Amor por Contrato[SAV #3] ©

Por andreawoon

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[Libro #3 de la serie amores verdaderos] Nota: Las cinco historias están relacionadas pero ninguna es secuela... Mais

Personajes
Prólogo (*)
Uno (*)
Dos (*)
Tres (*)
Cuatro (*)
Cinco (*)
Seis (*)
Siete (*)
Ocho (*)
Nueve (*)
Diez (*)
Once (*)
Doce (*)
Trece (*)
Catorce (*)
Quince (*)
Dieciséis (*)
Diecisiete (*)
Dieciocho. (*)
Diecinueve (*)
Veinte. (*)
Veintiuno. (*)
Veintidós (*)
Veintitrés (*)
Veinticuatro (*)
Veinticinco (*)
Veintiséis (*)
Veintisiete (*)
Veintiocho (*)
Veintinueve (*)
Treinta (*)
Treinta y uno (*)
Treinta y dos (*)
Treinta y tres (*)
Treinta y cuatro (*)
Treinta y cinco. (*)
Treinta y seis. (*)
Treinta y siete. (*)
Treinta y ocho. (*)
Treinta y nueve. (*)
Cuarenta. (*)
Cuarenta y uno (*)
Cuarenta y dos. (*)
Cuarenta y tres. (*)
Cuarenta y cuatro. (*)
Cuarenta y cinco. (*)
Cuarenta Y Seis. (*)
Cuarenta y Siete. (*)
Cuarenta Y Ocho (*)
Cincuenta (*)
Cincuenta y uno (*)
Cincuenta y dos (*)
Cincuenta y tres. (*)
Cincuenta y cuatro. (*)
EPÍLOGO
Agradecimientos & Aclaraciones
AVISO
Extra "Especial de San Valentín"
¡Aviso Super Importante!

Cuarenta y nueve (*)

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Por andreawoon


ANNA.

Casi una semana después, todo parecía estar nuevamente en su sitio. Kate y John habían logrado superar sus problemas luego de que Kate le diera la noticia y en estos momentos estaban prácticamente juntos.

Aunque al principio a Will no le agradó demasiado la idea de ellos dos juntos, conforme los días fueron pasando él comenzó a aceptar el hecho de que no podía hacer nada y su agrado hacía Kate parecía regresar progresivamente.

—Debemos comenzar a ver la habitación de nuestra nena ¿No crees? —Elevo la mirada en cuando escucho la voz de William, el entra a la habitación lanzándome una sonrisa mientras se deja caer sobre la cama con una revista sobre decoración de interiores entre sus manos.

—Ya casi vas a cumplir siete meses, no queremos que luego nuestra bebé no tenga donde dormir —Habla abriendo la revista mientras adquiere una posición más cómoda.

—Si no me equivoco, habíamos quedado en que iba a dormir con nosotros ¿Recuerdas? —Cuestiono con curiosidad.

—Lo recuerdo perfectamente, pero aun así podríamos ver las cosas —Se encoge de hombros mientras se coloca boca abajo en la cama para comenzar a hojear la revista.

— ¿No sería mejor ir a alguna tienda y escoger las cosas ahí? —Sugiero mientras me acomodo mejor en la cama.

Will eleva su mirada para observarme.

—También podemos hacer eso —Responde. —Pero mientras vamos podemos ver esta revista —Contesta elevándola para que pueda verla.

—¿De dónde la has sacado? —Inquiero tomándola para poder ver su contenido.

—Mi madre me la ha dado ayer cuando fui a buscar unos papeles a la casa. Dice que nos puede ayudar —rueda sobre la cama quedando ahora boca arriba, revuelve su cabello con una de sus manos sin apartar la mirada de mí. William era demasiado inquieto en la cama, jamás había conocido a alguien que se moviera tanto como él lo hace, un ejemplo es en estos momentos, en los cuales no llevábamos ni cinco minutos, pero ya había cambiado de posición tres veces.

—Tiene decoraciones muy bonitas. Podemos ver alguna que nos guste y luego ir a la tienda para ver si encontramos las cosas. —Respondo sin mirarlo.

—O podemos simplemente pedir las cosas de la revista por el teléfono que marca ahí, así nos evitamos la ida a la tienda ¿No crees que es más fácil?

Ruedo los ojos mientras niego.

—¿Qué hay de divertido en pedir las cosas por teléfono? —inquiero —nos quita la experiencia de comprar las cosas para la habitación de nuestra hija.

—Jamás entenderé por qué a las mujeres les gusta complicarse la vida. —Se incorpora mientras me lanza una mirada curiosa. —No tenemos nada mejor que hacer ¿por qué no vamos?

—¿Ir ahora? —inquiero sonriendo.

—Sí, es temprano y podemos tomarnos el día. De hecho, llamaré a mi secretaria para que cancele cualquier pendiente, hoy seré todo tuyo.

Una sonrisa tierna de coloca en mis labios mientras lo observo tomar su celular y hablar con la chica en la línea. No demora demasiado, un par de minutos después, se gira hacia mí.

—Listo, así que ¿vamos?

Sonrío, incorporándome y asintiendo levemente.

—Déjame cambiarme de ropa y vamos —pido.

William aguarda recostado en el colchón de la cama mientras me dirijo al armario, intento no demorar demasiado, cerca de veinte minutos cuando me encuentro satisfecha con mi aspecto, nos marchamos de casa.

La tienda departamental a la que llegamos es enorme, los pasillos son completamente blancos y brillantes, repletos de todas las cosas posibles sobre bebés que podamos imaginar.

—Oh, esto es tan lindo —murmuro al ver un par de vestidos en color rosa que cuelgan de un estante. —¿No te parecen adorables? —inquiero tomando uno de ellos y girándome hacia Will. Él aparta la atención de la muñeca que sostiene en sus manos para mirarme.

Sus comisuras tiemblan y en pocos segundos una sonrisa se adueña de sus labios.

—Claro que es adorable —concede —¿lo compramos?

—Definitivamente —sentencio mientras coloco el vestido dentro del carrito que se encuentra frente a él.

Continuamos recorriendo los pasillos, deteniéndonos cada pocos pasos debido a toda las cosas tan adorables que nos cruzábamos.

—¿Has pensado de qué color quieres la habitación? —inquiere Will. —Rosa, blanco, amarillo...

—En realidad aún no lo sé —confieso —pero creo que me gustaría el rosa, con algunos destellos. Ya sabes, que brille.

—¿Qué brille? —inquiere con diversión —la pintura que brilla es carísima, Ann.

—¿A caso su padre no es millonario? —inquiero colocando una mano sobre mi vientre.

Él chasquea la lengua, dedicándome una sonrisa divertida.

—Touché —masculla mientras se acerca hasta la pared en donde se muestran cientos de cuadritos con muestras de los colores.

Lo miro observar con demasiado detenimiento todos los colores, hasta que estira la mano y toma uno, se gira, enseñándomelo con una ligera sonrisa.

—¿Este te parece bien? —inquiere. —Es rosa, y brilla.

Suelto una leve risa mientras asiento.

—Ese está perfecto. —aseguro.

El tiempo que le sigue a eso la pasamos intentando encontrar todo lo necesario para comenzar con las decoraciones de la tienda. Para el final, terminamos con más de un carrito y necesitamos la ayuda de un par de empleados para trasladar todo hacia la casa.

Decoraciones, peluches, ropa, utensilios y cuanta cosa que se nos cruzó en el camino y llamó nuestra atención, fue a parar en nuestro carrito.

Para el final de la tarde, porque si pasamos varias horas en la tienda, apenas y cabemos en el auto para regresar a casa.

—Creo que definitivamente es la compra más grande de mi vida —pronuncia cuando ya nos encontramos de regreso a casa. —Y creo que no compramos todo ¿o sí?

—No compramos una cuna —le recuerdo.

—Ann, aún hay tiempo para una cuna —murmura —será demasiado pequeña para dejarla ahí. ¿Sabes cuantos accidentes de cuna se producen?

—Sí, lo sé. Pero por esa razón vamos a ser cuidadosos —afirmo. —Además me parece que tú querías que nuestra hija durmiera sola en un inicio.

—Claramente eso fue antes de considerar todas las cosas que podrían ocurrir —debate. —su seguridad será lo primordial, y una cuna no me lo garantiza.

—¿Y si la aplastas al dormir? —no sé qué me causa más gracia, la expresión aterrorizada de William o el hecho de que pueda considerarse a sí mismo aplastando a nuestra hija.

—Amor, estoy bromando —aclaro entre risas —Lo sabes, ¿no? No creo que puedas aplastarla al dormir.

—Anna Blake, acabas de sembrarme una duda enorme —reprocha —¿Cómo quieres que duerma tranquilo con esa inseguridad?

—¿Anna Blake? —intento retener la sonrisa que se forma en mis labios.

—Bueno, eres mi esposa, mi apellido es el tuyo —aclara —aunque si prefieres el Harris...

—No —me apresuro a responder —el Blake se escucha perfecto. De hecho, creo que mi nombre suena mejor así.

Una leve sonrisa se apodera de sus labios, me observa por un par de segundos antes de regresar su atención a la carretera.

—Entonces, te llamaré así tan seguido como pueda.

Y luego de eso, la leve sonrisa que mantiene en los labios, no se va de él.

WILLIAM

Parece ser que nuestra larga caminata por el pasillo de la tienda departamental fue lo suficiente como para dejarnos exhaustos.

Anna recuesta su cabeza en el respaldo del sillón mientras coloca una de sus manos sobre su vientre, imparte caricias con suavidad sobre este, no se da cuenta de la mirada que mantengo en ella, y que no soy capaz de dejar de mirarla.

A lo largo de nuestro matrimonio habíamos pasado por muchas cosas, muchas dificultades que nos habían hecho madurar y afianzar la confianza que nos unía. Había pasado a perderla, ese suceso solamente me hizo darme cuenta de lo mucho que la quiero y la necesito en mi vida.

Anna, con su bondad, amor y cariño me ha enseñado lo que es el verdadero amor. Ese con el cual amas con plenitud, sin condiciones.

En el cual no te importa salir lastimado, no importa si te rompen el corazón porque ahora, la única preocupación que tienes es hacer a esa persona feliz.

Ella me había enseñado sin duda, lo que era amar de verdad. Nos unieron por obligación, pero el sentimiento que surgió de eso, fue una elección voluntaria que ambos hicimos.

— ¿En qué piensas? —La voz de Anna logra captar mi atención. Sacudo discretamente la cabeza para después mirarla.

—En lo mucho que te amo —Respondo con una sonrisa mientras camino hacia ella.

—Eres todo un romántico —sonríe, adoptando una postura más cómoda. —La compra de hoy nos dejó agotados ¿no es así?

—Claramente, y no es ni la mitad de lo que requerimos para terminar la habitación —informo empleando un fingido tono de pesar.

Ella ríe un poco antes de asentir con lentitud.

—Parece que todo comienza a ir bien ¿no es así? Para todos. —murmura.

—Parecer ser que si —confirmo acomodándome a su costado.

—Sobre John, es bueno ver que tanto él como Kate están bien. Creo que son afortunados.

—No podría decirlo de ese modo —confieso dibujando una mueca en mis labios —creo que después de todo, aún no olvido el hecho de la razón de su ruptura —le recuerdo. —en todo caso, no debemos hablar de eso, ya lo hicimos lo suficiente —aseguro. —Pero ¿sabes quién si es el afortunado?

. — ¿Quién? ¿Tú? ¿Por tenerme en tu vida? —el tono divertido que emplea junto con la mirada traviesa que posa en mí, me hacen dejar de sonreír. Aprieto los labios, formando una fina línea bajo la mirada de Anna, quien luce verdaderamente divertida con eso.

—¿Te han dicho que eres muy buena arruinando momentos románticos? —inquiero con fingido tono de reproche.

Una leve carcajada brota de ella, al mismo tiempo que asiente.

—Oh, sin duda lo soy. Es una de mis habilidades —Responde haciendo un ademán con una de sus manos, ahora es mi turno de reír.

En pocos segundos, nuestras risas llenan la habitación en la que nos encontramos, y yo gozo de esa plenitud y felicidad que aparecen cada que estoy con la mujer que me trae perdidamente enamorado.

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