agrada?

—Es mucha azúcar —me informó como si no lo supiera.

—El azúcar me da energía —me metí un pedazo de panqueque a la boca tratando de ver una mueca aun más asqueada en su rostro—. Es lo que me vitaliza

—Por Dios —susurró Julia.

—¿No vas a comerte los tuyos, Julia? —le pregunté apuntando hacia su plato con mi tenedor.

Julia me miró y frunció el ceño. Fruncí el ceño hacia ella de igual manera, imitándola—. Deja de hacer eso —me pidió.

—¿Hacer qué? —contesté fingiendo estar enfurruñado.

—Decirme Julia, imitarme ¿Por qué lo haces? Pensé que había quedado claro anoche.

—¡Oh! Te refieres a lo de tu nombre, lo siento, yo creo que Julia es mucho más bonito que Hazard.

—No se trata de eso.

—Sé que no se trata de eso, pero te llamaré Julia. Mi madre te llama Julia, mi abuela también, ¿Soy el único en la familia que no puede llamarte así? —sacudí la cabeza con reprobación—. ¿Qué clase de discriminación es esa, pequeña Julia? No, tengo derechos y quiero acudir a ellos ahora, ¡Que es mi hogar! Creo que deberías ser más considerada.

Julia se levantó de la silla a mi lado y se colgó la mochila en el hombro—. Como quieras, pero si te escucho llamarme así en el instituto te juro que vas a enterarte, niño.

—Muy descarada. No te tengo miedo —hablé con indiferencia.

Ella salió por la puerta trasera sin terminar su desayuno. Así que lo terminé por ella. Me sentía activo con todo el azúcar en mi organismo, normalmente necesitaba mucho los martes, porque me ayudaba con la presión de escuchar sobre Ghost Writer en los pasillos. Me aseguré de cerrar cuando salí, Lester me estaba esperando afuera con Poppy en el asiento delantero de Frank y con Samuel echado en el asiento trasero.

—A un lado —empujé los pies de Samuel fuera de mi camino—. ¿Qué tal?

Cerré la puerta y sonó como si acabara estrellarse de un avión. Miré a Lester y él se encogió de hombros, luego arrancó nuestro cacharro. Me preguntaba hacia donde se había ido Julia. Es decir, le hubiera dado el aventón, no es como que quisiera guardar el secreto de que está viviendo en mi casa. Yo creo que nadie se interesaría realmente por eso si lo supieran. Julia y yo no éramos los que acaparaban la atención del instituto, ni nadie de mi círculo de amistades. Por eso es tan fácil para mí guardar el secreto, Ghost Writer hubiese sido descubierto si la gente sospechase del tipo correcto.

—Los periódicos se están imprimiendo temprano solo por el final de Cinco Minutos —me notificó Poppy de muy buen humor—. Todo el mundo está twitteando sobre eso.

—Las chicas más que todo —agregó Lester.

—Sí, los chicos están twitteando algo como "Es solo basura romántica, supérenlo" —bufó Samuel.

—Samuel, ese fuiste tú —le recordó Poppy.

Lo miré con una mueca fingida de dolor y sorpresa.

—Que sepas que te apoyo —él puso un brazo sobre mis hombros—, yo compraría tus libros y los pondría en mi biblioteca, para impresionar a las chicas, más que todo, pero eso sería contribuir a tu causa.

—Bueno, no sé si estés enterado, pero a tu preciosa Courtney Tuttle le encanta mi basura romántica. Así que deberías hablar de eso en clase de matemáticas.

—O no. Las chicas igual pueden quererte si no lo hace —agregó Lester—. ¿No es cierto, Poppy? —él le envió un guiño, ella le sonrió de lado.

Poppy era una chica altamente romántica y Lester simplemente lo intentaba. Él siempre trataba de tener al menos una frase linda que decir al día, por sosa que fuera a Poppy le encantaba. Ellos estaban locos el uno por el otro, aunque la mayoría del tiempo eran polos opuestos, habían pequeñas cosas con gran peso en que concordaban. Era mi pareja favorita en todo el instituto, están en el primer puesto de mi lista.

Hazard había desaparecido, incluso cuando llegamos al instituto, ella no estaba por ninguna parte. Fui directamente a mi clase de sociales, quería hacer algunos chistes y tratar de congeniar con ella un poco más. Pero cuando el profesor entró, ella no venía detrás de él como siempre. Tal vez su afán por evitarme la había llevado a faltar. Bien, lo tenía merecido. Realmente no debí molestarla con lo de su nombre.

Todas mis especulaciones se fueron al diablo cuando ella entró por la puerta. El profesor la reprendió, como a todos los que llegaban tarde y ella fue directamente a sentarse a mí lado. Parecía tensa, estresada, como si me hubiese visto antes de entrar. Sí, me estaba preocupando por Hazard, aunque probablemente su razón de estar enojada tuviera que ver con el hecho de estar viviendo conmigo.

—Hola —la saludé, animadamente. Ella apenas me contestó, en lo que a mí respecta pudo haber dicho o solo insultarme—. ¿Qué tal todo? —le pregunté, porque al parecer soy masoquista.

—¿Por qué me hablas? Tú nunca lo haces, jamás me preguntas como estoy o que tal todo —susurró.

No parecía molesta en ese momento, más bien confundida.

—Estamos viviendo juntos Hazard, nuestra relación va a estrecharse lo quieras o no. Muy pronto, voy a estar pidiéndote que compres más pomada para mi salpullido y tendrás que vivir con ello.

Hazard frunció el ceño y me miró con un poco de asco impreso en su expresión.

—Es un salpullido metafórico, un ejemplo. No te dejes llevar —corregí. No quería que hubiese mal entendidos.

—Dios —murmuró ella y se giró hacia adelante.

La clase transcurrió tan normal como se esperaba del profesor Hannigan. Fue en el segundo periodo cuando los periódicos empezaron a repartirse y todos mis lectores empezaron a emocionarse, incluso algunos profesores se escondían detrás de sus escritorios para leer el final —sobre todo el profesor Williams de literatura quien era fiel y orgulloso seguidor de Cinco Minutos, incluso se le vio un poco sobre extasiado en la mañana—. En cuanto a mí, estaba completamente satisfecho. Solo me senté junto a Samuel en el almuerzo a ver como todas se volvían locos por el artículo.

Me encontré a Hazard de nuevo en física, en la cual yo compartía asiento con Joshua Mort y ella estaba con Ivy Stewart, que por lo que sé, es su mejor amiga. Estaba a solo un asiento de ellas, y entonces, la escuché decirlo.

—¿Por qué a todos los pone locos ese tal Ghost Writer? Es solo un idiota, que no tiene el valor de mostrar quien es. Ni siquiera es tan bueno.

Y no es que esté en contra de las críticas constructivas, de hecho, normalmente las acepto muy bien y me esfuerzo por aprender de ellas, más que todo, pero eso, definitivamente, no era constructivo. A pesar de que no estaba escupiendo en mi cara o lanzándome un ladrillo a la cabeza, me dolió un poco... tal vez más que esas últimas dos cosas ¿Cómo no hacerlo? La escritura es mi manera de vida. Igualmente, reconocía que no a todos podía gustarles, vaya que había gente que a quien no le gustaba. Pero como todo buen escritor aficionado, debo saber cuál es el error para hallar la solución.

—¡Hola chicas! sí, ¿Cómo les va? —me incliné sobre mi mesa, asomando mi cabeza por el espacio entre Ivy y Hazard—, todo el mundo habla del tonto Ghost Writer... ¿Qué... qué les parece a ustedes?

—Vete —Hazard me dirigió una mirada de odio profundo.

—Es solo una pregunta —susurré—. Solo quiero saber, hago una encuesta.

—No trabajas para el periódico escolar —ella aclaró.

—No, pero tal vez lo hago, planeo clausurar a ese tonto, así que... ¿Qué tal? —miré a Ivy.

—En mi opinión, yo creo que él es realmente talentoso. No lo sé, a mí me gusta lo que escribe —comentó ella.

Asentí, sintiéndome halagado y volteé a ver a Hazard.

—¿Tú qué piensas, Hazard? —ella me miró y frunció el ceño.

—Es un cobarde. Sí, tiene talento, pero se esconde —puntualizó.

—Bueno, si yo fuera él, tendría un poco de miedo de ser expuesto.

—Creo que si él realmente fuera diferente, no le afectaría lo que la gente tenga que decir acerca de por qué escribe su porquería cursi y toda esa mierda.

Lo aceptaba, se lo había dicho a Courtney en el e-mail, me escondo detrás de una computadora y el anónimo del periódico, porque tengo miedo. Es malditamente cierto... pero no es como que estuviera buscando destacar. Eso era justamente lo que no quería.

—Supongo que tienes razón —hablé sin mirarla.

—Y todo el mundo lo celebra "¡Oh! Él es tan romántico, ha de ser guapo, ¡Quiero casarme con él" ¿Por qué? ¿Porque escribe cursilerías en el periódico escolar? Creo que lo sobreestiman.

—¡Justo ahí! Eso es cierto, pero... ¿Tiene potencial? Creo que esa es la verdadera pregunta —junté mis manos y me incliné un poco hacia adelante, para mirarla, ella estaba retrocediendo. Supongo que la intimido, es algo que causo en las personas a menudo, solo que no por las razones correctas.

—Bueno... sí, pero no deja de ser lo que es.

Golpeé mi mesa con la palma y apunté hacia la nariz de Hazard—. ¡Eso es, Haz! Lo tienes, es un idiota, cobarde, probablemente con el humo subido a la cabeza y una idea loca de que es famoso o algo por el estilo, estoy contigo. Solo que, eso no significa que él no tiene talento... ¿Cierto?

—No, lo tiene, lo admito.

Nah, yo creo que no lo tiene, pero si tú lo dices, está bien.

Volví a mi asiento junto a Joshua, y él me ofreció el puño, para que lo chocara, probablemente por haber rechazado la idea de que Ghost Writer tenía talento. Aunque me molestaba un poco, le choqué el puño. Degradarme a mí mismo era muy fácil, ni siquiera tenía que hacer nada, solo sentarme a mirar. 

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